LA NATURALEZA DE LA DIVERSIÓN. David Foster Wallace

david_foster_wallace_headshot_2006Nuestro amigo, Jesús Olmo, nos ha remitido este artículo de David Foster Wallace sobre el proceso de escribir, que nos parece muy descriptivo en lo que tiene de proceso mental que implica «diversión», salir de uno mismo.

La naturaleza de la diversión

DAVID FOSTER WALLACE

Ensayo aparecido en septiembre de 1998 en la revista Fiction Writer Magazine, e incluido posteriormente en la antología Why I Write: Thoughts on the Craft of Fiction.

La mejor metáfora que conozco sobre lo que es ser un escritor de ficción aparece en la novela de Don DeLillo Mao II, donde el autor describe un libro a medio escribir como un niño horriblemente deforme que sigue al escritor allá adonde vaya, gateando tras él (arrastrándose por el suelo de restaurantes donde el escritor trata de comer, apareciendo al pie de su cama en cuanto abre los ojos por la mañana, etc.), horriblemente anormal, hidrocefálico y desnarigado y con unos brazos atrofiados que parecen aletas e incontinente y retrasado y babeando fluido cerebro-espinal mientras lloriquea y farfulla y grita reclamando amor, reclamando la única cosa que su monstruosidad le garantiza conseguir: la completa atención del escritor.

La figura del niño deforme es perfecta porque refleja la mezcla de repulsión y amor que el escritor de ficción siente por aquello en lo que está trabajando. La ficción siempre sale a la luz horrorosamente defectuosa, como una horrible traición a todas las esperanzas puestas en ella -una caricatura cruel y repelente de la perfección que presentaba en el momento de su concepción primera-; sí, entended: grotesca por lo imperfecta. Y aun así es tuyo, el niño, eres tú, y lo quieres y te lo subes a tus rodillas y lo haces saltar y limpias el fluido cerebro-espinal de su floja barbilla con el puño de tu única camisa limpia (sólo te queda una camisa limpia porque no has hecho la colada en casi tres semanas porque parece que por fin ese capítulo o ese personaje están a punto de salir y funcionar como debe ser y te aterroriza perder el tiempo en cualquier otra cosa que no sea trabajar en ellos porque si desvías la vista un segundo los perderás, condenando al niño a una monstruosidad sin final). Así que quieres al niño deforme, lo compadeces y lo cuidas; pero también lo odias -lo odias- porque es defectuoso, repulsivo, porque algo grotesco le ha sucedido durante el parto, de tu cabeza al papel; lo odias porque su deformidad es tu deformidad (puesto que si fueras mejor escritor tu niño sin duda se parecería a esos niños que aparecen en los catálogos de ropa infantil, perfectos y sonrosados y con el fluido cerebro-espinal en su sitio) y cada uno de sus horribles resuellos es una devastadora acusación contra ti, a todos los niveles… y por lo tanto lo quieres muerto, incluso cuando lo adoras y lo lavas y lo acunas e incluso cuando le practicas la resucitación cardiopulmonar cuando parece que su propia monstruosidad le ha bloqueado la garganta y parece que por fin va a matarlo.

Todo el asunto es desagradable y triste, pero al mismo tiempo también es tierno y conmovedor y noble y guay -es una genuina relación, de algún tipo- e incluso en la cima de su monstruosidad el niño deforme, de algún modo, toca y despierta las que sospechas que son las mejores partes de ti: las partes maternales, las partes oscuras. Quieres mucho a tu niño. Y quieres que los demás también lo quieran cuando al niño deforme le llegue el momento de salir a la calle y enfrentarse al mundo.

Así que te hallas en una posición un tanto incierta: quieres al niño y quieres que los demás también lo hagan, pero eso significa que esperas que los demás no lo vean correctamente. Quieres que los demás sean tontos o algo así; quieres que vean perfecto lo que tú, en tu corazón, sabes que constituye una traición a la perfección.

