El antihéroe

imagesSé que es peligroso hablar de una época aburrida, parece una invocación a guerras, hecatombes o cualquiera de las catástrofes que alimentan las películas de acción, donde el aburrimiento es imposible.

Sin embago no queda más remedio. Hay que aprender a aburrirse es una frase que he oído más de una vez y que me ha conmocionado, como si estuviera frente al anticristo. Los niños de la vida fácil hemos visto cómo nos han modelado como alimento de un sistema pensado precisamente para eso, para el objetivo de convertir a la humanidad en simplemente civilizada, es decir,buscando el bienestar y aceptando los valores que tengan que ver con él.

Valle Inclán describió una sociedad que a la gente creativa la convertía en esperpento. La sociedad de ahora ya está asentada, no crea monstruos, simplemente entierra a los que por nacimiento tienen alguna protuberancia amorfa que les lleva a desear algo que no tienen. Por eso intenta dirigir el deseo, para que no ande suelto, permitir hasta excesos pero de forma controlada.

Con esto quiero decir, que mi generación, educada en la nostalgia de un mundo pasado o directamente en el todo vale civilizado del presente, vive desde siempre en un aburrimiento solventado con drogas o con una adaptación desganada al sistema.

Y a estos seres, víctimas del miedo a ser humanos en el que han sido educados, se les llama antihéroes en la Literatura actual. No hay nada más cercano a la no existencia que ser un antihéroe. Si fuéramos contados como víctimas sería otra cosa, habría que contar la realidad de esa vida tan fácil que nos han dado.

Esto es el punto de vista en narrativa, contar a un mismo personaje como antihéroe o como víctima. El resultado es absolutamente opuesto con el mismo material narrativo. Como somos antihéroes, nos queda el silencio, si fuéramos víctimas, tendríamos que gritar.

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11 responses to “El antihéroe

  1. A mí me parece que simplemente habría que dignificar la figura del muñón que padecemos. ¿Por qué ser todos tan igualitos? Hoy en el ascensor me he encontrado con un enano y dos parapléjicos en silla de ruedas. Uno me ha dicho con todo cariño que estudia filosofía y que estudió inglés en el British. Era encantador. Habría que cambiar al héroe. El héroe, a mi modo de ver, no es el guaperas, es el parapléjico que me sonríe en el ascensor y que amablemente me dice que ha ido al British. Se despide en inglés. Tiene una herida en la cara. Me anima la mañana.

  2. Siempre me he considerado elitista. A veces hasta me he censurado a mí misma por elli. Hoy creo saber de qué soy elitista. Sólo me interesa en esta vida aquella persona o personas, niños o perros que presentan signos de amabilidad, que muestran la humanidad de los seres sensibles que quieren ser cariñosos con los demás. Sí, en eso soy intolerante, si no hay calor, no me interesan.

  3. ¡Ay, los best-sellers y su gente! Esos héroes solitarios, introvertidos e implacables, secos y duros. Me quedo con Woody Allen, ¡qué tierno! ¡qué amable! ¡qué poquita cosa! ¡qué grande!

  4. Es común al género humano tener la sensación de que “nuestra” generación es distinta a otras; que “nuestra” infancia -en vida regalada o no- nada tiene que ver con la de otros tiempos; que “nuestra” literatura nos narra el camino que debemos seguir para ocupar nuestro nicho.

    Pero nuestra generación, nuestra infancia y nuestra literatura es igual a las demás, aunque nos falte perspectiva para poder mirarlas con la indiferencia del tiempo. Aunque nos haya tocado la era de la comunicación, la de tener a nuestro alcance toda la información para llegar al conocimiento de lo solos que estamos.

    Yo creo que no hay-que-aprender-a-aburrirse, porque eso no se puede aprender… dentro de una cuba se puede ser un hombre creativo, dormir en un jergón no nos hacer menos luminosos y no comer la abundancia del primer mundo no nos va a hacer menos felices. Justo lo contrario.

    Gritar las injusticias de las víctimas, no es siempre obligatorio, aunque seamos una de ellas. Hay veces, lo hemos hablado muchas veces en este mismo foro, que el silencio es muy elocuente; quizás lo que tenemos que aprender es a ser testigos y no militantes.

