LOS NUEVOS VALORES PUEDEN SER IRREALES
Tengo la sensación de que actualmente uno de los problemas fundamentales es el aburrimiento. Nos hemos convertido en pacientes sin paciencia, observamos el mundo de manera virtual y aceptamos lo que nos echen sin saber muy bien quién nos lo echa.
Pensando en los mecanismos que nos llevan a esta situación, se me ocurre por ejemplo el cambio de valores. Del binomio bueno-malo, hemos pasado a positivo-negativo, por ejemplo y creo que esto da lugar a que nos enfrentemos a la vida de otra manera.
Busco gente positiva de verdad y veo que no existe. Ser positivo es un ideal al que es imposible llegar, casi podríamos decir que es una quimera. En mi casa llamamos gente certificada a la gente que transmite buenas vibraciones, o sea, que sientes que nunca te va a engañar, que no tiene ningún interés especial en lo que le puedas aportar, que te da lo que tiene, que actúa y no le pide a la vida, que disfruta con su trabajo, es decir, lo que antes se llamaba gente buena, o no egoísta, aunque creo que va más allá. Pero a estos seres especiales no se les puede llamar positivos porque no tienen esa impostura, digamos que viven fluidamente.
Ser positivo es ahora mismo un valor fundamental, fuente de salud física, bienestar emocional, comportamiento social justo y que se alcanza, y ahí está lo interesante, mediante un acto de voluntad para educar a la mente en lo que se supone que es bueno para mí. Algunas de las premisas para llegar a ser positivos es pensar en lo que uno necesita, ir a por ello, alejarse de lo deprimente y acudir a pequeñas cosas como un té, una terapia floral, un masaje, un olor, un baño de sales, no, ya no se lleva así que ya no tiene efecto, un spa, una cena entre amigos con un buen vino, pequeñas cosas que están en el mercado. Para cubrir la parte afectiva la comanda es liberar las emociones, ser elocuentes en los buenos momentos, felicitar efusivamente, abrazar, brindar mirándose a los ojos, estar muy a favor de la paz como algo vacío y que invita a la no actuación. Es un valor que se queda en la frontera del yo.
Ser negativo es un antivalor que se asocia a estar enganchado a ver el lado malo de las cosas, y sobre todo a la posibilidad de entorpecer el camino de lobotomía hacia lo positivo. El negativo está abocado a la ayuda química, ya que por sí mismo, con su pequeña voluntad, no puede conseguirlo. La ayuda química puede ser un medicamento o una droga ilegal, dos caminos diferentes.
Los seres negativos sí que existen para los otros. Suelen vivir en una rueda y giran y giran alrededor de la negatividad que los rodea, nunca fruto de sus actos. Son auténticas víctimas de una educación errada, un mundo cruel y desalmado, muchas veces incluso un mundo dominado por el populismo, poco sensible a su gran inteligencia y sobre todo presos de un destino desgraciado ineludible.
Y después están los terapeutas, que apoyan a los que quieren ser positivos en su camino de voluntad y a los negativos para convencerlos de la necesidad de asumir ese camino. Son caros y la ayuda es lenta y pequeña. Ellos han estudiado los procesos mentales, la inteligencia emocional, el concepto de felicidad, los roles sociales, los celos, la frustración, en general todo lo que tiene que ver con la forma de sentir del yo, un yo como un niño, sensible y caprichoso al que hay que saciar para que no cause dolor.
¿LAS ACCIONES? No se puede ayudar a nadie hasta que no estás bien contigo mismo. Esta respuesta pertenece a los tres grupos. Los positivos disfrutan de su camino esperanzador y los negativos se revuelcan en el lodo para siempre asentados en el sufrir. Para los terapeutas el camino más largo es el mejor.
