El hombre de bronce. Miguel Ángel Serrano

Miguel Ángel Serrano
Miguel Ángel Serrano
El hombre de bronce.
Miguel Angel Serrano
Editorial El tercer nombre

El tema de la personalidad es apasionante. Recuerdo la frase “tiene mucha personalidad” cuando alguien decía lo que pensaba y no coincidía con la mayoría. También recuerdo que había gente que tiraba la toalla de la personalidad y directamente decidía ser lo que se suponía que tenía que ser. En ese momento se acababan los problemas y en seguida se conseguía lo que se tenía que conseguir, novio, carrera, trabajo y equilibrio emocional. Ahora bien, años más tarde, la renuncia a la personalidad aparece en forma de crisis de los cuarenta, donde no sirve para nada ni la carrera, ni el trabajo, ni el matrimonio.

En el fondo, el tema de la personalidad parece fundamental, no escaparse a la pregunta de quién soy, aunque la respuesta sea no puedo saberlo, pero no puedo saberlo ya es una forma de personalidad. La cuestión fundamental es pensarla y adoptar una postura y hacerla flexible frente al tiempo.

El hombre de bronce es un libro que trata este tema. Nos cuenta el trayecto de un hombre desde su juventud hasta la edad madura. Comienza en el máximo nivel de acción: salvando a heridos en un horrible atentado, y termina en el mínimo nivel de acción, abandonando la memoria a la corriente para poder vaciarse.

El hombre de bronce se llama así porque convierte en su personalidad el hecho de ser un héroe. El resultado de una acontecimiento fuera de lo previsto y fuera de lo intuído o imaginadoes aceptar ser una estatua de bronce, fría, estática y sobre todo expuesta a la mirada de los otros.

Con el tiempo, al héroe, enfrentado a una vida anodina que asfixia también al lector, le ocurre algo terrible que de alguna manera parece inducido por él, por su necesidad de mantener una intensidad desde la que no se puede medir ninguna vida. El dolor indescriptible vuelve, pero ahora de unaforma mucho más real.

Después del atentado, se convierte en una estatua de bronce y le queda el dolor de lo vivido sin poder colocarlo, pero el nuevo dolor, el de la pérdida absoluta, le obliga, le obliga con respecto a su mujer y sus otros hijos.

Y ahí es donde su elección es acogerse a la estatua, darse movimiento desde su ser de bronce y jugar con el reconocimiento para ser alguien contra el vacío.

Cualquier movimiento que surge de nuestra personalidad afecta de manera directa a nuestro círculo de relaciones y la novela, además de dar pinceladas sobre otros sobrevivientes del atentado que no son héroes, también cuenta la experiencia de su mujer y sus hijos. Desde ahí, desde lo que hace en los otros, vemos al verdadero protagonista, no desde su personalidad, sino desde su acción.

El testimonio de su mujer al final, después de tanta disquisición de personalidad del protagonista, muestra los hechos, ese angustioso juego de espejos donde lo que creemos que somos y que nos pasa, no tiene nada que ver con el eco de nuestras acciones. Y mientras él discursea continuamente sobre sí mismo, al otro lado del espejo, su familia sufre la frialdad del hombre de bronce. Es su mujer la que conoce su debilidad, la que tiene de alguna manera la clave de su fracaso.

Pero esto lo sabe el lector, no el protagonista, que intuye una culpa, pero no puede llegar a sentirla y mucho menos a valorarla. Y el que se había forjado como héroe, realiza el acto del anihéroe, el no enfrentarse, el dejar que la corriente se lleve la memoria para poder ser el hombre de bronce libremente.

Creo que es muy interesante trabajar esa dificultad para vernos. Ese quiebro entre el que crees que eres y el que eres en realidad. El esfuerzo de verte en el mundo, de salir y verte en tus actos, no lo hace nadie.

También resulta muy interesante la sociedad como personaje, como un mar de fondo más frío que la estatua de bronce, dispuesta a creerse cualquier cosa, que encumbra a los más desalmados y se deja dirigir por ellos. Y de esta forma cierra un círculo donde no parece que haya solución. La corrupción deja a sus víctimas dando pan a las palomas del parque y continúa frenéticamente en su camino a ninguna parte.

Bibliografía de Miguel Ángel Serrano

Ha publicado las novela Tango en Editorial Pre-Textos, con la que obtuvo el premio José María de Pereda de Novela Corta 1997, y Jardín de espinos (Dilema, Madrid, 2004).

El ensayo La Ciudad de las bombas. Barcelona y los años trágicos del movimiento obrero, en Editorial Temas de Hoy en 1998.

Y el cuento con el que quedo finalista en el Premio NH de relatos en 2002, El veneno del profundo pesar

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6 responses to “El hombre de bronce. Miguel Ángel Serrano

  1. Muy interesante la idea de verte en tus actos. Es cierto, es la única manera fiable de saber quién es uno, por lo que hace. Intuyo que la idea es hago luego soy en lugar de pienso luego existo ¿es así?

  2. No tiene tanto que ver con la existencia como con el conocimiento de uno mismo. Yo puedo creerme buenísima, pero si los que están a mi alrededor son muy infelices, entonces algo falla en mi conocimiento.
    Mucha gente construye su personalidad o la idea de sí mismo al margen de su relación con los otros. Antiguamente ocurría lo contrario, uno era sólo su imagen exterior. Les costaría una observación interna tanto como a nosotros ahora mirarnos desde fuera.

  3. Me hubiese gustado haber escrito este comentario hace, por ejemplo, treinta años, había terminado entonces una profunda relación que durante seis años había maniatado no solo mis movimientos, sino mis sentimientos también, todo mi yo. A pesar de ello estaba en un momento de equilibrio emocional, por utilizar las mismas palabras que la autora de este post.

    La crisis de los cuarenta, si es que existe siempre, yo la debí pasar en una veloz carrera sin meta, las relaciones, el trabajo, los sinsentidos, ocuparon todo el tiempo, todos los días, sin tiempo de sentarme a pensar. Y ahora, si miro en mi interior sólo encuentro la paz de haberme vaciado todo, de haber arrojado lejos de mí lo vano, para que una vez vacío lo habite lo fundamental.

    Veremos que ocurre ahora, veremos lo que ocurre a mi alrededor, veremos como encajo y como me encaja esa sociedad personaje de la que nos hablas… y espero estar en estás páginas para irlo contando.

  4. En ese caso ser persona tendría que ver más con ser ciudadano; es decir, ser social. Pobre naturalidad (!)… y yo leyendo a Edgar Poe !!

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