  5. Diógenes, tengo que defender mi punto de vista. Cada generación tiene sus cosas, todos somos iguales porque todos nos vamos a morir, pero las vivencias no son las mismas. A lo que me refería es a que la gente de mi generación participa menos de la construcción del mundo que otros que estaban más concienciados por su educación, lecturas, momento histórico, vivencias… Esto es como la medicina occidental, que no va a las causas. Quizás no haya pasado mucho tiempo para verlas, pero las hay. Tienen la misma importancia que en otros momentos, sólo que no se ha reflexionado sobre ellas. Lo de víctimas contemplaba sólo que mientras los personajes en otros momentos son tratados como víctimas de la sociedad en la que viven, ahora son tratados como antihéroes, es decir, como incapaces de reaccionar ante nada pero sin causa aparente. Como si el mundo ya estuviera sentenciado y no hubiera nada que hacer. Este legado es el que crea el antihéroe, un ser débil que nadea en el absurdo. Yo preferiría ahondar en todo aquello que nos ha debilitado, porque comparada con otras generaciones, esta, me parece sobre todo debilitada. Pero bueno, mejor que un post, habrá que escribir un libro.

  6. Estimada Silvia:

    hay muchos libros escritos y aún no se ha dado con la solución; pero como sigues insistiendo en que tu generación es una generación debilitada y que ha participado menos en la construcción del mundo que otras, te voy a proponer un hipotético ejercicio con cinco brazos.

    En un primer brazo vamos a imaginarte naciendo en Kampala (Uganda), en el mismo año en que lo hayas hecho tú, para pertenecer de este modo a tu misma generación. A estas alturas, tu esperanza de vida ya se habría agotado, posiblemente por el sida, tus hijos también estarían enfermos, sin tratamiento, de la misma enfermedad aguardando con desesperanza el final, y tus nietos, con suerte, abonarían el número de niños acogidos en algún centro asistencial. Eso si no te hubiese tocado ser de adolescente, la única niña-soldado en una ejército de sanguinarios partidarios de cualquier dictador.

    En segundo lugar imagina que has nacido en Al Aziziyah, ciudad de Arabia Saudí, fronteriza con Bahreín. Hace muchos años te habrían casado con un hombre que te multiplicase la edad, y aún te quedarían algunos años de una vida, en la que nunca podrías salir sola de casa, en la que jamás habrías tenido acceso a la cultura y muy poca a la sanidad, y muy pocas veces te dejarían acercarte a un libro, porque todos sabemos que eso no es cosa de mujeres. No en este sitio, no en este país.

    Ahora has nacido, como tercera figuración, en Torata, ciudad del sur del Perú cercana a Moquegua. A los ocho años, empezaste a trabajar en la fabricación de ladrillos de adobe durante doce horas diarias, a los catorce tuviste tu primer hijo y ahora tienes ocho y doce nietos viviendo en condiciones miserables, con un marido que te maltrata cada vez que llega a casa tomado.

    Como cuarta suposición digamos que has nacido de Dongala, pueblecito al norte de Indonesia, y a los cuatro años tus padres te vendieron por el equivalente a veinte euros a una red de prostitución infantil, o quizás te cambiaron -si fueron capaces de negociar mejor- por un pequeño frigorífico. A estas alturas no sabes que es vivir y lo haces con los ojos vacíos y la mirada perdida en el horizonte de la muerte, para abrazarte a ella del todo.

    Por último has estudiado una carrera univesitaria en la Universidad de Santiago, has hecho un curso de posgrado sobre literatura en el IESE, tienes hijos y estás felizmente casada; y ahora has creado (esto sé que si es real) unas maravillosas páginas literarias en las que nos encontramos para comentar textos y para aprender con los ejemplos que nos pones de tus escritos y los escritos de otros. Aquí también hablamos de generaciones de la tuya y de la mía. Pero lo tuyo y lo mío es tan relativo; tu generación y mi generación están tan alejadas de ser uniformes y de que sobre ellas se pueda emitir un definitivo veredicto…

  7. Qué interesante imagen la de Diógenes cuando dice que nuestra literatura nos marca el camino que debemos seguir para ocupar nuestro nicho. Quiero destacarla porque ahí está la razón de todo. Felicidades.

  8. ¿encantando con lo mío?, ¿qué es lo mío?, ¿las ideas que aquí expreso? ¿las que callo?… debe ser eso, y lo que me ha querido decir el bueno de Claudio Barbará, es que lo que mejor hago es estar callado; yo a cambio me voy a leer su literatura en prosa y en verso.

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