O, mejor dicho, no quieres que los demás sean tontos; lo que sí quieres es que vean y amen a un adorable, milagroso y perfecto niño, semejante a un modelo infantil, y quieres que acierten, que estén en lo correcto respecto a lo que ven y sienten. Tú quieres estar terriblemente equivocado, quieres que la monstruosidad del niño deforme no resulte más que un engaño o una alucinación. Pero eso significaría que estás loco, que has visto deformidades horribles, has sido acosado por ellas y huido de ellas, deformidades que de hecho (los demás así te lo aseguran) no están ahí. Eso significaría que estás como un cencerro. Incluso peor: significaría que ves monstruosidad, y la desprecias, en algo que tú has producido (y amado), en tu prole y, en cierto modo, en ti mismo. Y esta última esperanza representaría algo peor que una mala actuación como padre; sería una terrible modalidad de ataque a uno mismo, casi una auto-tortura. Pero aun así es lo que más deseas: estar completa, loca, suicidamente equivocado.

Pero a pesar de todo es muy divertido. No me malinterpreten. Al reflexionar sobre la naturaleza de esa diversión, me viene a la mente aquella historia que oí una vez en la escuela dominical cuando yo tenía más o menos la altura de una boca de incendios. Se desarrolla en China o Corea o un sitio de esos. Por lo visto había un viejo granjero que vivía a las afueras de un pueblo emplazado entre colinas. El granjero trabajaba su granja sin más ayuda que la de su único hijo y la de su amado caballo. Un día el caballo, que no sólo era amado sino también crucial para las duras tareas de la granja, abrió la portilla de su corral o de donde fuera que estuviese y huyó a las colinas. Los amigos del viejo granjero acudieron y le dijeron que había tenido mala suerte. El granjero se limitó a encogerse de hombros y dijo: «Buena suerte, mala suerte, ¿quién sabe?». Un par de días después el amado caballo regresó de las colinas en compañía de una manada de valiosos caballos salvajes, y todos los amigos del granjero acudieron para felicitarlo por el golpe de suerte en que había concluido la huida del caballo. «Buena suerte, mala suerte, ¿quién sabe?», fue todo lo que él respondió, encogiéndose de hombros. Ahora me choca el estilo un poco Yiddish del viejo granjero chino, pero así es como recuerdo la historia. A continuación el granjero y su hijo se pusieron a domar los caballos salvajes, y uno de éstos derribó con tanta fuerza al hijo que éste se rompió una pierna. Y de nuevo volvieron los amigos para consolar al granjero y maldecir la mala suerte que habían llevado a la granja aquellos caballos salvajes. El viejo granjero tan sólo se encogió de hombros y dijo: «Buena suerte, mala suerte, ¿quién sabe?». Unos días después el ejército imperial chino o coreano, o algo así, apareció desfilando en el pueblo y reclutó como carne de cañón para sus filas a todos los varones sanos con edades comprendidas entre los diez y los sesenta años con motivo de algún terrible y sangriento conflicto que al parecer se estaba tramando, pero cuando vieron la pierna rota del hijo, lo dejaron ir con el equivalente a una licencia por invalidez, y en lugar de ser reclutado por la fuerza el hijo se quedó en su hogar junto al viejo granjero. ¿Buena suerte, mala suerte?

