¿PODRÍAMOS ESTAR INVOLUCIONANDO?
Esto supondría reconocer que en algún momento seguíamos un proceso evolutivo. Lo cierto es que el concepto de evolución ha perdido el matiz de «perfeccionamiento» y se ha quedado en una simple transformación de las ideas. Evolucionar es cambiar sin más. Este posicionamiento sin embargo, nos obliga a aceptar nuevas ideas posiblemente no válidas simplemente por el hecho de transformar otras anteriores.
Escuchando a Mozart siempre tengo la sensación de que estamos involucionando. No es que no haya autores interesantes ahora mismo, pero la experiencia estética como algo interesante está muy lejos de la experiencia estética como éxtasis, adjetivo que recuperó Alfonso López Quintás y que resulta molesto en esta época. Sin embargo, cómo renunciar a ese tipo de experiencia cuando se ha tenido.
También los libros están acotados y las críticas y los ensayos y en general las voces están acotadas, todas las voces. No sólo las voces de los artistas, las de todos. La nueva idea de que el mundo tiene un techo domina la creación. La sensación de un mundo empequeñecido, achatado, incluso opaco, como si estuviera encerrado en un cristal tintado nos marca el techo de nuestra propia experiencia estética.
Es posible que el que recibe la obra de arte pida algo más, ¿no tenía que ver el arte con la emoción? ¿Ha cambiado tanto hasta haberse convertido en una experiencia diferente que trabaja con el intelecto en un territorio nuevo, utilizando recursos artísticos pero sometiéndolos a la razón?
Y si esa nueva dirección nos deja un vacío, ¿sería una involución? ¿Se vive igual con experiencias de éxtasis que sin ellas? Si tiene valor un desarrollo emocional pleno, ¿se puede volver a un punto donde se tomó una dirección equivocada? Volver atrás está terminantemente prohibido desde las nuevas leyes de la evolución, incluso yo misma siento un rechazo a estar escribiendo esto. Sin embargo, en las lecturas o audiciones antiguas aparecen caminos increíbles desechados. Es posible que en la selección de los conceptos o en el desarrollo de los conceptos haya habido algún error, no estaría mal revisar el primer sentido de aletheia como desocultamiento en lugar de imposición para la verdad, por ejemplo. ¿Por qué negar que hay una verdad, de qué tipo de verdad estamos hablando? ¿Cual es el contenido real de nuestros conceptos? ¿Cómo podemos usarlos sin revisarlos, sin tener conciencia de su significado?
El miedo a los conceptos es otra de las circunstancias en las que se mueve el arte. En música se ha pasado de las grandes pasiones a los sonidos naturales o los silencios sin contexto. La respuesta ante el posible receptor del arte reivindicativo siempre es la falta de conocimiento, la idea de que alguien más preparado en épocas posteriores podrá comprenderlo mejor, una respuesta que no satisface al yo emocional desde el que se reivindica.
La lectura de un libro antiguo se ha convertido en una lectura recreativa, una lectura para disfrutar de grandes ideas que ya no es posible recuperar, de manera que tampoco es capaz de activar nuestro sistema emocional al concebirla como muerta, sin posibilidad de diálogo. ¿Cuántas ideas podrían ser aplicadas a problemas concretos actuales? Sin embargo eso rompería la evolución. Todos los cambios imaginados parten de la conservación de un sistema ya montado, tienen que enfrentarse a un papeleo infinito, firmas imposibles, formación inviable. Lo cierto es que las nuevas ideas que nos arrastran en esta nuestra evolución salen de esa estructura inamovible, ¿qué nos permite hacer?, eso es lo que vamos a hacer. ¿Y qué nos permite hacer? Empequeñecernos cada vez más para ella crecer en consecuencia.
Recientemente he leído un estudio de Susan Buck-Morss llamada “Estética y Anestésica “que revisaba un ensayo escrito en 1930 de Walter Benjamin , el ensayo trataba de la obra de arte en la época de la revolución mecánica, él elogia el potencial cognitivo, y en consecuencia político, de la experiencia cultural tecnológicamente mediada, pero nos advierte de la alienación sensorial.
La comprensión de la experiencia moderna es en Walter Benjamin neurológica y se concentra en el Shok. El sistema sinestésico está programado para detener los estímulos tecnológicos para de ese modo proteger tanto el cuerpo del trauma del accidente, como a la psique del trauma del Shock. Su meta es entumecer el organismo, para matar los sentidos, reprimir la memoria: el sistema cognitivo de la sinestesia se ha convertido , pues, en un sistema anestésico. En esta situación de” crisis de la percepción”, la cuestión ya no es educar el oído a escuchar música, sino devolverle su capacidad auditiva. La cuestión ya no es entrenar el ojo a admirar la belleza, sino recuperar su “perceptibilidad”.
Dejo una entrevista a Gómez Pin donde trata el tema de revisar los conceptos de la Filosofía Antigua, digamos. Deja muy claro el sentido de la historiografía y la situación de la que parte la filosofía actualmente.
La nueva revista Philosophy to go llega cubriendo una necesidad.
«>http://www.philosophytogo.org/wordpress/?p=684&lang=es