FELIZ AÑO NUEVO. Atentos al lenguaje

Felicitar por un año nuevo sin saber cómo va a ser no deja de resultarme curioso. Resulta que todo el mundo se alegra de empezar de nuevo, digamos, de dejar atrás la hora anterior, el día anterior, el año entero anterior aún arriesgándose a que lo que venga sea peor. Que venga algo mejor es un deseo que sólo se puede cumplir como caído del cielo sin creer en el cielo, desde luego como si la suerte fuera manejada por alguien al que se le pide de manera infantil. Y todos tiramos del hilo, feliz año, te deseo lo mejor, que tú y los tuyos tengáis un año lleno de salud y amor y trabajo y todo lo que se supone que da felicidad. De verdad que visto con atención resulta casi terrorífico ver cómo la vida de cada uno se deja en manos de un destino cambiante.

Y en realidad vivimos así, con la inercia de creer, sin ser conscientes, que todo cae del cielo, gracias y desgracias. Y por supuesto sin pensar en el daño que produce en nuestra forma de enfrentarnos a la vida.

Mientras pensaba esto fui a acompañar a alguien a oír una misa de año nuevo. Un sacerdote vestido con una túnica blanca y una simple y estrecha estola, es decir, no vestido de modo habitual, decía misa en gallego, y ya que había traducido el texto lo había cambiado un poco, de manera que el Dios todopoderoso pasaba a ser el Dios agarimoso (amoroso-cariñoso) y se hacían invocaciones desde un humanismo realmente moderno, desde la idea de un hombre que se centraba en reconocerse dentro de una naturaleza y con una necesidad de encontrar un equilibrio, de poder desarrollarse llegando a quererse a sí mismo. El sacerdote cambió el cáliz de oro o plata por uno de cerámica y bajó a saludarnos sin miedo a perder el tiempo. Cuando llegó la homilía, centrada en el año nuevo, precisamente hizo hincapié en que un año sólo podía ser nuevo desde una renovación interior, nunca esperando que llegase nada de fuera y elaboró un discurso magnífico sobre la falta de responsabilidad ante la injusticia, la pobreza y demás desordenes fatales que pueden tener solución. Increpaba a la acción, a tomar conciencia, a ser libres, a la creatividad.

El final fue una bendición en la que pedía de verdad que tuviéramos un año nuevo, y creyendo en Dios, le pedía que nos ayudase a realizar la renovación necesaria para crear un mundo más humano, nunca dejando de remarcar que el mundo lo creábamos nosotros y que se podía crear bien o crear mal.

En ese momento, más o menos, Rouco Varela increpaba a las familias a ser cristianas, pero su discurso decía: Han cerrado las fuentes de la vida con el aborto y banalizan la muerte con la eutanasia. ¿Quién? Mientras asistía a un acto íntimo en el que el sacerdote hablaba a cada uno de los que estábamos allí, la institución de la iglesia hablaba de los otros, los que no están allí. ¿Es cristiano pensar en lo mal que lo hacen los otros? ¿Sirve de algo en la renovación? Pensando en la serenidad del sacerdote que cambiaba levemente el texto para llegar a cada una de las personas que tenía delante, me di cuenta de en qué consiste la verdadera revolución, en no ir contra otro, sea quién sea, sino en buscar nuevas formas de estar, en renovarse siempre. Claro que para llegar a esto sólo hay que observar el lenguaje de este país por ejemplo, donde todos hablan contra el otro para definirse a a sí mismos y de manera inconsciente, por incercia, como si fuera un gen. Verdaderamente resultaría muy doloroso a la mayoría si tuviera que definirse por lo que son, sin matar a nadie.

Este sacerdote había creado una estética diferente además, había cambiado el texto, el vestido, el saludo y lo había pensado todo dentro de su discurso, de manera que resultaba absolutamente armónico. No nombró a nadie, no tenía ninguna intención de revolucionar nada, simplemente actuaba como creía que tenía que actuar. Ser capaz de matizar un texto standard con el mismo número de palabras pero cambiando alguna fundamental, introducir un nuevo concepto entre otros ya sabidos, no exige ninguna revolución, todo lo contrario, no exige ir a la contra, simplemente matizar, pensar en las palabras, cambiar Dios todopoderoso por Dios agarimoso significa cambiar de universo.

En la calle, me sorprendió ver cómo la gente repetía frases hechas, saludos que cambian por moda, llega a resultar terrorífico ver cómo el lenguaje se usa sin pensar, cómo llegan conceptos del inglés que nunca nacerían del español, pero que como no se entienden muy bien, se aceptan con tranquilidad, la sordera, el ser sordos al lenguaje, usar el medio de comunicación más potente sin conocerlo, como quien coge un Ferrari sin saber conducir.
¿Se enseña en el colegio que las palabras tienen significado o el significado no es más que un tirabuzón del diccionario? Por ejemplo, enseñar a ser responsables sin enseñar que ser responsable es responder, y para responder hay que escuchar y entender y después crear libremente una respuesta. Podemos hacer la prueba, preguntar a muchos qué significa ser responsable. (La definición más usual es la de cumplir con normas ajenas, o sea, lo más aburrido del mundo)

Bueno, sólo quería desear una Feliz Renovación 2011.

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3 responses to “FELIZ AÑO NUEVO. Atentos al lenguaje

  1. Difícil lo que propones, milady, pero está claro que es la única salida. Es una salida para valientes, no para cobardes y nos sobra el miedo, a ése sí que hay que tenerle pánico, ése es el gran enemigo, el miedo…

  2. Tienes razón Silvia, por eso los gitanos lloran los nacimientos y festejan las muertes de las personas buenas, seguros de que alcanzarán el paraíso. Y también tiene un poco de razón Rosa Burillo, pero lo que nace no hoy, o ayer, o quizás mañana, sino en cada momento, no es un año nuevo, sino la vida; y así el destino es el que vamos construyendo en cada uno de los instantes. FRP, que no s el nombre de ningún partido, sino las siglas (ahora recuerdo que en un post hablamos mucho sobre ellas) de Feliz Renovación Permanente.

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