Curso de Creación Literaria. Tercera propuesta y correcciones de la segunda.
EN ESTE VIDEO TENÉIS CORRECCIONES GENERALES DE LA SEGUNDA PROPUESTA
En el primer texto veíamos el mundo fuera de nosotros, en el segundo, la oscuridad nos lleva a mirar dentro. Se podría decir que nos lleva a un encuentro con el yo.
Tenéis las correcciones individuales en el post anterior.
TERCERA PROPUESTA:
UNA CONVERSACIÓN QUE HAYAS TENIDO DURANTE ESTOS DÍAS DE ENCERRAMIENTO
Elige una conversación que haya tenido alguna importancia, no tiene por qué ser seria, simplemente que te haya llamado la atención y ponla en forma de diálogo. Puede poner solo la conversación, la conversación con alguna referencia, es decir, una pequeña descripcion de cosas de alrededor. No pasa nada. El ejercicio es para aprender. Cada uno que lo escriba como lo siente, como lo ve, como lo recuerda. Después ya veremos qué hacer con eso.
Lo podéis enviar hasta el miércoles por la noche. El jueves corrijo y envío la nueva propuesta.
Le pedí a María que abriéramos un documento en línea al mismo tiempo, para poderlo elaborar conjuntamente.
-Vaya, ahora es todo tecnología, ¿no podría escribirlo sobre un papel?
-No sería práctico, así no podremos hacerlo a la vez. Venga, anda, abre el navegador. Yo también llevo muchas horas de pantalla…
-Siempre con los ordenadores, ¡me recuerdas a mi ex!
-(Enfadada) ¿No hay otra persona con la que podrías compararme, si acaso?
-Es que él siempre estaba igual, que si juntos, que si venga, siempre diciéndome lo que hay que hacer.
-Pero eso, ¿qué tiene que ver conmigo?
-Que preferiría escribir en un papel.
-(En tono mucho más seco) Así perdemos mucho tiempo, porque igualmente tendría que hacer yo, y copiar lo que apuntas, y tú, y…
-(interrumpiendo) Dices lo mismo que mi novio, y te ofuscas igual.
-Bueno, pues entonces, no seguimos hablando, y ya te buscas a otra persona en la que proyectar a los hombres de tu vida… que ya van dos.
-¿Te has enfadado?
-Pues claro, sabes perfectamente que odio las comparaciones, ¡¡¡y con esos dos, encima!!!
-¡Pero es que es verdad!
-(Más enfadada) No, no tiene nada de verdadero, yo solo soy tu amiga y compañera de trabajo, y de pronto me saltas con gente con la que estás o has estado involucrada… ¡menuda chapa!
-Va, no sigas enfadada, si además, ¡yo te quiero mucho más que a ellos! y lo sabes…
-Querer no puede consistir en comparar, lo siento. Sigamos trabajando ¿has abierto ya el navegador?
Si , ya, pero soy tímido y lento
Muy interesante el tema de proyectar. Estamos viendo en estos ejercicios que en este encerramiento es inevitable mirar hacia atrás, darle una vuelta a lo que hemos vivido. Tal y como está planteada la situación, tenemos a una persona que o ha superado su separación, que aparece en cualquier situación actual, como puede ser una simple decisión de escribir en un ordenador o en un papel en un ambiente de trabajo.
Pongo aquí (aprovecho para todos) cómo se escriben los diálogos:
_ ¿No hay otra persona con la que podrías compararme, si acaso?_ dijo María enfadada.
…
_ Así perderemos mucho tiempo, porque igualmente tendría que hacer yo, y copiar lo que apuntas, y tú, y…_ subió el tono María, ya muy seca.
Este diálogo le sirve al personaje que estás construyendo para tomar conciencia de su obsesión con la separación. Eso es muy importante en los diálogos. Necesitamos a los otros para vernos.
– ey! hola! Llevo un rato intentado hablar contigo. No te estás dando cuenta? No me pongas excusas porque el único ruido que hay ahí afuera son los trinos de los pájaros. ya veo que no te interesa mucho esto. no te lo voy a negar. yo también estoy asustada, pero que esto no va a durar para siempre y si lo miras bien hasta te estás librando de la astenia primaveral. ojalá me dijeras como te sientes y no te escondieras bajo las mantas. a mi tampoco me gusta estar aquí. lo que más me gusta es cuando los domingos me sacas a desayunar sin prisa y luego vamos a la central y volvemos a casa dando un paseo por el retiro. como se que me estás escuchando pero no quieres hablarme te diré que muy pronto volveremos a dudar entre una magdalena de canela o una de chocolate. pero también quiero decirte que ahora estamos disfrutando de grandes ratos para leer, para hacer las comidas a su amor, para darnos un baño más largo. si te das cuenta todo tiene su lado bueno. es necesario un poco de oscuridad para que la luz la pueda atravesar. no haces falta que me hables, ya sabes que soy esa vocecita de tu interior y que estamos juntos en esto. lo sé, lo sé, TS Elliot decía que abril era el mes más cruel pero y si resulta todo lo contrario, además no olvides que en abril ya podemos comenzar una imaginaria cuenta atrás para tu cumpleaños. No sé que farfullas y no te entiendo pero te conozco mejor que nadie y sé que tienes la capacidad suficiente para salir crecida de este confinamiento.
Entiendo que se está hablando a sí misma. Me parece muy interesante el contenido, lo que se dice, el tomar conciencia de cómo era su vida, de lo que tiene valor, de su miedo al mismo tiempo de salir de las sábanas, es decir, quiero ser positiva, veo el lado bueno de las cosas, pero no me muevo de la cama. Pero lo haría más natural. Quitaría el ey, hola y esa forma demasiado directa de dirigirse a sí misma: no sé qué farfullas, por ejemplo.
Tenemos que representar literariamente esas conversaciones que tenemos con nosotros mismos, hay que hacerlas creíbles, así que hay que entrar a hacerlo directamente sin llamarnos a nosotros mismos: «llevo un rato intentando hablar contigo» no nos lo decimos. Lo importante aquí es qué nos decimos, no que el lector tenga que averiguar con quién está hablando. Eso debe quedar claro desde el principio.
– ¡Mamá!
– mmhhh.
-¿Cuántos libros has hecho en tu vida?
– ¿Eehh?
– ¿Que cuántos libros has hecho en tu vida?
– Mmmm, diseñé algunos y también he hecho portadas, pero no he escrito ninguno… no.
– ¿Y por qué no hacemos uno tú y yo?
– ¡Vaaale!
– Tu escribes y yo hago las ilustraciones.