Éste es el tipo de historia sinuosa al que te enfrentas cuando tratas el tema de la diversión del escritor. Al principio, cuando intentas escribir ficción por primera vez, el esfuerzo tiene como único fin la diversión. No esperas que nadie más lea lo que haces. Escribes casi con el único motivo de salir de ti mismo. Para dar rienda suelta a tus fantasías y pensamientos retorcidos y para huir de partes de ti mismo que no te gustan, o bien para transformarlas. Y funciona. Y es muy divertido. Entonces, si tienes buena suerte y a la gente parece gustarle lo que haces, y empiezas a recibir dinero a cambio, y llegas a ver tu material profesionalmente impreso y encuadernado y publicitado y reseñado e incluso (una única vez) siendo leído en el metro por una atractiva desconocida todo esto lo hace aún más divertido. Durante unos momentos. Entonces las cosas empiezan a complicarse y a volverse confusas, por no decir que llegan a asustar. Ahora sientes que estás escribiendo para otras personas, o al menos así lo esperas. Ya no escribes sólo para salir de ti mismo -que como cualquier tipo de masturbación es una labor solitaria y vacía-, lo que probablemente resulta positivo. ¿Pero qué sustituye a la motivación onanista? Has descubierto que el hecho de que a otras personas les guste tu trabajo te produce gran satisfacción, y te esfuerzas para que también les guste el material en que estás trabajando ahora. La motivación de la pura satisfacción personal empieza a ser suplantada por la motivación de gustar, de que haya gente guapa a la que le gustes y que te admire y que opine que eres un buen escritor. El onanismo, como motivación, cede su lugar a un intento de seducción. Y ese intento de seducción se convierte en un trabajo duro, y la diversión se ve sustituida por un terrible miedo al rechazo. Sea lo que sea el «ego», tu ego se ha incorporado al juego. O puede que «vanidad» sea una palabra más adecuada. Porque te has dado cuenta de que destacar, convencer a la gente de que eres bueno, representa una buena compensación por tu esfuerzo. Esto es comprensible. Ahora escribir significa mucho para ti: tu vanidad está en juego. Descubres un aspecto complejo de la labor del escritor: una cierta dosis de vanidad es necesaria para llevarla a cabo, pero en cuanto la vanidad supera esa dosis precisa se vuelve letal. En algún momento descubres que el noventa por ciento de lo que escribes está motivado y nutrido por una exacerbada necesidad de satisfacer a los demás. El resultado es trabajo mierdoso. Y la ficción mierdosa debe acabar en la papelera, no por algo que podemos llamar integridad artística, sino porque el trabajo mierdoso provocará que dejes de gustar a los demás. En este punto de la evolución de la diversión a través de la escritura, lo que antes te había incitado a escribir se convierte en la causa de que tires tu trabajo a la papelera. Esto es una paradoja y una lata, y puede bloquearte durante meses e incluso años, periodo durante el que gimes y rechinas los dientes y lamentas tu mala suerte y tratas de imaginar adónde se ha ido la diversión.

La mejor conclusión que se puede extraer, creo, es que la salida de ese bloqueo es retroceder hacia tu motivación original: la diversión. Y si puedes encontrar el camino de regreso a la diversión, descubrirás que el bloqueo durante el periodo de vanidad resulta haber sido un golpe de buena suerte para ti. Porque la diversión hacia la que luchas por volver ha sido transfigurada por la profunda insatisfacción causada por la vanidad y el miedo, una insatisfacción que ahora estás tan ansioso por evitar que la diversión que redescubres es de un tipo más pleno y acogedor. Tiene algo que ver con el trabajo como forma de juego. O con el descubrimiento de que la diversión disciplinada es algo más que la diversión impulsiva y hedonista. O con comprender que no todas las paradojas tienen que ser paralizantes. La administración de este nuevo tipo de diversión convierte la escritura de ficción en un medio para profundizar en tu interior e iluminar precisamente las cosas que no quieres ver ni que los demás vean, y esas cosas se revelan a la postre (paradójicamente) como aquello que todos los escritores y lectores, en todas partes, comparten y a lo que responden, lo que los conmueve. La escritura se convierte en un modo de conocerse a uno mismo y decir la verdad en lugar de un modo de escapar de ti o de presentarte a ti mismo de una forma lo más grata posible a los demás. El proceso es complicado y confuso y da miedo, y también es un trabajo duro, pero su fruto es la mejor diversión que existe.

El hecho de que ahora puedes cimentar la diversión de la escritura en el enfrentamiento a las partes menos divertidas de ti, y que en un primer momento habías tratado de evitar mediante la escritura, es otra paradoja, pero ésta no es, en absoluto, motivo de bloqueo. Lo que es, es un regalo, algo parecido a un milagro, y comparado con ella la recompensa del afecto de los demás se convierte en polvo, en hebras.

***

Traducción de Jon Bilbao

Blog de Jon Bilbao

Biografía Foster Wallace

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48 responses to “LA NATURALEZA DE LA DIVERSIÓN. David Foster Wallace

  1. El artículo es muy visual y descriptivo, lo que lo hace ideal para acercarse a la idea . Todo escrito se parece a ese niño, al que queremos moldear y darle el aspecto deseado. me gustó, me pareció una idea muy lúcida.

