Curso Creación Literaria. Primera propuesta de escritura. ¿Qué veo hoy por la ventana nada más levantarme?

PRIMERA PROPUESTA:

¿Qué veo hoy por la ventana nada más levantarme?

Aqui empezamos este curso de Creación Literaria para ayudarnos a todos a pasar estos días de encierro con creatividad e ilusión.
Descubre la potencia de tu propia voz y aprende a trabajar con ella. Te sorprenderas de lo que eres capaz de hacer si utilizas las herramientas del pensamiento y del lenguaje.

Este curso es una serie de 5 videos pensados para mostrar como se construye una voz. Haré una propuesta para escribir y al día siguiente, corrección y nueva propuesta. Al final, seguro que tenemos unos textos literariamente interesantes para entender lo que nos está ocurriendo.

Dejad los textos, que no sean largos, en comentarios del blog.

Empecemos.

Algunos tenéis problemas para enviar los comentarios. espero que mañana esté solucionado. Si no podéis dejarlo, enviadlo a silviabardelas@deconatus.com. Gracias y siento que el coronavirus tamnbién haya entrado en nuestra web. Abrazo

 

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102 responses to “Curso Creación Literaria. Primera propuesta de escritura. ¿Qué veo hoy por la ventana nada más levantarme?

    1. YA ESTÁN LOS EJERCICIOS CORREGIDOS

      He intentado ver lo interesante de cada texto y proponer cómo mejorarlo para que sea más narrativo. En el vídeo de la siguiente propuesta dejo comentarios generales. Estaría genial que los leyerais todos con las correcciones. Es la forma de ver ejemplos.

      Lo más importante en este primer ejercicio: aprender que narrar es mostrar y no decir.

  1. Esta mañana, nada más levantarme, como hago todas las mañanas desde que comenzó el estado de alarma general, me asomé a la ventana para ver a los posibles viandantes que habría a esa hora. Aunque no son muchos, no deja de sorprenderme la normalidad con la que transitan algunos. Hasta hace unos pocos días yo era uno de ellos. Hoy una mujer, gorda y no muy alta, parecía que había decidido salir a hacer un poco de ejercicio. Su atuendo y la manera de mirar a lado y lado, como si tuviera algo de pudor por la libertad que se había tomado, la delataban. Parecía ir pensando “nadie me está observando”. Pero allí estaba yo, como un testigo anónimo de sus actos.

    1. Muy interesante este narrador-espía. ¿Por qué es interesante? Porque lo que nos va a contar es lo indebido, lo que no se puede contar, lo que está prohibido. En este caso además, va con humor, porque lo indebido no es más que el ridículo de esta señora que quiere pasar desaparecido y va vestida para hacer ejercicio. Estaría bien continuar con este narrador.

    1. Estupendo. Aunque como ha salido hoy, esperamos a que mañana por la mañana escriba la gente y pondré pasado mañana la corrección y la nueva propuesta.

  2. DIARIO DE UN CORONAVIRUS
    ( Amanecer del dia 3 de confinamiento)

    Tres bragas en el tendal, dos camisas y un jean azul, para ser exactos, llevan ahí colgados desde hace tres días testigos mudos de lo que está pasando, imagino que demasiadas cosas en la cabeza de quien tenga que recogerlos. El sol timidamente se levanta, la atmósfera mas clara que de costumbre y las gaviotas reinvindican su espacio en el cielo, mas cabreadas de lo que suele ser habitual, eco alrededor, vacío, ausencia de ruidos, se agradece la tranquilidad, persianas bajadas, aquí no madruga ni el Tato.

    1. Muy bien el comienzo. Es inquietante que alguien no recoja la ropa en tres días y además, haciendo buen tiempo. El lector no sabe si está muerto, en el hospital o enfermo en su cama. Lo curioso es que a la narradora no se le ocurre pensar en eso. Se supone que lo ha visto por la casa y simplemente no recoge la ropa.
      Cuidado con el sol que no es tímido y con las gaviotas que tampoco reivindican su espacio. Cada cosa que aparece en un texto tiene que ser trata do como lo que es: un animal, una persona, un árbol…
      Falta una unidad de efecto en el texto , que cuente algo concreto: inquietud, alegría por la soledad… Hay que elegir el efecto que queremos crear para poder sentir algo concreto con el texto. Yo me iría a la primera frase y lo desarrollaría más.

  3. HOLA!
    Me asomo a esta página, por recomendación de una amiga, y veo que la propuesta que lanzas es interesante. Y de paso nos autoimponemos una pequeña obligación de hacer lo que nos indicas. Así, por fin me dedico a tomar nociones sobre el dificil oficio de escribir, que por cierto me gusta bastante, aunque me siento no muy habilitado para ello. Veré si soy capaz.

  4. No puedo mentir; mi primera conexión con el mundo exterior cuando abro los ojos es a través de la pantalla de mi móvil. Y, por raro que parezca, esa ventana me das más seguridad que ninguna otra. Tras fotos, bromas y la curva que crece, me asomo a la ventana. Y no hay signos de todo ello en lo que veo: ventanas cerradas, muchas persianas bajadas, las camisas de mi vecino (el de rizos) colgadas junto al cristal para que se sequen con el sol, su novia desayunando en la cocina (que es la ventana de al lado), y nadie andando por la peculiar calle interior que forma nuestra urbanización. Es una visión anodina, gris; como el cielo de fondo. Solo la sierra, nevada, al fondo, oxigena esa visión. Debo reconocer que si el vecino de rizos estuviera en su ventana la vista cambiaría un poco de color, pero no he madrugado tanto como para verlo…

    1. Aquí has creado un personaje que tiene más realidad en el móvil que en la vida. Nada puede superar todas esa realidad virtual. Es muy interesante ese contraste. Cuando la gente está metida en su casa, no hay nada que ver. No hace falta que digas que es una visión anodina. Eso ya lo está sintiendo el lector. La sierra oxigena, pero está lejos, es inalcanzable.
      Si abres el tema del vecino, deberías tratarlo un poco más porque así podríamos pensar en algo parecido a un enamoramiento, pero falta algo. No se entiende muy bien por qué aparece de repente.

  5. Me levanto y sin cortinas me asomo a la ventana que da a la avenida. El vecino de enfrente parece realizar idéntica maniobra. Nos miramos un segundo y nada más. Continúo divisando el barrio, poca cosa: más coches estacionados que en movimiento. El autobús llega vacío a recoger a quien en nuestros días llamamos héroe. Del interior del autobús sale una voz masculina grabada que indica línea y parada. Los pájaros parecen haberse hecho dueños del mundo, las palomas campan a sus anchas hasta que, a regañadientes, levantan el vuelo cuando el autobús arranca y prosigue avenida abajo. Al fondo veo el parque precintado por una débil tira plástica que, sin duda, el perro que pasea a su dueño ha debido franquear con no mucha dificultad. Arriba, un cielo nublado, aunque bien amanecido, preside la inminente mañana.
    Cuando me alejo y casi estoy a punto de irme, me asombra la suciedad que percibo en la propia ventana. Marcas de gotas de agua que dejaron sus huellas estos días. Pienso, “¿o son mis gafas?”.

    1. Muy interesante la conciencia de sí misma que consigue la narradora. Viendo lo de fuera, le lleva a pensar en sus gafas al final, lo que le hace pensar al lector en que lo que está viendo es lo que ella puede ver, no todo lo que hay en realidad.
      Lo que vengo diciendo en los comentarios, cuidado con cómo actúan los animales, que no son humanos.

  6. Desde la cama miro por la ventana. Estos días no bajo la persiana, me gusta que me despierte la luz. El cielo está de un gris sucio, pero no parece que vaya a llover. La palmera está quieta, imperturbable, no como ayer que parecía que el viento la fuera a arrancar de cuajo. Dos pájaros pasan volando.