– ¡Ok!
– Yo sé que siempre tienes muchas cosas que hacer, pero ahora que estamos solitos todo el tiempo y sin poder salir, quizá puedas, cuando termines tus cosas, que hagamos un poquito de nuestro libro. O en vez de jugar, a veces podemos hacerlo.
– ¡Perfecto! ¿Y de qué va a ser nuestro libro?
– ¿Cómo de qué va a ser?
– Sí, ¿de qué va a tratar?
– ¿Cómo? no entiendo.
– ¿Qué quieres decir, qué quieres contarle al mundo?
– ¡Mmmhhhh? Pues… no sé, me gustaría que mis hijos y todo el mundo, sepan que somos felices, de todas las cosas maravillosas que hay, que existen muchas cosas bonitas, de los animales, del espacio, de cómo hacer magia, de las bicicletas, del amor, de ser valiente… oooo… también podríamos hacer un libro de aventuras ¿no?
Él en pijama, continúa leyendo “como ser um cavaleiro” sobre su cama, mientras yo en la ventana de su cuarto, intento seguir tendiendo la ropa sin reventar a llorar.
Cuidado con usar Mmhhh. Es mejor no poner nada. Los sonidos guturales no se ponen en los diálogos de un texto, ni los puntos suspensivos. es suficiente con empezar: _Mamá, ¿cuántos libros has hecho en tu vida? _¿Cómo? _Que cuántos libros… _ No, no he escrito ninguno. Diseñé…
Está muy bien el final porque nos hace ver la diferencia entre el niño que fluye y no es consciente de lo que pasa y la madre agobiada ante la situación. Es, digamos, un diálogo muy desigual en el que ella baja su nivel para poder hablar con el niño, pero el niño, sin embargo, parece estar por encima en cuanto a sabiduría.
– Hola princesa buenos días, digo dándola palmaditas entre las orejas
Leo en sus ojos y en su respiración la impaciencia, ella quisiera verme de pie desde hace horas
– ¿Quieres comidita reina?
Veo que rechaza la propuesta, y se encamina en dirección a la puerta
– ¿Perdonas el desayuno? ya entiendo tu urgencia, estás loquita por que salgamos afuera.
Me encamino al perchero a coger el arnés y la correa
– Guau, guau, guau expresa loca de alegría, me da rabotazos y sus ojos me devuelven una mirada agradecida
Está bien el monólogo que es diálogo. No es lo mismo hablar solo que hablar en alto con alguien que no nos puede contestar. Lo interesante es que la trata como si la perra pudiera hablar y entender. La perra no entiende las palabras, sí que entiende cuando ve el arnés y la correa. Eso nos hace ver la necesidad de comunicación del personaje, que habla aunque no tenga respuesta. El guau, guau, guau, en otro contexto no serviría, pero aquí funciona como lenguaje en contraste con todas las frases hechas por su amo. No va a tener más respuesta que guau, guau, guau.
Pues hablando con una persona me ccomenta que su pareja que es hipocondríaca, le dijo que si seguía trabajando ,no fuera por casa, pero que hablaban diariamente y bien, hasta ayer, que ya no aguantó más y le dijo- que tu pareja no podía hacerte esto, ella en casa y él en una caseta de obra, que estaba hasta las narices, que empezaron a reprocharse cosas y que la dejaba, no volvía más, no estaba para aguantar a nadie , que ya teníamos una edad y que tenía muy claro que nadie lo iba a putear.
Yo le dije, que cuando una pareja se empieza a hacer reproches es que la cosa no va bien, es lo peor que hay, yo personalmente no los aguanto, necesito decir las cosas a la cara en el momento exacto, resolver la situación hablándolo y cerrar círculo de ese tema en concreto, a lo que el me dijo que pensaba igual.
Es muy interesante cómo surgen conversaciones en esta situación que pueden terminar en ruptura. Ahora hay tiempo de verdad para enfrentarse a lo que se tapaba antes. Lo has escrito en estilo indirecto, no como diálogo. El estilo indirecto, es decir, decir lo que ha dicho otro se usa cuando no es necesario escuchar la voz de ese otro. Tendrías que poner el diálogo si fuera necesario conocer a ese personaje a través de su voz. Dices, por ejemplo, que estaba hasta las narices, pero seguramente él lo había dicho de forma más fuerte, seguro. En fin, así está bien, pero no es diálogo. Lo importante en este ejercicio es tener claro que unas veces necesitamos el estilo indirecto y otras el diálogo. Tú lo has hecho así porque a la pregunta que hacía de una conversación que haya escuchado se puede contestar de las dos maneras.
_ ¿Eres feliz?_ pregunto arrebujada entre las sábanas. Son sólo las 9 de la mañana y los vecinos del tercero se encuentran ya en plena pelea. Ella grita: “ ¡Todos los días igual! ¡Todos, todos! ¡No puedo más, tío, de verdad!”
_ Soy feliz_ afirmo mientras me acomodo aún más, ahora abrazada a ella. Los de arriba continúan con su épica pelea. No entiendo lo que él dice pero escucho su murmullo grave. Y, de pronto, “`¡ plaf! ”. Algo cae al suelo de forma contundente.
_ ¿Pero qué coño…?_ el golpe me sobresalta y me incorporo en la cama. Ella aprovecha para expandirse en mi ausencia y retomar su forma natural. La pelea prosigue con gritos y reproches por ambas partes. Ella escupe: “ ¡ Eres un gilipollas!”. Él contesta: “ ¡Cállate de una puta vez, coño!”. Yo me tumbo de nuevo.
_ Soy feliz_ me digo mientras vuelvo a mi posición anterior, abrazada a ella. La almohada, aprisionada entre mis brazos, responde de forma impasible ante cualquier signo de vida.
Muy interesante, la conversación escuchada y la conversación consigo misma con un intermediario que es la almohada. Incluso el referirse a sí misma en segunda persona y sin poner me pregunto, tiene un punto muy bueno. Expresa mucha más soledad y a la vez intimidad. La pega que pongo es el protagonismo que toma la almohada como si fuera la adivinanza que se descubre al final. Puedes poner desde el principio que se abraza a la almohada porque eso es secundario. Lo importante es la soledad comparada con la bronca de los vecinos, la soledad como refugio.
Metida en mis pensamientos, intentando dormir un rato sin conseguirlo, me sorprendió la llamada de una amiga:
–
– Hola ¿Como lo llevas?
– Hasta ahora no lo llevaba mal,.pero en este momento me pillas muy, muy cabreada.
– ¿Así sin más? ¿De pronto?
