EL PAPEL ACTUAL DEL PERIODISMO

Cuando se habla de crisis del periodismo siempre es desde la base de que no se venden periódicos. ¿Quién va a comprar un periódico teniendo la información en internet? El éxodo de tantos periodistas al mundo digital no me parece querido. Más bien me parece un refugio a la espera de poder volver a tener un lugar en el mundo, que es la máxima aspiración de cualquier ser humano. Puede que desaparezca el papel, pero no el periodismo tal y como está sucediendo. Nadie quiere ser una voz solitaria impagada y con muy pocas posibilidades de llegar a noticias importantes. Tampoco es la opinión la razón de ser del periodismo.

La búsqueda de nuevos formatos que aviven la profesión no parece ir por la vía de lo que significa el periodismo. El que opta por leer un periódico no está buscando una sensación, para eso están otros ámbitos, el que leía el “diario” hace muchos años, buscaba sentirse en el mundo, saber cómo funcionaba. Y ahora más que nunca es ese el interés que nos mueve a todos. ¿Quién no se gastaría dinero en papel o digital si de verdad le contasen cómo funciona el mundo? Pero si no hay lectores dispuestos a pagar por las noticias, es porque esas noticias son de alguna manera prescindibles.

No tenemos ninguna información que nos dé cierta seguridad en nuestro mundo, más bien, el periodismo se ha convertido en una forma de informar de que estamos desinformados. Es decir, el periodismo ha pasado a conjeturar y denunciar. El periodismo estrella, el profundo, digamos, es el periodismo de denuncia. Pero la denuncia llega hasta donde llega, que es mostrarnos la absoluta opacidad de nuestro mundo y a la vez la imposibilidad de llegar a saber nada acerca de él.

Resulta que nuestro mundo nos es absolutamente desconocido, mejor, resulta que nuestro mundo es absolutamente opaco. En realidad, no estamos capacitados para votar, ni para opinar, ni para ponernos un objetivo de vida porque no sabemos nada. No podemos sentirnos seguros con la educación de nuestros hijos, ni el cuidado de nuestros mayores. No podemos confiar en nuestras instituciones, reconocer a nuestros representantes. En 2012 se habla de poderes: poder económico, poder judicial, poder político, poder empresarial. ¿Qué significa eso? Estamos en manos de un inmenso elenco de poderes cuyos objetivos reales desconocemos. Ha llegado un momento en el que nuestros modos de organización se han independizado de nosotros y asistimos a un espectáculo político lejano e incomprensible. Nosotros votamos a gente que quiere estar ahí, en esos poderes, y que una vez colocados, desaparecen de nuestro campo visual.

¿Y cómo llegar hasta ellos y recordarles su papel real? ¿Cómo controlar nuestras instituciones? Algún mecanismo tiene que haber para llegar hasta ahí. Las protestas tenían sentido cuando todavía las instituciones manejaban gente, pero en este momento las instituciones no tienen un responsable porque el responsable final es algún concepto sin nombre y apellidos, y un concepto no puede responder a una manifestación. ¿Se puede pedir cuentas a la globalización?

Esto nos convierte en expectantes. ¿Qué nos va a llegar? Ser expectantes es lo contrario de ser activos. No podemos actuar ante algo que desconocemos. Sólo nos queda el aventurarnos, que no tiene nada que ver con emprender un viaje apasionante, sino con dar palos de ciego. Y alrededor de esta situación aparece un discurso que nos exige una adaptación. Tenemos que adaptarnos a un mundo cambiante, inseguro. ¿Cómo podemos adaptarnos a lo que desconocemos? La adaptación no es un concepto positivo, ni siquiera es un concepto posible. Lo nuevo hay que aceptarlo y para eso tiene que aparecer como una horma perfecta.

