23 A: Día del libro. Reivindicamos

Charlotte Van den Broeck con un libro en el tejado

Silvia Bardelás

Empecé a leer muy muy pronto. Le pedí a mi madre que me enseñara porque me parecía mágico que mirando hacia las hojas salieran todos aquellos cuentos. ¿Cómo lo haces?, parece ser que le dije. Enséñame cómo hacerlo.
No me acuerdo de eso, pero sí de la emoción de leer. Al principio era el sonido, sacar sonido de las letras. Eso me parecía genial. Supongo que es la primera experiencia de dar vida a algo que no la tiene. ¿Qué es una letra? Un signo, solo un signo y de repente, es un sonido.

El primer libro de lectura que tuve que comprar para el colegio tenía una ardilla. Y nunca se me ha olvidado cómo empezaba: la ardilla corre, la ardilla vuela, la ardilla salta como locuela. Al lado venía un dibujo de una ardilla con una cola muy grande, más grande que ella. Cuando bajaba al recreo, corriendo por las escaleras decía para mí: la ardilla corre, la ardilla vuela, la ardilla salta como locuela. Era como una banda sonora. Era música sin ninguna duda.

Cuando muchos años después fui madre, leía los cuentos como la mía, distinguiendo mucho las voces, cambiando constantemente el volumen, haciendo silencios, chasquidos, sonidos de coche, de pájaros. Los niños escuchaban sin pestañear. Cada libro era un sonido diferente y sacábamos de cada uno una canción. El estribillo, los libros infantiles tienen estribillos, lo convertíamos en una canción. Y mientras leíamos se balanceaban y se alegraban de volver a tener a Martiño el del tren o al conejito blanco, más tarde incluso a Jacob, la historia de Jacob les encantaba y otra vez, y otra vez y jugábamos a buscar a Jacob en el Museo del Prado. Les gustaba verlo en un cuadro después de saber la historia.

El primer contacto con el libro tiene que ver con el oído, con el tacto, con la vista, las ilustraciones también son muy importantes.

Y después hay que dar el salto, un salto que da muy poca gente, en España, muy muy poca gente. Hay que empezar a leer con la cabeza y empezar a crear ese oído, ese tacto, esa vista. Porque los libros ya no se escuchan, porque los libros dejan de tener ilustraciones, dejan de rimar y nuestra madre ya no los lee ni forra las cubiertas.

Ese salto del libro-sensorial al libro intelectual puede llegar de forma natural. Yo me acerqué a la biblioteca del salón de casa y cogí Miguel Strogoff porque me encantaba el nombre, es decir, guiada por el sonido y me enganché completamente a la sensación de estar tan cerca de alguien, del personaje. Nunca había estado tan cerca de alguien, mejor, nunca había visto a alguien tan de cerca. Y eso me dejó totalmente fuera de juego. Así que decidí seguir por el mundo ruso, pensando que eso es lo que me había enganchado y acabé leyendo durante años a Dostoievski y Tolstoy. Lo que me guiaba era esa fascinación por ver a las personas por dentro. No ocurre en ningún otro espacio artístico, en realidad no ocurre en ningún lugar, porque los actores en una película, por mucha mirada intensa que pongan, no pueden mostrar lo que son por dentro, lo dejan entrever, pero no lo muestran de una manera tan profunda. Ni tampoco se dejan ver a través de la mirada de los otros personajes. El cine está muy bien, es una maravilla, pero es otra cosa, no substituye al libro. Yo me di cuenta en seguida de que la literatura era el ser humano abierto en canal, una especie de autopsia de vivos. Y ya no puede dejar de leer.

¿Llegan los jóvenes actuales a ver esa necesidad de conocer al ser humano por dentro? No. ¿Son capaces de coger un buen texto literario y descifrarlo, es decir, en lugar de sacar sonido a los signos, las letras, recrear todo lo que el libro les ofrece, reconocer los recursos expresivos hechos con palabras? No.

El libro tiene un gran problema que no es el coronavirus y es que no tiene lectores porque se ha creado una distancia enorme entre la literatura y el ser humano. Muerto el interés por vernos por dentro, a cuerpo abierto, y perdida la capacidad para leer de manera adulta, cómo nos vamos a acercar a los libros.

