Séptima propuesta de curso de Creación Literaria y corrección general de la sexta.

EN ESTE VIDEO TENÉIS CORRECCIONES GENERALES DE LA SEXTA PROPUESTA

La escritura del mail os ha salido muy bien. Se ve que es un medio natural para vosotros. Este recurso es importante porque define al personaje en función de la persona a la que dirige su carta. Sirve para entender que no somos iguales con todo el mundo. Cada uno de los otros saca de nosotros aspectos diferentes. Nos definimos en realción a ellos. Y en un texto, los personajes se definen en relación a otros personajes también.

SÉPTIMA PROPUESTA: DESCRIBIR EL LUGAR EN EL QUE ESTÁIS AHORA MISMO COMO SI FUERA LA PRIMERA VEZ QUE LO VIÉRAIS.

Necesitamos visualizar el escenario en el que está ocurriendo todo lo que estáis escribiendo. El lector tiene que tener una sensación con respecto a ese lugar. Tenéis que verlo con los ojos de estos momentos y contarlo.

El lunes que viene corrijo y empezamos a montar un relato con el material que tenemos.

Buena Semana Santa especial.

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65 responses to “Séptima propuesta de curso de Creación Literaria y corrección general de la sexta.

  1. Pues el curso continúa, con lo cual admito mi patinazo, para variar, a la vez que me alegro de seguir escuchándote, aquí sí con voz, y de seguir disfrutando, por le menos unos días más, de una compañía tan grata mediante la palabra escrita. Que tengas también una buena Semana Santa. De momento, el blanco te ilumina.

    1. Por otro lado, lo de «empezamos a montar un relato con el material que tenemos», suena fenomenal, si bien no alcanzarlo a entenderlo el todo ¿Qué relato? Cada cosa a su tiempo, supongo.

  2. La Luz , entra tanta en este espacio en el que paso el mayor tiempo, de esta situación tan atípica y a la vez tan reconfortante, que me relaja y la necesito .,Esa luz natural que entra a través de dos ventanas grandes que llegan al suelo y una puerta que sale a un balcón pequeño pero lleno de flores que gracias a tanta claridad y tanto sol , están preciosas. Es un espacio muy pequeño pero suficiente para estar un ratito al aire libre con una silla y un libro o escribiendo o tomando un bocata o fumando un pitillo. Respirando.
    Cuando refresca vuelvo a entrar, me relajo cuando ya es de noche en el sofá que hace esquina , hecho a medida junto con la librería ,para que las proporciones sean equilibradas y la sensación es de tranquilad y orden y acostada en el sofá veo todos y cada uno de los libros y sus títulos ordenados por editoriales. La estufa De pellets invade un espacio debajo de la tele visión que es una pieza clave para poder disfrutar de varias cosas a la vez con esa calidez que nos da el fuego y que hace que el tiempo no tenga minutos ni horas.

    1. Está claro que lo que quieres transmitir con este espacio es orden y armonía. Todos los otros textos que has escrito, la mayoría, han transcurrido en este espacio. En realidad ese espacio ha contribuido a vivir la cuarentena de forma serena, incluso buena. Esta descripción sirve para que entendamos cómo condiciona la situación física, el espacio en lo que ocurre en un texto. Esto es crear un escenario.
      Sobra la primera frase. Con la descripción, el lector tiene que sentir esa relajación.

  3. La pantalla está encarada hacia la biblioteca, que a su vez está apoyada contra una parte del gran ventanal que ocupa, entero, uno de los lados de la pieza. La luz, blanca y luminosa, se expande por toda la estancia sólo atenuada por unas grandes cortinas de lino que abarcan todo el resto del ventanal. Es una luz suave que lo llena todo y que probablemente, dada la orientación de la pieza, será casi constante durante todo el día, durante todas las horas de sol. Me siento en la mesa frente al teclado y compruebo que aquí la luz viene siempre por los lados de la librería (que hace de escudo y da cobijo) excepto en una pequeña zona central donde unas rendijas entre estantes dejan filtrarse unas pequeñas bandas lumínicas ; nada es demasiado directo ni deslumbra. Veo ahora también que aquí, junto a la mesa de trabajo, el techo es más bajo porque arriba hay una entreplanta o altillo que ocupa una parte de la superficie total de la estancia. Además aquí las paredes son gris piedra y no blancas, y el suelo, de parquet color beige claro, también parece pensado para atenuar, en este caso no la luz sino el ruido de las pisadas. A la izquierda un sofá y una lámpara con pantalla de pergamino amarillento promete calidez durante la noche . Desde aquí no hay vistas directas al exterior pero sí vistas directas a los libros, que en el momento de escribir eso es casi tan alimenticio como mirar a través de una ventana.

    1. Me gustaría añadir algo a este relato, pero reconozco que ni siquiera puedo ubicar, desde el principio, la pantalla Me disculpo por ello.

    2. Está clara la sensación que provoca el espacio: luz y luz que es alimenticia, como dices al final. Esa es la sensación que hay que crear con ese espacio. Para que sea un texto potente, debe desaparecer el autor, el que ve. Solo hay que mostrar las cosas para que el lector tenga la sensación. Lo más interesante son las rendijas y bandas lumínicas porque hablan de esa necesidad de luz, que se llega a buscar en los lugares más remotos. Muy bien la selección de objetos para crear esa luz. Deberías volver a hacerlo sin el observador para que quede perfecto.

    1. Y aquí la desubicación ya es absoluta. Debe ser cosa entre compañeros de curso, a no ser que este hablando con una ventana o tomando un baño. Difícil deducir.

    2. Perdón, Sra/Srta. Nayeli, que me aclare, que navego un poco despistado en estos mares. Las gracias, ¿para quién son? No creo que sean para mí, pero por si un caso, que se sepa que no se merecen, O como se suele decir, gracias las suyas.

