EL FALSO TECHO. Erika Martínez

EL FALSO TECHO
Erika Martínez
Pre-textos

El poeta de nuestro tiempo posiblemente sea el único que vive nuestro tiempo porque es el único con una clara conciencia de sus límites.

Por eso es difícil encontrarlo, quizás ahora, con la crisis de la industria cultural puedan salir las voces acalladas, no por un totalitarismo abierto que las haya silenciado, pero sí por un mercado que dicta lo que hay que oír. Aunque puede que la poesía se haya librado más de esa dictadura porque no hay medios poetas ni poetas a la carta, no se puede estar ligeramente embarazada.

El caso de Erika Martínez, publicada desde 2009 por Pre-textos, una editorial que merece ser premiada por su criterio, es el de una ciudadana que vive poéticamente. Si tengo que explicar esto, diría que dentro del engranaje social y económico en el que estamos metidos sin posibilidad de entenderlo, Erika vive como cualquiera de nosotros pero de manera consciente desde su sensibilidad poética. Eso le permite trocear nuestro “anti-mundo” y, presentando imágenes y sensaciones que todos podemos reconocer, perimetrar las lagunas de nuestra vida cotidiana.

Es capaz de contarse contándonos, quizás lo más esperanzador de nuestro tiempo, que abre esa posibilidad superando el mundo de yoes incomunicantes que ya es pasado aunque siga vigente. Cuánto más hermético el perímetro, más inmenso y amorfo el yo. Sólo conociendo su perímetro puede liberarse de sí mismo: la ideología, la sociedad y el estado, omnipresentes y a la vez absolutamente lejanos.

Divide este poemario en tres partes, tres falsos techos, tres aparentes refugios de nuestra existencia que descubre como falsos, más que eso, los descubre como origen directo de nuestra confinación, nuestra falta de horizonte, de perspectiva, incluso de territorio como punto de apoyo. El falso techo da cuenta en realidad de los falsos cimientos.

Podría ser este poemario una novela, de hecho hay una novela dentro, por eso, esta nueva forma de escribir poesía, que mantiene la suspensión poética y cierto tiempo narrativo, resulta tan eficaz, porque cuenta con un instrumento propio de nuestro momento, el tiempo, y a la vez lo suspende para crear cierta perspectiva, sólo cierta, es verdad, pero la que siempre sustenta la poesía.

El silencio de la casa a los pies de una sociedad que obliga al anquilosamiento, el frío helador del mundo de aviones y aeropuertos tan irreconocible y pulcramente autoritario como el Estado y la carencia de un territorio para desarrollar el amor nos hacen conscientes de nuestra vida perimetrada. Yo diría que, en este caso, la poesía ha dejado el canto para alumbrar la limitación.

Erika Martínez nació en 1979 en Jaén y los materiales de su poesía son los materiales de su generación, sin embargo todas las generaciones nos podemos reconocer en ese anti-mundo que venimos creando desde hace tanto, el propio poemario hace alusión a un país no reconciliado y sin examen de conciencia, en permanente huida inconsciente hacia delante.

Dejo algunos fragmentos del poemario y espero compartir la lectura con alguien más. Una vez encontrada una voz, lo justo es seguir hablando.

Tantos siglos para que yo,
miembro de una generación prescindible,
pierda la fe en la emancipación,
mire el techo de mi dormitorio
y se me venga la casa
encima.

Me subvencionaron hasta hacer de mí
un producto ejemplar
de la socialdemocracia,

Sigo las instrucciones de esta lavadora
porque ya no quedan biblias
y he extraviado la ley.

Depositamos artículos prohibidos
en una caja transparente:
tijeras, cuchillas, mecheros
inútiles como sobres de votación.

Si el hombre que camina pudiera
escucharme, se lo repetiría:
no es tu belleza ni tus imperfecciones,
amor es lo que el tiempo
deshace contigo.

Entrevista a Erika Martínez

Las 5 mejores propuestas poéticas de 2013. El Cultural

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