EL NARRADOR. Walter Benjamin

Walter Benjamin es un pensador curioso porque ya era fronterizo cuando ser fronterizo no era una moda. Como filósofo no termina de funcionar porque no pierde el tiempo en dar razones, tiene cierta prisa, tampoco es un ensayista porque no le interesa la forma y no es un escritor de ficción aunque sí es un gran lector y le gusta contar. Lo importante es que tiene voz propia, saca temas, pone el foco en asuntos nuevos, relaciona ideas. Tener voz propia es sinónimo de honestidad, sólo los transparentes tienen una voz propia, la impostada se reconoce en seguida. En este caso esa honestidad quiere decir que había algo preocupante en su momento, que ahora es todavía más preocupante, que quiere iluminar no desde el academicismo, sino desde un sentido colectivo.

Recomendar El narrador responde a dos razones fundamentales: el problema de la información y la falta de experiencia. En este texto Benjamin cuenta cómo la capacidad de narrar se ha extinguido y cómo la causa de esa pérdida es la ausencia de experiencia. Recuerda cómo los soldados volvieron de la I Guerra Mundial mudos, sin poder contar nada. Todo lo que se contó de la guerra fue escrito más tarde, pero no se hizo boca a boca, la fuente de todos los narradores.

Normalmente los narradores contaban lo que habían visto en largos viajes o sin moverse de su casa, las tradiciones y las historias del lugar. En la Edad Media, los artesanos convocaban aprendices vagabundos que contaban sus historias de viaje.

Las narraciones eran útiles porque terminaban en un refrán, una advertencia, una recomendación, algún mensaje creíble precisamente porque su origen estaba en la experiencia.De alguna manera el arte de narrar procedía de la sabiduría, de la vida vivida, pero la sabiduría, dice Benjamin, es un fenómeno en decadencia.

También apunta Benjamin a la novela como un sustituto de la narración, justamente fomentando una lectura individual y exponiendo la profunda desorientación humana, pero siendo la novela un objeto estético desarrollado por la burguesía, no es el más preocupante para la narración. La prensa es la nueva forma de comunicación verdaderamente contraria a la narración. Estamos informados de las novedades, pero somos extremadamente pobres en experiencias extraordinarias. Lo nuevo se explica, pero no se invita a una interpretación en la que se involucre el lector. La información sólo vive en el instante en que es novedad. El que oye un relato participa de la comunidad de los narradores, lo contará él mismo más tarde, utilizará la memoria para poder reproducirlo. Se trata de una experiencia colectiva. Pero el que escucha una noticia, al no participar en su interpretación, no tiene necesidad de crear una experiencia colectiva.

Lo interesante de leer justamente el narrador es la posibilidad de pensar sobre la información, el conocimiento de hechos sin narrador, sin la experiencia del que lo cuenta y sin que suscite en nosotros experiencia alguna, ni siquiera una reacción que nos mueva a interpretar. El periodismo, instalado ya desde hace mucho tiempo, debería revisar la distancia que impone con respecto a lo que cuenta. Buscar la objetividad sacrificando la narración, obviar el contar desde la experiencia, igual no tiene mucho sentido, sobre todo cuando además nadie cree en la objetividad. ¿Y si nos contasen lo que ocurre narradores y nosotros actuáramos como futuros narradores que participan en una experiencia colectiva? ¿Llegaría, por fin, a afectarnos lo que ocurre?

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