CAMILO GONSAR
Dejo aquí dos mini textos de Camilo Gonsar para entrever el tono de su escritura, su intención de mostrar el absurdo. Y de paso coloca el absurdo no como un aspecto social de origen desconocido, sino como consecuencia de actitudes concretas, es decir, poco inteligentes.
De Relatos Completos (1961-1995)
Camilo Gonsar
Editorial Galaxia
PEDAGOGÍA
Las tres primeras novelas que había leído aquel chico eran La busca, Mala hierba y Aurora roja, porque D. Guillermo Díaz-Plaja, autor de una historia de la literatura que tenía como texto de bachillerato, decía de ellas que tenían un aspecto revolucionario detestable. Por otro lado, el libro de texto de Historia de la Filosofía hecho por el padre Gabino Márquez, S.J., que empezaba acusando a Tales, Anaximandro, Anaximenes y Heráclito de dar una solución verdaderamente disparatada, pueril y ridícula y terminaba afirmando que el ánimo queda verdaderamente apabullado y humillado al contemplar tantas y tan disparatadas y absurdas soluciones dadas a través de la historia a estos problemas (los filosóficos) – aquel libro de texto, decía, le había despertado auténtica curiosidad por la Historia de la Filosofía.
De lo que se deduce que la peor pedagogía es la mejor pedagogía.
El inglés.
Nada más insondable que la lengua inglesa. Yo tenía mucha confianza en mi capacidad para defenderme en inglés, me contó mi amigo X.Y.Z. ( que conste que son las iniciales de su nombre real), pero la perdí completamente una tarde en la estación parisiense de Austerlitz, justo cuando acababa de tomar asiento en el departamento del tren en el que iba a emprender viaje.
El departamento sólo llevaba en esos momentos otro pasajero, un chico negro, sentado en frente de mí. No habían pasado ni dos minutos desde que me había instalado en mi asiento cuando el chico empezó a hablarme, supuse, por su tono, que para hacerme una pregunta.
Supuse, porque la verdad es que no le entendí absolutamente nada. Absolutamente nada.
_ ¿Puede hablarme en inglés?- le dije (en inglés, claro).
Y el chico se quedó desconcertado, a lo mejor pensando que quería burlarme de él.
_ Ya he hablado en inglés_ me contestó casi angustiado, pero ahora con la suficiente claridad como para que le pudiese entender.
Y aún agregó, humilde, como pidiendo disculpas:
_No sé ningún otro idioma.
TEXTOS ORIGINALES
Nada mais insondable que a lingua inglesa. Eu tiña moita confianza na miña capacidade para me defender en inglés, contoume o meu amigo X.Y.Z. (e conste que son as iniciais do seu nome real), pero perdina enteiramente unha tarde na estación parisiense de Austerlitz, xusto cando acababa de tomar asento no departamento do tren no que ía emprender viaxe.
O departamento namais levaba nos momentos aqueles, outro pasaxeiro, un rapaz negro, sentado en fronte de min. Non terían pasado nin dous minutos desde a miña instalación no meu sitio cando o rapaz empezou a falarme, supuxen, polo seu ton, que para me facer unha pregunta.
Supuxen. Pois a verdade é que non lle entendín absolutamente nada. Absolutamente nada.
_ Pode falarme en inglés?_ díxenlle (en inglés, claro).
E o rapaz quedou desconcertado, temendo se cadra que eu quería facer burla del.
_ Xa falei en inglés_ replicoume case angustiado, mais agora coa suficiente claridade para que eu entendese.
E aínda agregou, humildoso, como pedindo desculpas:
_ Non sei ningún outro idioma.
PEDAGOXÍA
As tres primeiras novelas que lera aquel rapaz foran La busca, Mala hierba e Aurora roja, porque D. Guillermo Díaz-Plaja, autor dunha historia da literatura que tiña de texto no bachelerato, dicía delas que eran de aspecto revolucionario detestable. Por outra banda, o libro de texto de Historia da Filosofía feito polo padre Gabino Márquez, S.J., onde se empezaba acusando a Tales, Anaximandro, Anaximenes e Heráclito de dar una solución verdaderamente disparatada, pueril y redícula, e se remataba afirmando que el ánimo queda verdaderamente apabullado y humillado al contemplar tantas y tan disparatadas y absurdas soluciones dadas a través de la historia a estos problemas (os filosóficos) _ o libro de texto aquel, dicía, espertáralle unha viva curiosidade pola Historia da Filosofía.
