EL ABURRIMIENTO. Franzen y Wallace

Recuerdo un día en los años ochenta en el que unas amigas y yo recorriendo la parte antigua de una ciudad, estaba abandonada y era de verdad como un escenario romántico, decidimos que sólo algo fuerte que viniese de fuera, y creo que pensamos en una desgracia, podría romper el aburrimiento que lo invadía todo: el amor, el estudio, el cine, todo. Recuerdo que nos quedamos en silencio después de pensar esa barbaridad, pero en el fondo, cualquier cosa nos parecía mejor que seguir invadidos por ese aburrimiento. Y no es que los años ochenta fueran precisamente monótonos en cuanto a fiesta, pero no había nada más que eso, una fiesta llena de ruido. Ahora puedo entender qué nos pasaba, pero en ese momento, esa sensación caía sobre nosotros sin saber de dónde venía.

Sería una novela interesantísima contar ese aburrimiento en medio de la gran fiesta, pero para eso hace falta una novela, no se puede contar sin tiempo y sin espacios que lo traigan al presente. Y de esto, de la novela y el aburrimiento va un artículo de Franzen que dejo más abajo. Franzen sostiene que Wallace se suicidó por aburrimiento, porque no era capaz de avanzar en su novela y porque buscaba “el todo y más”. Y por esa razón, piensa que prefirió el suicidio para llegar al gran éxito literario en lugar de pensar en el daño que hacía a los seres que le querían. Hago una parada. Lo que más me impresiona del lenguaje es la transparencia. Da igual cuál sea tu intención pública de escribir algo, siempre se va a transparentar tu móvil íntimo. Pero no voy a entrar en el sentimiento de Franzen. Siguiendo con esta historia, Franzen quiere diferenciar las novelas que cuentan un individuo de las novelas que cuentan la realidad social. De alguna forma, al primer grupo, donde se da la experimentación, pertenecerían los narcisistas, que no tienen otro camino más que el del aburrimiento, y al otro los que tienen la capacidad de salvarse a través de las relaciones sociales.

Y todo esto lo cuenta en un contexto en el que él, aburrido de su campaña de promoción de Libertad, decide ir a la isla de Masafuera en Chile para estar solo de verdad. Tiene como objetivo retomar el tema de la muerte de Wallace que había dejado en stand by hasta después de terminar su novela para dejar de tener un enfado permanente. Antes de partir, va a visitar a la viuda de Wallace, que le da unas pocas cenizas en una caja antigua de madera para que las esparza en el océano desde la isla. Y aquí es donde yo me doy cuenta de hasta qué punto nos hemos distanciado de lo humano, o llegamos a odiar a los humanos, que todo el mundo, me incluyo, sueña con que tiren sus cenizas lo más lejos posible, en medio del océano o al aire desde la montaña más alta. Me viene a la cabeza la importancia del entierro para mi abuelo, para el que era como una especie de resumen de lo que había sido tu vida. De hecho a su entierro fueron unas mil personas y se me acercaba gente desconocida para explicarme qué experiencia había tenido con él que le había hecho recorrer quinientos kilómetros para despedirlo. Y la importancia de quedarte en el campo santo, aún sin ser creyente, sólo como el lugar sagrado de tu comunidad. ¿Qué nos ha hecho cambiar radicalmente en tan poco tiempo?

Franzen llega a la isla y empieza a sacar todo lo que tenía que sacar: por qué escribe novela realista social y por qué su amigo estaba equivocado y no era un ángel como la gente cree. Pero resulta, que él también se aburre, sólo la presencia de un pájaro difícil de ver le saca del aburrimiento. Y con el océano, la niebla y los grandes acantilados y sonidos extraños cayendo sobre él, su pensamiento está en Robinson Crusoe, en el espectro de Wallace y en el reconocimiento del valor literario de Richardson. Y para dar un efecto de realidad a este viaje, de vez en cuando hace el listado de la tienda de campaña, la cantimplora, la manta y demás utensilios, que lo que en realidad produce, gracias al efecto transparencia del lenguaje, es pensar que se agarra a lo material para no ver el abismo de la nada.

Después de tirar las cenizas se queda tranquilo, ya ha reconocido a Richardson como el gran novelista, el que salva a sus personajes, pero se ha olvidado del lector, para el que escribe esto, al que se le ha abierto un abismo de incomunicación. ¿De qué estábamos hablando? ¿No era del suicidio de un amigo? ¿No era eso lo que te inquietaba? ¿Y todo se resuelve con el reconocimiento de Richardson como novelista? ¿Dónde está la relación humana, lo real como única salida al aburrimiento?