    1. Me parece muy bueno el punto de vista del que parte. Mirar desde la cama ya es un ángulo que transmite la falta de energía, la vivencia plana del tiempo. Y también está muy bien la inevitable comparación con el día anterior: ayer se movía la palmera, hoy está quieta. El tema es que aunque haya diferencias en el estado de las cosas, siempre van a ser las mismas. El gris sucio da idea del estado mental del que ve, no muy positivo y alegre.
      Sirve como ejemplo este texto de creación de un sentimiento, en este caso una especie de tristeza, melancolía. En narrativa no se puede decir las cosas, hay que construirlas. No podría decir en este caso, estoy triste, miro por la ventana… No, cuando termina de leer, el lector ha sentido la tristeza. Y todavía más, ha sentido un matiz de la tristeza, un sentimiento que no tiene nombre concreto.

  7. El aroma del café me rescató. Volví al salón y sonreí. Siempre me hacía gracia que se asociase a un día de lluvia tras los cristales, un sol orondo dominaba la mañana y a mí me seguía pareciendo la bebida más apetecible del mundo. Domingo. Un hombre cruzaba el paso de cebra con el periódico bajo el brazo, la señora del yorki paseaba su perro y el vecino de enfrente se acercaba al portal con una barra del horno de doña Trini. Ni un coche en la calle, ¡bendito descanso! Podía abrir la ventana y sentir el aire matutino en plácido silencio. Me giré en el balcón hacia la mesa de la orquídea. Estupendo. Leería los suplementos. Me senté apoyando la mano mientras disfrutaba del oscuro líquido… sin lectura… sin domingo… El aroma del café me rescató.

    1. Interesante este querer transmitir la parte buena de no tener tiempo. Un eterno domingo. Sin embargo, tendría un efecto más potente ordenando el texto. No queda muy claro qué significa “el café me rescató”. Si es así, no lo tienes que decir, lo tienes que contar narrativamente. ¿Te rescató de qué? A lo mejor tienes que contar que te pasa antes de ser rescatada, después el momento de tomar el café y después una nueva sensación. Eso es el rescate. Y también tienes que construir ese bendito descanso en lugar de decirlo. Simplemente coloca las distintas acciones que te llevaron a sentir ese bendito descanso y entonces, el lector lo sentirá igual que tú.

  8. Me asomo a la ventana de la terraza y veo un cielo demasiado gris que anuncia lluvia. Algunos edificios alineados y casi iguales en la lejanía. Los bloques de enfrente de pequeña altura, separados del mio por cuatro espaciosos patios, dos de ellos convertidos en frondosos jardines, aún tienen las persianas bajadas en su mayoría.
    Me llama la atención un árbol cuajado de flores blancas en el jardín de la izquierda. Es como un pequeño regalo para la vista. En contraposición, dos terrazas contiguas a la mía, vacías, como si le hubieran robado el alma.

    1. Aquí el efecto está en la vida que simboliza el árbol en contraposición al gris y vacío de las casas de la gente. Has escrito el texto y has visto esto. Ahora sería el momento de reescribirlo para construir bien este contraste. Supongo que el árbol está en una terraza y no en el jardín comunitario. Eso tiene que estar más claro. Lo curioso es que el jardín es grande y no te llama la atención y el árbol sí, se supone que porque está en una terraza. La pregunta que le surge al lector es quién vive ahí que es distinto a todos los demás que tienen las terrazas abandonadas.
      Y lo interesante es que tenemos la visión de que somos lo que hacemos. Se nos puede ver a través de nuestras acciones.

      1. Gracias Silvia. Tomo nota para rehacerlo.
        También quería darte las gracias por esta propuesta y tu trabajo generoso.
        Un abrazo.

  9. agua me levanto del sillón donde permanezco mayormente después de la cama. Me muevo lento para no tumbar nada o no llegarme a lastimar. Toco la cajonera para apoyarme y la siento suave, recuerdo que hay una veladora que no quiero quebrar, me ha constado mucho, sigo deslizando mi mano lentamente para no tumbar la televisión que también está sobre la cajonera. Continuo mi camino y lo que sigue es el closet, ahí no hay problema puedo pasar mi mano tocando las prendas que eran las favoritas

  10. Una disculpa por enviar este anterior texto pues pertenece a otro relato en el que estoy trabajando. Lo he enviado por error por intentar enviar mi anterior con el que no funciono el envió.

    Nuevamente, mil disculpas

  11. (Este si es el que pertenece aquí)
    ¡A donde vamos a parar!
    Hoy se percibe el canto de los pájaros más que nunca, como si estuvieran alzando su voz para ser escuchados, vuelan con total libertad sin ser afectados. Las palmeras se mueven con lentitud. Solo un par de vecinos afuera de sus garajes arreglan sus vehículos y los demás estamos adentro permaneciendo en cuarentena como se nos indicó. Pocos vehículos se escuchan circular. Por aquí, todo está muy tranquilo, no he mirado a las personas que suelen pasar caminando para llegar al parque a realizar sus ejercicios y ni los chiquillos han cruzado las calles para ir a la escuela que se encuentra la vuelta de mi casa. Parece que esta crisis nos está torturando con la angustia de no saber cuándo terminara. La cara de la gente que he visto caminar ayer en la tienda se encuentra asustada, revelan el desconcierto por esta pandemia. Los estantes se están quedando vacíos, no hay rollo de papel del baño por ninguna parte, tan poco desinfectante y los espacios de ciertas comidas enlatadas han quedado vacíos. Mientras esto causa pánico en alguna gente, otros permanecen incrédulos, pensando que es alguna estrategia de los gobiernos. ¡A donde iremos a parar!

    1. Lo interesante aquí es contar el susto de la gente. Te fijas en sus caras y eso es lo que debes describir sin decir que están asustadas. Cómo van peinadas, cómo andan, cómo llevan el pan. Es decir, todos los gestos de susto que pongas llevarán al lector a sentir el susto. La última parte deja de ser narrativa porque es información que tenemos en los periódicos o en las redes. La narración tiene la intención de crear experiencias, sensaciones, no de dar información. Es como un complemento a la información. Si se ve el susto de la gente comprando el pan, a los datos que nos dan, se le suma esa experiencia. Puedes poner directamente una noticia falsa y será el lector el que la digiera y opine sobre ella según el contexto en el que la metas.

  12. Me despierto, miro hacia la ventana, y lo primero que veo desde la cama, son las cortinas de mi cuarto. Eran blancas, pero hoy no lo son. Su color es como el día, gris, y mudo. No me gusta. Me levanto y las quito. Aparece la calle, desierta, silenciosa, hueca, desconocida, yde vez en cuando, pero muy de vez en cuando, el sonido de unas ruedas en el asfalto me recuerda que todavía seguimos vivos.

    1. Aquí se ve el gesto de enfado sin decir que está enfadada. También se ve la subjetividad de nuestra percepción: las cortinas eran blancas ayer, son grises hoy porque el día en términos generales es gris.
      Lo más interesante de la descripción de la calle es que sea desconocida. El sonido de las ruedas es el deseo de que todo vuelva a ser como antes, es el recuerdo del antes. No deberías cerrar el final con una conclusión. Deberías trabajar el sonido de las ruedas para que nos haga sentir que todavía estamos vivos. Que sea el lector el que lo piense sin que se lo digas.

  13. Escucho pájaros y me acuerdo de este ejercicio. Veo ladrillos de un tapial, una veredita de pasillo con humedad, los ladrillos más cerca del suelo también están un poco verdes, este es un pasillo que lleva a un garage, donde vengo temprano a estar conmigo porque es el lugar tranquilo de la casa cuando se va el auto. La pared de enfrente del tapial es blanca, tiene una ventanita del baño, y la parte externa del aire acondicionado un poco más atrás. La puerta que está frente a donde estoy parada escribiendo esto es también una puerta blanca. Es un pasillo muy angosto, el tamaño de una sola persona, ayer llovió todo el día y está todavía todo húmedo y calmo, el cielo entre celeste y gris, el pedacito que veo desde acá, y pasan los pájaros casi gritando, se deben estar acomodando para crear este hoy.