– No, claro que no. El cabreo empezó anoche cuando Carmen me mandó una foto en la que se veía una mascarilla, recién lavada, secándose en un radiador de su casa. No les dan de repuesto. ¡No me lo podía creer!
– ¿Carmen la auxiliar de enfermería? ¡ No puede ser que estemos así a estas alturas !
– Hoy mi enfado ha ido en aumento cuando he hablado con mis sobrinas, las enfermeras, ya sabes que viven aquí las dos. Estaban completamente desesperadas pero sobre todo se sentían impotentes por la falta de material, de equipos de protección….¡de todo!
¡No me puedo creer que se nos pida a todos cumplir las normas a rajatabla y ellos, los que lo piden, no tengan protegidos a los que están en primera fila!¡Me supera!
– Bueno Lola con enfadarte no logras nada y -quedan muchos días.
– Intentaré calmarme, aunque no creo que se me pase así sin más. Voy a escribir todo lo que siento, lo que está impotencia me provoca. Lo mismo cuando acabe lo mando a algún medio, aunque estarán saturados de protestas. Al menos me servirá para desahogarme.
– Y si no ya sabes que estoy aquí. Venga el ánimo arriba. Un achuchón fuerte.
– Otro para ti. Nos llamamos.
Aquí lo importante es el enfado. Está bien construido con el tono de la conversación, con lo que dice el personaje principal. Ahora, el final sobra. No hay que entrar con saludos ni terminar con despedidas. A la hora de hacer un diálogo en narrativa se tiene que usar el fragmento importante, digamos, el que cuenta algo. Podrías empezar directamente:-Me pillas muy cabreada. y terminar en desahogarme.
Gracias Silvia por los comentarios y po tu esfuerzo. Un abrazo
– ¿No son esos tus pantacas de trabajo, Ferri?
– Sí.
– Ahora eres un personajazo… ¿Vas hoy? ¿No jodas?
– Sí, todos los días.
– Vaya.
– Yo sé como se llama tu perro… Tarugo.
– Le caes bien, mira como mueve el rabo. Este perro sabe… Oye… ¿y cómo lo llevas, campeón?
– Bueno…
– Por Nuevos Ministerios, ¿verdad? Me dijo tu jefa.
– Sí. En la torre alta. El almacén está en el sótano… sin ventanas. Pero tengo un ordenador para mí.
– Uff… ¿No se te hace eterno el día?
– Bueno… a veces. ¿ Oye?
– ¿Qué pasa?
– Estoy esperando a mi hermano. Me lleva a la estación.
– Qué bien. ¿Tú no tienes carro, Ferri? Jaja
– Jaja, no. A mi no me dejan conducir.
– Oye, … ¿Pero ese pepino tan alto sigue lleno de gente currando?
– ¡Qué va! Estoy yo solo. No, no, no…también está Oscar.
– Jaja… qué movida… ¿Y quién es Oscar?
– Oscar es de seguridad.
– Todo el país en su keli y tú a trabajar. ¿Cómo lo ves, Ferri?
– La semana que viene ya no. Va otro turno… yo me quedo en casa con mis padres.
Cuidado con los puntos suspensivos. Ya he puesto en otra corrección que hay que evitarlos porque no dicen nada. La intención del texto es buena: hacer ver cómo el que va a trabajar es un pringado y el que no va se siente superior en cierta manera. Ya sé que es una conversación escuchada y que sería así, pero al escribirla hay que pulirla un poco para que sea más efectiva. Lo interesante aquí es saber por qué no dejan conducir al personaje. Supongo que no lo sabes, pero si fuera un texto inventado, habría que dejarlo más claro. Y lo de perro Tarugo también se puede utilizar. Tal y como está, no nos queda claro si es ironía o no. Cuando digo trabajar el texto es que defina más claramente a los personajes. Aunque el tono de cada uno de ellos está conseguido y eso es muy importante.
– Buenos días mamá
– Buenos días hija.
– Buenos días papá.
– Buenos días hija.
– ¿Habéis dormido bien?
– No salgáis a la calle
– Desayunad.
– Haced ejercicio.
– Lavaos las manos.
– Habéis visto el concurso en la tele?
– Comed bien.
– Haced un ratito de siesta.
– Tomad un zumo para merendar.
– Lavaos las manos.
– Leed un rato.
– Caminad otro poquito alrededor de la casa.
– Leed un rato.
– ¿Os habéis duchado?
– Cenad algo rico.
– Dormid bien.
– Buenas noches mamá
– Buenas noches hija.
– Buenas noches papá
– Buenas noches hija.
– Hasta mañana.
Está bien el no diálogo. Es un buen reflejo de cómo al colocarnos en el papel de cuidadores, no escuchamos lo que nos puedan decir, lo que sienten otros, sino que simplemente damos órdenes. Al otro lado no hay respuesta quizás porque no sienten que alguien les está preguntando o está interesada en lo que les ocurre, más bien lo único que quiere es que estén bien.
El hasta mañana no tiene mucho sentido. Creo que ya se sobreentiende que eso es repetido, que ocurrirá otra vez día tras día, precisamente porque es una conversación sin pensar, automática. Si pones hasta mañana, pierde el efecto conseguido.
Ok, muchas gracias.
La verdad es que mi idea era haber puesto respuesta. Quería haber puesto el sí monótono que me dan mis padres a los consejos, cómo de – ya sé lo que tengo que hacer. Me pareció que si lo hacía así podría ser excesivamente largo y se perdería la idea de preocupación que no sé si he sabido transmitir.
El mundo no está girando. Algunos autos pasan por la ruta, desde acá siento el agua en la pileta, y la gata (como tantas gatas en este mundo) se pasea entre mis piernas, se le nota el corto tiempo que lleva en esta vida, en su manera de moverse y de mirar.
No tengo claro que estoy queriendo acá, diría buscando, pero elijo seguir mirando y olvido la reflexión.
– sabés por qué está bueno que oo conozcas completo? Porque una cosa que hacés acá repercute allá. Sacás una planta acá, sirve de abono allá, cortás una ramita y a la noche hacemos un fueguito..
Y acá se me choca lo que está diciendo con las enseñanzas que me encuentro repetidas, creadas en cosas apare temente distantes y diferentes.
Siento que estamos queriendo hugar y a la vez ser más comprendedores de la vida completa. Siento una perfecta recepción de su juego en los patios, el trabajo con las plantas, la limpieza que hago de los espacios, aún no tanto de mí. Esto es una práctica física mental emocional.
