POSTMODERNISMO Y TEORÍA DEL CAOS
Fragmento de un artículo sobre el postmodernismo que describe la relación entre los avances científicos y la l postmoderna.
El Postmodernismo, basado en la ciencia, en la teoría del mundo basada en el caos, la relatividad, rompe con la narrativa moderna donde el personaje sufre una transformación, tiene un camino.
El problema del Postmodernismo es que confluye con la ciencia, pero se aleja de la racionalidad humana. De cualquier forma, aquí empezamos sólo a ver esa relación entre la ciencia y el postmodernismo literario.
Gwendolyn Díaz, Ph.D.
Saint Mary’s University
1 Camino Santa María, San Antonio, TX
«Postmodernismo y teoría del caos en Cola de lagartija de Luisa Valenzuela». Fragmento
La desintegración de sistemas, la ambigüedad semántica, la desconstrucción en múltiples facetas, la multiplicidad de centros y el cambio perpetuo, son valores que caracterizan tanto al concepto del postmodernismo como a la reciente teoría del caos. (…)
Se considerarán primero algunos aspectos del fenómeno cultural denominado postmodernismo y se demostrará su relación con la reciente teoría del caos, que ha trascendido los límites de la ciencia influenciando el pensamiento humanístico y filosófico actuales. Se pondrá énfasis principalmente en la naturaleza del tiempo, del espacio y del lenguaje.
En la introducción de su libro The Postmodern Condition: A Report on Knowledge, el filósofo francés Jean François Lyotard, usa por primera vez el término postmodernismo para referirse a un fenómeno cultural que nace de la época moderna, pero parte de ella en que ya no promulga una visión arbitraria y particular de la realidad, ni tampoco se apoya en los dogmas ideológicos que manipulan el conocimiento para ejercer control, sino que da lugar a una multiplicidad de perspectivas sobre la realidad (xxiii).
El postmoderismo surge a raíz de una serie de descubrimientos científicos y técnicos que han cambiado la forma en que concebimos al universo; como por ejemplo: la relativización del tiempo y del espacio que explica Einstein, la relativización de los fenómenos naturales que demuestran ser fluctuantes y no constantes, la invención de la inteligencia artificial, la tecnología moderna del FAX y el «E mail» y los sofisticados medios de comunicación que permiten borrar las barreras del tiempo y del espacio.
En el mundo postmoderno las categorías formales absolutistas pierden vigencia. (81).De acuerdo a Lyotard, la obra del artista postmodernista no está regida por reglas estéticas preestablecidas y no puede ser juzgada de acuerdo a un juicio particular que aplica categorías formales tradicionales, sino que es el mundo del momento, de lo relativo, de la irregularidad, del detalle y de la particularidad
(81).
El cuestionamiento que surge a raíz de lo postmoderno es básico y radical. En su libro Sequel to History: Postmodernism and the Crisis of Representational Time, Elizabeth Ermarth explica que la cultura occidental ha estado regida por la idea del tiempo histórico según se lo concibe en la filosofía clásica y se promueve en el Renacimiento y la Reforma. Tal idea concibe al tiempo como una secuencia lineal de acontecimientos y supone que tales pueden ser representados y explicados lógicamente en una relación de causa y efecto (1921). Esta idea del tiempo histórico determina la perspectiva occidental que ha existido desde el Renacimiento hasta la primera parte del siglo XX. Sin embargo tal punto de vista está sufriendo una seria revisión y se han puesto en tela de juicio los conceptos que lo motivan; es decir: la obsesión con el poder y el control, la ética del ganar, la visión dualista y reduccionista del mundo (bueno/malo, triunfador/perdedor, maestro/esclavo, etc.), la fe en poder reducir la compleja realidad a un valor numérico, la concepción lineal y limitadora del tiempo y del sujeto y el sistema de valores basados en el poder y la acumulación de dinero.
Con el advenimiento de la computadora, el progreso de ciencias como la termodinámica, la geometría de fracciones, y la mecánica del quantum, se comienza a cuestionar la naturaleza estable, secuencial y lógica del universo. La relación causal entre causa y efecto se reexamina a la luz del nuevo conocimiento científico para concluir que en todo sistema aparecen factores que crean irregularidades, que estas irregularidades no se pueden anticipar y que cambian el producto del sistema. A estos factores se les ha llamado turbulencia, margen de error, o excepción que confirma la regla.