    1. Está muy bien ver cómo la muerte que se refleja en la falta de movimiento de las cosas que se ven se suple con el sonido de los pájaros.
      También es muy interesante que lo que se vea sea una especie de laberinto blanco. El blanco solo blanco también representa la muerte y el laberinto, la falta de claridad de la que está observando. La frase final habría que reorganizarla para que se vea mejor que ellos están libres y organizan su día al margen de lo que ocurre abajo.
      No necesitas poner “donde vengo para estar conmigo” porque eso ya se ve el texto. Como ves en mis correcciones insisto en lo de mostrar en lugar de decir y no explicar lo que ya se siente.

  14. Cuando me levanto y miro a través de la ventana de mi habitación, veo el jardín trasero. Hay árboles autóctonos de hoja perenne con colores rojizos, verdosos y amarillentos. Son bastante antiguos, algunos tienen cientos de años. También hay diversos árboles y arbustos asiáticos, cerezos japoneses, arces chinos, bambú y jazmín. Todos ellos están ahora en flor. Hay muchos rosales de distintos colores. Por el suelo hay esparcidos limones, limas y naranjas que han caído de los arboles frutales. Algunos tienen mordiscos de animales que han venido durante la noche. Aunque ahora el cielo esta despejado ha debido llover hace unas horas, porque el suelo esta mojado y la fuente de piedra que hay en el centro del jardín tiene algo de agua estancada. Al fondo a la izquierda hay un huerto pequeño con tomates, muy cerca de una barbacoa cubierta con una lona de hule. Debajo del porche hay una mesa y unas sillas de madera. Apoyadas contra éstas están las cinco bicicletas de la familia.

    1. Está bien construida la sensación de abandono. Sin decirlo, se ve perfectamente que eso no lo toca ningún humano. Muy bien metidas las huellas de los animales, que puede ya campar a sus anchas porque no hay personas. Es un buen contraste la belleza de los árboles con esa sensación triste de que no haya nadie. Eso hace que esa tristeza no sea puramente triste, que tenga algo de belleza. Lleva a pensar en que sin los humanos hay algo bello, como si nosotros lo estropeáramos en el día a día. Esto es lo que los románticos llamarían nostalgia. Un sentimiento triste pero con belleza.

  15. Veo árboles erguidos ajenos al pánico, una masa demasiado verde que interrumpe lo gris. Calles que ya no son calles y han sido tomadas por un ejército de ocupación invisible que nos interpela a todos, una disrupción radical de todo lo que eran con todo lo distinto que algo puede llegar a ser. Restos de pavimento sin función. Pero sobre todo veo silencio, un silencio atronador extraordinariamente visible, una extraña sinestesia congruente con estos días de locura y ruido muerto. Y no hay persiana que clausure todo esto.

    1. Lo más interesante: y no hay persiana que clausure todo esto. Lo de fuera se mete dentro y lo de fuera es desolación, una especie de guerra: ocupación, ejército, gris, pavimento, ruido muerto.
      Deberías potenciar esto quitándole la parte más explicativa. Por ejemplo, con veo árboles muy erguidos sin ajenos al pánico. Eso te da una idea de guerra también. Una masa demasiado verde, se puede mejorar, ¿qué quieres transmitir con eso?
      Que nos interpela a todos y todo lo distinto, también lo quitaría. Es suficiente con: un ejército de ocupación invisible, una disrupción radical, el silencio, el ruido muerto. Y no hay persiana que clausure todo esto.

  16. Apenas los rayos de luz entran por el patio, cada día espero entre las 12 y la 13. Detenemos todo para acercarnos y recibir los rayos de sol. Miro a lo lejos nada parece crecer, el viento está agitando el árbol que tengo en mi ventana. Todo se agita y no veo rayos son las 3 de la tarde.

    1. Muy interesante el significado del rayo de luz con la espera, la necesidad y la no llegada al final. Quitaría “miro a lo lejos, nada parece crecer” porque rompe el efecto expresivo y mirar a lo lejos le quita fuera a la falta de luz.

  17. Verde, ahora mismo, sólo veo verde. Desde cualquier ventana de mi casa es lo que se ve: verde con sol o lluvia, esté nublado o ventoso; hasta de noche. Cambian los matices del color que son, indefinidamente, verdes. Los sonidos, los mismos de siempre, pájaros que cantan como si estuvieran solos, perros cagones, una jabalina con sus rayones pisando fuerte, algún murciélago tontorrón…
    Hace años me preguntaron que por qué no ponía cuadros en las paredes y yo contesté: “¿Cuadros? ¡Ya tengo cuadros! ¿No los ves?
    Hoy todo parece igual.

    1. Aquí has creado un personaje. Está encerrada y sin embargo está en contacto real con la naturaleza. Para ella el perro es cagón, el murciélago es tontorrón. Es decir, no la idealiza, no la desea, no la echa de menos porque no está separada de ella.
      Muy interesante. Quitaría la frase final. No hay que cerrar los textos y ya se ve en el tono, incluso da la sensación de que está haciendo las camas mientras que mira por la ventana, que es un día más. Eso es lo interesante, que ella siempre vive así.

  18. Nada, nadie, coches en hilera, quietos, incluso una autocaravana aparcada, sin ruta .
    No veo nada, no veo a nadie, un hombre se baja de un vehículo y se dirige al cajero automático, para  ???
    Miro, miro, ahora soy consciente de que miro, y no todo está parado, ni vacío.
    Junto a los contenedores reposan enseres viejos, los vecinos están liberando sus casas de trastos.
    Me sonrio, esta parada decretada no es una parada evolutiva.
    La vida se manifiesta ahora, como una foto fija, silenciosa, queda, con aire limpio, sin ruidos.
    Puedo oír el canto de los pájaros y la campana de un convento.
    Me oigo respirar.
    En casa andamos sigilosos, hablamos bajito.
    El tintin del wahatsapp nos anuncia mensajes de los amigos, de la familia, del banco, del Ikea….
    ¡Todos están de acuerdo en desearme que me encuentre bien y se ofrecen para ayudar¡
    ¡!!Gracias Virus!!!
    ¡Has provocado que se manifieste, a lo grande, la solidaridad y el afecto¡
    Si el Covit ha sido fumigado o intencionado, les va a salir el tiro por la culata.

    1. Me alegro de la versión positiva sobre el virus, pero en un texto literario, eso lo tiene que pensar el lector, el autor no le tiene que decir lo que tiene que pensar o sentir.
      Aquí hay como dos textos en uno: lo que se ve por la ventana y lo que se vive dentro. Como estábamos centrados en lo que se ve fuera, nos quedamos en la primera parte. Lo más interesante del texto, de hecho es muy interesante, es que el personaje, mientras mira se oye respirar. Quizás esto nunca le haya pasado, en cualquier caso, el efecto que produce es el de pensar en la importancia de sentirse a uno mismo, y que en una situación normal no lo hacemos. Ése es el efecto que significa lo que dices de gracias virus, has provocado… Y ahí está la fuerza de la literatura, en sentir las cosas y no entenderlas con una explicación. Así que prueba a limpiar el texto hasta me oigo respirar. Sobra lo del cajero porque no afecta a la creación de este efecto que estamos creando.

  19. Acabo de levantarme después de leer un rato en la cama y lo que veo por la ventana de mi salón es la carretera que va hacia playa América, pocos coches y viviendas unifamilares en ladera. Una en construcción, de estilo muy actual y moderno. Cielo gris y vuela alguna gaviota

    1. Muy curiosa la sensación de que este personaje, que está en su casa, porque dice mi salón, nunca ha mirado por su ventana. Es como si descubriera por primera vez la carretera, las viviendas unifamiliares… Creo que sobra cielo gris y alguna gaviota porque con eso parece que se está fijando como si estuviera haciendo un ejercicio y rompe con la sensación anterior. Podías continuar esa línea de ver por primera vez con conciencia qué hay a tu alrededor. Ese personaje que sale podría pensar después por qué no se había fijado antes, por ejemplo, o relacionar lo que le pasa con lo que tiene alrededor.
      Ya sé que esto no es verdad y que has mirado antes por esa ventana, pero al ponerle consciencia a esa visión, sale ese personaje.

