EL PROBLEMA LITERARIO ESPAÑOL. LA EDICIÓN
Leo en El País un artículo de Vicente Verdú sobre la situación de la literatura española, que no gana los premios porque vuelve al pasado en busca de temas y sigue un esquema de Literatura del Siglo XIX y cómo los autores iberoamericanos por vivir en lugares más caóticos tienen más que contar porque tienen que ordenar y ganan esos premios.
No sé por qué nadie plantea el problema de la edición.
¿Seguro que nadie escribe atreviéndose a buscar nuevas fórmulas, intentando descubrir los temas fundamentales? ¿Es que hay editores buscando este tipo de autores? ¿Es que hay editores que leen?¿Es que no hay una plantilla que lectores desconocidos siguen a la hora de valorar manuscritos? ¿Es que esas plantillas no hablan de mantener la atención del lector, tratar temas que interesen a las vísceras, mantener un ritmo apropiado, utilizar un lenguaje ameno y demás características de un libro que pueda llegar a mucha gente y si cuenta algo pues mejor que mejor?
¿Es que vivimos un momento que pueda ser contado con esos recursos? La única solución es contar lo que sobra, lo que no llega a alterar la conciencia del lector. El asunto llega a tal extremo en que un posible escritor comprometido resultaría un poco repulsivo, digamos, impúdico.
Lo propio de la época es deslizarse por la superficie sin romper el hielo. Y si la violencia contada por los autores iberoamericanos es bien recibida es porque está al otro lado del Atlántico sin que altere en absoluto la conciencia del lector occidental.
La literatura es ahora mismo entretenimiento, el lector en el que se piensa a la hora de editar es el lector de metro, o más bien la lectora de metro, el niño lector es otro personaje creado por padres y editores que cumple un programa de gimnasia mental con historias medidas por valores consensuados.
La literatura ya no es un espacio de búsqueda, para eso hay que romper el hielo y hay que jugársela, algo patético.
Pero no hay que olvidar que este paisaje en el que nos movemos, terrorífico desde mi punto de vista, no llega de la nada sino de la práctica de la edición como entretenimiento como una forma de cultivarse, entendiendo la cultura como un adorno. Ser editor queda bien, ser escritor queda bien y ser lector queda bien. Es increíble pero la literatura se mueve en el queda bien. Ni editoriales grandes, ni pequeñas, ni dependientes, ni independientes, ¿quién se atreve a publicar lecturas con exigencia intelectual, es decir, no sólo con más dificultades de comprensión, sino con el objetivo de revolver con un palito almas bien adormecidas? No pasa nada por llamar superficiales a los editores o por decir que la Literatura desaparece porque nadie está dispuesto a cambiar.
Mientras los científicos trabajan para un mundo que espera sus respuestas, el escritor, si hay alguno, trabaja para un lector perdido quizás de unas décadas más tarde que podría recuperar esta época donde se vivía sin mirarse, sin representarse, sin reflexión.
Los escritores iberoamericanos cuentan lo que viven, los españoles cuentan lo que no viven porque ninguna editorial publicaría una voz que contara lo que vive. Sería patético según el gusto del momento.
No puedo estar más deacuerdo, pero eso no solo pasa en la literatura, pasa en la música, en el arte, en la política, en la tele, en las relaciones personales, en los trabajos… pasa prácticamente en todos los ámbitos de la vida. Nos encontramos con la visión de lo correcto, de lo bueno, de lo sano, de lo bonito, de lo entretenido… de lo que sea con tal de que esconda la verdadera miseria de nuestra existencia.
Solo queda una solución: ¡¡guerra civil al sistema y la más absoluta insumisión!!
Yo creía que no hay talento, no que fuera un problema de sacarlo a la luz. Hay más editoriales que nunca y se publican más libros que nunca, así que resulta increíble. Pero puede que sea cierto. No lo sé.