      1. Muy gentil Sr/Srto Julio! Las gracias eran para Silvia, en el momento que puse el mensaje, como no había actualizado la página, parecía que quedaría en respuesta directa a sus buenos deseos para la Semana Santa y aprovechaba para agradecer una vez más lo tanto que recibo (hablaré solo por mi) de este curso y de su tan valioso esfuerzo y entrega.

        1. Gracias Nayeli por tu aclaración. Sin duda Silvia se sentirá honrada. Sí, me consta que solo hablas por ti. Soy Srto, pero no es preciso que lo imites. Es solo un formalismo. Quizás al final de este curso lleguemos a conocernos. Nunca se sabe. Sería un placer. Sigo tus relatos con sumo interés. Un saludo.

  4. Con la mano derecha compruebo la hora. Solo son las 6. Me doy media vuelta Conviene dormir un poco más. Extiendo los brazos. Hay espacio, pero estoy solo. Junto mis manos y las aprieto, las siento y a la vez la siento a ella. Recuerda, has de escribir, explicar esto. Y la máquina mental se pone en marcha. Hay que fijar las ideas, date prisa. Me levanto con el pie derecho y con un solo paso con el izquierdo abro la puerta y accedo al cuarto de baño. Es ideal para dos personas. En frente dos lavabos, a la derecha el retrete y un sorprendente vidé. A la izquierda, bajo un pequeño ventanal, una bañera en la que poder sumergirse. Venga, no te entretengas, prepara el café. La habitación también es para dos, mesilla con lámapara a cada lado de la cama y un armario amplio con puertas correderas. Sí, esto es para dos tortolitos felices con el roce de su piel, su olor, palabras susurradas y muchas miradas. Cuatro pasos y lo compruebo. Esto es un loft. Apenas 40 metros, pero muy bien aprovechados y amueblado para diferenciar espacios. A la derecha subo las tres persianas, dos puertas simples y otra doble con hojas correderas, las tres acristaladas. Al otro lado una terraza amplia, unos 20 metros. Pronto amanecerá, el mayor espectáculo del mundo. El silencio es absoluto. ¿Los pájaros duermen? El perro se acerca a saludar. Menea el rabo y exige una caricia que agradece con un lenguetazo antes de volver a su lugar. Atravieso el salón. En apenas diez pasos llego a la cocina. Todo es blanco. Por la ventana se divisa otra terraza y una escalera de caracol que sin duda accede a una azotea. El exterior prevalece sobre el interior, que casi es secundario, Y la cocina, aún siendo pequeña, permite también que dos personas colaboren. Pero ahora he de hacer el café. La memoria se dispara, repentina, sin poder evitarlo. Dos cafés, dos zumos, dos bombones, una bandeja, y el corazón palpitante. Una punzada en el pecho interrumpe el recuerdo. Es como un nudo de agujas que desgarra al respirar. Serán nervios. El dolor me doblega. Pasará enseguida, como siempre, Apenas un par de minutos. Los minutos son horas cuando esperas. Y las horas minutos cuando nunca llegas a tiempo. Tranquila, será un momento, ya lo verás.

    1. Porqué no le das a tu corazón unas vacaciones? Dile que le sentará bien dejar a un lado el recuerdo, el dolor, el abandono. Cuando se recupere frente a ese mar que te acopaña, te sonreirá como nunca soñaste

      1. De dónde sale esto? De ultratumba? Respuesta: En mi caso, que sin duda es un caso raro, el corazón manda sobre sobre el cerebro, sobre el pensamiento. Aún así, admito Sra/Srta. Lira que tienes gran parte de «razón» y agradezco profundamente tu comentario. Por cierto, aguardo impaciente conocer tu casa a través de tus ojos. Un saludo

    2. La memoria retrocede, ahora casi dos décadas. Aquel cólico nefrítico que duró cinco horas, tantas como las de Mario. Una sala abarrotada en vísperas Navidad. A la 3 de la madrugada me inyectan, por fin, el calmante en vena. «Esto ha sido una gastritis». Dos Almax en el bolsillo y para casa. No era cierto. Al alba, !otra vez! Ni Almax ni leches. Una ambulancia y a otro hospital. «Aquí hay dos piedras en la vesícula, hay riesgo de peritonitis, hay que operar». Viente días en el hospital y otros diez de recuperación en casa. Un mes de confinamiento. «Ese dolor es para un hombre lo más similar a un parto». Has de escribir, céntrate, !olvida eso! A la izquierda, a solo dos pasos, a solo dos metros, la pequeña mesa cuadrada, el espacio más grande de la casa. Aquí hago todo lo esencial. En la habitación para dos solo quedan los sueños. También aquí dos sillas negras, frente a frente. Nada más sentarme, levanto la mirada por instinto. Está amaneciendo. Salgo fuera sin fijarme en nada más. A la derecha, el mazico del Montgó, más de 700 metros de altitud, con una espesa bruma. En frente, el Castell de Daniya. Y a la izquierda, el Mare Nostrum de Dianium, que siglos antes lo fue de la griega Hemeroscopeya. Todo eso me contempla. Me vuelvo a sentir diminuto pese a estar en un ático Está nublado y se prevé lluvia nocturna. Nadie diría que hoy es el Renacimiento. Buitres callados merodean. Vamos, no te detengas, has de escribir, es tu obligación, para eso estás aquí. Lo demás es mentira. Está todo en tu mente. La palabra es la antesala de la acción. Si alguien te dice que se irá, lo hará, y ni un parto podrá evitarlo. Si alguien reconoce una mentira, volverá a mentir. Es la naturaleza humana. Y ahora sí, frente al ordenador, escribo, te escribo, me escribo. Para eso estoy aquí, con la palabra soledad, en la portada de este libro.

