8 de marzo. Reivindicar, pensar y celebrar.

¡Ojalá no tenga que haber nunca más un día dedicado a la mujer como no hay un día dedicado al hombre! Eso querrá decir que habremos alcanzado la igualdad.

 

Pero hoy existe, es 8 de marzo de 2022, estamos saliendo de una pandemia y tenemos la posibilidad de una guerra flotando alrededor. Hemos perdido la cuenta del número de refugiadas que pueden llegar a nuestro país, con hijos, embarazadas, representando justamente el papel de cuidadoras e intendentes que siempre hemos asumido frente al de los hombres, soldados que se quedan luchando, asumiendo su rol masculino de fuerza y valentía. ¿No resulta un poco extraño? 

 

Es curioso ver esto en pleno siglo XXI, en un momento álgido de la lucha por la igualdad. Y la verdad es que no me gustaría quedarme con un rifle y creo que a muchos hombres ahora mismo tampoco les gustaría quedarse con un rifle en la mano y preferirían cuidar de sus hijos. 

 

Hoy es un día de reivindicación, pero también debe ser un día de celebración de lo que se ha conseguido. Queda mucho para la igualdad, pero hemos avanzado. Las mujeres tenemos más posibilidades que antes de realizarnos personalmente y los hombres también, porque han perdido el agobio de cargar con el peso económico de una familia, porque pueden disfrutar más de sus hijos, porque nadie les exige que cumplan con un rol masculino que no tiene por qué responder a su sensibilidad como personas. 

 

La igualdad y la libertad de la mujer es proporcional a la igualdad y la libertad del hombre porque nuestras sociedades estaban estructuradas siguiendo patrones ancestrales que sólo respondían a nuestras diferencias fisiológicas. Hemos avanzado suficientemente en maquinaria y tecnología como para que la inteligencia y la sensibilidad sean los valores necesarios para crear un mundo mejor. Y ahí no hay diferencia.

 

Celebremos un cambio de mentalidad que tiene que ver con entender nuevos retos vitales. Seamos modernos, nuevos, limpios. Todos juntos. No vayamos las mujeres por delante, teniendo que reivindicar.  Que los hombres no piensen que pierden algo en este nuevo mundo. Entiendo que la igualdad llegará cuando todos juntos nos sentemos y pensemos qué necesitamos para crear un mundo mejor con las herramientas que tenemos.

 

Si mi padre no fuera un hombre ajeno completamente a la desigualdad, yo no estaría escribiendo esto. Si mi pareja no fuera un hombre que se enfrenta al mundo conmigo como una unidad, no estaría escribiendo esto. Estaría, como es lógico, reivindicando desde el dolor. 

 

Espero que podamos ayudar a todas las mujeres y niños, niñas y niños que necesitan por igual nuestro cuidado, que llegan a nuestro país huyendo de una bestialidad que responde a una mentalidad masculina ancestral y desfasada. 

 

Silvia Bardelás

 

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