  2. Me doy cuenta de que, al escribir, evito precisamente aquello que Foster Wallace considera la fuente de la mayor diversión: aquellas partes de mi mismo que no me gusta ver o que los demás vean. Me parece un excelente consejo.

  3. Buenos días,

    me ha parecido una reflexión interesante. Quizás no veo apropiada utilizar un niño deforme para ello. La comparación es cruel y sin empatia.

    Muchas gracias.

    Un saludo,

  4. Me encantó la manera como pude visualizar todo lo que escribió el autor del artículo, me permitió vivir una experiencia y me quedó totalmente entendido el camino que se recorre al ser un escritor.

  5. Cuando escribimos expulsamos todos los demonios que llevamos dentro. Lo explica perfectamente con esas metáforas. Buen artículo.

  6. En la primera parte nos muestra la lucha que mantiene el creador para dar forma , contenido y final al proyecto que permanentemente le tiene ocupada su mente.

    En el siguiente el personaje este se deja llevar por el devenir de los acontecimientos. Le da resultado

    En la tercera historia entiendo, que la vanidad no es buena consejera para el mantenimiento de la creatividad

  7. Cuando los niños son tan deformes, es que han salido al padre o a la madre, y cuando esos hijos-libros crecen aún se pueden volver peor. Lo del onanismo, entre otras cuantas cosas, se lo podría haber ahorrado el autor: escribir es un vicio solitario afirma. No todos los escritores tienen las dos manos ocupadas, una de ellas en la pluma.

  8. No entiendo nada.Me parece un rollo.Intentare comprender algo.No entiendo la comparación con el niño deforme.

    1. Ha sido un articulo bastante preciso la manera en que el autor se refiere a cada tema puede sonar escandaloso pero el hilo de la creación nos lleva a un resultado por esto me gusto aunque la idea principal sea abstracta muchas veces no encontraremos en las palabras la belleza y menos si queremos describir o sacar a la luz nuestros defectos, el genero de ficción me parece adecuado para detallar nuestra infamia natural. La diversión siempre sera esa bocanada de aire que nos deja respirar en la profundidad de nuestro
      intimo ser. Saludo cordial desde Colombia

  9. Buenas recomendaciones si sabemos sacar lo que es autor intenta hacernos destacar. Es verdad que la comparación con el niño enfermo es un tanto repulsiva y me ha costado seguir leyendo… pero dándole unos minutos, comprensible para lo que se desea transmitir. Y muchas veces de eso se trata la escritura, lograr que el lector siga interesado, aunque por momentos la historia pierda parcialmente el sentido. Saludos

  10. ¿Divertimento vs. narcisismo ante la escritura? … «Porque, si assí no fuese, muy pocos escribirían para uno solo, pues no se hace sin trabajo, y quieren, ya que lo passan, ser recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus obras, y, si hay de qué, se las alaben. Y, a este propósito, dice Tulio: La honra cría artes». (Prólogo de Lazarillo de Tormes). Creo que no hay reglas o consejos genéricos fiables para motivar a un escritos. Estoy convencido que la finalidad e implicación del autor en lo que narra depende de su estado ánimo y situación profesional en el momento de abordar su obra.

    1. Bueno, el arte tiene sus reglas también. el autor de alguna manera se entrega al arte. esas reglas nunca son restrictivas, todo lo contrario.

  11. La metáfora del niño deforme como un proyecto de escritura imperfecto que sigue al escritor por doquier, hasta que lo procura terminar asemejándose al hijo deseado, me parece alucinante. Y muy acertada esa observación en relación con el autor que desea que los demás vean su obra de la mejor manera, aunque sabe que no es tal, pues conoce sus debilidades.
    El acto de escribir, un intento permanente e inacabado que se entrelaza con la humana vanidad. Por consiguiente, el divertimento es una fuente que garantiza mayor autenticidad en el proceso de escritura.

  12. Interesante relato, especialmente el relato dentro del relato y como logra interesarnos aun más con las observaciones de si es chino o coreano, incluso llega a ser molesto las dudas del narrador, pero por medio de ese argumento, logra motivar todavía más nuestra ya ansiosa curiosidad.