Wallace buscaba el todo y más, también nosotras paseando en los ochenta reconocimos que queríamos el todo y más y por eso lo que había nos aburría. Pero no querer vivir limitado no significa no querer realidad, más bien al revés, lo que Franzen llama realidad, no son más que los límites para no poder ser real, que tiene que ver con poder comunicarte desde la más radical individualidad. ¿Qué le voy a dar a alguien, mi intimidad o mi generalidad? ¿Lo que soy o lo que represento?

¿Fue el aburrimiento el que llevó a Wallace al suicidio como dice Franzen por su incapacidad de aceptar la realidad como algo limitado? Es verdad que mi salida de aquel aburrimiento fue la comunicación, el tomar conciencia de mi individualidad frente a otras individualidades con las que es maravilloso comunicarse. ¿No es toda la obra de Wallace una aspiración a sentirse una individualidad que se pueda encontrar con otras individualidades? No me puede parecer más real la locura de esos personajes que no pueden ser en un mundo que te da una hoja con lo que tienes que hacer para mantener un sistema absolutamente incongruente con lo que vas a sentir. Eso sí, para que alguien pueda contar esto tiene que mantener la inocencia, incomprensible para Franzen, pero necesaria para la literatura.

El aburrimiento del que hablo no significa el querer que pase el tiempo en un momento que no te gusta lo que vives para que venga otro mejor, significa estar metido en un mundo al que no perteneces, en el que no puedes participar, algo así como una vida fantasmal consciente, la idea del holandés errante y tantos mitos que ya lo han contemplado. Cuando no puedes ser de forma individual y comunicarte, de alguna forma lo que te queda es buscar el todo y más, una desintegración, una especie de suicidio o un suicidio directamente.

FARTHER AWAY. Jonathan Franzen en The New Yorker

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4 responses to “EL ABURRIMIENTO. Franzen y Wallace

  1. Me han gustado ambas entradas. El motivo del aburrimiento en literatura (y en la vida real) es un tema fascinante. Los pensamientos de Pascal, un rey sin diversión de Giono, el desierto de los tártaros de Buzzati… son tal vez los libros que mejor hablan de ello.

    Es interesante que hablaras del romanticismo y que luego empalmaras con el tema del aburrimiento en la fiesta, ya que durante el romanticismo francés, hubo una generación, la que vino después de la revolución y el Imperio que se quejaba de exactamente eso: “le maux du siècle” (el mal del siglo). La obra más relevante es seguramente Confesión de un hijo del siglo de Alfred de Musset que relata la vida de un joven que se aburre en una época de “fiestas llenas de ruido” :

    “Un sentimiento de inexpresable malestar empezó, pues, a fermentar en todos los jóvenes corazones. Condenados a la inacción por los soberanos del orbe, entregados a patrones de toda especie, a la ociosidad y al tedio, los jóvenes vieron cómo se retiraban sus espumeantes olas contra las cuales habían dispuesto sus brazos. Todos aquellos gladiadores frotados con aceites sentían, en el fondo de su alma, una insoportable miseria. Los más adinerados optaron por el libertinaje. Quienes disfrutaban de una mediocre fortuna, tomaron estado resignándose al traje talar o a la espada. Los más pobres se lanzaron al entusiasmo en frío, a las grandes frases, al horrible mar de la acción sin norte. De este modo los jóvenes hallaban una forma de emplear la fuerza inactiva en la afectación del despecho. Burlarse de la gloria, de la religión, del amor, del mundo entero, constituye un no flaco consuelo para quienes no saben qué hacer. De ese modo se burla uno de sí mismo y, a la vez, se da la razón al espolearse. Aparte de que es dulce creerse desgraciado, cuando no se está sino vacío e irritado. ”

    He dado un poco la tabarra pero bueno! Gracias por el artículo!

  2. Sí, entonces era el mal del siglo y creo que hoy en día es una epidemia escondida muchas veces con otros nombres. Gracias por el texto. Por cierto, he visto que tienes un blog http://calledelorco.wordpress.com. Me ha encantado leer el texto de la risa de Dostoyevski, pura intuición narrativa. Además está muy bien ir de un escritor a otro y contrastar los puntos de vista.

  3. Tienes un material muy hermoso ahí.
    Lo que más me sorprende de la literatura (y me emociona) es que cualquiera de nosotros podemos sentir, podemos ponernos en el otro, de tal manera que la individualidad del escritor pasa a nosotros y nos emociona. Por eso es que, creo, es tan difícil encontrar una novela que te refleje, que nos refleje de una manera intensa. Sallinger creo que muestra una especie de cansancio de la existencia, no el aburrimiento. Ahí es donde tienes un material hermoso, porque es tu particular punto de vista del ser, el acto y el aburrimiento (ser real-subsistir/actuar-subsistir) el que podría ayudar a ver a través de él. Al final, de eso trata la literatura. Aunque sea difícil encontrarla. Ojalá.

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