CENTENARIO DE ÁLVARO CUNQUEIRO

Álvaro Cunqueiro.  Cuando soñar se convierte en necesario

Decía Cunqueiro que Galicia tenía los pies en el río del olvido y la cabeza al final de la tierra, donde empezaba el océano tenebroso habitado por una infinidad de monstruos marinos. La vida en este lugar ahistórico, amenazada durante siglos por invasores, integrada en un paisaje envolvente, generó un pueblo a la defensiva, dialogante y falador, acostumbrado a tener muchas palabras y a valorar todos los prismas  sin tener una respuesta rápida y clara a los interrogantes como el que formula Hamlet a Poloño en su obra O incerto señor Don Hamlet. “¿Sabes lo que se preguntan los fantasmas cuando se encuentran? Se preguntan: ¿Cómo podemos existir y no existir al mismo tiempo?”

Y de ese mundo surge su voz como un narrador más, el que pone por escrito lo escuchado y lo observado deformando la memoria de una realidad con tantos puntos de fuga que recurre a la magia como una manera natural de ordenar sin límites.

La repercusión internacional de Cunqueiro, que ya era tema de tesis en universidades de Italia o Inglaterra en los años 70, se entiende desde el interés que suscitaba esta manera de contar la realidad al hilo de la fantasía, la vuelta al mito desde lo cotidiano, él era muy consciente del “vivir en leyenda” que le rodeaba y de la necesidad de soñar contra la aspereza de la vida ordinaria. Un realismo mágico ya en los años cuarenta.

Al narrador de Cunqueiro no le interesa si lo que cuenta es verdad o mentira, la invención está por encima de cualquier corpus ideológico limitador. Su universalidad es radical. Cunqueiro concibe un solo personaje en un gran sincretismo cultural, el hombre que vive buscando y encuentra inventando, que nunca espera que algo real se manifieste como verdad única, que vive al margen de las fronteras de espacio y tiempo. Y ese hombre puede adoptar distintas formas, puede ser Ulises, Hamlet, un hombre que habla con su caballo, un emigrante gallego en Buenos Aires casado con una judía que no le deja comer jamón o  Merlín llevándose a la nariz, muy fino, con las puntas de los dedos, un poco de rapé. Ninguno es más importante que otro. Cuando retrata a Os outros feirantes, gente integrada en la naturaleza con debilidades y deformaciones  que no son castigo divino, sino más bien un error que con una buena invención pudiera tener solución, habla de ellos como xentiña de nós. Cada personaje se percibe integrado en un nosotros que no es masa, sino un conjunto infinito de individualidades, todos los personajes son singulares, pero iguales bajo esa falta de verdad unificadora.

Y este es un valor actual de Cunqueiro, si hay que renovar su lectura, supongo que el objetivo principal de celebrar un centenario. Ante la globalización, no podría soportar la idea de que la cultura se igualara en una especie de anticultura. En él está presente un nosotros que aúna la diferencia. Merlín y Ginebra viven perfectamente adaptados en la gallega selva de Esmelle. “Puedo decir lo que he oído hablar del Mago Merlín, profecías suyas y prodigios que están vivos en la memoria, o en la imaginación de las gentes de mi país”.

Debemos celebrar que un hombre fuera capaz de contar lo más cercano para llegar a lo más universal.

Artículo publicado en El Mundo el día 16 de mayo de 2011

Biografía de ÁLvaro Cunqueiro
Entrevista a Álvaro Cunqueiro

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2 responses to “CENTENARIO DE ÁLVARO CUNQUEIRO

  1. “LAS CRONICAS DEL SOCHANTRE” DE ALVARO CUNQUEIRO

    Su tocayo Alvaro Mutis lo señala como colombiano a este gallego que escribió en gallego y en español sus historias universales como relojes. Su prosa es tan exacta como la de él. Tan lejana como un camino de tierra. Como el ala nemorosa de un pájaro disecado.
    Las historias que nos cuenta son increíbles pero para ser increíbles tienen que ser creídas por el lector atento.
    Yo no soy quién para negar que la atención de un lector verdadero es la distracción creadora.
    Vayamos, entonces, por donde vinimos, y digamos, para callarlo, que hay una fábula de tiempo que es una luciérnaga si no fuera una siembra metafísica encerrada en la caja de un violín de polvo.
    El viento o el esqueleto del viento es el caballo terrestre de ese Pegaso de oro.
    Tiene su risa encendida como una vela. Y en cada mesa el pan se multiplica alimentando el hambre de los recién saciados.
    La gula se resiente de pecado y espejo. Busquemos en la llave el botoncito perdido o el paraíso encontrado.
    Por esa dirección pero en cualquier sentido, se encontrará de pronto lo que la mano esconde para negarlo a veces con permiso.
    Porque el anillo de esta literatura es un umbral, también la víspera se hace futuro como un anzuelo.
    Dejemos estas cosas para más adelante como siempre. Después de todo lo que se queda atrás no es la nostalgia.
    (Alvaro Cunqueiro nació en Mondoñedo, provincia de Lugo, en 1911, y falleció en Vigo en 1981. “Las crónicas del sochantre” ganó el Premio de la Crítica en 1959.)

    constantino mpolás andreadis
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