  13. No he podido acabar de leerlo ya que lo encuentro un poco abusivo en cuanto a la repetición sobre lo que siente el escritor comparándolo con un niño de esas características. En todo caso mientras leía los primeros párrafos sentía que no estaba de acuerdo, ya que aunque nos persiga durante el día, en nuestros quehaceres, compromisos, trabajos, obligaciones la intención de escribir, de ponernos manos a la obra, de seguir adelante, el tiempo que dejamos pasar entre el momento en el que escribimos por última vez y la ocasión en la que volvemos a ello para mi es un tiempo muy valioso, en el que podemos desarrollar aun más la historia, los personajes, las perspectivas, en nuestra mente, en nuestra imaginación y teniendo siempre a mano una libreta y un boli, o en su defecto la aplicación de Notas en el móvil… vamos apuntando todo para que eso que hemos creado sin todavía haberlo dejado por escrito no se pierda y lo podamos recuperar en el momento adecuado. Así es como estoy escribiendo yo mi libro 🙂
    Saludos a todos

    1. Estoy de acuerdo. Se escribe mientras se piensa lo que se va a escribir, también. hay que tener en cuenta que Foster Wallace era un poco extremo.

  14. Muy claro como lo cuenta. Lo relaciono con lo explicado en el video del curso, hay que tener ganas o necesidad de contar algo para poder escribir, en cuanto tengamos ese deseo o necesidad va a ser divertido escribir. Parece ser que el bloqueo tiene mas que ver con la falta de deseo o necesidad que con otra cosa. El artículo de Wallace sugiere que cuando se escribe por otras causas que no sean esas llega el aburrimiento o el bloqueo

  15. La analogía del niño enfermo es repugnante, no veo porqué haya que verlo así. La verdad parecen palabras del mismísimo Elsworth Toohey.

  16. Creo que se refiere a un escritor profesional y suena un poco obsesivo.Supongo que exagera para que comprendamos mejor lo que quiere decir.Me encanta la historia del granjero chino pero no sé qué relación tiene con el proceso creativo del escritor fuera de la moraleja : «las vueltas que da la vida» aplicada al hecho de escribir una narración.

  17. Crear. Escribir es crear. El crear conlleva dolor. Solo los padres saben cómo realmente son sus hijos. En sus hijos se hayan las carencias y las virtudes de los padres. ¿Un niño deforme? Todos somos deformes desde el momento en que somos incompletos. Pero la perfección no existe y sí existe la belleza. Solo es cuestión de verla o encontrarla. Nosotros padres, que hemos creado a la criatura, la veremos de distinta forma que otro que simplemente «pasa por ahí».

    Me fascina y me parece muy acertada la conclusión sacada en el penúltimo párrafo: Precisamente, lo que queremos ocultar es lo que nos conecta con los demás.

  18. Me abre los ojos y me explica las razones de mi bloqueo… ahora tengo ansias de empezar de nuevo y ver como es que voy a hacer para mostrar lo que he tenido en secreto.

  19. El articulo me ha hecho pensar sobre la naturaleza de la diversión de la escritura. Sobretodo porque al comenzar la lectura, me dio la sensación de que escribir no es un proceso divertido. Creo entender por un lado que esa diversión podria traducirse como la emoción ante lo incierto. La gestación de la idea, su proceso de desarrollo, probablemente tortuoso. El miedo antes, durante y después del parto, del momento en que la obra saldrá al mundo. Por otro lado, la diversión de escribir requeriria ser un acto auténtico y honesto, de narrar algo sin maquillar su ADN. Lo que implica tener valor. En tal caso la vanidad seria un momento de flaqueza, de debilidad, algo asi como un acto de traición.

    1. Importantísimo lo el acto auténtico y honesto. Al final, creo que esa capacidad que da la escritura de ser honesto, auténtico, es lo más apasionante, o sea, lo más divertido en versión Wallace.