      1. Como lector te digo lo siguiente: Has de ser más explícito La vida no puede ser una adivinanza constante. Estamos aquí parara vivir, no para adivinar ni adorar siempre, a todas horas, a la divinidad.

    3. En este caso, la descripción va unida al narrador. No hay que quitar la voz del que va viendo porque en realidad este narrador está observando al personaje, aunque los dos sean el mismo. Todos los lectores se dan cuenta de una cosa: no pueden visualizar nada porque el narrador está obsesionado con que la estancia era para dos y ahora está uno. Lo que transmite con esto es su obsesión, que es una emoción. Sirve para construir un personaje. el obsesionado, el que no puede salir de lo que ocupa su cabeza.

  5. Hay una butaca al fondo que me atrae. Voy hacia allá y me dejo caer en ella. A la izquierda de la butaca, en un mueble bajo, reposa un tocadiscos encendido. Tiene colocado un vinilo que da vueltas y suena una música tranquila de un cantautor de los setenta. A la derecha de la butaca hay una pequeña estantería de madera tambaleante coronada por un viejo acordeón. Está repleta de libros apretados unos con otros. Parece que en cualquier momento la presión va a hacerlos saltar por los aires junto con los clavos y las maderas de la estantería. Pero no, permanece cada uno en su sitio. Repaso los títulos con el dedo y me doy cuenta de que las dos primeras baldas contienen libros de poesía y, las dos últimas, libros de relatos. En la pared de en frente hay otras tres estanterías, más nuevas, más altas, también llenas de libros. Me levanto y me acerco. Son todo novelas. Están colocadas por autor ¡y por orden alfabético! Parece que los hubiera ordenado yo. Recorro con la mirada el resto de la sala. Una de las paredes está presidida por una lámina de Chaplin en su papel de gran dictador que hace girar el mundo. Me quedo mirando la escena y me viene a la cabeza esa otra escena, la última, con su discurso final: “…la vida puede ser libre y hermosa pero hemos perdido el rumbo…” Alrededor de Chaplin hay cuatro cuadros de Toulouse Lautrec. Son cuatro ventanas que se abren a la vida nocturna de un París encapsulado en el tiempo. Mirarlas es como viajar a una época anterior. Sospecho que, si no dejo de hacerlo, puedo quedarme atrapada en una eterna y remota medianoche en París. Es muy tentador pero prefiero despegar los ojos de esas imágenes para continuar diseccionando el resto de la habitación. Justo debajo de los cuadros hay un sofá y, al lado, una mesita con una orquídea de papel y un teléfono antiguo. No puedo evitar meter el dedo en la rueda y hacerla girar. No funcionará, me digo. Y de repente suena el ring ring metálico. Funciona. Dudo entre cogerlo o dejarlo sonar un poco más. Lo cojo. Oigo la voz de Chaplin al otro lado: “Peleemos por un mundo nuevo…”
    En frente del sofá hay una mesa grande que sostiene una máquina de escribir, una vieja Olivetti descascarillada. Sobresale un papel por su boca. Sé que sólo es un objeto pero a mí me parece que me está sacando su lengua de papel en un gesto insoportablemente provocador. Así que me siento y empiezo a hundir mis dedos en las teclas. Despacio. No hay prisa. Una por una van saliendo las letras de tinta cuidadosamente ordenadas: “Aquí tengo todo lo que necesito. No quiero volver ahí fuera.”

    1. Muchas cosas, todas que llevan a otro tiempo. Lo que tiene el pasado es el orden de lo que ya ha sido y se ve con distancia. De hecho, aquí hay orden. El efecto que produce es un rechazo al momento actual, ni siquiera se escribe en ordenador y la frase final de no querer salir fuera lo corrobora. Cuidado con escribir en primera en presente. Ella está pensando mientras mira las cosas, pues hay que escribirlo como pensamiento. Nadie se dice a sí mismo «me levanto y me acerco», para hacernos una idea. Y si es un recuerdo, en este caso es mejor que fuera en pasado, entonces sí. Muy interesante ese rodearnos de cosas que tienen un significado como resistencia al caos.

  6. He vuelto a esta habitación después de años fuera. En realidad, nunca ha sido mi habitación. Mi habitación está ocupada ahora así que podría decir que ya no tengo ninguna habitación en esta casa.

    Al abrir la puerta, encuentro la distribución diferente. Mi familia ha comenzado a prepararla para mi llegada. Es una habitación pequeña pero siempre tuvo algo de especial. Es la habitación más apartada de toda la casa y, una vez que se cierra la puerta, se escucha un silencio que únicamente rompen los vecinos a veces.

    Sobre el escritorio, en las estanterías, colgadas en la pared… Observo muchísimos objetos del pasado. Hay fotografías con amigos en lugares donde vivía que me parecen de otra vida. Las paredes son de color vainilla y la luz de la tarde entra por la ventana creando un ambiente muy cálido.

    De repente, entre todas las cosas, descubro una figurita de un elegante negro hecho con una roca volcánica que me trajo mamá de un viaje. La aprieto fuertemente entre mis manos y, con los ojos cerrados, suspiro lentamente: he vuelto a casa.

    1. Es curioso un espacio que te preparan otros. Muy acertada esa elección. La vuelta a un lugar donde ya no tienes el espacio de siempre, sino uno nuevo, pero con tus cosas de siempre. Descubrir algo que tiene el poder de acogerte, como en este caso la roca volcánica, también le da sentido al objeto. Es un buen escenario para contar el retorno, que es un tema muy literario. Ya lo he dicho en otros textos, la primera persona en presente no es nada narrativa. Quita por ejemplo, al abrir la puerta, encuentro la distribución diferente. Puedes decir la distribución es diferente. Quita observo. Hay muchísimos objetos… Quita descubro y la aprieto y suspiro.