Ermarth, considera que Einstein ha sido fundamental en la revalorización del tiempo. Con Einstein el tiempo ya no es un absoluto, tanto el tiempo y el espacio son relativos, como demuestra en su Teoría General de la Relatividad (8). Si el tiempo y el espacio no son constantes, tampoco lo es todo lo que depende de ellos. Esta relativización de dos elementos básicos de la existencia del ser humano, llevan, por extensión, a la relativización de todo lo que se considera esencial. Las cosas pierden su naturaleza dada y estable; el ser humano ya no puede concebirse como un ser de inteligencia suprema que ordena y controla el mundo natural porque el mundo natural no tiene reglas estables.
Todas las reglas están sujetas al error, la turbulencia, y la relatividad del momento. Ermarth comenta que la narrativa postmoderna explora ciertas reformas conceptuales que se han explorado ya en la física, la filosofía y el arte de nuestro tiempo. La narrativa postmoderna redefine al tiempo como una función de posición, como una dimensión de acontecimientos particulares. Además, posición y acontecimiento son descriptos en términos del lenguaje. Es decir, el lenguaje se une a la temporalidad y al momento para subvertir la concepción tradicional del la evolución histórica y el tiempo secuencial.
El lenguaje narrativo postmoderno demuestra la falibilidad del tiempo histórico y lo sustituye con una nueva construcción temporal que pone énfasis en el lenguaje como aproximación al significado y no como representación del significado (1112). El discurso feminista ha demostrado que el lenguaje no es un sistema linguístico que representa la realidad tal cual es, sino que es una construcción social que refleja un punto de vista particular, el punto de vista dominante.
Correlativamente, el discurso histórico con su noción absolutista del tiempo y la verdad, refleja sólo la versión dominante e ignora o escatima el discurso de las minorías.
El deseo humano de orden es explicable. Queremos poder controlar, anticipar y dirigir nuestras vidas. Sin embargo esa meta siempre se nos escapa. La teoría del caos, también un producto de lo nuevos descubrimientos científicos, ofrece razones por las cuales el ser humano no ha logrado ni nunca logrará controlar por completo su ser y su medio ambiente. Esta teoría surge al reconsiderar el concepto de la entropía.
En la ciencia de la termodinámica, la entropía es una medida de la cantidad de calor que se pierde o se escapa en todo sistema donde hay un intercambio de calor. Es decir, si hervimos agua, hay cierta cantidad de calor que se escapa y que no se puede medir. Por extensión, la entropía representa la irregularidad, lo que se escapa del sistema, lo que no se puede calcular pero que sin embargo es importante. La teoría del caos pone atención en la irregularidad y en ese factor que no se puede predecir.
A diferencia del discurso histórico y racional, explica que el universo, tanto a nivel microscópico como macroscópico, fluctúa entre el orden y el caos y que ambos son interdependientes. Ya no se ve al mundo como una sistema ordenado y constante, sino como un sistema cambiante y finito. La naturaleza de las cosas tampoco es dada sino que se pone atención en las excepciones, la entropía, la turbulencia, lo que se escapa del orden y que cambia todo el proceso, a su vez generando el desorden o caos.
Al darnos cuenta que pequeñas causas pueden llevar a efectos grandes (la entropía llevará un día al enfriamiento del globo terráqueo y al fin de la vida terrestre), ya no podemos generalizar sobre la naturaleza constante del universo, ni del ser humano ni de los sistemas que lo gobiernan poque comprendemos que son construcciones sociales.
La idea del caos data desde los mitos babilónicos de creación donde vemos que existe un monstruo que se llama Tiamat que es la personificación del caos primordial. Las narrativas bíblicas explican que el caos es lo que existió antes de que se creara el mundo y el universo. En el libro bíblico de Génesis vemos que en el principio sólo hay desorden y tinieblas y Dios ordena con su palabra que se separe la luz de las tinieblas y comienza el proceso de la creación y el ordenamiento. Es significativo que el medio que usa para la creación sea la palabra o verbo o logos. Aquí la palabra divina tiene el poder de ordenar al caos. O sea que desde tiempos antiguos se alude a la interdependencia entre el caos y el orden y se le asigna a la palabra (el discurso, la retórica) el poder de crear orden. Pareciera que estas teorías presentaran una visión pesimista de las posibilidades del ser humano de informarse y comprender su universo. Sin embargo no es así. Mientras el postmodernismo pone énfasis en la pluralidad de la experiencia la teoría del caos abre las puertas a un nuevo orden y a la posibilidad de acercarnos mejor al fenómeno universal. Ilya Prigogine, que recibió el premio Nobel por su trabajo en termodinámica, descubrió que dentro de un sistema caótico se pueden encontrar escondidas en su profundidad, estructuras de orden.