Y para el que por un momento se pone en situación de observador es un espectáculo. El bien, la bondad son palabras malsonantes para todos, son ya de verdad palabras horribles absolutamente fuera de los dos polos aprobados, positivo y negativo. Pero el observador puede ver que si alguien hace una buena acción se siente bien y si hace una mala acción se siente mal, es algo que está ahí y que nadie parece ver, es un lenguaje ya ininteligible. El yo se revuelve enrabietado sólo ante el sonido intuyendo su desaparición. La gran masa de yoes que se sostienen en un sistema perfectamente montado para su crecimiento, de hecho se habla de crecimiento personal, ruge sin dejar que pueda llegar a oírse la palabra horrible. Si hay que ensalzar a alguien que ha hecho el bien, no se le llamará bueno, se le llamará gran ser humano, hombre honesto, abierto, benefactor, filántropo, se usarán palabras lo más abstractas posibles.
Vamos a pensar que no existe el mal por ser postmodernos y no ir contra los tiempos. Todos están de acuerdo en que existe lo negativo que te hunde en la miseria y de lo que hay que huir mentalmente. También como observadora, he visto que alguien hace algo mal, vamos a llamarlo error, sobre otro, ese otro queda tocado y actúa desde ese malestar creando una cadena de acciones erróneas hasta el infinito.
Al final, la culpa queda anulada, resulta imposible señalar con el dedo la causa de lo negativo o del dolor, en esa cadena, el último llega a una negatividad que le acaba de arrollar y de la que no puede salir. El que cometió la mala acción o error suele estar en plena lobotomía permitiéndose todo tipo de lujos hacia la positividad o revolcándose en el lodo por culpa de cualquier sistema, de manera que efectivamente, el elemento contra el que hay que luchar es la negatividad que termina por verse como una energía transespacial contra la que ya todo vale, velas de colores, aguas benditas por distintas religiones, medallas, inciensos, nombres congelados en la nevera, plantas dadas la vuelta, piedras preciosas o viajes iniciáticos lejos del propio entorno para no tratar con nadie más que con ese yo tan sentido y necesitado.
Y llega un momento en que la violencia, el terrorismo, la crisis y todo tipo de fuegos artificiales que deberían hacernos saltar del asiento las vemos por televisión sintiéndo el dolor justo y necesario con una duración hiperlimitada en el tiempo. No hay nada más aburrido que la sala de espera de un médico. Los pacientes hablan bajo coaccionados por no se sabe qué, esperan a que alguien diga su nombre con autoridad y pasan a un sitio cerrado donde les van a obligar a seguir un tratamiento que muchas veces modifica sus vidas. Todos salen con una hoja firmada para sellar en una farmacia donde dispensan las drogas y vuelven un tiempo más tarde para repetir la operación. De ellos no depende nada, sólo tienen que tomar sus medicinas y cambiar hábitos, pequeñas cosas que necesita el cuerpo para no crear dolor. Así actuamos también anímicamente porque no puedo poner espiritualmente, es un valor antiguo. La ausencia de dolor es el motor de vida actual y mientras el universo parece que se expande hacia el infinito, el mundo cada vez resulta más pequeño, agotando sus recursos en un aburrimiento infinito. Esta es la que podíamos llamar dictadura del yo o dictadura de la voluntad positiva, que a pesar de lo que acabo de escribir, todavía me suena bien hasta a mí.
El poder de la mente, a lo mejor una quimera, es un ideal a conseguir, dando por hecho que la mente tiene la capacidad de decidir la vida de alguien al margen de sus obras. Todos los pequeños momentos en búsqueda de lo positivo buscan activar el poder de la mente a la que se le atribuyen poderes prácticamente mágicos.
Invito a entrar en Internet y buscar paisajes positivos, todo positivo, mente positiva, mensajes positivos, palabras positivas… ¿De verdad alguien cree que funciona la sofronización para ser feliz?
Terapeúticamenta hablando y de manera positiva sé que soy malo… por eso intento mejorar… ¿o no?
