EL PERIODISMO ACTUAL COMO ARMA LETAL
No hay la más mínima duda sobre las buenas intenciones del periodismo actual: informar, opinar, analizar. Esa información, según las circunstancia se tiñe con un matiz u otro, desde el 15M en España, la forma de enfrentarse las noticias políticas es diferente, más cercana a los protagonistas y más cercana al posible lector, preguntando desde sus necesidades o deseos. Sin embargo, todavía se puede hacer más. Algo falla en el periodismo y es la imposibilidad de participación del lector en la noticia.
Nos hemos acostumbrado, pero resulta muy extraño un texto que no abre una comunicación. Todos los textos tienen que ser interpretados por un lector que se siente increpado, que tiene que dar alguna respuesta, que se pone en posición de transformarse en algún sentido. Sin embargo, el texto periodístico tiene a gala ser «objetivo», contar «la verdad» sin dar opción a que el lector participe del texto. De manera que la comunicación no se produce. Es la parálisis la primera reacción del lector que puede repetir una y otra vez la lectura de distintas versiones de «la verdad» sin sentir ninguna transformación, sin poder interpretar, solo opinar, y por lo tanto sin creer en la posibilidad de participar en lo que ocurre.
Es un arma letal en tanto que esa parálisis mantiene a países enteros moviéndose entre tinieblas. Un ejemplo: el otro día, ante la enésima noticia de violencia machista, un amigo comentó que no entendía por qué se ponía la atención en las mujeres en lugar de ponerla en el problema, los hombres. Algo tan de cajón, creo que no ha sido visto en todos estos años en los que la noticia se repite una y otra vez de la misma forma, una noticia standard que es políticamente correcta con los «protocolos» con los que se trata este tema y que nunca nos ofrece algo que no sepamos ya.¿Para qué ha servido esta noticia clonada infinitas veces? Para que algunos hombres imiten loa asesinatos de otros, para dar cuenta de los minutos de silencio delante de los ayuntamientos y para insensibilizar a la gente y dar por perdida la batalla. A lo mejor, un día, un periodista da con la forma de tratar la violencia de género, pero para ello tiene que romper las reglas. Todavía estoy esperando la entrevista a uno de estos asesinos, seguro que estarían encantados que hacerla ya que han tomado el camino del protagonismo. Tampoco he escuchado las preguntas adecuadas, las que pudieran mostrar las debilidades, la cobardía o lo que no vemos de esos hombres. En ese caso, podría haber una transformación, el asesino puede verse como el hazmerreír por matar en lugar de aquel que ha intentado suicidarse después de una acción heroica. No sabríamos si eso alejaría los asesinatos en el tiempo, lo que sí sabemos es que la forma de tratarlos de ahora mismo convoca a tres al día siguiente además de paralizar a la administración y la sociedad en general.
Si pasamos a otro tipo de noticias, el terrorismo yihadista, por ejemplo, vemos que nadie nos explica por qué no se declara una guerra si Daesh es un estado o porqué se puede bombardear todo en diez minutos, como ha hecho Francia en un ataque emocional y nos enteramos de que ellos son 50.000 soldados contra el mundo entero o por qué no se retiran las tropas incapaces durante tantos años de solucionar nada para entrar en otro tipo de resolución. En este tipo de noticia, el periodismo busca la emoción inmediata y olvida que no entendemos lo que ocurre, que la forma internacional de llevar este asunto no casa, no tiene lógica. Creo que es ese afán por la «objetividad» y «la verdad» lo que no permite entrar en la realidad, que es cambiante y en la que participan una cantidad ingente de factores imposible de reducir a un «titular».
Imagen de Trece Bits