  20. Vivo en algún lugar de una península francesa, el Cotentin. Esta mañana, abrí la contraventana del vano del salón cuando ya me había duchado y tomado el desayuno.
    Ya eran las ocho y el sol empezaba a alumbrar zonas del jardín y del campo situado detrás. Eso después de semanas de lluvia sin discontinuar.
    El cielo es azúl y las nubes escasas. Muy lejos, alto en el cielo, un avión que ni distingo, se dirige a no sé dónde exactamente, en dirección del noroeste, acaso hacia las islas Anglonormandas,. No veo más que una línea blanca que a la vez avanza y se disipa en poco tiempo.
    Delante de mí, en el fondo, un laurel de color verde intenso, un grupo de jacintos de color amarillo vivo. Más cercano, una mata de brezal con florecitas moradas, y un macetero donde sobreviven perejil, tomillo, cebolleta y se desarrollan varias hierbas sin identificar. Se encuentran, aquí y allá algunos arbustos todavía desnudos, algunos otros ya adornados de unas yemas. El resto del terreno es césped cortado el día anterior.
    Los pájaros cantan. Todo es tranquilo. La primavera no tardará. Parece, mirando por la ventana, que nada cambió.

    1. Aquí hay dos elementos contrastados muy interesantes: la naturaleza, que cambia según las estaciones, pero no por lo que está pasando, o sea, que aquí representa la inmovilidad, y el avión que es capaz de recorrer una larga distancia.
      ¿Qué crea en nosotros ese contraste? La idea de que estamos en esa naturaleza, en esa inmovilidad porque es lo cercano, lo que rodea al personaje y de que la posibilidad de movernos está lejísimos, es más, ni siquiera es real porque la estela del avión es una línea blanca que se deshace.
      Para que esta sensación sea más potente habría que limpiar un poco el texto. por ejemplo quitar las dos primeras frases porque las introducciones no son necesarias. hay que meter al lector directamente en escena. Nos da igual dónde esté el personaje y si se ha duchado o no.
      Muy bien el delante de mí, en el fondo, el más cercano. Todo esto nos da idea de que ése es el mundo en el que ella está metida.
      La última frase también la quitaría porque tampoco hay que cerrar los textos para explicarle al lector lo que ya ha sentido.

  21. Retiro la cortina.La mañana salió lluviosa .Abro la ventana,el olor a la geosmina inunda mi nariz.Huele a vida,a millones de años de creación .Es una danza ancestral,cientos de gotas de agua sobre los árboles y la calle,que ahora está sin coches, sin gente.Los surcos de agua juegan,cómo hilos de un dobladillo se estiran a lo largo de la calle cómo si tuvieran prisa.Pienso en la geosmina .

    1. Muy interesante la sensación de vida que llega a través del olor a tierra. No sabemos nada del personaje, pero entendemos que necesita esa vivencia.
      No deberías usar la palabra geosmina porque es una plabra técnica que no nos dice nada. Sin embargo, tierra tiene mucho significado para nosotros, nos lleva a sentir muchas cosas porque está en nuestra experiencia. Lo mejor en literatura es llamar a las cosas por el nombre más cercano a la vivencia que suscitan.

  22. Es tener mucha suerte poder salir a una terraza a contemplar lo que está al alcance de la vista cuando las cuotas de libertad nos las han reducido. Desde aquí se puede disfrutar de un paisaje en el que los edificios cercanos son algo más, y no lo único a contemplar. Es un privilegio por el que debo sentirme afortunada.
    Intento mirar todo lo que alcanzo a ver, deseo llenar mi alma de libertad, pero es solo una sensación, no puedo volar hasta la montaña cercana, no puedo pisar el asfalto que se asemeja a un pozo por su negrura, ni alzar el vuelo hasta aquel pequeño claro entre las nubes donde podría otear otros horizontes.
    Decir solo lo que veo sin añadir lo que siento, lo que oigo o lo que huelo es una realidad incompleta. Salgo a mirar y el ambiente de la mañana refresca mi rostro. ¿Y el silencio? Es lo más impresionante que he oído a mi edad, nada extraño cuando en mi memoria suena aún la música y los estallidos de pólvora del último año, y no pudiendo repetir el ritual de la Fiesta es lo que resulta de lo esperado y no se tiene.
    Desde anoche nada se mueve enfrente, fue a las 20h cuando percibí un estruendo mayor que otros días y al salir vi a gente en sus balcones, unos aplaudían, mientras otros más activos pedían prebendas con la cacerolada convocada en las redes.

    1. Me gusta esta frase: “Decir solo lo que veo sin añadir lo que siento, lo que oigo o lo que huelo es una realidad incompleta”. Es exactamente la esencia de la escritura, pero en lugar de añadir lo que se siente, hay que describir lo que se ve para que el lector pueda sentir lo que siente el que escribe. Eso vamos a tratar de hacer esos días. Tienes que transmitirnos el silencio por la falta de ruido, las ganas de libertad con la imposibilidad de alcanzar la montaña…

  23. Sigo aislado en este lugar de las afueras de una ciudad del sur por mi trabajo desquiciado y necesario en un dispositivo de urgencias.
    Cuando me asomo a la terraza contemplo con detalle un paisaje verde amarillento de árboles y arbustos desordenados por un capricho desconocido y ufano. antes de la vertiente del río predominan progresivamente los fresnos y los cañaverales y despues del lecho del río, destacan los eucaliptos, rio abajo como poligonos alineados.. Un pastizal que se opone y desborda la vieja cerca oxidada, de malvas,, de aramagos, de hinojos y de gramíneas. Los pájaros componen una polifonía de sonidos mezclados y confusos en plena época de cria,, se esfuerzan por reproducirse y renacer más allá del ser humano.
    Cuanto hay atrás de la cerca se debe al continuo fluir de la naturaleza en sus ciclos repetidos hasta el fin, que tan sólo el mal en sus infinitas manifestaciones romperá incredulamente.
    El cielo permanece plomizo, sin nubes, con el silencio augural de precipitaciones inminentes. El ramaje y la hojarasca se mueven lentamente.
    Previo a la cerca la simbología de un madroño florecido,.

    1. Cuando pones en la primera frase que estás aislado y tienes un trabajo desquiciado, estás colocando al lector en una sensación desde la que va a leer el resto del texto. De manera que ese paisaje de colores, árboles variados, agua y flores ya no puede ser alegre. Este es un recurso que se puede utilizar de manera consciente. En cualquier caso hay que saberlo, que una frase afecta a la siguiente.
      Es muy interesante el contraste entre la naturaleza que sigue fluyendo como si nada pasara y algo malo que se supone que está haciendo el hombre. Ahora, para que eso tenga un efecto más intenso, en lugar de poner la frase más explicativa de “el mal en sus infinitas manifestaciones… podrías poner una de las noticias del periódico o una imagen del hospital, algo que no estuviera explicado pero que nos mostrara el contraste.
      Cuidado con los adjetivos: capricho ufano. Ufano está muy alejado de la lógica de la naturaleza, entonces nos saca del texto. Si quieres ponerle un adjetivo a la naturaleza, tiene que ser más ajustado a su forma de ser.
      También creo que sobra “la simbología”. El lector entiende perfectamente que el madroño florecido es un símbolo y nunca hay que decirle lo que ya sabe.

  24. Miro abajo. Hay tres coches, son tres Mercedes. Negro, gris y blanco sobre un muro granulado de fondo. Amarillo. Cantan los pájaros. Pasa un coche. Vuelven a cantar los pájaros. Diría que son los mismos, pero no lo podría asegurar.

    A media altura: dos balcones vacíos, y en uno de ellos una máquina de aire acondicionado algo sucia. Hay ventanas y contraventanas cerradas. Por una puerta sale una señora a un patio que viste un jersey blanco con un pañuelo azul sobre la cabeza como en los cómic. Lleva una escoba en la mano y se pone a barrer. Poco después le sigue un señor calvo que camina havia ella mientras se frota las manos. Llega a su altura y vuelve sobre sus pasos hacia la puerta de su casa. Repite este corto paseo unas cuantas veces.