No estoy segura de haberlo entendido muy bien. Creo que hay que clarificar un poco el texto, dar alguna pequeña información más para que el lector no se pierda. Lo que está bien es lo que quiere transmitir, que es la soledad y lo poco que le sirve lo que le puedan decir. La gata aparece como un buen elemento por ser nueva en el mundo y no tener esa mirada que se nos pone con el paso de los años de no confiar o de no entender.
Es el no diálogo de alguien solo. Eso está muy bien.
Estoy saliendo de mi dormitorio hacia la cocina y por el pasillo oigo:
-¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz…!
Me sonrío a mí misma, y me digo: Un vecino que cumple años y lo está celebrando, la vida continúa.
-¡Daniela, el vecino cumple años hoy! vente a escuchar junto a la ventana.
-¿Eh?, que va, eso se hace cuando haces las rutinas de lavarte las manos.
_¿Que dices?, no puede ser verdad.
-¡No estás informada!, los 20 segundos que dura la canción, es lo que se recomienda.
La miro a los ojos y le sonrío, mientras me dirijo al baño cantando: feliz cumpleaños Emma.
JJjj. Tiene mucha gracia. En realidad está contando la ida de olla del encerramiento que mezcla todo tipo de realidades. No hay nada más absurdo que lavarse las manos con esa canción. Y sin embargo hay una obediencia al absurdo.
Estaría bien hacer el texto un poco más claro. Porque ella se sorprende con la canción creyendo que es un cumple de verdad y después contesta con esta realidad que ya sabía. Si no se ha dado cuenta antes porque estaba dormida y ahora sí, hay que ponerlo de alguna manera. El lector no puede perderse mientras está leyendo porque si no, no entra al efecto que se está construyendo.
Muchas gracias.
– ¿Por qué me has mentido?
– No lo sé…
– Lo único que te he pedido siempre es precisamente eso: no me mientas, por favor. Sabes que soy una persona muy tolerante y abierta de mente pero no voy a tolerar mentiras y, menos aún, sin ninguna causa justificada.
– Ya, ya. Lo sé… Tienes razón.
– ¿Pero, entonces, por qué lo has hecho?
– Supongo que no quería asumir las consecuencias.
– De verdad. No te entiendo. No sé qué más quieres de mí. Te doy toda la libertad del mundo para que hagas lo que quieras. ¿Por qué mentir? No tiene sentido. Has visto que mi reacción no ha sido de enfado. Ni siquiera ahora.
– Ya…
– ¡Pero bueno! ¿Es que te da igual o qué? Eres tú quien me has mentido y tengo que estar yo dándote las explicaciones. No me has pedido ni disculpas.
– Lo siento mucho.
– ¿Sabes? A veces, tengo la sensación de que buscas que acabe con todo esto. Quizás, no tienes el valor de hacerlo tú y quieres que sea yo quien lo haga.
– …
– Mira, yo puedo aceptar muchas cosas pero esto no. Así que ya está. Ya tienes lo que querías. Eres libre. Ahora ya no hace falta que me mientas más. Asumo la responsabilidad yo. Te dejo.
¡Cuánta cosa aquí metida en tan poco texto! eso está bien, que haya enjundia.
Antes de nada: no se pueden poner … como parte de un diálogo. El silencio no se escribe con nada, tiene que sonar con las palabras de alrededor. Los puntos suspensivos en general dan idea de que no se sabe cómo escribirlo. Es mejor no ponerlos nunca.
Este es el típico diálogo que necesita un apoyo descriptivo, algo que nos haga ver a él, que no es capaz de hablar: puede ser su postura, su gesto, su mirada, el recuerdo de algo que tiene mientras hablan. Está claro que quiere dejar una relación y no es capaz de hacerlo, fuerza a que lo haga el otro, pero con un detalle más podemos tener la misma situación pero más interesante, sabiendo algo de él que lo haga más comprensivo.
La cuchara cayó de la fuente a la mesa y retumbó en mis oídos. Hay días y días, ratos y ratos. La cogí y la puse en su sitio. Un día más, comiendo todos juntos, sin excusas ni otros compromisos.
– Entonces, Mami, -dijo mi hijo el pequeño- ¿qué día de la semana que viene se acaba la cuarentena?
– No, no acaba, va a durar un poco más.
Su pupila, acorralada por el verde de sus ojos, me traspasó.
– Dijeron que eran dos semanas -insistió-.
– Sí, es cierto, pero han decidido ampliarlo.
– Pero…no… dijeron que en dos semanas volvíamos al colegio.
La saliva se me amontonó en la garganta y tuve que tragar.
Creo que lo interesante del texto es lo que significa para ella la comida de todos juntos sin excusas ni compromisos. No está muy claro si eso es bueno o malo porque tiene días y días. Al elegir al niño como interlocutor y su ansiedad por volver al colegio, tampoco está muy claro si ella se emociona por lo que está sufriendo su hijo o porque no va a saber llevar la situación o le da pena que el niño no valores que estén todos juntos. Justo ahí está la fuerza del texto, en que se centre en una de esas situaciones. Supongo que es que le da pena el niño que tiene que quedarse en casa, entonces, mejor quitar días y día y lo de comer todos juntos para no confundir. Está bien escogida la imagen de los ojos del niño y la imposibilidad de darle una respuesta coherente.
– Y dime, quieres que te lleve algo hoy?
– No gracias, tengo de todo.
– ¿Seguro? Ya sabes que si te llevo algo puedo salir, dar una vuelta en coche por la ciudad, ver lo que pasa por arriba y por abajo.
– Es que no se me ocurre nada, pero gracias.
– ¿Quizás papel higiénico? ¿Un periódico de papel? ¿Algún fármaco?
– Bueno mira, unas pilas me irían bien.
– Unas pilas para qué?
– Para el aparato de la tensión.
– Genial, el súper está aquí al lado, y así me destenso
. No pieces con los juegos de palabras, que me acaba doliendo la cabeza; además te noto de buen humor, con la que nos está cayendo.
– Tienes razón, pero es que, no sé, tengo una sensación de cambio, de un gram cambio. Quiero decir que nada será igual, que 2 más 3 ya no serán solo 5.
-Ufff, ahora con los numeritos!
– Es que no sabes contar hasta 9. Ya sabes, la Navidad
– Oye, déjalo, que me agotas. Conduce despacio.
– Qué hora es ahora?
– Pues serán las 9
– ¿Seguro? Mira bien!