Así que, aquí, en De Conatus, nos encantaría hablar de un 23 A, pensando que el día del libro está montado para reivindicar el valor del libro. Si estuviera vivo, no haría falta dedicarle un día.

Ya que estamos:

Reivindicamos una educación literaria en las escuelas, sobre todo en el bachillerato. Reivindicamos que se revalorice la literatura, todavía hay mucho que conocer del ser humano.
Reivindicamos que no se confunda entretenimiento con literatura.
Reivindicamos que la sociedad sea consciente de que la literatura, la novela en especial, es la obra de arte por completo social, como decía Hanna Arendt, un artefacto imprescindible para vernos en perspectiva.

El coronavirus es un problema para vender libros, pero es un espacio perfecto para reengancharnos a las actividades que requieren tiempo de calidad, creatividad, intimidad. Y ese es el espacio de los libros.

Compartir:

4 responses to “23 A: Día del libro. Reivindicamos

  1. Buena retrospectiva Silvia. Genial, el mensajero del Zar! Genial, diría yo, cualquier mensajero, sobre todo si es paloma. que no hace falta una Maratón. Dignas de respaldo, las reivindicaciones. Y conste que solo hablo como lector.
    La Galaxia Guttemberg sigue existiendo. El libro debería volver a ser lo que un día fue. Y cuantos más lo imaginemos, más posible será.No crees?

  2. Yo también empecé a leer muy pronto, no me podía aguantar. Veía todos aquellos signos en las páginas, y no me resignaba a depender de nadie para tener la experiencia de la lectura y, mucho menos, para que me marcaran el ritmo. Yo quería parar y, también, volver atrás o leer varias veces lo mismo. Confieso que no me servía cualquier monigote como ilustración, pero de las letras lo quería todo.
    Cuando leo un libro, lo hago mío. No es mi objetivo, sólo ocurre. Lo que a diferentes personas les pasa leyendo un mismo libro, es muy personal, por eso no me gusta que me los presten, tendría que devolverlos, pero me encanta que me los regalen.
    Cuando alguien regala un libro, de alguna manera, acorta distancias con la otra persona. El atrevimiento de creer saber lo que el otro debe leer, sólo puede basarse en algún tipo de información privilegiada. Cuando el objetivo de ese alguien que regala soy yo, se me despierta un interés nuevo por esa persona pero, sobre todo, una curiosidad. Miro la portada, la contraportada, doy las gracias, y me muero de ganas por llegar a casa para poder empezar a leer, aunque sé que tendré que saltarme todos los protocolos de mi lista de espera. Estos libros regalados siempre los termino, no tanto por lo que me puedan hacer sentir, sino porque me matan las ganas de saber por qué esa persona me eligió precisamente a mí para compartir ese libro.

  3. Muy interesante la reflexión sobre el paso de la literatura visual a la puramente escrita. En mi caso las primeras lecturas elegidas y disfrutadas fueron los tebeos (Tintín, Mortadelo) y luego, ya de adolescente, las tiras cómicas (Mafalda, Forges). Entonces la mayoría de libros “sólo de letra” me resultaban incómodos porque no sabía ver las imágenes que había detras de las palabras. El primer libro sin ninguna ilustración que leí (aun lo conservo) fue “Pelham 1,2,3”. Me gustaban los trenes y por eso me lo compré. Me resultó muy visual, probablemente porque estaba ambientado en un universo que me interesaba. Luego vinieron las lecturas escolares obligatorias, unas pocas leídas con gusto, la mayoría con esfuerzo, pero a pesar de todo yo ya era consciente entonces de que el virus (perdón por la comparación) de la lectura lo tenía dentro, y alternando lecturas obligadas y lecturas elegidas me fui creando un mundo personal de preferencias en que un autor me lleva a otro. Y ahora me pasa lo contrario de cuando era pequeño: si en una novela me encuentro algún dibujo o alguna foto me desagrada porque la imágen vista me resulta más pobre que la escrita.

  4. Buen pensamiento, creo que los libros al igual que el almuerzo deben deborarse todos los dias y si se es joven con más razón aún, a nutrirse bien.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *