Y ME TOCÓ LA VIDA. Rosa Burillo
Viaje, bendito viaje
Y tú, Guadalquivir
te desmelenas
y yo sin cauce
subo, río, corro
la alegría de estar siempre despierta.
Y es que tú estás ahí
y nos rozamos
y la mañana va de vida plena
entre piedras al sol de Andalucía
agua de chocolate nos jalea.
En clave de infinitos pienso
siento, sufro
Me resisto a ceder,
dura monotonía.
A contrapelo
ignoro
ajena a tus orillas
la gran lección de las riberas
canosas soledades amarillas.
Así es la vida: viaje permanente.
Como el río.
Pero la ribera sólo es un testigo, con sus «canosas soledades amarillas», que nos enseña la lección de lo estático… y no siempre es suficiente.
¡Qué interesante y qué acertada tu expresión! Gracias. Me hace pensar, y me encanta que el poema (mi opera prima, y por lo tanto flojo_lo sé_) sirva para pensar y comentar. Tienes razón, las orillas son estáticas, como esos personajes de Carver, paralizados en su mediocridad, en su rutina, pero la vida da posibilidades al que se atreve y ahí está el río, su caudal de energía para cambiar el mundo si nos lo proponemos. ¡Qué difícil decisión
… !
«Mi opera prima», dices, y me conmueve y me llena de grata sorpresa. Es solo el inicio del viaje, viaje fluvial en tu caso, un viaje en el que no verás desiertos, ni campos yermos,… recorreras los afluentes hasta llegar al rio principal, que te conducirá, inexorablemente, al océano.
Y me parece que lo estático no siempre es sinónimo de mediocre o rutinario, ya hace muchos años, Martín Descalzo en «La hoguera feliz» hacía la siguiente descripción: él le hablaba a ella de la vida, y dijo que era justo lo contrario de un arbol cortado al borde del camino (lo estático); ella le respondió que en un arbol cortado al borde del camino, se puede sentar un caminante cansado. Un caminante -replicó él- que nunca será tu hijo; «quien sabe, respondío ella, al fin y al cabo todos somos hijos de todos».
Muchas felicidades, Rosa, y muchas gracias; y, por favor, no nos prives de tus obras siguientes.
Querido N.O.Z.
Soy el arbol cortado al borde del camino y sinceramente preferiría estar entero y con ramas para poder dar buena sombra y cobijo al caminante casando. Incluso algún fruto que otro.
Estar seco por dentro, te convierte en un muñón de ti mismo.
Estoy totalmente de acuerdo con tu teoría de las orillas, receptoras del movimiento que las conforma.
Álvaro,
la misma voluntad de tu entereza y el sólo deseo de las ramas, te confieren la grandeza de la sombra, el calor hogareño del cobijo, pero, sobretodo, el prodigio creativo de los frutos. Todo está dentro.
Rosa, nos podrá alumbrar con su cauce y con su despierta alegría el camino.
N.O.Z.
Toma ya!
sin palabras
Bonito el vaiven de las plumas de la orilla,
juncales o yerbajos todos anónimos apóstoles
lavándoles los pies «eternamente»
hastiados por el sol, encenagados, doblegados. ..
En el penúltimo atardecer de Última Cena.
Panta rei, Guadalquivir
intemporal alumno de camnosas riberas.
GatoFénix
Felicitando a Rosa.
Bonito el vaiven de las plumas de la orilla,
juncales o yerbajos todos, anónimos apóstoles,
lavándoles los pies, “eternamente”
hastiados por el sol, encenagados, doblegados. ..
En el penúltimo atardecer de Última Cena.
Panta rei, Guadalquivir
intemporal alumno de canosas riberas.
GatoFénix
Felicitando a Rosa.