Gracias por reflexionar. Es definitivamente bueno. Mil gracias
Muy al principio nos dices que aceptamos todo lo que nos echan encima sin saber quien, pero lo peor es que no sabemos qué. Más adelante nos hablas de los medicamentos y las drogas ilegales, aunque en estas mismas páginas muchas veces hemos hablado del alcohol, que es la droga legal que seguramente afecta a más personas de las que nos rodean. Un drama.
Pero la conclusión es que los positivos disfrutan y los negativos sufren, por eso no se puede hacer bandera de lucha contra la negatividad, sino de la actuar siempre en positivo, pues ganando esto, se olvida uno de aquello, sin necesidad de lucha alguna.
Veo los cosas con optimismo, aunque yo siempre he sido un optimisma patológico, creo que cada vez más y más gente nos damos cuenta que fuera hay cosas, pero dentro están Las Cosas.
Por supuesto que el alcohol es una droga.
Pero la conclusión no es que los positivos disfrutan y los negativos sufren. La conclusión es que los positivos no existen como tal. La gente que verdaderamente disfruta no es la que busca la felicidad en sí mismo, sino la que actúa bien y la felicidad llega como una consecuencia, no como un objetivo. Sólo así se ve lo que está fuera, porque estás dispuesto a actuar, si no quieres actuar, necesariamente tendrás que no ver y plegarte en ti mismo. Es verdad que a veces se puee conseguir un bienestar parecido a la felicidad, pero siempre queda un mundo al que se le da la espalda y que no se puede llegar a liquidar. La felicidad del dar, digamos, tiene un punto de expansión que la hace muy verdadera.
No sé, le estoy dando vueltas al tema de la acción porque creo que esta sociedad inactiva es muy enfermiza.
Metanoesis y la felicidad.
http://dl.dropbox.com/u/5951169/Metanoesis%20y%20la%20felicidad%20-%20David%20Carse.pdf
Yo había tratado de simplificar tus palabras «Los positivos disfrutan de su camino esperanzador y los negativos se revuelcan en el lodo para siempre asentados en el sufrir», pero tienes razón, eso no es una conclusión, como tampoco lo puede ser que los positivos no existan; tú conoces a algunos, como estoy seguro de que también puedes ver a alguien positivo si miras en un espejo.
Estas reflexiones sólo se pueden hacer desde lo positivo, son como un grito de esperanza para llegar por el camino que has iniciado, a la bondad. No estoy seguro que se llegue desde la acción, he sido militante y estoy convencido de su ineficacia, por contra yo creo que en este mundo (y en otros si los hubiese) se debe ser testigo. Y testigo no se puede ser de que existe un lodo el que se revuelcan o nos revolcamos algunos, porque sólo se puede testimoniar la luz, la vida, la bondad y la belleza. En todo caso, no podemos, o no debemos mejor dicho, estar desesperados en una sociedad desesperanzada o enfermiza, nuestro trabajo consiste precisamente en saber que hay otra posibilidad y trabajar en ella, con la seguridad de que así no sé si alcanzamos la felicidad, pero estaremos siempre en el camino de la plenitud.
Leo en el link que nos ha dejado Jesús Olmo :»Ahí es donde reside la felicidad: en la re-orientación de la mente que permite mirar en la dirección correcta; en la aceptación de las cosas tal y como son. En la aceptación de lo que es. Tu estado natural.»
La aceptación del mundo tal y como es ya he dicho que es uno de los rasgos de lo que llamo «certificados», eso no les exime de actuar, porque incluso no hacer nada es una forma de actuar, no se puede entender al ser humano dejando que otros hagan el mundo mientras él se enrolla en sí mismo buscando vaciarse de sí mismo. En la acción, la salida de uno mismo, es donde se produce el vacío de uno mismo. Todo lo demás es un círculo mental que no termina nunca y que llena cada vez más de uno mismo.