Aceptar no es lo mismo que adaptarse, es reconocer. ¿Qué tenemos que reconocer? La denuncia de los medios de comunicación de nuestra falta de información, de la opacidad del mundo nos ha creado una necesidad de saber, de reconocernos como no activos, como simples expectantes. ¿Tiene que quedarse ahí el periodismo? ¿No nos puede dar nombres y apellidos en lugar de conceptos o cifras a las que no se les puede exigir responsabilidad? Y no sólo nombres y apellidos, ¿no puede hacer las preguntas políticamente incorrectas que desenmascaren los verdaderos intereses de los distintos órdenes desordenados?

Las instituciones, cuyo fin no hay que olvidar que es ordenar distintos ámbitos de nuestra vida, han pasado a ser poderes: poder político, poder económico, poder social, poder empresarial, poder financiero, poder cultural… ¿Por qué utiliza el periodismo esta palabra en lugar de orden político, orden empresarial…? No pueden acostumbrarnos a utilizar palabras que salen de un mundo que quiere obligarnos a adaptarnos. Precisamente debería el periodismo velar por los objetivos fundacionales de nuestras instituciones, no dejar que su lenguaje se acabe tiñendo de los desórdenes y darnos un mundo que no responde a nuestra realidad. El orden económico o político o social no puede ser un poder. Si es así, tendrá que dar cuenta de los desórdenes que los convierten en un poder. Esa es la información que necesitamos. Nuestro mundo no es imposible de entender, es muy fácil de entender si nos colocamos en la posición correcta y tenemos un punto de apoyo. Necesitamos que nos expliquen todos estos aspectos de nuestro mundo como ámbitos de poder para poder cambiarlos a ámbitos de orden.

Hace unos días asistí a un documental muy interesante de Nikos Megrelis que denunciaba la muerte de periodistas en situaciones de guerra y no por balas perdidas precisamente. Uno de los periodistas que hablaba en el documental se denunciaba a sí mismo como autocensurador. No había sido capaz de contar lo que había grabado tal cual, había usado el corta y pega para cambiar la causa de una acción reprochable desde el punto de vista de lo humano. La confesión era magnífica. ¿Dónde están las preguntas que puedan desenmascarar los poderes para volver al orden? Alguien preguntó en la sala si ese documental servía para algo, si no se quedaba en un acto romántico. No gustó la pregunta, sin embargo es la pregunta que nos hacemos todos. ¿Qué podemos hacer ante lo que vemos si no sabemos a qué responde? El periodismo debería estar legitimado por nuestra comunidad como mecanismo de control. La forma de legitimarlo es obligarlo a responder a nuestras necesidades. Los medios de comunicación no pueden ser otro poder, tienen que estar al servicio de la comunidad, no de los poderes. Si eso ocurriera, el periodismo no estaría en crisis.

Las necesidades de la comunidad no son opacas, son transparentes y pueden constituir un buen punto de apoyo para cambiar la forma de enfocar el periodismo. La política es una forma de ordenar nuestra participación en la configuración de una comunidad. La capacidad de mejorar esa configuración no puede estar guiada por la ideología, que siempre intenta cerrar un mundo en un esquema. El periodismo no debería colocarse ahí, para eso llevamos siglos pensando en lo humano.

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One response to “EL PAPEL ACTUAL DEL PERIODISMO

  1. COMENTARIO DEL PERIODISTA GAY TALASE:
    “Estoy decepcionado. El 11-S acabó con el buen periodismo. Con la excusa de la seguridad nacional la prensa estadounidense dejó de hacer preguntas, ya no cuestiona el poder. Creía que aquello acabaría tras los años oscuros de la Administración de Bush, pero con Obama no ha mejorado. Los periodistas de hoy siguen haciéndole el juego al Gobierno, son como funcionarios. Falta curiosidad y escepticismo en el tratamiento de Irak, Afganistán o incluso Siria. Y el ciclo de noticias de 24 horas que impone la red no ayuda porque los convierte en animales carroñeros”. Y suspirando, añade: “No, no es un buen momento”.

    http://cultura.elpais.com/cultura/2012/06/18/actualidad/1340044690_686670.html

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