De onde se deduce que a peor pedagogía é a mellor pedagogía.
Camilo Gonsar, recientemente fallecido, era un escritor que para mí representaba muy bien a la literatura gallega. Independientemente de que pudiera gustar más o menos, mantenía esa mirada crítica a través del sentido del humor, sacando aspectos de cajón en los que no caemos habitualmente y organizándolos para mostrar el absurdo de la sociedad cuando vive al margen de lo fundamental. Sus personajes pertenecen a dos bandos, uno, el de los asombrados que miran sin poder creer lo que ven y otro el de los engullidos por el momento que les toca vivir y crea entre los dos tipos una especie de diálogo que más que contar, muestra los entresijos del absurdo.
Aquí he escogido dos textitos pequeños, pero sus relatos o novelas merecen ser leídas.
* Lonxe de nós e dentro, 1961 (relatos)
* Como calquera outro día, 1962 (novela)
* Cara a Times Square, 1980 (novela)
* A desfeita (semirreprotaxe), 1983 (novela; Premio de la Crítica de narrativa gallega)
* Cemento e outras escenas, 1994 (narrativa)
* Arredor do non, 1995 (narrativa)
* A noita da aurora, 2003 (novela)
Hacia Times Square está traducida al castellano en la Editorial Trea. Acabo de encontrar la reseña de una novela suya escrita en castellano, Luz del príncipe-sol, que aparece como una obra de arte escondida, claro, no está escrita en gallego y está editada en Vigo, es decir, está en tierra de nadie. La buscaré y veremos.
A mi me parece que clasificar la literatura en Gallega, Castellana, o Alemana, no sirve.
La potencia de los autores buenos va mucho más allá de su localismo o especificidad, o de cualquier otra categoria que intente encerrarlos.
Los autores si son de algo son de sus lectores, por no ser no son ni siquiera de su tiempo.
No puedo estar más deacuerdo.
Las categorías, las etiquetas, las generaciones…. son recursos BARATOS que necesitan los «explicadores de literatura» para tener algo que decir cuando no saben leer lo que los libros cuentan.
Suele coincidir que el que las usa no tiene nada que contar, porque aunque no pare de leer no termina de entender.
Hay unos que se subliman en ese afán, son los metaliteratos.
A la metaliteratura deberían ponerle una advertencia en la portada: ATENCIÓN ESTE LIBRO PROVOCA DIARREA MENTAL Y FALTA DE RIGOR EN EL PENSAMIENTO.
…Pensándolo bien esos son sintomas que tienes que tener ya para leerlo.
Queridos Álvaro y Silvestre:
os recomiendo con todo mi cariño la obra «Una partida de ajedrez» de Stefan Zweig, se trata de la esquizofrenia que puede llegar a producirse en una partida jugada contra uno mismo. Los localismos en la literatura son indispensables, porque solo se puede sentir, cuando sentir es dejar discurrir al rio, seguirle en su cauce, y derramar todas las aguas en el destino, en la lengua que sueñas, en esa en la que solo puedes comunicarte con el lector. Es verdad que solo pasa en algunas lenguas, las que de alguna manera podríamos llamar nacionalistas, estoy pensando para los lectores españoles en el euskera, el catalán o el gallego. Las otras que utilizamos son lenguas universales. Hay veces que no podemos dejar de decir al ir a descansar: boas noites. Pues eso, boas noites.
Con todo mi cariño os digo: cuidado. Lo de Pynchon también es metaficción y es muy riguroso.
Queridos Efeme y María,
No que no, de no, que no, que no es asin.
Ni localismos, ni meta ficcion, ni boquerones en vinagre.
Solo anisakis, ese es al mal que no nos deja comer pescado y solo ese.
LA FALTA DE RIGOR EN EL PENSAMIENTO ES UN DATO OBJETIVO, nos rodea, nos acecha y nos marea…. y a vosotros también.
Tener cuidado, porque en un descuido nos muerde a todos y nos amputa la cabeza. A mi hoy concretamente me han pegado un bocado en el costado izquierdo arrancándome la mano y parte de una pierna. Por suerte me he dado cuenta que no necesitaba ninguno de los dos miembros y ahora me siento descargado y libre porque no tengo elección. O lo hago todo a derechas o no hago nada.
El no tener que escoger me ha salvado.