Lo de la gente positiva, digo que no existe porque me parece una contradicción, la que lo es de verdad, no es consciente de ello, simplemente vive haciendo lo que cree que tiene que hacer y como consecuencia es digamos feliz-positiva, aunque no me gustan los adjetivos.
La felicidad no es un objetivo, es una consecuencia de actuar bien, tampoco se puede actuar para conseguir la felicidad, sólo aparece cuando de verdad se ha actuado bien.
«El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio».
Italo Calvino, «Las Ciudades Invisibles» (1972)
“En mi casa llamamos gente certificada a la gente que transmite buenas vibraciones, o sea, que sientes que nunca te va a engañar, que no tiene ningún interés especial en lo que le puedas aportar, que te da lo que tiene, que actúa y no le pide a la vida, que disfruta con su trabajo, es decir, lo que antes se llamaba gente buena, o no egoísta, aunque creo que va más allá. Pero a estos seres especiales no se les puede llamar positivos porque no tienen esa impostura, digamos que viven fluidamente.”
Exacto!
Tu definición de “gente certificada” me recuerda mucho a las palabras de Chuang Tzu, filósofo taoísta del siglo III a. C:
“En la era en que la vida sobre la tierra era plena, nadie prestaba particular atención a los hombres valiosos, ni señalaban al hombre de habilidad. Los gobernantes eran simplemente las ramas más altas del árbol y el pueblo era como los ciervos del bosque. Eran honestos y justos, sin darse cuenta de que “estaban cumpliendo con su deber”. Se amaban los unos a los otros y no sabían que esto significaba “amar al prójimo”. No engañaban a nadie y aún así no sabían que eran hombres “de fiar”. Eran íntegros y no sabían que aquello era “buena fe”. Vivían juntos libremente, dando y tomando, y no sabían que eran “generosos”. Por esta razón, sus hechos no han sido narrados. No hicieron historia”.
“El Camino de Chuang Tzu”. Traducción y comentarios de Thomas Merton, editorial Lumen, 1999.
Sobre Chuang Tzu, 369-290 a. C (también conocido como Zhuang Zi y Chuang Tse):
http://es.wikipedia.org/wiki/Zhuangzi
Sobre Thomas Merton (1915-1968):
http://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Merton
“El Camino de Chuang Tzu”, libro completo en formato PDF:
http://dl.dropbox.com/u/5951169/El%20camino%20de%20Chuang%20Tz%C3%BA.pdf
Acierta Elmtree con la cita de Chuang Tzu. Acierta también Fabián con que dentro están Las Cosas; una posibilidad de percibir todo de otra forma, a la vez que la habitual, no sustituyéndola, que nos muestre la verdadera naturaleza de las cosas, y eso sobre todo se refiere a la verdadera naturaleza de mi mismo, que no está fuera y enfrente del resto, sino que es una manifestación de Todo. El hombre valioso de esa antigüedad remota actuaba perfecto porque veía a Dios con el mismo ojo con que Dios lo veía a él (Maestro Eckhart), y por supuesto sabía que no había ningún Dios, y menos fuera.
La filosofía occidental abandonó en el siglo XX el enfrentamiento de categorías dentro-fuera. Sin entrar en temas divinos, esto ya supuso un paso enorme para la relación del hombre con el mundo. Pero no entiendo de verdad por qué esa actitud tan abierta hacia la filosofía oriental y el rechazo visceral a la occidental. El hombre valioso del que yo hablo es un vecino mío, o un pintor de paredes que estuvo el otro día en casa o muchas personas que me encuentro empapadas de occidentalismo y sin tener ni idea de la cultura oriental.
No entiendo por qué hay tanta fe en la filosofía oriental y tanto rechazo a la cultura occidental.
El hombre valioso del que tu hablas que estuvo pintando en tu casa, a lo mejor un rato después estaba maltratando a su mujer, o robando del dinero público sin pagar el IVA, no sabemos.