Es curioso lo interesantes que resultan los señores mayores como personajes. Antes de esta situación, apenas eran importantes. En este caso funciona como un espejo donde se ve al otro personaje, alguien ilusionado por lo que está pasando. Y eso en un curso de creación literaria sirve de mucho. Todavía no ha salido en los periódicos la noticia de que hay mucha gente ilusionada con lo que puede cambiar el mundo esta situación, sin embargo la hay. Esto cabe en la literatura, que no va a contarnos las cifras, los metadatos, la lógica ni lo políticamente correcto. Hay una realidad y es que deseamos aprender de esto, más aún, odiamos el mundo que tenemos en la normalidad.
No queda muy claro lo de las 9. Quizás soy yo que no sé qué significa. Pero verdaderamente se respira la emoción en la forma de mantener el diálogo del joven, digamos. También la del hombre mayor un poco desesperado y enfadado, como si le diera igual todo. Eso es lo que tiene que conseguir un diálogo: transmitir la emoción de los que hablan.
Mil gracias SilvIa por tu indicación y tu dedicación, tu amor por la escritura y la literatura, que sin duda quienes estamos aquí compartimos. Gracias a la participación y a la grata compañía. Encantado de seguir en este germinal foro.
Me permito la aclaración
9 son los mueves que faltan hasta Navidad
9 son los meses de la gestación
9 es la hora a la que más o menos se produjo la conversación real
7.07 es la hora a la que se envió el relato (20.07 en mi ordenador)
7.07 también podría ser una fecha.
– ¿Será posible? Me voy desgañitar!
– Venga, tranquilo, respira profundo
.-Y con tanta Tecla, me pongo nervioso, y no atino.
– Recuerda, «vísteme despacio que tengo prisa»
– Es que con este encierro, estoy ya como un cencerro; se me nublan los ojos.
– Acaso duermes mal?
– Pues no, lo suficiente creo, pero madrugo para ver el amanecer, y también escribo mucho.
– Ya sabes que el sueño es fundamental para ti.
– ¿Solo para mí? ¿Qué sería de la vida sin sueños? De hecho ayer tuve uno, tan real!!
Ah sí.? ¿De qué iba?
– Te lo contaré dentro de un mes
Está bien usado el lenguaje para construir el personaje. Lo podemos sentir con su forma de usar las palabras y el ritmo. Llama la atención sus ganas de vivirlo todo en esta situación: madruga, escribe mucho… Es un personaje curioso y apetece leer algo sobre él.
«Te lo contaré dentro de un mes» está bien porque se supone que es algo que necesita la presencia para poder ser contado, pero por otro lado, el lector se queda demasiado en ascuas. Ahora, esto me da una idea para continuar con este curso.
Muchas gracias Silvia por el comentario. Dicen que las palabras se las lleva el viento, en cuyo caso espero que traiga las de este foro hasta mi calle y entren con encono en mi casa al abrir esta ventana.
En ascuas me quedo yo, por tu intrigante idea. Gracias!!
Como siempre a estas horas suena el teléfono, no falla, es mi hija.
– Hola mamá ¿tienes el ordenador abierto?
– Sí, dime.
– Vamos a tratar de incorporarte el Face Time, conecta el TeamViewer.
Lo hago y les doy la clave y contraseña. El técnico a distancia es mi yerno, él instalará el programa.
– Ya debes verme– le digo al mismo tiempo que me atuso el pelo.
– Si, te veo, estás guapa, pero cuenta, ¿como has pasado el día?
– Hoy no muy bien, ya sabes que esto se está haciendo largo, he llorado hace un rato y nunca lloro, al menos desde pequeña. De mayor creo que solo han sido tres veces: cuando el accidente de la cuidadora de mi madre, acuérdate que murió de una forma terrible. Cuando tu hijo entró en coma, y cuando falleció la abuela. De todo hace más de veinte años.
– Entonces, si ahora no hay motivos, y estamos todos bien… ¿por qué has llorado?
– No sé nena, quizás no sea tan fuerte como antes, de todos modos, después de diez días sin salir de casa empiezo a sentir cosas extrañas, es como si estuviera en un enorme vacío.
– ¡Pero mamá! Estamos cerca.
– Si, pero… ¿has oído las noticias esta mañana? Algo tremendo, la Guardia Civil entrando en un geriátrico han encontrado ancianos muertos solos en sus camas, ¡pobres! Entenderás que esté afectada.
– Mamá, piensa, tu no estas sola, estas en tu casa por qué quieres, nos tienes a todos pendientes de ti y eres fuerte, y… ¡solo has llorado tres veces en tu vida!
Intenta tomarme el pelo con mi supuesta fortaleza, quiere hacerme reír.
– Bueno, bueno… déjalo. Hasta mañana. Besos, buenas noches.
– Buenas noches madre, mañana te llamaré y ya sabes, ponte guapa que te veré.
Son ya las ocho, lo sé por el alboroto de los vecinos, sus palmas, la música, los cantos. En varios balcones agitan linternas encendidas. Mucho ruido, mucha fiesta por unos minutos. ¡Que contrastes! Les muestro mi empatía encendiendo la luz de la terraza, pero no me quedo. Solo deseo entrar en la casa y recogerme en silencio.
Transmite estupendamente el estado emocional del personaje. Esto solo se podría hacer con el diálogo, porque con la intención de la hija de calmarla y hacerle ver que todo es normal y estupendo, es cuando vemos cómo ella no se siente comprendida, no está de acuerdo con la manera de ver las cosas. La última frase es muy buena porque eso que parece estupendo a la mayoría: los aplausos, la música, las linternas, en realidad no funciona. De hecho termina diciendo «solo deseo entrar en casa y recogerme en silencio». Es un texto buenísimo para ver lo que hay detrás de un hecho asumido por todos, que es cómo llevar la cuarentena. Parece que es una forma de estar unidos, los inventos de salir a la ventana… pero en realidad, no funciona. Tiene que ser un personaje que verdaderamente se siente en peligro, porque está en el grupo de riesgo, el que nos lo haga ver. Muy buen texto. También muestra la distancia enorme entre ella y el mundo que trata de cuidarla y calmarla. Ellos no fallan, están ahí, pero no es suficiente porque no somos capaces de ver y entender lo que siente este colectivo. Menos mal que está la literatura para contarlo.
-Hola iaia, estamos haciendo tiramisú
-Hola amore,
-Mi hermana y yo
-Una pregunta, ¿cuánto es de azúcar?
-Qué rico, guardarme un poquito que voy a cenar
-jajjja si si
-tres cucharadas
-¿grandes?