  20. Comprendo lo que nos trasmite Foster. Desnudarnos, sincerarnos, mostrarnos a nosotros mismos. Pero entiendo que todo ese despojarse de lo artificial reza para cuando utilizamos la propia experiencia, cuando el escrito es autobiográfico, o el personaje se basa en nosotros mismos. Pero, no tendrá que ver con el caso de la pura invención, cuando nos metemos en personajes que no somos nosotros, o no tienen nada nuestro. ¿Es así? ¿Lo he entendido mal?

    1. No me refiero a lo que dice Foster. Simplemente, si habla un personaje o piensa un personaje, el narrador tiene que hacer que hable o piense como lo haría alguien con la personalidad de ese personaje. En este caso, el narrador es el personaje y tiene que hablar como habla normalmente. Y si es un narrador en tercera, el tono de la narración lo llevará el punto de vista. ¿Desde dónde está escribiendo? Es decir, ¿desde la tristeza, la alegría, el odio, la inquietud…? Entonces tendrá que hablar dominado por ese sentimiento. Este tema del punto de vista es el más complicado de la narración. Tendríamos que dedicarle mucho tiempo. Pero lo importante es pensar que escribir no es redactar. No tiene que quedar todo bien explicado y ordenado. Escribir es crear experiencias, emociones, entonces, hay que construir esa experiencia para que la pueda sentir el lector sin decirle lo que tiene que sentir. De manera que el lenguaje está al servicio de la emoción que tiene que crear. Esto se va viendo poco a poco. No te preocupes, pero es muy importante ser consciente de que la narrativa funciona así.

  21. Tengo una duda en relación a la metáfora del niño perfecto. ¿Se refiere esto a que el niño perfecto es el libro acabado que todo el mundo espera leer, un libro “mainstream” sin personalidad ninguna, mientras que el niño deforme es lo que el autor verdaderamente siente y quiere plasmar y siente esa angustia y asco debido a la imposición social sobre qué es lo bello, o en este caso, bonito, con posibilidades de mercado?

  22. Muy interesante el personaje del niño deforme, todos queremos o buscamos la perfección en lo que hacemos, en lo que escribimos, y de manera inconsciente, en el mejor de los casos, intentamos cambiarlo, y así lo expresa al intentar que los demás, la gente de la calle vea a ese niño, como un niño » normal» para lo cual, es necesario que la gente que ve sean sean un poco bobos, curioso y seguramente cierto en esta sociedad.
    La transformación del modo de escribir, primero como diversión propia, para escapar de uno mismo, hasta el momento de éxito en el que ya te importa la opinión de los demás y abandonas el gusto por escribir en su sentido más amplio para intentar escribir algo que les guste a los demás, pudiendo perder en ese tiempo el disfrute de ese momento de escritura, propio y sincero me resulta curioso, pero es verdad, la vanidad por el éxito muchas veces hacer que perdamos el sentido de la escritura en si misma.

  23. No he entendido bien la relación del texto con la iniciación a la escritura, a la tarea de contar…..
    Me ha parecido muy sugerente, sin embargo, lo del niño deforme y esa fascinante situación de lo que podríamos llamar la «metanarración» que ya en Unamuno o en la cinematografía aparecen, el juego de espejos en el que el narrador se convierte en actor.

    1. Bueno, no es un texto para entender exactamente, más bien para dejarse llevar y sentir que la escritura es un tipo de diversión, no en el sentido de no profundizar, sino de ponerse a la escucha, de abandonar las reglas, de pensar la realidad libremente. el arte es un juego en el mejor sentido,lo decía Schiller.

  24. Chapeau! Me encanta su uso del sarcasmo para describir un proceso que al final, como todo en la vida, tiene que ver con mirarnos, con quitarnos la ropa y permitirnos bailar al ritmo de la vida siendo nada más y nada menos quien sea que seamos.