Empapado puede que en alcohol o envidia ponzoñosa, mas que en occidentalismo, al nivel de galleguismo o españolismo.
No hay tal fe en la filosofía oriental y rechazo a la cultura occidental, solo en tu yo separador. Eckhart era una alemán del siglo XIII, y Lin Chi un chino del VIII, y decían lo mismo.
Fui un provocador incesante y ahora me gustaría estar mucho mas cerca de la armonía, y no siempre lo consigo; como Silvio Rodríguez, fui partidario de la revolución y ahora defiendo con determinación la evolución, sabiendo que es revolucionaria; como Aymerich P. creo que la categoría de «hombre valioso» no se otorga por el hecho de pasar a nuestro lado, sino por tener la visión y saberse parte del todo y el todo mismo; y que lo que haces conforma y permanece en ese todo para siempre.
Hace unas semanas oí decir a un sabio, que el hombre que más ha sabido de Dios, Tomás de Aquino, confesó que sus escritos «eran sólo paja» después de haber pasado cerca de la Luz. Frecuentemente nos enredamos en circunloquios que nos apartan del Camino, pero a veces nos damos cuenta y entonces estamos más cerca de esa meta que es el Camino mismo.
En las filosofías, religiones o culturas, hayan nacido donde lo hayan hecho, cabe de todo; y si nos sirven para despojarnos de la mochila para hacer más ligero este andar peregrino por la vida serán siempre bienvenidas… por desgracia y al contrario, en la mayoría de las ocasiones son una carga, con la que es difícil dar un paso tras otro.
Vaya yo integrador el de Aymerich!
¿»tanta fe en la filosofía oriental y tanto rechazo visceral a la cultura occidental»?
La verdad es que leo y releo este y otros artículos tuyos y los correspondientes comentarios y no percibo nada de eso, Silvia. Es más, perdóname, pero lo que sí percibo a veces, en todo caso, es un rechazo visceral por tu parte a todo «lo oriental»! Que algunos, paradójicamente, nos sintamos más cerca o más afines a la ‘filosofía oriental’ no es más que un mero accidente, una cuestión de ‘gusto personal’, de preferencias, de resonancia interior con lo leído, pero en ningún caso implica un ‘rechazo visceral’ por ‘lo occidental’. Me gusta más el limón que la naranja, pero eso no significa que rechace a los limones y a los que gustan de los limones. Limones y naranjas, son ambas Frutas en último término, cuestión de gusto personal, nada más. Finalmente, todos, orientales y occidentales, en esencia, están diciéndonos Lo Mismo, aunque las metáforas, el discurso, las coordenadas espacio-temporales y el contexto cultural sean diferentes. Totalmente de acuerdo con Aymerich P. cuando dice: «No hay tal fe en la filosofía oriental y rechazo a la cultura occidental, solo en tu yo separador». Tienes razón, Silvia, cuando dices que “La filosofía occidental abandonó en el siglo XX el enfrentamiento de categorías dentro-fuera”, y que “Sin entrar en temas divinos, esto ya supuso un paso enorme para la relación del hombre con el mundo”. Sí, muy bien, pero no olvidemos, como ya nos dijimos en otra ocasión por email, que muchos, MUCHOS siglos antes que eso, cuando en ‘occidente’ todavía estaban prácticamente en la edad de piedra, la naturaleza de lo que llamamos el ‘yo’ y la ‘realidad’ ya fue tratado, investigado, experimentado y recogido por escrito por místicos y filósofos de lo que hoy es La India y alrededores. De hecho, como sabrás muchísimo mejor que yo, por ejemplo el propio Schopenhauer no tuvo reparos en mencionar ampliamente el hinduismo y el budismo, de los que era un gran conocedor, en obras como «El mundo como voluntad y representación». Más tarde, me parece que ya en el siglo XX, Heidegger también habla del taoísmo y el budismo en libsus libros «Esencia y Habla» y «Identidad y Diferencia», donde llega a decir que el Tao «oculta y contiene Todos los secretos del decir pensante», y: «¿quién como ellos [‘los orientales’] sabe en la quietud aclarar poco a poco la oscuridad?». Es más, Heidegger emprendió (aunque al parecer no la terminó) una traducción del Tao Te King. Existe constancia de una entrevista televisada que en 1964 le hicieron a Heidegger y al monje budista Bikkhu Maha Mani, donde Heidegger confiesa que con frecuencia se apoyaba en Lao Tzé. En esa entrevista, el monje budista afirmó que «La Nada no es nada, sino justamente lo contrario: el Todo. Es algo que no puede nombrarse; nada y todo son la plenitud», a lo que Heidegger añadió: «Pero si eso es precisamente lo que he tratado de decir toda mi vida!».