  7. Tomando mi café por la mañana desde la cocina suelo oír las nueve campanadas del carrillón del reloj de la sala, a veces son diez u once desde que estamos en confinamiento, debido a que también me acuesto más tarde, y siento un ligero estremecimiento o pinzazo de nostalgia, provienen de la casa de mi madre y con ellas su recuerdo. Mi madre siempre decía que su latir era el del corazón de la casa, nunca permitía que dejaran de sonar. Cuando la ingresamos en la residencia yo tenía que ir una vez a la semana a su casa a dar cuerda al reloj y regar las plantas. Ella siempre me preguntaba si lo había hecho.
    Ahora un retoño de su ficus benjamina, y su reloj siguen latiendo en mi sala, junto a uno de sus óleos que decoran la pared, y se ha convertido en mi estancia favorita.
    Cada día entra el reflejo de la luz por el ventanal del fondo e ilumina la estancia de planta rectangular con tonos grises en las paredes vestidas de cuadros, y aunque es amplia, no lo suficiente para albergar tanto mobiliario y que quede despejada, en mi sería un milagro porque tengo la habilidad de coleccionar objetos, cuadros, libros, mesas, relojes, etc.
    Los óleos son mi debilidad, algunos de grandes dimensiones para una sala de estar doméstica, y nunca me canso de recrearme en ellos, sus pinceladas son las pisadas que me introducen en ellos cuando son paisajes, en las figuras humanas casi huelo su aliento, en los bodegones cobran vida los objetos, etc. son ventanas que traspasa mi mirada.
    El descanso de la guerrera es mi butaca frente al ventanal, que amplía el horizonte hasta el monte rocoso sin edificios entre medias, mi ventanal, la terraza, el patio y afuera la calle y enfrente nada, la acera sin casas, solo las hojas de la acacia silbando al viento.
    Mi perra se zambulle a lo largo de un sofá, frente a la librería y hay otro tresillo de espaldas a la cristalera que enmarcan la mesa bajera rectangular, situada en medio resaltando con orgullo la plancha de mármol plagada de fósiles incrustados, y algunos ammonites y geodas encima, todo ello producto de mis incursiones de años a los anticuarios.
    Frente a la puerta de acceso la mesa rectangular alta, que por más que intento que esté en orden sin cosas encima, pues es imposible, se ha apoderado de ella el portátil, la agenda, el cenicero de cristal de roca repleto de lápices y bolígrafos, las carpetas de mis actividades, rodeada de las cuatro sillas tapizadas en gris como las cortinas, un secreter, otro baúl grande lacado chino y una estantería abierta de baldas.
    Habiendo elegido cómo y dónde empezar una nueva etapa de mi vida, cada día me siento afortunada rodeada de objetos que son en parte historia de mi vida pasada y parte de la que fuera de mis padres, y de vez en cuando los muebles y los cuadros me piden que los cambie de lugar, de modo que cuando entro por la mañana me recreo estudiando el último efecto y muchas veces me sorprende.
    Es una pena que las paredes de las casas no sean extensibles, eso sí que sería un gran avance constructivo. Me siento en mi refugio plena combinado todo a mi aire, aunque de vez en cuando tenga que sacrificar alguno al trastero para ser reemplazado por otro nuevo.

      1. Por cierto, he tenido que comprobar, al igual quizás que una mayoría de lectores, lo que es un «ammonite». Supongo que hay niveles difíciles de alcanzar. Pero siempre es grato aprender palabras nuevas.

    1. Deberías hacer el texto más corto para que sea más efectivo. Cuando alguien está creando un escenario, lo hace para transmitir una sensación en la que envolver al personaje y la acción. Si es muy extensa, deja de producir un efecto. En este caso, lo importante es ver cómo se rodea de objetos. Los puedes poner todos juntos, unos detrás de otros, sin que la narradora los comente. De esta forma, el lector siente que el personaje necesita rodearse de objetos para sentirse segura. Y así no hace falta la última frase, redondeando o diciendo lo que quiere decir el texto.
      Es muy interesante el tema de los objetos y el refugio. Deberías volver a hacerlo sin que hable el narrador. Simplemente diciendo lo que hay.

  8. Está todo desordenado como me gusta a mí. Es una habitación muy cuadrada, muy luminosa y sin cortinas. Tengo una ventana, de ahí viene toda la lúz. Mis estanterías están sin ordenar, aún tengo cajas de la mudanza del año pasado paseándose por la habitación. Mi hija en estos días ocupa una mesa, está llena de colores, hojas…restos de comida. En el suelo tengo algunos cuadros que aún no sé donde quiero poner. Mi gata duerme en una silla negra que he puesto para ella, casi no se aprecia su cuerpo, es igual de negra. El aire que entra por la ventana es casi un veranillo de cuaresma y los pájaros que veo por la ventana hoy cantan más fuertes, han tomado mi ciudad.

    1. Este me causa, en calidad de lector, un doble efecto. Me resulta gracioso y a la vez me emociona por la perspectiva de un futuro alegre gracias emma.

    2. La sensación fundamental es la de desorden, pero hay elementos que se van a otro lado y el lector se pierde. La gata y los pájaros no terminan de estar bien relacionados con el desorden. Es muy importante en la descripción la selección de los elementos para transmitan una sensación. Piensa un poco en por qué son importante estos animales en relación al desorden de la habitación para que el texto tenga más unidad.