En su libro Order out of Chaos: Man’s New Dialogue with Nature (1984) Prigogine explica que el caos contiene al orden y el orden contiene al caos y ambos se autogeneran. Katherine Hayles en Chaos Bound: Orderly Disorder in Contemporary Literature and Science comenta que inicialmente se concibe al caos como la materia de la cual Dios crea al universo y no es hasta mucho más tarde que se ve al caos como el antagonista del orden (1921). Tal punto de vista opositorio es útil para quienes quieren sostener que sólo ellos poseen la verdad y el orden y lo que se opone a su punto de vista es sólo caos y carece de significado (Hayles 16). Al considerar que el caos contiene al orden, vemos que el caos tiene significado, no es un antagonista sino una forma de entendimiento. Durante las dos guerras mundiales, el orden viene a representar la estabilidad, y lo predecible, pero por otra parte también implica el orden militar, el orden establecido por un grupo en poder y por ende la opresión de los que se oponen a tal punto de vista. Los humanistas valoran la teoría del caos porque denuncia la coerción y la sujeción implícitas en las ideologías que controlan el mundo. Los científicos valoran al caos porque muestra que contiene, en efecto, un orden más complejo y más verdadero, y al estudiarlo existe la posibilidad de acercarnos mejor al orden real de los fenómenos (Hayles 16). El descubrimiento de Prigogine de que el caos contiene orden es importante tanto para la ciencia como para las humanidades, porque de acuerdo a Prigogine, vemos que ser o existir es devenir, es un proceso que cambia continuamente y por ende, no podemos generalizar sobre la naturaleza del ser, a no ser que estemos dispuestos a considerar que hay entropía, hay irregularidad y hay cambio.
El libro de Hayles es significativo porque demuestra que los preceptos científicos que subyacen en la teoría del caos tienen su correlación en el campo de las humanidades. En Chaos Bound vemos la relación entre las teorías científicas y la ideología, y se desarrolla el efecto que los descubrimientos científicos han tenido en el campo de la literatura y de las humanidades en general. Hayles ubica a la teoría del caos dentro de la narrativa del postmodernismo al considerar que el postmodernismo es un proceso continuo de desnaturalización, es decir, muestra que los conceptos básicos que han sido vistos como naturales, ya sea el tiempo, el espacio, o lenguaje son, en efecto, construcciones sociales y por ende no poseen una esencia dada .
También sugiere que la escritura es una forma de turbulencia, o más bien que genera la turbulencia; la curva de la escritura se asocia con la turbulencia del caos (24). Esto implica que según la visión postmoderna del caos, la escritura, el lenguaje y la narrativa reflejan el intercambio entre el orden y el caos que caracterizan nuestra existencia. La escritura intenta poner orden, pero siempre hay cierta parte del significado que se le escapa, que no logra comunicar, y allí radica la semilla del caos, el «object ‘a’ de Jacques Lacan 1, la multiplicidad de interpretaciones y la pluralidad de efectos.
Vamos a ver, buscamos orden porque obviamente si no no podríamos seguir vivos. Buscamos disciplinarnos porque nos da satisfacción, sobre todo cuando esta disciplina es creativa. La satisfacción, sin embargo, es ilusión de orden, atisbos, momentos fugaces. Mi mayor sentimiento es que necesito disciplinarme para sentirme satisfecha, pero creo que tiene que ver con mi conciencia y ése es un fenómeno cultural. Últimamente estoy muy interesada en Oriente, Oriente asume la irregularidad y la ama, Occidente se siente mal junto a las manchas, yo también. Hasta el punto de que el cuento de Hawthorne, «The Birthday Mark» dice lo que nos puede pasar si nos obsesionamos en ser perfectos. A mí eso me da mucho más miedo que la tan manida teoría del caos, que puedo asumir perfectamente desde mi formación, tal vez_lo admito_no en lugar de ella.
Nabokov habla en su maravilloso Curso de Literatura sobre los preciosos juguetes que son los libros, un artículo de lujo que no nos va a cambiar, pero valioso y que produce un fino placer. Pues eso…