Esta polémica ‘oriente/occidente’ me ha hecho recordar un estupendo relato de ciencia ficción de Greg Egan, de su antología ‘Axiomático’. El relato se titula “Órbitas inestables en el espacio de las mentiras”, y plantea un mundo futuro en el que, a causa de un fenómeno planetario inexplicado, toda la población de la Tierra acaba literalmente distribuida según sus creencias y religiones, creándose los llamados “atractores”: zonas geográficas perfectamente delimitadas de influencia ideológica de los que nadie puede salir, salvo unos pocos que vagabundean por los bordes ‘neutros’ entre atractores y que todavía se mantienen ‘mentalmente’ libres (o eso creen ellos…).
Empieza así:
“Siempre me siento más seguro en la autopista, o al menos, en los tramos que pasan a través de regiones de equilibrio aproximado entre los atractores circundantes. Con los sacos de dormir cuidadosa¬mente dispuestos siguiendo las desvaídas líneas blancas entre los carriles con dirección sur (quizá debido a un ligero influjo de geomancia que nos llega desde Chinatown, no del todo superado por la influencia del humanismo científico del este, el judaismo liberal del oeste, y un vehemente hedonismo anti-espiritual y anti-intelectual del norte), puedo cerrar los ojos sabiendo con seguridad que María y yo no nos despertaremos creyendo, de todo corazón y de manera irrevocable, en la infalibilidad papal, la consciencia de Gaia, las ilusiones de conocimiento inducidas por la meditación o los milagrosos poderes de curación de la reforma impositiva.”.
Aquí podéis descargaros en formato word el cuento completo, por si os apetece leerlo:
http://dl.dropbox.com/u/5951169/%C3%93rbitas%20inestables%20en%20el%20espacio%20de%20mentiras.doc?dl
Yo no llamaría a Grecia «La edad de piedra», ni remarcaría la influencia oriental de Heidegger oriental de esa manera, cuando todo el mundo sabe que dedicó su vida a la vuelta a Grecia. pero no es lo más importante. No estoy en contra en absoluto de la filosofía oriental y en todo lo interesante de su pensamiento y lo que puede aportarnos, pero la aplicación social de esa filosofía me parece un peligro para occidente, donde intentamos, aunque cada vez lo perdamos más, llegar a un mundo más justo. Esa idea, terrible para la filosofía oriental, tiene su sentido en occidente y aunque es infinitamente mejorable y por supuesto con influencias de otras culturas, no me parece rechazable. Volviendo al post, la no acción no me parece la mejor influencia oriental.
Y siento mucho que os enfadéis, pero cada vez que hago un comentario sobre algo, aparece un apoyo o un rechazo desde el pensamiento oriental, nunca desde el occidental, es a lo que me refería.
Para mí fue importantísimo Nishagardata, pero creo que tiene sus agujeros como todos.