    Más arriba los tejados rojos y tres antenas parabólicas pequeñas. Todas dirigidas en la misma dirección apuntan curiosas hacia esta casa.

    Por encima de los tejados están las copas de unos pinos y más allá los primeros edificios del polígono. Se diría que no hay nadie dentro, aunque yo sé que no es así. Hay uno largo y blanco con una linea estrecha de ventanas (la farmacéutica) y otro gris de oficinas envuelto en una especia de jaula protectora. Sigo con la mirada y llego hasta unos bloques altos de vivienda. Varios están terminados otros siguen en construcción. Marrón y grúas. Hay algo que se mueve a gran velocidad entre los bloques de viviendas en un mismo plano. Pasa de izquierda a derecha y de inmediato aparece lo mismo que esta vez se desplaza en sentido contrario. Son los coches y camiones de la carretera nacional, al final de la zona industrial.

    Finalmente, en el horizonte, el viejo pueblo con su iglesia en el centro al pie de las montañas de piedra. Hay tanto resol que obliga bajar los párpados para poder alcanzar las cumbres con la mirada. Algo sucio flota en el aire, una fina neblina o una inmensa nube de polvo. Poca nieve. Las doce y cuarto. Ya no cantan los pájaros.

    1. Lo más interesante del texto es la distancia que creas entre el personaje y lo que ve. No nombras la palabra encerramiento, sin embargo, queda clara la idea de que este personaje no se puede relacionar con lo que ve. No tiene prisa en ver, va plano aplano lentamente, con lo cual, sabemos que no tiene nada que hacer. Todavía lo hace más interesante el hecho de que esta forma de estar en el mundo no parece algo contingente, sino que verdaderamente, todo lo que le ofrece el espacio exterior no es nada interesante, más bien está muerto. Y para rematar la jugada, el horizonte, donde está la vida porque no participa de esta zona gris y muerta, es verdaderamente inaccesible. Eso lo construyes con el resol. Está muy bien la construcción de sensaciones sin nombrar lo que siente el personaje.

      1. Muchas gracias, Silvia. Supongo que unas “antenas no pueden ser curiosas” pero es difícil describir cosas muy vulgares sin humanizarlas para que ganen interés. ¿Por qué no se debe hacer? Eso es tarea del lector?

  25. Cuando  las  cuotas de libertad  nos las han reducido, es tener mucha suerte poder salir a una terraza a contemplar lo que esté al alcance de la vista.   Desde aquí puedo disfrutar de un paisaje en el que los edificios cercanos son  solo algo más, y no lo único a contemplar. Es un privilegio del que disfruto y  por el que debo sentirme afortunada.Una y otra vez intento mirar todo lo que alcanzo a ver, deseo llenar mi alma de libertad, pero queda en  solo una sensación, no puedo volar hasta la montaña cercana, no puedo pisar el asfalto que se asemeja a un  profundo pozo por su negrura, ni alzar el vuelo hasta aquel pequeño claro entre las nubes donde podría otear otros horizontes.Decir solo lo que veo sin añadir lo que siento, o lo que oigo, o lo que huelo, es  una realidad incompleta. 
    Salgo a mirar y  el ambiente de la mañana refresca mi rostro. ¿Y el silencio?  ¡ Qué silencio! Es  lo  más impresionante que he “oído” el contraste es  grande  cuando en mi memoria aún resuena la música y los estallidos  de pólvora del último año. Hoy no se puede repetir el ritual de la Fiesta, y este es resultado de la ausencia de lo  esperado.
    Desde anoche nada se mueve enfrente; eran las 20h  cuando percibí un estruendo mayor que otros días a la misma hora, al salir vi a  gente en sus balcones, unos  aplaudían mientras  otros más activos pedían prebendas  con la “cacerolada” convocada en las redes.Hoy un gran silencio

    1. La sensación que distingue a este personaje es la de sentirse privilegiada porque tiene una terraza y puede tener más sensaciones que la de ver. No es una ventana, como pedía la propuesta de escritura, así que el texto es diferente. En realidad, en este caso es estar encerrada fuera, el exterior también es cárcel porque produce el deseo de volar y lo aniquila. Ese fragmento es lo más interesante del texto. El último párrafo sobra porque nos lleva a otro tema. En un texto hay que centrarse en el efecto que tiene que producir.

  26. siempre me he preguntado si lo que veo yo es lo mismo que ves tu. desde mi ventana poco más te puedo decir que veo el blanco Cegador de la pared del patio. me pregunto como se verá el blanco en otros ojos. un día más remoloneo en la cama y me levanto cuando la idea de un nescafe empieza a ser más que sugerente. hoy nada de refunfuñar. anoche bajé la basura con la misma velocidad que un presidiario escaparia de la cárcel si viese la puerta abierta. y quedaos tranquilos que me lavé las manos a conciencia. como estoy haciendo algo parecido al teletrabajo reviso el correo y pongo whatsap a mis jefes. mi gato me interrumpe todo el rato. ocupo mucho espacio, creo. hemos jugado un rato con una pelota de papel albal. leo lo que algunos escritores recomiendan para esta cuarentena. ojalá chas y el libro en mis manos. pero lo de releer me parece aún más apetecible. es la mejor forma que conozco para volver a aquellos lugares que hoy nos pillan un poco más lejos.

    1. Lo interesante aquí es que el blanco es cegador. Eso significa que lo que devuelve es ceguera, o sea, no ver nada. No ver nada por la ventana significa tener que mirar dentro, sacar palabras de dentro. Por eso esta narradora cuenta lo que le pasa dentro de la habitación, porque fuera no hay nada. Estoy viendo que este ejercicio es muy eficaz porque de manera natural, cada narrador está condicionado por lo que ve al otro lado: puede ser una pared, campo o una zona industrial. Y eso, ese paisaje que lo envuelve, condiciona lo que piensa y siente. Y así se va creando un personaje.

  27. Al despertar un poco en ensueño , aparto la cortina adjunta a mi ventana , y aunque no en un ángulo muy visible logro divisar a la par dos señores un tanto mayores , uno de ellos con un largo pero fino bastón que contrastaba con su pequeño sombrero. Por otro lado su acompañante era unos cuantos años mas joven , parecía un mecánico , ambos llevaban tapabocas e iban un poco apresurados. Por lo que pasaron como un rayo y no pensé mas en ello .

    Solo aquel pitido leve de un pájaro logro captar mi atención , mi mirada tomaba un rumbo mas amplio. El día se tornaba algo nublado, últimamente ha estado adaptando este clima, cosa que en mi pueblito no es muy común. Y a su vez a lo lejos un alarido hacia mi vecino proveniente de un loco que no esta tan loco, deseándole los buenos días seguido de la sonrisa mas sincera que he visto, se giró lentamente y siguió recogiendo piedras para su colección.

    1. Cuidado con los tiempos verbales. Hay que elegir escribirlo todo en presente o en pasado.
      Muy interesante la figura del “loco”, el único que está fuera, que es libre, que es capaz de sonreír o de soltar un alarido.
      Este personaje remarca el carácter contrario del narrador, que está como detrás de la cortina, no se atreve a divisar del todo. De alguna manera le gustaría ser el loco, eso es lo que siente el lector. Sobra la parte del anciano y el mecánico porque no aporta nada a la narración. Hay que escribir solo lo necesario para crear el efecto adecuado.

  28. Es la hora. Es la de todos los días, pero es distinta. Todo lo es. Como cualquier otro día al despertarme, no veo nada, ni una rendija de luz se filtra por mi persiana. Tengo que levantarme, acercarme a la ventana y tirar de la cinta. No parece difícil. Lo hago todos los días, pero ya no es igual. Los días son ahora distintos. También lo son las noches. Todo lo es.

    Y subo la persiana, sin prisa, como hago siempre. Y recibo un regalo que valoro mucho porque en mi tierra es escaso. Y me encuentro un día precioso, que transforma en más duro el que vislumbro e imagino.