Vamos que me siento tan bien que me voy a leer las obras completas de Borges antes de desayunar.
Ejemplo perfecto del rigor baldío.
Pd. CAMILO GONSAR ES UN PEDAZO DE ESCRITOR.
Fai o que queiras.
Yo creo que las literaturas se clasifican por una forma de ver el mundo, que es una cultura determinada. Ninguna cultura solapa a otra, todas las miradas se complementan. En España hay varias culturas, por poner un ejemplo, Valle Inclán o Cela pertenecen a la literatura gallega aunque hayan escrito en castellano porque si no fueran gallegos, no verían así el mundo, igual que Joyce es literatura irlandesa aunque esté escrita en inglés y no en gaélico. No pasa nada, no es una competición, simplemente somos seres que nos formamos en una determinada cultura. España tienen que entenderse a sí misma, más que eso, construirse, como una unión de culturas, nunca como una cultura en sí misma.
La metaficción es un juego tramposo cuando se utiliza como un instrumento y no como una necesidad como en el caso de Pynchon. Mientras cuentes algo, cualquier método es válido. La metaficción por la metaficción, ni meta, ni ficción.
Querida Silvia,
gracias por alumbrar con tu dulce pluma estos escritos. A veces nos empeñamos en nacionalismos infantiles y en enfrentamientos estériles. Gracias también por recordarnos que la literatura es una forma de ver el mundo, pero que parte de una cultura, de unas raices, de una realidad social. Gracias, en fin, por decirnos que «mientras cuentes algo, cualquier método es válido», y que gran oficio es ese del cuentista si sabes llegar a los demás, si tienes algo que decir, si tienes sentimientos que compartir.
Querido Efeme,
Conozco perfectamente “Una partida de ajedrez” de Stefan Zweig, que citas en tu post. Es una novelita menor, apta para un adolescente con ansias de leer pero sin disciplina. No da para más, aunque lo que si es interesante es lo que se ve del ajedrez.
Es un pasatiempos absurdo que no sirve para nada, excepto para ganar a tu oponente.
De echo si observas a los grandes del ajedrez, tipos listos sin duda, ejercitan su memoria hasta límites insospechados para poder recordar que hacer (con las piezas, claro).
Tremendo esfuerzo mental baldío. No hay trabajo con el lenguaje, sólo con la mecánica de los movimientos en ejercicios «sofisticadísimos» de combinatoria. La supuesta maestría en la estrategia que esconde detrás, fuera del tablero no sirve para nada. Pero para nada de nada… bueno, puedes ir por la acera saltando con el movimiento del caballo para coger el autobús….. también puedes moverte con la diagonal del alfil el la cola del pan….. o pasito a pasito como buen peón te vas de procesión.
Pd. yo me pido reina, que el rey va de uno en uno.
Hay que desmitificar las cosas aunque sean «divinas»
Desconocido Juan B, tu irrupción en esta página me parece un poquito acelerada, dicho sea con todos los respetos y sin «animus injuriandi»; veamos, nos dices que conoces «perfectamente» es novelita menor para adolescentes indisciplinados, y desconozco cuales han sido las causas para dedicar tanto tiempo a algo que, según nos dices, no merece la pena.
Yo la leí una mañana de verano en la playa hace muchos años, estaba publicada en la página de pasatiempos de un periódico, era entonces, es verdad, un adolescente indisciplinado y no creo que aún haya dejado de serlo del todo. Y no creo que haya que dejar de serlo… del todo.
No quiero detenerme en el ajedrez, no seré yo: un jugador de mus impenitente, quien lo defienda, sabiendo todas las virtudes de éste frente a áquel.
Pero hay dos cosas de la novela que aún recuerdo, la descripción que hace el autor del robo del libro que a la postre resulta ser «Las cien mejores partidas de ajedrez…», y la esquizofrenia del personaje el jugar consigo mismo y llegar a agredirse pensando que estrangulaba al contrario.
A ti, Juan B, te propongo otro autor «San Agustín» y sus «Confesiones», un esquizofrénico que llego a decir de si mismo: «Soy dos y estoy en cada uno de ellos de modo absoluto». Eso después de llorar con el corazón dolorido, y al contar precisamente su indisciplinada adolescente, para disgusto de Santa Mónica, en la que decía: «… siendo tan pequeñito hombre, y ya tan grande pecador». Un abrazo.