La clave está en que por mucha justificación filosófica que tenga no hacer nada con los deheredados, yo no podría recibir a occidentales a que me vean meditando y negarles a ellos la entrada. Hay un nivel de la realidad, en el que eso es una barbaridad, y un pensamiento no puede funcionar a un nivel y no funcionar a otro. El todo y la nada son conceptos, la forma que tengamos de entenderlos influye en nosotros, pero son conceptos que nunca te van a dar la clave sobre qué hacer delante de un enfermo. El ser humano «en el tiempo», limitado y a la vez ascendente es otro concepto a tener en cuenta. Creo que occidente influye de hecho en oriente desde ahí, desde el concepto de existencia.
De todas formas esta discusión, no la llamaría polémica, es muy importante-interesante, yo recomiendo un diálogo de Platón para recuperar nuestra forma de aprender.
Mientras en oriente reflexionaban sobre el yo y la realidad, en Grecia se asombraban, no sé si eso es menos.
Me había propuesto no volver a opinar en esta página al haber percibido siempre un gran rechazo a la crítica o la disensión o incluso al humor. Una especie de endogamia paraintelectual. Sin embargo, la lectura de la entrada de Elmtree del 24 de Julio -extraordinaria- me hace desdecirme. Al menos me asomaré a leerlo de vez en cuando. No conozco al autor, ni aiquiera se quién es, yo no estoy en el ajo del juego de identidades del blog, soy un ronin, pero sintonizo con su inquietud, su querencia y su sensibilidad.
Aymerich,
a ver si eres capaz de manterner tus propósitos…..
Ronin!
Pero ¡coño! (perdón) Gin Tonic, tú por aquí; haces el primer comentario y el último, y nos dicen entonces que sabes que eres malo, y que por eso tus propósitos son mejorar… eso si que te da la fuerza moral para pedir a otros que mantengan los suyos, que es lo que dice ahora. Te digo con todas las fuerzas que tengo en el hígado (el órgano más eficaz de un trasgo como yo), que si pudiese plegaría el Cantábrico con la fuerza de mi mano izquierda para poder fundirme con vosotros en un abrazo… pero ¡qué coño! (qué perdón) hoy estamos de suerte: pliego toda la cornisa del mar que tenemos en el norte, con la fuerza de ambas manos y me abrazo con los dos. El propósito de Aymerich, aquel andarín del medievo que surco la Vía Láctea por la tierra, es seguir viniendo a estas páginas, como yo, como tú, como todos, porque todos necesitamos su consuelo.
Chicos: feliz verano. Os voy a regalar un haiku de Matshuo Bashó:
Para compensar tu amabilidad –
hojas y flores
de mi jardín.
muy interesante mini ensayo de Luis Monje: «El Haiku Japonés Y Heidegger – Formas De Penetrar En Lo Originario».
Podéis descargarlo en:
http://dl.dropbox.com/u/5951169/Monje%2C%20Luis%20-%20El%20Haiku%20Japon%C3%A9s%20Y%20Heidegger%20-%20Formas%20De%20Penetrar%20En%20Lo%20Originario.PDF?dl
“La nada es aquello que se distingue de todo ente y que llamamos ser”.
Martin Heidegger, “Was ist Metaphysik?” (‘¿Qué es Metafísica?’).
“El vacío es el nombre eminente para lo que quisiera decir con la palabra ‘ser’ ”.
Martin Heidegger. “Unterwegs zur Sprache” (‘De camino al habla’).
“Las cosas del mundo nacen del ser. El ser nace del no-ser”.
Lao-Tsé. ‘Tao Te King’ (también llamado ‘Dào Dé Jing’).
“Para quien es claro el vacío, todo se vuelve claro. Todo lo que aparece codependientemente se explica por ser vacuidad”.
Nāgārjuna.
–
Obra completa de Martin Heidegger online, gratuita y en castellano:
http://www.heideggeriana.com.ar/index.htm
Sobre el ‘Tao Te King’ o “Dào Dé Jing’:
http://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%A0o_D%C3%A9_Jing
Sobre Nāgārjuna:
http://es.wikipedia.org/wiki/N%C4%81g%C4%81rjuna