    Por primera vez en mucho tiempo, soy consciente de que de los árboles de mi calle salen trinos. Y recibo luz. La luz que llega como siempre, aunque todo sea distinto. Y llega acompañada de un sonido familiar inseparable. El ruido del puerto, el ruido del tren y el de los enormes camiones que trasladan en coloridos containers, infinitos trozos de infinitos mundos Son ruidos. Y son latidos, latidos de corazón de ciudad, que sigue latiendo distinto.

    Debajo de mi ventana, cinco personas pasean a más de cinco perros. Los envidio. Pienso en bajar rápido, sin ducharme y manteniendo la distancia social de seguridad establecida, pedir uno prestado, sólo un rato. Mientras lo pienso, me parece insolidario, aunque sospeche que muchos lo deben estar haciendo.

    Cuento viandantes, y desde mi ventana considero que deberían ser menos. Y cuento coches, y me siguen pareciendo muchos para encontrarnos en esta petición solidaria de encierro.

    Veo lo mismo de siempre y siento que hoy no sé lo que veo.

    1. Aquí hay dos partes. La primera, es la de sentirse reconfortada por el sol en medio de la inquietud que siente el personaje. En la segunda aparece la parte social del personaje, que desea, juzga, siente remordimientos… Las dos partes son muy interesantes porque abren dos grandes temas: que la vida cotidiana se vuelva inquietante y que no somos perfectos socialmente.
      Pero creo que para que el texto sea más potente, deberías elegir uno de los dos. Creo que el primero es el adecuado porque terminas diciendo Veo lo mismo de siempre y siento que hoy no sé lo que veo. Y ese es el tema, pero no lo tienes que decir. La frase sobra. Igual que sobra la primera frase Es la de todos los días, pero es distinta. Porque eso es lo que nos tienes que hacer sentir con el texto. Estaría genial que volvieras a reescribirlo pensando en que quieres crear en el lector la sensación de inquietud en un día aparentemente normal. De hecho, si hay grúas y coches y gente, parece un día normal. A lo mejor puedes usar esa parte del texto para empezar creando la cotidianidad y después pasar a la extrañeza. pero sí, este virus ha conseguido convertir en extraña o inquietante nuestra vida cotidiana.

  29. Un cuadro abierto en un cubo que ahora se ha vuelto mi cuerpo, mi casa.
    Compruebo una vez más que el adentro y afuera no existen inamovibles, son fronteras que saltan en un fractal infinito.
    Entonces, la ventana que podría ser mis ojos o mi boca, pero que ahora es ventana de la cocina desde donde escribo y observo al azul y verde que ya llevo dentro, el blanco que nunca es blanco, el sonido que explota en sensaciones que experimento en mi otro dentro, me regala un afuera que también es adentro, un adentro del Gran afuera, de un yo mundo que olvidó estar desde dentro, que ya no tiene tiempo para saberse un Todo, que precisa de una mirada calma y amorosa, que pide un respirar profundo y sabroso, un silencio de presencia consciente.

    1. Un texto más filosófico que narrativo. Está muy bien esa idea de encontrarse con uno mismo cuando no hay fronteras. hay una unión de repente con eso que descubre porque tienes tiempo. Está muy bien la idea de conversión de las cosas, la ventana-cuadro. La última parte no se entiende muy bien. de un yo mundo que olvidó estar desde dentro, que ya no tiene tiempo para saberse un Todo, que precisa de una mirada calma y amorosa, que pide un respirar profundo y sabroso, un silencio de presencia consciente.Sería genial que crearas una escena que contara el Gran afuera o saberse un todo. Una escena que nos hiciera sentir la presencia consciente. Eso es lo que hacen los textos narrativos, en lugar de decir lo que pasa, crear una experiencia para que el lector sienta.

  30. Además de darte la enhorabuena y las gracias por esta iniciativa, Silvia, podrías, por favor, indicar en cada comentario el el nombre del autor al que te refieres… Así nos resultaría más fácil entender tus correcciones.

    Gracias de nuevo y un abrazo enorme, animoso y solidario a todos los que andáis por aquí…

    Carmen A.

    1. Otro bichillo se había metido en la web. Supongo que fui yo en algún momento. Ya está arreglado. Espero que no haya más problemas, de verdad.

  31. El viento. Un viento horrible que desde hace dos días azota sin piedad la palmera que hay frente a mi ventana. Algún coche se escucha pasar por la carretera. Y después el silencio, últimamente me obsesiona ese silencio por las mañanas cuando me asomo a la ventana.Aunque no es silencio, es la ausencia del ruido que provoca el ser humano porque hay sigue el rumor de las olas y los graznidos de las gaviotas que me dan los buenos días.

    1. Muy interesante que lo que veas al otro lado de la ventana sea el viento y el silencio, que no se ven. Es decir, está muy bien construido el viento con la palmera que se mueve. No le interesa nada de lo que hay ahí fuera al personaje. Quizás el miedo hace que no pueda fijarse en lo que ve, eso parece. El oído es el primer sentido de alerta, así que es normal en alguien que se siente insegura que esté preocupada por lo que oye o no oye.

  32. Cuando, al levantarme, descorro la cortina y subo la persiana de la ventana de mi habitación, veo la de la vecina de enfrente, situada a apenas tres metros de distancia en el pequeño patio. Ella la cubre con un estor de tela de visillo a cuadros que siempre tiene bajado para preservar su intimidad. Su pudor protege también mi privacidad así que yo lo aprovecho para dejar mis cristales desnudos y permitir que la luz entre en mi cuarto.
    Las cuerdas del tendedero que compartimos están hoy vacías. Yo estoy esperando a que deje de llover para poner lavadoras y ella se ha acordado de retirar las sábanas blancas que tendió hace dos días.
    A la derecha de su ventana con visillo, que está un poco levantado esta mañana, circula una bajante de buen diámetro que, aunque tiene el mismo aspecto de la que desciende por el patio de la cocina, yo siempre miro con desagrado, pues sé que lleva nuestras aguas sucias. Por eso, elijo mirar a mi derecha, al alféizar de otra de mis ventanas, que he llenado de flores. Estoy especialmente enamorada de las hortensias que, orondas y coloridas, consiguen hacerme olvidar el encierro. El encierro y los gruesos cables del aire acondicionado que, junto a ellas, discurren desde la azotea hasta el piso de Lola, la vecina del primero. Como quedaron mal sujetos parecen una liana esperando a algún Tarzán urbano.

    1. Muy interesante esa relación entre vecinas a la misma altura y totalmente diferentes en costumbres. De hecho una hace de espejo de la otra. Podrías trabajar este tema, cómo te ves a través de los movimientos de la otra.
      El texto está un poco perdido porque no llega a tener un efecto claro porque se mezclan cosas. La frase final sobra porque no tiene nada que ver con el principio. A la hora de escribir hay que tener claro que el texto deber ir hacia algún lado. Eso se va pensando mientras se va escribiendo.

  33. Me despierta el silencio con la densidad de la niebla que se cuela por la ventana. La abro i atisbo a mi alrededor: el jardín con su reciente corte de pelo permanece inmóvil ante los primeros rayos de luz. Las jacarandas y las palmeras ni siquiera se desperezan en este nuevo día. A lo lejos se oyen débiles voces humanas. Los pájaros pían bajito para no despertar a sus colegas, las palomas dormidas y a los escasos vecinos.
    Es día de fiesta, me digo.
    Un pitido avisa de que entra en mi móvil el primer mensaje del día.
    Abro esta otra ventana y aparece Mercavalencia repleta de aplausos de los labradores y labradoras a los trabajadores de mercados y tiendas que hacen posible nuestra alimentación cotidiana.
    La vida sigue avanzando al compás solidario

  34. El texto se pierde porque está escrito de forma literaria, es decir, con la intención de que sea bonito, que tenga una estética. Entonces pierde la fuerza narrativa. La estética de un texto aparece desde sí mismo, no se le puede añadir. Cuando cuenta algo intenso es un texto bueno.
    Así que aquí el problema es que la niebla no se cuela por la ventana porque está cerrada y cuando la abres, más que atisbar, miras y el césped está cortado y no tiene un corte de pelo y hablas de luz pero había niebla. Los pájaros no pían para no despertar a sus colegas. Quiero decir con esto, que una cosa es lo que le pone la narradora a la realidad y otra lo que ocurre. Los pájaros quizás se oigan bajo porque hay niebla. Esta es como una ley de la narrativa: cada cosa tiene que ser contada como es. El ejemplo de los pájaros es muy esclarecedor porque ellos no tienen la capacidad de querer no despertar a sus colegas, así que eso no se puede usar narrativamente a no ser que sea un texto de fantasía en un cuento infantil.
    El tema de la fiesta por la solidaridad humana es muy bueno. Creo que quedaría un texto más completo si haces un contraste entre la niebla que lo tapa todo y el sonido del aplauso que es más luminoso que el sol.