  9. DESCRIBIR UN ESPACIO

    Salgo al descansillo de un sexto piso tirando del carro de la compra. Ir al supermercado se ha convertido en algo extraordinario. Estoy delante de la puerta, la abro y suena un estridente pi, pi, pi. Es la alarma, una vez dentro desconecto y, ¡por fin en casa!
    En la pared hay una percha de latón, modelo barco, donde colgar las prendas de abrigo que no van a hacer falta a partir de aquí. A continuación un par de aguafuertes bajo los cuales se encuentra una cesta antigua de palos del golf para utilizar de paragüero. Son tan solo un par de metros a modo de recibidor los que dan acceso a toda la planta baja. Según entras a la derecha, orientación norte, cocina, baño y dos habitaciones. El resto en un espacio abierto, semi oculto a miradas de visitas inesperadas, es una pieza amplia que da al Sur, donde los rayos de sol en invierno bañan toda la estancia al colarse por las puertas que dan a la terraza: es el salón-comedor. Cuando dejo las persianas sin echar, nada más entrar veo la buganvilla roja que me invita a salir y disfrutar de esa naturaleza doblegada. La real se disfruta solo a vista de pájaro.
    Primero llevar la compra a la cocina, poco que destacar de ella, rectangular con sus paredes chapadas en blanco, y tres focos halógenos empotrados en el techo que no hace falta encender, la luz entra por la ventana y es la necesaria al recaer sobre un gran patio de vecinos.
    En el salón-comedor es dónde estoy la mayor parte del tiempo, aquí tengo lo necesario para este confinamiento: TV, sofá para la siesta, o la gran mesa de comedor que he convertido en zona de trabajo en uno de sus extremos. No lo dudé un instante, en vez de escribir cara a la pared tomé mi portátil y me instalé abajo. Al levantar la vista del ordenador puedo ver el monte que tengo frente a la casa. El resto de la mesa siempre libre para depositar la bandeja con lo que toque: desayuno, almuerzo, comida, merienda o cena. ¡Que peligro! Y la nevera a tiro de piedra, cerca, muy cerca.
    Muchos son los libros que están sobre unos estantes de roble claro, anchos, fuertes, anclados a la pared a espaldas de la gran mesa acoplada entre una de las cristaleras que dan salida a la terraza en uno de sus extremos y en el otro el arranque de la escalera que conduce a la buhardilla. Allí se encuentra la zona privada de trabajo, ahora en desuso, y un dormitorio con baño al que acudir todas las noches.
    El ambiente está conseguido por una distribución equilibrada del mobiliario y objetos decorativos, todos ellos contenidos en un espacio pintado en un gris un tanto peculiar, entre los colores que lo componían había un punto carmesí y quizás sea por eso por lo que transmite calor y serenidad, y no la tristeza que generalmente puede dar ese tono. Calor y serenidad interrumpido por recuerdos de toda una vida, los cuadros o los libros que las tapizan. Aquel mar del norte, aquel otro que transporta a un paisaje de secano, o el abstracto que me regaló… vamos a dejarlo en un amigo de la infancia.
    Frente al sofá esa ventana conectada con el mundo que nos da lo necesario en estos días: ocio, información del Estado de Alerta, o cumplir como una buena Nany susurrando con su voz cambiante hasta llegar a dormir. El último invitado el monitor de gimnasia.
    ¡Ah! Se me olvidaba, la carpintería de la casa la hice lacar en blanco, matizado con un ligero toque del mismo gris de la pared. Todas las puertas, incluidas las de los armarios se ven blancas, pero, con un no sé qué difícil de definir. El mismo criterio aplicado a la elección del tejido y color de los estores: la intención dar un soporte neutro donde la vista no tropiece con más contraste que lo que se vaya colgando sobre las paredes.

    1. Quizás le falte al texto centrarse en una sola estancia, pero en general, sí da la sensación de una casa decorada para tener armonía y que esa decoración no es suficiente o ha dejado de tener sentido en la situación actual. Está bien conseguido con la mirada que pretende ser objetiva de la narradora. El problema que ha he dicho en otros textos: salgo al descansillo. Ese presente no tiene mucho sentido. ¡por fin en casa!, tampoco. es una injerencia de autor. Es suficiente con seleccionar bien los objetos y la sensación ya la tiene el lector. Muy interesante esto de descubrir que la decoración no puede con las necesidades interiores que tenemos o incluso, que el cambio tan enorme que puede suponer un confinamiento, también deja sin sentido todo lo que organizamos para tener una vida perfecta.
      No pongas el invitado perfecto o expresiones que pueden estar bien para una conversación normal, pero no para crear un texto narrativo. Hay que ser muy austero. Hablan las cosas, no el autor.

  10. Lo que más me gusta es el chorro de luz que entra en cada una de las habitaciones. El piso es pequeño, nuevo, recién estrenado.
    Desde la terraza de la cocina puedo divisar una pequeña zona ajardinada y, en días claros, la sierra. Esto hace que esa terraza tenga como un imán para mí. Recién levantada y al atardecer es mi rincón preferido.
    Aunque una de las habitaciones hará las veces de despacho, todavía está un poco desorganizada y estos días estoy escribiendo en el salón. Me gusta. Cojo la tableta y escribo sentada en el sofá, agradable, blando y firme a la vez, escogido con mucho esmero, es el único mueble nuevo de esta habitación. Está decorado con pocos objetos: una fotografía de mis abuelos maternos, otra de mis padres, un par de ellas mías de los últimos viajes, colocadas sobre un mueble que me acompaña desde hace muchos años. En ese mueble que está colocado justo enfrente del sofá, y compartiendo espacio con las fotos , un vaso de cristal tallado a mano que fue de mi abuela, una moto
    en miniatura traída de Italia y otro pocos objetos, regalos de amigos entrañables. En la pequeña mesa que tengo al lado, los tres libros que leo en este momento. Nada aún colgado en las paredes blancas que hacen que se acentúe la claridad que recibo a través de una gran ventana. Esta también me permite mientras escribo poder ver el cielo y, a veces, oír el canto de algún pájaro,. Las lámparas, todas de pie, dan en la noche una luz cálida a distintos puntos de este salón, iluminando especialmente la mesa grande y el sofá..

