ALICE MUNRO. ADMUSEN

ALICE MUNRO

El premio Nobel es más fiable que otros premios en el sentido en que no siempre son los mejores escritores los que lo ganan, pero siempre hay algo interesante en los escritores que los ganan.
En este caso además coincide con una escritora con voz y punto de vista propios y por lo tanto, con una forma de narrar particular que suma un nuevo estilo. Alice Munro es capaz de cambiar el modelo anglosajón de relato y darle otro horizonte. Aunque sus finales son momentos significativos que conforman un auténtico fin de relato, como el beso de buenas noches del padre que cuenta un cuento a sus hijos, al principio y en el desarrollo toma la anchura de una novela, se abren miles de posibilidades. Por supuesto que hay una intención de mantener el suspense, de dar “pistas” a cuentagotas que llevarán a esa comprensión tan satisfactoria del final de los relatos, pero todo ese tramo del relato convive con la apertura novelesca de saber que todo se nos escapa de las manos, que no vamos a encontrar nada.

Esto puede ser solo un logro técnico y curioso, sin embargo va más allá porque impide cerrar los finales,y al contrario que otros escritores que escriben novelas que cierran como un relato dejando insatisfechas las expectativas novelescas, ella puede contar en pocas páginas un tema aparentemente inabarcable.

El acierto de Munro, aunque todavía conserva cierto molde de relato norteamericano, es tener algo que contar y contarlo. Es decir, no buscar temas abstractos a los que se le engancha una técnica narrativa que les haga funcionar medianamente, sino coger temas cotidianos y contarlos desde ellos mismos, dejar que se cuenten. Si lo que hay que contar es el engaño amoroso y el amor engañado a la vez se cuenta desde lo que es el engaño, la frialdad. En el relato Amudsen, en Mi querida Vida, la frialdad llega a sentirse físicamente. Utiliza el frío del hielo, de manera que es una frialdad seca, vacía y a la vez ardiente. Quizás no se me ocurra mejor forma de mostrar el engaño y como consecuencia, la forma en que alguien se pueda dejar engañar. Porque no hay nada más chocante que el hielo, el silencio, el vacío y la poca capacidad de maniobra que produce un estado en un paisaje helado.

El engaño tiene como principio el descolocar a la víctima, privarla de herramientas para reaccionar. En este caso, el engañador es frío y el engañado no tiene experiencia que le permita reconocer esa frialdad como real. Por eso este relato, como muchos otros, de Munro, va más allá de lo que cuenta, está contando un engaño, pero también está contando el fin de la inocencia, desde su punto de vista, irrecuperable. El engañador tiene un objetivo y para lograrlo miente porque su presa no tiene valor. El engañado es incapaz de reconocer esa posibilidad.

Por qué lo cuenta bien Munro, porque la figura principal, la engañada, se pone a merced del engañador, es capaz de dejarlo todo, de asumir todo sus deseos, todos sus gustos extraños, de ponerse por debajo sabiendo que en realidad está por encima. Una especie de entrega irracional tiene lugar, un deseo más allá de la persona del engañador de ponerse en manos de otro, de no asumir el propio camino y sobre todo, de no tener que reconocer la existencia del mal, es la resistencia a perder la inocencia.

La circunstancia por supuesto es muy importante y Monro la recrea en detalles que no resalta pero que van sumando. En este relato, la guerra, la enfermedad, la juventud, la soledad. Todo eso está contado con una voz radiofónica, un vestido, unas botas, una chimenea, una cocina.

En los relatos de Munro suele aparecer una niña que contrasta con algo sucio que está sucediendo. Eso que está contado como sucio a través de un efecto expresivo, por ejemplo, en este relato, el ambiente helado no es blanco, es gris, la cena romántica es cerdo, el coche es viejo y sin cuidar, los abrigos no se quitan nunca y no hay luz, contrasta con la alegría, transparencia, locuacidad de una niña que todavía permanece fuera de ese ámbito envilecido. La que va a entrar en ese mundo no respeta esa transparencia y cae. Munroe es la escritora que cuenta la acción de caer no como pecado sino como cansancio, un cansancio que se entiende por la circunstancia.

En Admusen, el engañador, el que envilece, se llama zorro y sus artes son aprovechar su edad, ese conocimiento que da la vida sin más, por estar, aparentar inteligencia y descolocar a su víctima a base de crearle inseguridad. Las frases a medias, la autoridad, la leyenda creada alrededor de sus subalternos son las herramientas de un mediocre consciente de serlo y sin escrúpulos.
Por otro lado, la entrada en ese mundo gris y depravado de la víctima está contada desde el instinto de negación del mal, la verdadera sorpresa por no haberlo imaginado, la aparición del “verdadero” mundo, el que hace daño. El mediocre triunfa sobre la víctima que reconoce como superior aprovechando esa lucha por no perder a inocencia.

Si hay que resaltar algo de Alice Munro es su capacidad de no intromisión, de dejar que experiencias compartidas por todos en la vida cotidiana se cuenten a sí mismas. Esa narrativa que fluye y que se busca a sí misma no es común en un mundo anglosajón muy “amoldado”.

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2 responses to “ALICE MUNRO. ADMUSEN

  1. I am highly interested to contact to Alice Munro, i got some important manuscripts I want her to check and get her opion cause my final intention is to print a book. I am staying in Bogota, Colombia,South America.

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