UN ESPACIO PARA LA NOVELA

Dice Virginia Woolf:

«Leer una novela es un arte difícil y complejo. No sólo es necesario tener una percepción muy fina sino también una imaginación muy audaz para poder hacer uso de todo lo que el novelista, como gran artista, ofrece».

Parece fundamental recordar que dejar morir a la novela por la inexistencia de lectores capaces es una atrocidad cultural más.

Afinar la percepción y desarrollar la imaginación necesaria para poder entrar a las sutilezas de un texto tiene que ver con el ejercicio de leer obras complejas. Una obra compleja es la que plantea conflictos desde una perspectiva oblicua y por lo tanto ofrece muchos más matices de los que en una sola lectura se pueden captar.

De manera que la culpa de la supuesta muerte de la novela puede que no la tengan los dispositivos electrónicos, ni la falta de tiempo, ni una nueva forma de pensar, sino más bien, una incapacidad producida por lecturas que no desarrollan nuestras capacidades imaginativas.

Por otro lado, nadie hace hincapié en lo bueno perdido, el placer de leer novelas. No se trata de entretenimiento, sino de placer, de una experiencia estética, exactamente lo contrario del entretenimiento. El entretenimiento y la literatura nunca convergen porque la experiencia de placer de leer un libro literario es lo contrario a entretenerse, más bien es una forma de tenerse, de encontrarse con uno mismo y con el mundo. Martha Nussbaum recuerda el nacimiento de la literatura en Grecia como un espacio para tener emociones y reflexionar sobre la vida y la política, nunca como un espacio para olvidar la realidad.

Deberíamos poder distinguir de una vez los dos tipos de textos, entretenimiento y literatura como textos diferenciados por su intención y aceptar la literatura como un lugar para el que se necesita concentración, capacidad de imaginación y percepción, susceptibles de mejorar con la práctica. Seguramente muchos están dispuestos al esfuerzo por la recompensa si se les cuenta de manera clara.

Es increíble que se acepte el esfuerzo físico para poder practicar cualquier deporte y no se acepte la necesidad de un mínimo esfuerzo mental para poder leer. Esta paradoja da cuenta perfectamente de una posición generalizada contra la posibilidad de experiencias extáticas, en el sentido de placer y distancia con la realidad inmediata. De alguna manera hay una tácita sumisión a la realidad del momento, que no se debe afrontar, sino asumir.

La crítica constructiva no es una crítica suave y feliciana, es una crítica aguda y certera, por lo tanto una crítica que ofrece la posibilidad de cambio. Ese tipo de crítica no se hace desde el periodismo o la política, sólo surge de una visión natural y contextualizada, del entendimiento en la experiencia, y eso exactamente eso, es lo que ofrece la novela: una experiencia de la realidad que nunca podríamos tener desde la inmediatez. Podemos vernos en lo que se nos cuenta y podemos ver las zonas oscuras a las que nunca tenemos acceso, como es la sensibilidad y el pensamiento de los otros.

De manera que la novela necesita su propio espacio, ser clara en sus ofrecimientos: experiencia artística, crítica, conocimiento del mundo como forma de vivir juntos y también en sus exigencias: esfuerzo intelectual, desarrollo de las aptitudes perceptivas y de la imaginación.

Igual que se ha hecho un hueco la literatura infantil, por qué no podría tenerlo la novela. Quedaría liberada de tener que sobrevivir en medio de una montaña de libros de entretenimiento y narrativa descriptiva.

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One response to “UN ESPACIO PARA LA NOVELA

  1. “la experiencia de placer de leer un libro literario es lo contrario a entretenerse, más bien es una forma de tenerse, de encontrarse con uno mismo y con el mundo”. Da gusto leerte Silvia. Relectura, exigencia, exégesis, distancia; tratas de reorientar al lector perdido. Un abrazo fuerte.

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