    1. Como pardillo lector, esto me transmite nostalgia, arrastre del pasado, las fotos antiguas, el vaso de cristal. Es una opinión para María Dolores.

      1. Por otro lado, querida María Dolores, si empiezas con el chorro de luz que entra en las habitaciones y acabas con la lampara en la noche, una de dos: o has estado escribiendo eso todo el día o lo están imaginando. Es solo la apreciación de un fiel lector.

    2. Ahí va otra vez la corrección que no se sabe dónde fue a parar, posiblemente a un mundo paralelo.
      Esta casa está por hacer. La sensación que tiene el lector es de casa-prueba, sin orden definitivo. Eso significa que la narradora no está colocada para escribir desde un punto de vista habitual, porque como la vista es nueva y todavía tiene que acostumbrarse a las paredes y los espacios, lo que salga en el ordenador va a ser bastante nuevo también, o su postura ante las cosas no vendrá de la costumbre. Los objetos son una forma de aferrarse al pasado, sobre todo de recordarse a sí misma su identidad. Es un buen tema el de la casa nueva y el mantenimiento de la identidad. Se puede hacer el texto más efectivo seleccionando más los objetos, haciéndolo más corto. Expresiones como «hará las veces de despacho» son un poco de falsete, creo que así se entiende, poco naturales. Y eso resta potencia a los textos.

  11. La casa de la montaña, el refugio de unos niños en etapa escolar. Cuatro muros de piedra en forma de cuadrado con un gorro chino de tejas color calabaza encima. Ventanas de madera de diversos tamaños hundidas en los muros y el tejado. Dos entradas, por el lado de acceso a la finca, al norte, el garaje. En el lado opuesto, una cavidad en el muro sur forma un porche con un inmenso ventanal que da al salón y hay una segunda puerta de entrada a la vivienda. En uno de los vértices el garaje (que no es garaje sino almacén, despensa, lavadero y cuarto de herramientas) y en las otras esquinas, las habitaciones de la planta baja. El núcleo del cuadrado lo forman los espacios comunes: salón y, dos escalones más alto, el comedor con su larga mesa para diez bocas siempre hambrientas. Aquí hay otra puerta de entrada a una pequeña cocina (bombona de gas, ventana baja, grifo en la sombra, electrodomésticos prehistóricos). La voz de la madre: “¿Salid de aquí ahora mismo al jardín hasta que toque!”.
    La campanita oriental (¡a comeeeeeeer!) al pie de la escalera preludio del juego en la planta superior. Mesa de ping-pong, Lego, televisión en blanco y negro (el fútbol los domingos por la noche). Tres camas sueltas para invitados. Abajo otra vez. En la pared central del salón la chimenea con sus paredes de ladrillo tiznadas, un sofá sin apoyabrazos, la incómoda cama nido, una mesa de juegos y el viejo piano Pleyel (París) de inquietante sonido. “Es del tiempo de Beethoven”, decía su comprador. En el salón: un pequeño árbol de tazas metálicas (lo tiró Francisco jugando a las cartas y todos brincaron del susto), las piñas en el cesto, leña apilada, una parte II del Quijote en la estantería de obra, cómics, viejas revistas, plato de Yuste colgado de la pared y un cuadro pintado por el abuelo de la familia sobre el sofá (un camino, praderas y, obviamente, una cumbre nevada). No faltaba nunca un plumero (se reponía) sobre la mesa frente al amplio ventanal que protegían dos enormes contraventanas correderas de madera. Era la fuente de luz, la llamada al espacio libre, el viento, la pradera, los árboles, insectos, pájaros y al río, la frontera de su mundo.

    1. Este también nostalgia y un poco de agobio. No me parece algo que descubre. Más bien de algo que se recuerda con bastante precisión El agobio se acentúa, de forma muy acertada, al final: la frontera de su mundo, una llamada al espacio libre sin respuesta.. Es una opinión.

    2. Decía el enunciado que se describiera un lugar de ahora, de esta situación que transmitiera una sensación y tú has elegido un lugar del pasado. Funciona como contraste a la soledad, el aislamiento. Todos podemos imaginar la soledad y el aislamiento del lugar actual cuando al narrador se le ocurre ir atrás y fijarse en este espacio de mucha gente, comida, juegos, risas y vida exterior. Esto lo consigue también porque el narrador está recordando, está viéndolo todo desde arriba como si fuera un fantasma. Esa distancia es fundamental para ver que eso ya no existe ni existirá. También es muy interesante la descripción de tantos objetos de la casa, tan interesantes, tan valiosos para que al final lo mejor sea una ventana que supone la llamada al espacio libre.

  12. Al momento de entrar un calor suave contrasta con el frío que se siente afuera. Al cerrar la puerta tras entrar, descubro una música tranquila y un olor a lavanda que vienen de arriba. Frente a mi, a modo de pasillo, una escalera de madera clara de no más de 90 centímetros de anchura, paredes blancas. Al final de la escalera está una pequeña verja abierta, que da paso a un corredor donde se ven las puertas de dos habitaciones. A mitad del pasillo, hay una lampara grande, redonda, que cuelga de un techo de madera obscura, de vigas grandes con un sin fin de figuras diseñadas por sus vetas. Los escalones recuerdan un muestrario de pintura, de abajo hacia arriba se nota un degradado de luz que va de tonos más opacos a unos más brillantes y cálidos. Allá arriba está muy luminoso, una atmósfera anaranjada tiñe las paredes blancas y resalta el verde de una orquídea que, probablemente no tarda en florecer.