  35. Me he asomado por la ventana para sentir el aire fresco en la cara, soy de esas personas que necesitan la luz para sobrevivir, cuando me mude aquí me asegure de ello. Inmediatamente vi la ropa tendida en el balcón, grises perfectamente combinados con blanco y color pastel, existe una coherencia perfecta entre las texturas y colores, de cierto modo me transmite el amor del cuidado en casa, me siento en mi hogar como nunca antes, la comida recién hecha, el sonido de la cocina, el café recién colado, tener a mi madre en casa en estos días es una bendición, he perdido el don de dar amor a través de los gestos simples, y ella me ha devuelto a la vida sin saberlo.

    1. Muy interesante lo que cuentas. En realidad es una vuelta a la vida de antes. La gente vivía en casa y salía un momento a la fuente o al bar, pero la vida era en casa.
      Ahora, como texto narrativo es demasiado explicativo. Puedes escribir lo mismo sin explicar. Una mirada hacia tu madre o un gesto, nos puede producir la sensación de bendición. La frase final es un resumen de lo que quieres contar y eso lo tenemos que sentir sin que nos lo digas. Es lo más importante de este ejercicio, ser conscientes de esto, de que narrar es construir experiencias y no decir lo que nos pasa o les pasa a los personajes.

  36. Me gusta subir a la terraza de casa para observar las vistas. Aquí arriba pareciera que el tiempo no llega. Cada día, descubro algún elemento nuevo en el paisaje: una ventana donde antes no estaba, una palmera lejana que crece en el horizonte o un grupo de aves que danzan en el aire. Me gusta detenerme en estos detalles. Sentirme a través de ellos.

    Hoy, la brisa es fría y el cielo gris está encendido por una luz blanca que matiza los colores con cierta nostalgia. De repente, llama mi atención <>, así conocemos los malagueños a nuestra catedral pues le falta una de sus dos torres. Su figura imponente sobresale de entre todas las demás en medio de este barullo de tejados, callejuelas y sonidos que se mezclan en la ciudad otorgándole su vida.

    1. Está muy bien la sensación de descubrir lo que ya teníamos y que no sabíamos que estaba allí. Eso te lleva a sentirte, pero no tienes que decirnos que lleva a sentirte, tenemos que ser los lectores los que lo veamos con lo que nos cuentas. Así que quitaría esa frase y también que la luz blanca matiza la nostalgia. Ya sentimos la nostalgia con la catedral sobresaliendo y la falta de una de sus torres. También habría que quitar otorgándole la vida. Si quitas todo eso, queda un texto más expresivo, narrativo.

  37. Me levanto y subo la persiana de mi dormitorio. Quiero ver qué tiempo hace. La temperatura es cálida a pesar de que aún es temprano y sin embargo el día se siente desolado. Tardo unos segundos en percatarme de que el edificio de enfrente está desierto, no se ven coches aparcados en la acera ni movimiento en las ventanas. La puerta de entrada está cerrada. En la calle, no hay nadie, no pasan coches, nada se mueve, ningún ruido . Simplemente nada

    1. Está muy bien la sensación de querer ver qué tiempo hace y de repente encontrarte con la desolación. La desolación ya se ve con la puerta cerrada, los coches aparcados… así que quitamos la palabra desolación. Y en vez de simplemente nada, puedes buscar una imagen que nos produzca ese simplemente nada. Ese exprimir la cabeza para encontrar una imagen que crea una sensación es exactamente escribir.

  38. Gracias Silvia por tus comentarios, tomo nota de tu última frase que capta totalmente mi forma equivocada de expresarme en más de una ocasión: “En un texto hay que centrarse en el efecto que tiene que producir.” Precisamente es una de mis luchas internas cuando preparo algún relato, ¿cómo ser coherente de principio a fin en la historia que quiero contar? El material narrativo es mucho en mi cabeza y difícil de seleccionar; soy muy dada a salir del tema.
    Totalmente de acuerdo en que sobra el último párrafo, lo que me lleva a recordar algo que he aprendido en otro de tus cursos, lo resumo en la frase siguiente: “menos, es más”.
    Lo de cambiar la ventana por la terraza obedece a que es lo que tengo, y hasta ahora son mis sensaciones o experiencias reales las que inspiran mis relatos. Estoy deseando poder inventar historias sin recurrir al “yo, mi, me, conmigo”
    Y queda pedir disculpas por no haber seguido tus indicaciones.

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    1. Gracias Silvia por tus comentarios, tomo nota de tu última frase que capta totalmente mi forma equivocada de expresarme en más de una ocasión: “En un texto hay que centrarse en el efecto que tiene que producir.” Precisamente es una de mis luchas internas cuando preparo algún relato, ¿cómo ser coherente de principio a fin en la historia que quiero contar? El material narrativo es mucho en mi cabeza y difícil de seleccionar; soy muy dada a salir del tema.
      Totalmente de acuerdo en que sobra el último párrafo, lo que me lleva a recordar algo que he aprendido en otro de tus cursos, lo resumo en la frase siguiente: “menos, es más”.
      Lo de cambiar la ventana por la terraza obedece a que es lo que tengo, y hasta ahora son mis sensaciones o experiencias reales las que inspiran mis relatos. Estoy deseando poder inventar historias sin recurrir al “yo, mi, me, conmigo”
      Y queda pedir disculpas por no haber seguido tus indicaciones.

  39. Hoy me he asomado a mi ventana favorita, esta frente al mar. La he abierto como todas las mañanas para ventilar la casa, y como siempre asomó mi cabeza para respirar el olor del aire, sentir su temperatura y oír la vida al otro lado del cristal, ahora más que nunca la vida son las gaviotas. Hay una densa niebla por frontera. Hasta ella veo tejados y balcones avanzando en cascada hasta el puerto pesquero con sus naves, hasta los astilleros con sus grúas, hasta los barcos de recreo y los de mercancías un poco más allá. Después el mar. Se que al otro lado del muro blanco están las islas, pero hoy no las veo. El mar hoy es más infinito que nunca.

  40. Lo interesante aquí es el cambio de lo que ves todos los días con lo que ves hoy, en esta situación. El encerramiento nos lleva a buscar el horizonte y justo la niebla lo tapa. Eso crea la sensación de encerramiento en el lector.
    Se puede trabajar el texto un poco para que sea más efectivo. Hay que crear esa frontera que es la niebla sin decir que es una frontera. Puedes no decir que hay niebla hasta el final, hasta llegar a ella, cuando vas bajando por las casas y buscas las islas y no están.

  41. Me cuesta mirar lejos a través de esta limitada cuadrícula cristalina y bien pulida, que me afané en limpiar ayer con parte del tiempo que nos ha impuesto el virus.
    ¿Por qué quiero mirar lejos? Porque lo que veo cerca, no puede ser la realidad… y quiero verla.
    La calle sigue con vida después de casi una semana de confinamiento. Y es una vida que siento desagradable, como el ruido que producen los coches que proporcionan desplazamientos vacíos de ilusión, sobre un asfalto plomizo, y bajo un cielo amenazador.
    Como no consigo ver nada interesante, paso una mirada fugaz por el árbol de la esquina. Ese enorme pino azotado por el viento, bajo el cual me encantará tumbarme con los ojos cerrados a sentir la libertad, cuando todo esto acabe.