-Si
-Vale gracias
Dos emoticones con forma de corazón aparcen en la pantalla
-Cucharadas siempre son grandes
-Vale jajaja
-Cucharaditas, de café
-jajajja
Aparece en la pantalla un video con mi nieta en la cocina batidora en mano y otro con su madre al lado
-Qué guapa la repostera
-Jajaja y tanto
-Y la mamii, qué honor verla, no sabía que vivía en esa casa
_jajajaj
-Y la reportera no sale ?
– Mi hermana claro que ha salido, mira qué guapa
Envian una fotografía con retoques adicionales de Paula que es la que graba
Preciosas las tres, que aproveche, si no llego esta noche, guardarme un cachito para desayunar mañana ( aquí un emoticón guiñando un ojo)
-Buenas noches cariños, os quiero
– Y nosotras a ti iaita
–
Está bien elegida la conversación en el móvil porque al final, escribir es una forma de representar la realidad y la mayoría de las conversaciones que estamos teniendo suceden por wasap. Ahora, si elegimos esta opción, como es escrita, no debería llevar el guión de entrada. Si se lo quitamos, ya no se oye como una voz, si no como algo escrito y el diálogo tiene más sentido. Por otro lado, has elegido una escena que por lo que sea te ha llamado la atención y ese por qué te ha llamado la atención, que es lo que quieres transmitir al lector, no aparece. Para volver a escribir el texto bien, deberías preguntarte ¿por qué he elegido esta conversación? ¿Qué me ha emocionado de ella? Y cuando te hayas respondido, entonces, volver a escribirla desde ahí. Así funciona la escritura en general. Está muy bien hacer el esfuerzo una vez para entender para siempre este mecanismo.
Gracias Silvia por tu esfuerzo y tus palabras. Mañana vuelvo a escribirlo con tus correcciones de cabecera. Me estimulas a seguir
– Se dice que si el mundo continuara así, sin más emisiones de CO2, la atmósfera de la Tierra podría recobrar un buen nivel en quince años.
– Siento decírtelo pero creo yo que, en cuanto veamos el fin de este episodio, el mundo producirá tanto como antes, sino más. He oído, no me acuerdo si a nivel europeo o mundial con los del G-7, la llamada a un crecimiento aún superior al de antes, para que las empresas puedan sobrevivir a la crisis.
– Me gustaría poder imaginar un mundo diferente, pero ya sé que no es posible. Sabes, sin consumir tanto. Y, podríamos producir, cada uno en su jardín, lo que necesitamos para comer. Pero ya sé que Lea no querrá, siempre quiere comprar nuevas cosas, ropa nueva, cosas inútiles. Papá, ya sé que tampoco querrá.
– Lo siento mi hijo. Creo… estoy convencida de que tienes razón. Tampoco es que sepamos cultivar… Pero, podríamos intentarlo. Podríamos empezar con algo sencillo. No sé. ¿Patatas?
Hay un recorrido en el diálogo: empieza con una esperanza y termina en el absurdo, mejor, termina en lo que siempre tenemos, no saber qué hacer con lo que pasa. Eso está muy bien. En medio: cuidado con meter a Leia que no sabemos quién es y el lector se queda pensando quién será y lo saca del efecto del texto. Papá también es un elemento del que no sabe nada el lector y le inquieta. Es importante esto para tener siempre en cuenta que el que escribe sabe mucho, tiene mucha información de todo lo que rodea al texto, pero el que lee no. Hay que ponerse en el lugar del que lee para saber si le estamos dando la información que necesita para entender el texto. La información no se da como tal, pero se pone algún detalle que defina el contexto.
Conversación por teléfono con un amigo agobiado porque cree estar perdiendo el tiempo estos días:
– No soy capaz de concentrarme en nada.
– ¿Y para qué quieres estar concentrado ahora?
– No lo sé, no soy capaz de estar sin hacer nada.
– Entonces a lo mejor el problema no es la concentración.
– La gente estos días hace cosas.
– Ya, pero tampoco es necesario ser productivo todo el rato.
– Eso es verdad, pero me aburro.
– ¿Antes de todo no te aburrías?
– Me aburría igual. No, me aburría mucho más.
Está muy bien terminado el diálogo porque te muestra algo: el personaje se hace consciente de que antes de todo esto se aburría mucho más. Lo interesante de esta situación, ya que estamos, es ver en perspectiva, con distancia, nuestra vida anterior.
Y ya que estamos, la presentación del diálogo podía estar un poco trabajada, por ejemplo, puede haber una pequeña descripción de cómo está colocado el que escucha con el teléfono, o por qué llama a esa persona. Eso ayudaría a ver en qué le afecta a él la conversación también.
– ¿Dígame?
– ¡Hola, Amparo! ¿Cómo estás? Soy Javi, de la Asociación de mayores.
– Jaime, Jaime… perdóname, pero no caigo ahora.
– ¡Javi, Javi! Soy Javi
– ¡Ah, sí, Javi! ¡Claro! ¿Qué tal? Te vi muy delgado y muy guapo la última vez.
– Gracias, Amparo. ¿Qué tal estás? ¿Te encuentras bien?
– Hijo, a mis 96 años no me puedo quejar… Aquí estoy en casa, porque ahora no podemos ir al Centro de Día. Me dice mi hijo que ha habido un problema administrativo, y que ya nos avisarán cuando se pueda volver. Así que, aquí estoy, aburrida. ¿Tú cómo estás?
– Bueno, pues aburrido también, sin salir de casa…
– Pero en tu caso no será por la edad, ¿no?¿Qué te pasa?
– Bueno, como ahora no se puede salir por el virus ese que hay…
– ¿Qué me dices? Ya sabía yo… Ayer escuché eso del virus en la tele mientras me echaba la siesta, y cuando me desperté y pregunté a mi hijo, me dijo que vaya película me había montado; que lo habría soñado… ¡Me está volviendo loca! Entonces, ¿hay un virus?
– Eh, bueno… puede ser. Yo, por si acaso, no salgo. Pero bueno, hablemos de cosas más alegres. ¿Cómo está Alicia? ¿Qué has comido hoy?
Hablamos de su infancia, de su hija con discapacidad… hasta que colgamos el teléfono.
Tuve que quedarme un rato sentado, procesando la conversación.
Lo importante es saber por qué tienes que procesar la conversación. Podías meter algo que nos haga saberlo.
Llama la atención que el hijo haya decidido esconder la realidad para que no sufra cuando ella parece fuerte, seguramente es más fuerte que el hijo. Esto es lo interesante.
Tienes que borrar el ¿Dígame? No es necesario. Hay que entrar ya al grano, sin hacer introducciones.