    1. Me resulta descriptivo, impecable en los detalles pero aséptico. Más literal que sensorial. Quizás sea esa la idea. Creo que habría utlizado «Madera oscura». Es más común. Sin rastro de agradecimiento. Es mi opinión, Nayeli

      1. Gracias Julio! Me pregunto si sentiste lo aséptico o es más una metáfora para referirte al hecho de que no hace sentir, je je mera curiosidad.
        ¿Será que en estos momentos se procure la asepsia? ¿Será que uno desea poder llegar a un espacio aséptico?¿será que un espacio así es compatible con calorcito en el corazón, con abrazos y buenas conversas?
        También agradezco tu atención, el tiempo para hacer comentarios y compartir tus observaciones, en cuanto a lo oscuro, la verdad a mi me sigue costando el cambio, por alguna extraña razón me gusta la «b» y en esa palabra siento que le aporta un poco más de obscuridad, de esa que a veces te hacer ir más lento por miedo a tropezar o caer, en fin me divierte. :0)

        1. Una vez más no se merecen las gracias. No hay que darle tantas vueltas. Asepsia es, en esta acepción, limpieza, tan importante en estos días. Lo que a mí divierte, me atrae, es tu tendencia a la semiótica, a los símbolos, y eso es algo que tenemos en común. Es como una juego de ingenio. Repito, sin ánimo de obsesionarme.: Quizás nos conozcamos en persona un día de estos. Sería un placer. Será un placer, según se mire. Es que la «b», además de ser la 2, puesta al revés es muy similar a un 9. Hasta entonces, mi afectuoso y cálido saludo, Nayeli.

    2. Falta la sensación que debe producir el texto, porque no has seleccionado los objetos según tu estado de ánimo actual. Los has visto más como un recuento. Por ejemplo, la anchura de la escalera no dice nada, la verja en la que se ven las dos habitaciones tampoco, porque son datos más que otra cosa. Quizás puedes centrarte en lo que da luz y lo que no, el verde de lo vivo contra algo que parece antiguo y con poco sentido actualmente. Lo digo por la lámpara y el muestrario de pintura. Tienes que pensar más en la sensación que te producen los objetos o el espacio en general y escribir desde ella.

  13. Me impresiona esta estancia rectangular. Un gran ventanal la recorre de un extremo al otro. Cuando entras en ella, dejas la vivienda atrás y sales al mundo. Es luminosa y la vista aterriza desde lo alto en el puerto, el mar y mas allá, sobre las islas. En uno de los extremos un sofá mimetizado con el color claro de la pared la ocupa de lado a lado. En el sofá varios cojines amontonados sobre uno de sus brazos y una fina manta doblada en el otro. Frente al ventanal, varias puertas avanzan alargadas y transparentes formando frontera con el interior. Se ven interrumpidas sólo por un breve tramo de pared en el que se apoya una estantería de hierro. Sobre sus baldas algunos libros, trofeos deportivos, una radio, varias velas grandes y un flexo metálico en lo alto. En el centro, una mesa redonda de cristal con cuatro sillas y sobre ella un tablero de parchís dispuesto para el juego, faltan las fichas azules. En el otro extremo una bicicleta, es estática y esta apuntando al mar. Quizá al subirte en ella, puedas salir volando en la primera pedalada!

    1. Es un buen acercamiento a un personaje. Alguien al que le impresiona su casa. Está muy bien seleccionada esta estancia para contar en realidad que el personaje no quiere la casa. Al entrar a él, sale al mundo y se pedaleara en la bici que tiene, saldría volando. También está muy bien ese espejismo de las puertas, que son frontera y la falta de las fichas azules. Muy bien construida esa sensación sin nombrarla. Lo haces con ese contraste entre la habitación que está fuera, cómoda, clara, luminosa y lo que hay dentro. A la hora de escribir, intentaría no usar un lenguaje demasiado correcto como : «se ven interrumpidas».

  14. Tengo una mesa, con el ordenador y un montón de papeles que guardo, puesta en un rincón del comedor, entre una biblioteca y el piano, con vista a la vez a la cocina y a la ropa para planchar.
    Su sitio ha cambiado varias veces desde la instalación en la casa. Pero en ninguno me siento a gusto. Quedo soñando con un cuarto para mi sola, donde aislada y a gusto. Con vista al jardín, a los árboles, a toda la vida orgánica exterior y yo, bien cómoda al interior.

    1. Interesante para la construcción del personaje cómo no le gusta su instalación en la casa. No se siente identificada con ese lugar, pero el que le gustaría es un sueño, no una posibilidad. Lo mejor de la descripción son las vistas. En realidad es eso lo que quiere cambiar, quiere abrirse al exterior sin salir del interior. Piensa un poco en la forma de meter este escenario en el conjunto de todo lo que has escrito. ¿Es donde escribes?

  15. Está oscuro. Le doy a la luz y suena el temporizador. Una de las luces parpadea. He bajado al garaje para buscar mis gafas de sol graduadas. Es la tercera vez que lo hago. Tienen que estar ahí.
    Rebusco con la linterna del móvil dentro del coche. El último día que salí de casa las llevaba puestas. Cuando volví ya no se veía. Me las debí cambiar por las otras que llevo en el bolso.
    Me he clavado una astilla de cristal en un dedo. Como puedo, me alumbro con la linterna. Con la punta de los dedos me la quito. Menos mal que de cerca veo bien.
    Otra vez he tenido que ir a darle al botón de la luz. Nada, que no aparecen. Cierro la puerta del coche. Retumba más que nunca. Hace frío aquí abajo. Subo las escaleras y, cuando ya casi he llegado arriba, caigo en la cuenta de que no he mirado debajo del coche. Me paro un segundo. Tengo tanto tiempo.

