LA POESÍA EN ESTOS TIEMPOS. El ejemplo de Álvarez Torneiro, premio nacional.
Son malos tiempos para la novela. ¿Cómo contar una vida cotidiana tan alejada de nuestra condición humana, tan anestesiante, tan decidida a borrar cualquier tragedia? No es que no se pueda hacer, pero la narrativa está ya tan del lado de la anestesia, de la vida fácil, de la distracción, que intentar romper ese estatus significa dar cabezazos contra un muro.
Sin embargo la poesía permanece al otro lado, en terreno abandonado. Parece imposible un poema anestesiante. El ritmo obliga a cierto movimiento. Por otro lado, ¿quién teme a palabras que no llegan? En este momento que parece trágico, el final de un mundo que aspiraba al bienestar social, o que usaba esta utopía para justificar un modelo bárbaro, sería el campo perfecto para la eclosión del teatro, para una catarsis, una toma de conciencia impactante. Pero no es posible porque la estética predominante es una estética no sentimental, no catártica, crear desde un mero concepto, seguir una línea artística que busca un hueco en el mercado, el silencio de las exposiciones, el culto al autor, el valor material del arte, el centro cultural con seguridad en la puerta, el extraño premio recogido con chaqué, la agenda y los agentes culturales, el piano técnico desalmando el romanticismo, la cultura para masas, el sentirse masa sin pensar, ni recordar, ni imaginar para no sentir. Sólo estar, el ritmo vital del pum, pum, sin principio ni final. La imposibilidad de replicar, lo políticamente correcto, la revista cultural, las fotos de autores tumbados en sofás.
Al otro lado de ese mundo está la poesía, donde hay grito, angustia, enfado, alegría, deseo, culpa, pasión, éxtasis, nostalgia, ansiedad, gloria, satisfacción, incertidumbre. Donde no hay prisa, ni mercado, ni justificación, ni corrección, ni red social, ni ideas claras, ni asesinatos virtuales, ni mujeres desesperadas, ni hombres de mentes naturales en cuerpos vigorosos. No hay violencia. Hay sentimiento. Y eso no se puede aguantar,no está registrado en la anestesiada sensibilidad contemporánea, de ahí el muro construido por los «agentes culturales», que seleccionan siguiendo el criterio de «lo meramente actual».
Aquí traigo un ejemplo, un poema de Manuel Álvarez Torneiro, ganador del Premio Nacional de Poesía, premio que nos sirve para que pueda aparecer un poeta en escena. Se puede ver en gallego recitado por él mismo o leer mi traducción literal. También he traducido unas palabras de Basilio Losada sobre el autor y una definición de sí mismo.
Basilio Losada resalta el poema de Torneiro sobre “el verso aislado o la palabra-fetiche. Vienen los versos y las palabras en estos poemas sin desajustes semánticos, trabajadas con sutileza y emoción. Con verdad, sin grandes sorpresas ni fulgores irritantes”.
Torneiro se define a sí mismo: “ Hay en mi última producción un tema recurrente: la memoria, que dicta una suerte de variaciones sobre un solo tema. Debo afirmar que creo en el poder de la palabra, en las potencias de la belleza. Aún escribiendo en prosa siempre termino cayendo por el escotillón de la lírica que intento afinarla al máximo. Escribo contra el mundo y a favor de la Vida. Como poeta, creo en la utopía”.
ROL DE OSCUROS
(Poema de Habitante único)
Recordad a esos otros, incesantes,
construyendo el paisaje,
o liberados en un discreto ritmo
por las piedras de la vida ensombrecida,
por largos arrabales o en los trenes
de los viajes más tristes.
Recordad a los que nunca se acercan con un sargazo
de evidente derrota: libélulas de luto
en la manos, copias del horror,
ni se juntan allí en un sol caído,
ni incordian, ni inventan desgracias
en la bajamar de la vida. Y son, siguen de pie
en alguna parte
como vivos y enteros.
Pensad en los inscritos en la causa de los que pierden
y llevan un narciso a la altura de la caída.
En los de la arenga en lo alto del risco.
Los que niegan Infierno y Paraíso.
Areneros que silban
viendo llegar las tormentas.
Y en aquellos que escriben sobornados
por una luz azul acetileno,
por una quemadura vigilante.
Pensad en los anónimos de un trópico perdido,
en los que reniegan frente a los grandes pórticos
y venden por las ferias cosas que dan sosiego:
novísimo cannabis en tarros que antes fueron olivas y mantequilla.
Pensad en los que llegan en nombre de la utopía,
en los del plato catártico al final del relato,
en los de tanto milenio de candil y cantiga.
en las glorias más inútiles.
Y en aquellos enviados a la hoguera
en nombre del decoro
y de la normal circulación de los días.