-Y yo, que siempre pensé que lo mejor de mi casa era no tener vecinos delante y poder ver el puerto y el mar…
-Es que es una gran ventaja poder desnudarte sin preocuparte de que nadie te vea, de tener que correr las cortinas, o de bajar persianas. Tener vecinos enfrente resta mucha intimidad.
– Tú siempre tan práctica…Pues te diré que ahora daría algo por asomarme a la ventana y tener vecinos y verlos bailar y verlos cantar y verlos aplaudir todos los días a las ocho de la tarde, como se ve en la tele que sucede en esos animados barrios de toda España
– ¿Qué querrías? ¿Tener clase de zumba en la azotea dirigida por el cachas del barrio?, ¿discoteca en la terraza del noveno en casa de esos estudiantes que cada sábado te amargaban la vida?, ¿ o es que añoras los conciertos de violín del niño del tercero, el menos dotado del mundo para la música y del que te quejas desde que viniste a vivir a esta casa.?
-Pues sí, la verdad que querría ver enfrente, en otro edificio, a todas esas personas de las que estamos hablando. Y no sólo a ellos, querría adivinar sus vidas,
-Querría conocer al niño del violín, que igual un día se convierte en virtuoso a fuerza de tanto insistir.
– ¿Y no se te olvida decir, que gracias, también, al sufrimiento de sus vecinos?
– Querría ver al cachas del barrio que, vale, sí, es macarra, pero empiezo a verlo mucho más atractivo
– Acabarás encontrándolo guapo, al paso que vamos.
– Y querría conocer y bailar con esos estudiantes folklóricos, que, la verdad, están en la edad de hacer ruido.
– Probablemente, harán el mismo que en su momento debisteis hacer tú y tus amigas en aquel ático de Madrid.
-¡Qué bien me conoces!
-Es lo bueno de la soledad: que te permite hablar contigo mismo.
jjjj. Tiene mucha gracia. Por un lado es verdad que podemos empezar a ver con otros ojos a la gente, con más empatía. Y está muy bien el diálogo en soledad que no es monólogo, que es como una especie de desdoblamiento. Dices una cosa y te contestas llevando la contraria. Todavía no está usado en literatura, no recuerdo ningún libro, aunque algo parecido sí que hay en el Fausto de Goethe con demonio por medio.
Ahora , quitaría ¡qué bien me conoces! Es lo bueno de la soledad… eso se sale de la lógica de ese tipo de diálogos y convierte el texto en un poco artificial. Quizás terminaría con alguna imagen del pasado que entronque con el texto, o con un darse cuenta de que está hablando consigo misma, pero más real. En realidad quiere decir que el ruido es vida.
Personajes: Madre, hija mayor y su bebé de 18 meses, hija pequeña, un gato.
Lugar: pantalla de móvil dividida en tres rectángulos.
Son las 12: 30,, hora previamente convenida.
Se ilumina la pantalla.
– Todos: Hola!, hola! como estáis? Sonríen y gesticulan mucho con las manos.
– Todos: Bien! Muy bien! Hablan a la vez.
– Bebé: Abu!!!! (gritando mucho y señalando a la abuela)
– Abuela: Hola, mi niño, mi chiquitito rubito precioso!!!! (con voz impostada y muy fina)
– Hija mayor y madre del niño: Está muy espabilado (señalando al niño). Le encanta estar en casa todo el
día con nosotros, pero creo que lo estamos maleducando un poco…
– Hija pequeña: Y como te va el teletrabajo? Yo ya estoy harta de mirar pantallas.
– Hija mayor: lo del teletrabajo ya lo doy por imposible.
– Bebé: ( Muy excitado). – Miaaauuu!!!!! Señalando al gato que ha saltado al regazo de la abuela.
– Gato: Miau! (acercándose mucho a la pantalla y tocándola con el hocico).
Vibración extraña en la pantalla. Tras unos segundos vuelven a aparecer los tres rectángulos pero
ahora, en uno de ellos, se ve al bebé llorar desesperadamente. Nuevas vibraciones. El bebé intenta por
todos los medios quitarle el móvil a su madre.
– Hija mayor: mejor lo dejamos para dentro de un rato (suspirando).
– Todos : Hasta luego !!!! ( mandándose muchos besos y haciendo como si se abrazaran).
No se entiende muy bien lo de hija pequeña. Supongo que está con la madre, o en otra casa sola, pero tiene que estar más claro. Falta que podamos ver más claramente por qué esta conversación te interesó tanto o te marcó de alguna manera. Supongo que es la falta de verdadera comunicación, que no se dicen nada. En ese caso, deberías hacer hincapié en los besos, abrazos y suspiros para que después la protagonista se quede en el vacío o con la angustia de estar sola con el niño o lo que sea que ocurra. Como no hay mucho lenguaje, a lo mejor la escena quedaría mejor contada sin diálogo, de forma descriptiva, para resaltar la falta de conversación. Hazte la pregunta de por qué te impresionó este diálogo, qué había ahí.
– Hola Maria, que tal?
– Holaaa! Que bien, que ganas de verte! Te importa que conecte también con mi amiga Laura?
– Laura? La de tu cumple, la de Santander?
– Si, si, esa, la bióloga
– Si, claro, contáctala también, con esta aplicación se puede, así nos ponemos al día
– Hola Laura!
– Hola María! Anda Ana, hola, cuánto tiempo sin verte! Que sepas que te sigo por Instagram!
– Si, ya se. Que tal por Santander? Como va todo?
– Bueno, no sé si te ha contado Maria…
– Contarme que?
– No, yo no le he contado…
– Pues nada, que acabo de divorciarme
– Vaya…
– Se ha divorciado hace dos meses Ana, el marido un capullo, claro que mejor no aguantarlo en la cuarentena!
– Vaya…. Y tu? Cómo estás tú?
– Bueno, ahora mejor, pero ha sido duro. Me lo dijo antes de Navidades, las pasamos juntos por los niños, creía que se lo iba a pensar, pero nada, al pasar las fiestas se fue de casa. Me dijo que se lo estaba pensando desde hacía un año.
– Pensar, pensar, si ese no piensa! Ya te digo yo que es un capullo!
– Y los niños Laura?
– Los niños conmigo. No me ha puesto problemas con la custodia, bueno, con nada la verdad. El único problema es que me ha dejado. Y no creas que me ha dado muchas explicaciones. Que necesitaba vivir solo, que necesitaba un cambio de etapa, que le faltaba aire, nada, como quien cambia de cocina…
– Es un capullo! Un pitopaúsico egoísta! Mejor que se haya ido! Has sido demasiado buena, siempre te lo he dicho, que hacía lo que le daba la gana y tu siempre ahí, al pie del cañón con todo!