  25. Hola!
    Para mí, la mejor parte del texto es esta: «La escritura se convierte en un modo de conocerse a uno mismo y decir la verdad en lugar de un modo de escapar de ti o de presentarte a ti mismo de una forma lo más grata posible a los demás. El proceso es complicado y confuso y da miedo, y también es un trabajo duro, pero su fruto es la mejor diversión que existe»……pues ese es el mensaje final del autor. Me gusta, pues me llega de un modo personal…

  26. No me ha gustado nada el articulo y espero sinceramente que el curso sea mejor que ésto. Es exagerado, repetitivo y superficial. La metáfora del niño deforme me parece de mal gusto, así como otras referencias a lo largo del escrito. Y todo para decir que los escritores puedan tener una relación de amor y oido con su obra, como todos los artistas en general. Y que se debe escribir por diversión. Sinceramente pienso que debe haber infinitad de artículos mejores que éste sobre el tema.

  27. Me resulta de gran interés este artículo.
    De Conatus nos acerca a Wallace quien a la vez no ofrece contenido de la obra Mao ll, premiada en 1992.
    Don Delillo, como buen escritor no se censura a si mismo para agradar al público, escribe haciendo eficiente la información que
    quiere mostrar, valiéndose de los recursos que sean necesarios para conmovernos y hacer comprender que se puede sentir amor/repulsión por tu propia obra si no es como tu quieres que sea.
    La ciencia ficción esta llena de ejemplos extraordinarios, extravagantes, excéntricos (zombies) ahora, es el lector o el espectador el que encuentra la intención que más le conviene. Todo absolutamente todo podría ser mal interpretado y sacado de contexto ¿Sería ese un motivo para impedirte escribir con libertad?

  28. No vislumbra Foster en este texto, algo más que sólo la intención de darnos pautas y lograr entender la diversión al escribir? Como neófita en el estudio de la narración y desde mi desconocimiento, no puedo evitar conjugar en este artículo la persona y demonios personales del escritor. Lo que por cierto, no le resta mérito a lo expuesto y la forma en cómo logra crearnos una sensación de desagrado frente a la descripción del niño , descripción que nos lleva incluso al cuestionamiento ético, por sobre lo literario. ¿Es parte del proceso, entender que el escritor , en mucho , no deja de ser él al escribir? ,¿ es mi disquisición , un elemento que no viene al caso? . gracias por el contenido y saludos desde Chile.

  29. Me agrado la comparación del niño deforme y la historia del granjero, creo que ambas historietas se asemejan al empezar al proceso de escribir, ese algo debe ser fuente de inspiración: la diversión.

  30. También sentí mucho desagrado por la primera parte del ensayo, lo continué leyendo confiando en la razón que había para proponernos esta lectura, luego sentí alivio a partir de la historia desarrollada en China, se hizo reflexiva, haciéndonos saber lo que ha sido su vivencia con la escritura.
    Si parte del escribir es crear experiencias y emociones, como nos dice Silvia, siento que eso está logrado.

  31. Leía la parte del niño deforme y sentía desagrado. Supongo que eso significa que ha logrado su propósito de llamar mi atención, su lectora. Luego, me di cuenta de que es una metáfora muy acertada sobre la escritura. Consideramos hijos a nuestras obras, y muchas veces los detestamos. ¿No os suenan las historias sobre escritores que intentan destruir su obra y alguien lo impide en el último momento, o piden que a su muerte un amigo la destruya, y este, por fortuna, no lo hace? La historia del granjero chino tiene que ver con el destino y su plan secreto. En la escritura el destino es el autor, que ha de crear meandros y laberintos para conseguir que sus personajes logren lo que su plan secreto esconde. Tiene que ser imprevisible, lo que hoy en día se llama no ser predecible. Para mantener en vilo a los que te leen estos no deben sospechar por donde los lleva tu historia. La mala suerte abre la puerta a la buena suerte, porque ambas mala y buena son los lados de la moneda suerte. Y la suerte en la historia la determinas tú. La verdad es que es un texto con muchos planos de lectura, que merece una relectura pausada. Este autor tiene lo que yo llamo textura tridimensional, que es una cualidad en la, que un texto puede ser entendido de muy diversas formas. Creo que el hecho de que se haya explayado en los detalles más escabrosos de la relación padre-hijo deforme no es casual. Nada en este texto lo es. Ha logrado que nos sintamos incómodos y luego que nos sintamos bien con el resultado final de la historia del granjero chino. Su conclusión es acertada, pero un poco tramposa y manida.

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