    1. En este caso es más lo que no se ve porque la narradora misma no puede ver. En su ir a buscar las gafas lo que tenemos es la sensación de que vive en una casa grande, que hay escaleras y sótano. La narradora hace una selección entre todos los lugares que puede describir: son los oscuros, en los que no hay nadie, en los que no ve bien. La sensación que produce en el lector es la de estar perdido, claro, con una intención de ver, pero sin ser capaz de hacerlo. La descripción que hacemos de los lugares nos sirve para construir al personaje, siempre. Cuidado con usar la primera persona del presente.Normalmente se usa para traer el pasado al presente, porque es un poco raro escribir mientras estás actuando. Pensar sí es normal, pero entonces hay que escribir como se piensa. Uno no se dice a sí mismo le doy a la luz.

  16. Domingo de Pascua, de Gloria, de Resurrección..
    Me levanto con un terrible dolor de cabeza. Despacio camino ocho pasos hasta la cocina americana, pequeño laboratorio dentro de una sala orientada hacia el Montgó. La luz grisácea de la mañana se filtra entre las cortinas blancas, las descorro y abro las ventanas que me permiten ver el jardín y escuchar los pájaros. Es una tentación salir al exterior, contemplar la naturaleza que me rodea, el macizo montañoso enganchado a las nubes, los árboles, el viento agitando las palmeras, y los inmensos coros de pájaros con sus indescifrables trinos.
    Hoy he de escribir me digo.., de hoy no pasa, y vuelvo al interior de mi casa.
    El centro de esta sala semicircular tiene orientación este suroeste. Puedo percibir el movimiento giratorio del sol y también el de la tierra.Tendrá unos 8x6ms, más bien pequeña aunque espaciosa,de paredes blancas y vigas de madera en el techo. Entre los dos ventanales que dan al jardín se ubica la chimenea, señora de mi casa, protagonista de mi hogar. Cada día enciendo el fuego y alimento sus formas y colores con diferentes ramas. Cada día comienza una nueva danza al quemar los restos que la tierra me brinda, volver a recoger sus cenizas y esparcirlas entre las hojas del pequeño jardín para crear un compost nuevo.
    Sentada en una alfombra de lana con nudos de colores, a mi izquierda unos estantes bajo la barra americana cobijan los tarros de cristal llenos de legumbres y cereales que harán las delicias de mi cocina. En el suelo, un pequeño rincón chill out con un puf y varios cojines de colores, nido de recuerdos, juegos, retozos y otros cuentos. A mi derecha un confortable sillón reclinable color arcilla, compañero amable de abrazos y siestas; a su lado una pequeña mesita auxiliar repleta de revistas y libros bajo la lámpara de pergamino, espera la noche para iluminarla.
    A mi espalda, una estantería de obra repleta de Cds, libros y fotografías con el equipo de música, separa la sala del estudio. Una mesa larga bajo el ventanal que mira al oeste, llena de papeles, cables, el portátil, el atril, las partituras y ese clarinete que me reclama todos los días sin excepción, porque necesita mis labios, mis dedos, mi respiración para gemir un buen rato y tratar de convertir las notas en melodías armónicas. Cuando se pone el sol y sus últimos rayos reflejan sombras en el mural del planisferio de A. Peters, en ese momento mágico las estrellas nombran mis sueños

  17. Más que una casa, lo que Lira me transmite, como lector, es naturaleza, incluidos los astros, y renovación, al estilo de las fallas valencianas, que lamentablemente se harán este año un poco más tarde. Será una renovación estival.

  18. Desde luego no hay quien salga de ahí. Parece una casa pensada para cuando llegue una pandemia. Eso dice mucho del personaje, que vive más para estar dentro que fuera. La última frase no se puede poner. Todo lo que suene a literario no se puede poner. Es un buen ejemplo. Ella puede mirar las estrellas y ya el resto lo pone el lector. Hay que distinguir siempre entre lo narrativo, que cuenta algo, y las imágenes que no responden a una realidad. Las estrellas no nombran mis sueños. La narrativa funciona con la selección y el orden de las cosas tal y como son para crear un efecto, pero el efecto no se puede crear con palabras ajenas. Si es de noche y observas las estrellas en una actitud relajada, ya imaginamos a qué te refieres.

    1. Gracias por la advertencia Silvia. Lo digo por que es obvio que si alguien va a casa de Lira,, es posible que ya no pueda salir! Ya sé que es un comentario pragmático, Pero al igual que al resto de participantes en este curso, es posible que la conozca personalmente un día de estos. Y vete tú a saber si nos invita a una merienda con pasteles y también nos quedamos allí, bajo las estrellas.

  19. Muchas gracias por tus lecciones tan prácticas, y a la vez tan difíciles de llevar a cabo. Ojalá hubiera podido entender y ajustar mis escritos a tus propuestas al cien por cien, aunque lo intento, ya vés el resultado para tí no es tan satisfactorio y de veras que lo siento.
    En cualquier caso algo si habré aprendido y desde luego que he disfrutado siguiendo con mucho interés tus nuevos retos.
    Reitero las gracias por este gran regalo que nos has hecho.

    1. DM (500.000 en números romanos), hablas como si el curso ya hubiese terminado. Que yo sepa aún continúa. Quizás hablas por ti, quizás hayas decidido echar la toalla antes del final. Nada que decir. Salvo expresar, como participante y lector, que lo lamento. También seguía tus relatos con mucha atención. Los echaré de menos. Si tu comentario es una despedida (eso parece aunque no estoy seguro) habría sido bonito, creo, que la hubieras ampliado al resto, y no solo a Salvia. Creo que el aprendizaje es muy largo. De hecho creo que jamás termina. Nadie se ajusta aquí al cien por cien a las propuestas de Silvia. La perfección es imposible. Debemos asumirlo. Aspirar a la perfección es una de las mayores imperfecciones humanas. Es una opinión, y me disculpo si ha resultado demasiado larga.

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