– No se Maria, a lo mejor podríamos haberlo arreglado, es que no hemos podido hablar. A lo mejor si fuese ahora, si nos hubiese pillado esto juntos, con tiempo por delante…
– Pero entonces, tenéis posibilidad de arreglarlo?
– Pero cómo lo van a arreglar Ana! Si no se ha dignado a darle ninguna explicación! Y dice que no hay otra! Y encima acaba de quedarse sin trabajo!
– Quién, tu marido?
– Mi ex, mejor. No, la que me he quedado en paro he sido yo. Aunque justo hace dos semanas me llamaron para un laboratorio, pero ahora con esto…
– Vaya! Y los niños? Como lo llevan?
– Bueno, el pequeño bien, lo veo como siempre, pero el mayor, no se, me preocupa más porque no quiere hablar de su padre.
– Normal, como va a querer hablar? Con lo unido que estaba a él y que no haya tenido ni una mísera conversación con los niños! Vamos, que hay que ser desgraciado! Es que no sabes Ana, pero no ha querido hablar con ellos tampoco! Se lo ha comido todo Laura! Es increíble!
– Vaya Laura, que pena. En fin, quizá más adelante podáis tener esa conversación y con los chicos también. A lo mejor estos días le ayudan a pensar, no?
– No se Ana, eso espero, porque nos ha dejado a todos fatal…
– Como os va a dejar? Y tu pensando que la cuarentena mejor juntos, que a lo mejor lo arreglabais, vamos, que disparate, acabáis a tiros!
– Bueno María, ella sabrá, hay conversaciones que necesitan tiempo, hablarlas muchas veces. Ojalá tengas suerte Laura, ojalá este desastre del coronavirus os traiga esa conversación pendiente. Quien sabe
Este es el típico diálogo que necesita a veces un dijo Ana o dijo Laura porque si no el lector se pierde un poco.
Está muy bien el tema de alguien que piensa que con esta situación podría arreglar su vida, gracias al tiempo para hablar cuando su amiga piensa exactamente lo contrario. La misma realidad se ve desde distintos puntos de vista. Lo más importante es que una situación objetivamente mala como es el coronavirus da pie a pensar que puede ser algo bueno.
Tendrías que empezar en: _ Ana, no te he contado, el marido de Laura se ha divorciado hace dos meses.
No es necesaria y no hay que poner la introducción. para que se sepa que es una conversación a tres, puedes hacer un comentario como : estamos las tres ya a punto, me oís? o lo que sea. Algo rápido.
Se ven las diferentes formas de estar en el mundo de cada uno de los personajes por el tono. Y eso es lo interesante.
Gracias Silvia, tomo nota para modificarlo. Respecto a lo de utilizar el «dijo Ana» o «dijo Laura», no lo he hecho intencionadamente, he tratado de poner en cada intervención algo que identificara al personaje para que así el dialogo tuviese una agilidad más real, no se si esto se puede usar de este modo.
Sí, pero siempre y cuando no resulte demasiado confuso. Al ser tres voces que se entrelazan, no todo el tiempo, pero dos veces o así, no estaría mal usarlo. Y aquí no molesta a lo que se está contando. Si no lo quieres usar, tienes que hacerlo ver más claro. Ya que estamos, puedes pensar por qué tres voces y no dos. ¿Qué le pasa a la que cuenta con esta conversación?
Muchísimas gracias, Silvia!
No se me ocurre como terminar, tal y como me indicas… Voy a buscar soluciones y las escribiré aquí.
Gracias de nuevo…
Piensa en qué hay en el fondo de esta conversación. La otra tú te conoce, pero el lector no.
Wasapeo a mi sobrina, tiene 3 hijos entre 2 y 7 años, les añoro mucho, están confinados, junto con el papá en un unifamiliar, en un pueblo del alfoz.
La “pico”, para que me conteste rápido, normalmente no pido que me respondan enseguida, pero hoy lo necesito.
Yo:
Os pasa algo? No me ajuntais?
Ella:
Hoooola, ahora os llamamos.
Me manda una foto de la chiquitina, en un mini tobogán en el jardincito, haciendo “morritos”.
Ella:
¿Qué tal estais?
Yo:
Pero mira que es guapa ¡ como diría mi madre.
(Mi madre, su abuela y bisabuela se fundió con la Luz el día 2)
Ella:
(me manda emoticones de sonrisas sonrojadas y caritas con ojos de forma de corazón)
Yo:
Estamos cada uno a lo nuestro, tu tío lee, tu prima sigue todavía conectada al curre y a mí me ha pillado el toro con los plazos del taller, me parece increíble, ¡si no hago nada y estoy todo el tiempo haciendo algo ¡
Disfrutar de estos días, son un regalito, caro, pero bueno.
Dales todos los achuchones que nosotros no podemos darles.
Ella:
Sí, les estamos disfrutando…. Hay veces que no nos damos cuenta de lo más importante y vivimos con prisa….. Estos momentos te hacen reflexionar y darte cuenta de lo realmente importante.
(Atrapando lo de mis achuchones)
Eso está hecho, ya se los daréis
Me manda una nueva foto, son ya las 20,10 horas, los niños están a la puerta de la casa aplaudiendo, los dos mayores con alegría, entusiasmados, la pequeña mirando con asombro.
Gracias Silvia por tu valoración, me dan muchas alas tus comentarios. Quisiera enviarte una contestación amplia, pero intentaré hacerla pasados unos días después de hacer míos los principios de la narración que nos intentas transmitir.
Gracias por tu gran esfuerzo-
– ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? –me basta echar un vistazo desde el balcón para comprender- Ah, vale…es que soy la única persona de toda la calle (bueno, además de ese señor que te tira de la correa)
-…
– ¿No te quieres ir? Prefieres mirarme…
-…
– Ya, pero te tienes que ir a casa (y el señor al que sacas de paseo también)
-…
– Mira, vamos a hacer una cosa: termino de regar las plantas y me meto para adentro, para que te vayas tranquilo, ¿vale?
-…
-Adiós…
-Amor, veo en las noticias que hay un
Alto índice de embarazos como resultado del confinamiento – dice Manuel.
-Ah si- responde desinteresada claudia.
-Amor, una pregunta ¿tu te estás cuidando verdad?-pregunta Manuel.
-No-responde claudia.
-¿Como de que no? – Dice Manuel asustado.
-No he podido salir, amor- se excuso claudia.