  42. Que veo – DB 20 mar. 20
    Veo la estampa de una quietud inquietante; un recorte en el horizonte de la silueta oscura del monte rocoso sobre el cielo plomizo. Parece que está a punto de llover, el umbral de mi ventana se antoja el umbral del universo, porque no hay más allá.
    La foto fija parece un poster y pasan las horas y los días, con la única variación de la intensidad de la luz y de mi estado de ánimo cuando me quedo embelesada tratando de adivinar las manchas blancas de las casitas a lo lejos en la falda de la montaña, y las verdes del fondo, y las sombras grises de farallones y roquedales dormidos en la quietud imperturbable que estos días de obligado recogimiento.

  43. Mil gracias Silvia, no sabía que no se admiten en literatura adjetivos que no son atribuibles al nombre..ej. sol..tímido, a menudo me enrrollo con la forma y no desarrollo el fondo.
    Mil gracias!!

  44. Todo está quieto. Solo hay árboles casi estáticos, sus copas apenas se mueven, el sol de media mañana empieza a calentar con fuerza y hace sombras cada vez más duras sobre el suelo y otras superficies.
    Hay una abeja rondando, se acerca a una hoja, se retira y vuelve por otra.
    Los patios están vacíos, las ventanas de las casas cerradas. Hay más silencio que de costumbre.
    Un pequeño pájaro aparece, golpea con fuerza una rama y luego se posa con una calma diferente a la violencia con la que se acercó en un principio.
    Ahora, se acerca una mariposa amarilla. Revolotea sobre los mismos árboles, baila en un vaivén.
    Un pájaro ha comenzado a cantar y de pronto la brisa empieza a mover los árboles antes quietos. Las copas de los árboles ahora se mecen relajadas y suaves, como bailando una balada lenta.

  45. Hoy se percibe el canto de los pájaros más alegre que nunca, parece que están felices de respirar un ambiente mejor, más limpio y puro. En cambio, en nuestra comunidad, no son tan agradables estos días. Los vecinos de enfrente no desean ni saludar por lo acongojados que parecen estar. El señor Paco, desde ayer, ha vuelto a consumir cigarrillos descontroladamente; sentado sobre una banca de madera, se empina la cerveza al lado de su mujer, quien antes siempre lo regañaba por fumar en exceso, hoy, se ha unido con él pidiéndole un cigarrillo disque para calmar el estrés.
    Cuando salí de compras al supermercado, miré a varias personas formadas en líneas. Algunas, igual que yo, todavía vestían sus pijamas, porque a nadie le importa como lucir en este tiempo. Parece que hoy es más importante llenar las alacenas de su casa, hasta donde se pueda, y luego atrincherarse en sus hogares para no ser alcanzados por ese virus. Aquella señora que va por el pan, la que siempre enseña a las personas a salir adelante con su enseñanza, hoy, ni ella misma sabe cómo superar su estrés o su zozobra. Tampoco ha podido hacerse un buen peinado, como es su costumbre; apenas se recogió a medias el cabello, dejando algunos risos largos y crispados jugando con el viento. Las cajeras están agobiadas, van nombrando de mala manera al siguiente cliente para asistirles. Mientras unos en la fila piden ser atendidos cuanto antes, apurados por salir, otros, por lo regular, los más mayores, se miran cabizbajos sin querer socializar mucho con la gente; sus rostros reflejan temor, se sabe que por ahora, son los más vulnerables a esta maldita pandemia.
    Es desconsolador ver a toda una comunidad en sufrimiento. Esta crisis nos está torturando cada vez más a su capricho y lo peor de todo, es que, no sabemos ni cuándo terminará.

  46. La calle vacía pero con ruido. Como si hubiera una vida invisible. Es un gran contenedor de sonidos y los sonidos me dibujan formas y colores. Oigo piar a muchos pájaros a la vez, sale el sonido de debajo de las tejas. Oigo al barrendero, que se queja. Todas las mañanas se queja: del peligro, de los dueños de los perros, de la incomodidad. Se queja. Se queja también su carro, que chirría sus andares metálicos y se resiste a avanzar. La carnicería todavía está cerrada. Hay dos hombres haciendo cola para entrar al banco. Están en fila pero separados por la distancia de seguridad. Hablan entre ellos. Son voces de papel, con mascarilla, voces tapadas. Llega un tercero y se une a la conversación de celulosa. Parecen fichas de tres en raya. Pasa un coche de la guardia civil y hasta los pájaros contienen la respiración. Sólo unos segundos. Después, todo vuelve a sonar de nuevo.

  47. Mi pequeño retoño me pide ver por la ventana, lo llevo en brazos y me asomo junto con el.
    ¿que vez? Pregunte curioso.
    -No pasa mucha gente- me responde -y las pocas que pasan tienes mascarillas-.
    -Y eso está bien- conteste.
    -Papá los adultos también tienen miedo, al igual que los niños- me dice.
    -algunas veces- respondí.
    -Nosotros a la oscuridad y ustedes a la muerte–concluyó.

  48. Bogotá. Así le dicen a este pedacito de montaña húmeda que estoy viendo. Bogotá, llena de babosas, llena de edificios, llena de trancones.
    Bogotá y sus nubes oscuras por el esmog citadino que hoy tienen sol y también una estela de nube creada por el rastro de algún avión se extiende en el azul mañanero. “Homomutatus” así les dicen. O así las percibo yo desde mi patio, desde mi privilegio, el privilegio de no estar del otro lado en el jardín de cemento capitalino.

  49. Al mirar por la ventana veo un día nublado. Veo el patio de mi casa. Parece un día sin sentido como todos los demás días. Veo personas que apenas despiertan se ponen en acción, no salen de su casa, pero siempre están haciendo algo. Limpiando, cocinando o arreglando algún artefacto de la casa. Veo personas desconectadas, que les cuesta ver el punto de vista del otro. Uno se sumerge en el celular escuchando vídeos a altas intensidades, otro se sumerge en las noticias o programas de la tv, y cuenta a gritos lo que ve. Busca que la escuchen, por esos sus gritos. Pero no escuchan porque cada uno mira pasa sí, y están llenos de trabajo. Veo personas enojadas consigo mismas y con el otro. Hay sentimientos de insatisfacción con la vida que viven, miedo al paso del tiempo, a sentirse inútiles por ser mayores. Los días pasan muy rápido, los meses pasan muy rápido. La vida pasa rápido.

  50. Me levanto pie por pie, para no despertar a los que aún pueden quedarse un rato más en la cama, me cubro con una frazada porque hace frío (no me gusta usar la bata). Cuando empiezo a escuchar ruidos y ladridos, voy lo más rápido que puedo hasta la ventana de la sala para intentar aplacar el alboroto de mis perras. Abro la persiana y miro para todos lados para saber que causa tanto escándalo, a una hora tan temprana de la mañana. Doy unos golpecitos en el vidrio para que me presten atención, las miro con cara fea y gesticulo para que se callen. Me miran desconcertadas y continúan inquietas mirando a la calle. Miro y no puedo entender porque tanta rabia, afuera no hay nadie, la calle esta desierta y el barrio muy tranquilo. Presto más atención a los detalles y veo una bolsa de basura en el canasto de la vereda, hago memoria y ayer no fue día de sacar la basura. Comenzaron otra vez a ladrar y miro la dirección en que lo hacen y puedo ver que alguien se acerca. Me cubro con la cortina y espío quien se acerca intranquila. Cuando logro darme cuenta, es la vecina de la esquina que viene apurada acomodándose la campera, mira para los dos lados (aunque la calle es una mano sola) y cruza. A medida que se acerca la inquietud de las perras va en aumento y cuando miro el bulto que trae en la mano, entiendo todo. Misterio resuelto, ahora ya sé quién deja su basura en mi canasto.

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