Heroico

 

No podía imaginar Beethoven que algún día, dos siglos más tarde, alguien iba a pasear por la naturaleza, como él hacía, pero escuchando su música. Él sólo podía escucharla de manera estática, cuando la tocaba una orquesta.

Y yo puedo recorrer la playa viendo cómo las gaviotas se ajustan a su ritmo. El ritmo de la Pastoral parece  inspirado en el movimiento más singular de la naturaleza, el que está  inalterado por fenómenos atmosféricos, una especie de calma animada. Y voy sintiendo todo lo que me produce mi mirada subjetiva y veo claramente que los otros con los que me cruzo tienen otra mirada subjetiva y sin embargo somos lo mismo, o somos parte de lo mismo. Y me doy cuenta de que este es el estado que querían transmitir los románticos y que quizás, en su momento, no podía ser tan bien entendido como ahora, simplemente porque era una sensibilidad nueva que rompía con lo establecido. Todavía la ciencia se limitaba a valorar la realidad a partir de la materia y la energía, sin tener en cuenta la consciencia.

Y pienso en el arte actual y en ese nuevo campo de experiencia que tiene que estar abierto en un tiempo nuevo  y que probablemente no terminaremos de entender los que vivimos ahora y alguien disfrutará de una forma más plena dentro de cien años, o menos o más, dependiendo de algo inimaginable como eran los airpods o la física cuántica en el siglo XIX. Y también pienso en la enorme limitación que estamos poniendo a que eso ocurra, en la falta de espacio para la libertad creativa, para la intuición de lo todavía desconocido.

Será que el mundo valora más lo racional (cree menos en la intuición o en experiencias sensoriales, o en conocimientos más genuinos que no pueden explicarse). Pero esa postura cultural está a punto de desaparecer gracias a la ciencia. La aparición de la física cuántica crea una brecha en el materialismo clásico que solo es cuestión de tiempo que sea asumida.  

Y en la literatura se da una gran paradoja. Durante años se ha criticado duramente a la novela pensando que no era más que una descripción de la realidad que ya no era necesaria con la aparición de la imagen. Se confundía creación de experiencia con realismo y lo que ha producido esa postura es una implosión de textos que simplemente describen o informan. La búsqueda literaria de nuevos campos de exploración de la condición humana se ha vetado. La literatura ahora se concibe como una especie de comunicación de ideas sobre el mundo que ya han sido pensadas en los medios de comunicación o como un canal de transmisión de experiencias a las que pueda agarrarse el lector para reafirmarse en la idea de que no hay nada más allá de lo que él mismo vive. 

Supongo que el dinero contará en esta historia, como en todas las actuales. Cuando veo la  película Eroica, me asombro de la falta de reflexión que tenemos sobre lo que significaba el mecenas en el arte y de lo que significa la falsa independencia del artista en el momento actual. Beethoven, que quería romper con el mecenazgo, quería cobrar y ser independiente, tener dinero y dignidad, se quedaría atónito si pudiera ver este momento, no sólo por la posibilidad de que alguien escuchara su música paseando en la naturaleza, sino también por la pobreza radical del artista. Ahora que cobra, ahora que no depende de un mecenas, aunque puede vivir de subvenciones públicas convirtiéndose en un pseudo artista de los ciudadanos, ha perdido la libertad creativa y el espacio para poder romper con lo establecido. Pongo como ejemplo a los escritores porque al usar la palabra como instrumento, el mismo instrumento de la vida cotidiana, es muy fácil entender el papel de su arte para mantener el mundo como está. Llevaría mucho tiempo hacer una reflexión sobre este momento histórico tan falto de potencia, de deseo, con esa tendencia a poner toda la energía en conceptos que nos atrapan y nos convencen solo por el hecho de hacernos pertenecer a un grupo y no a la humanidad. El artista pop, en música está muy claro y el escritor pop crean necesidades en una masa que está dispuesta a que les digan lo que tienen que sentir y cómo tienen que actuar. El arte era el espacio de habitarse uno mismo, de llegar a conocer el propio impulso y de entender que ese propio impulso lleva a la unión con la humanidad y no con el grupo. 

Y no existe una mano negra que mueva estos hilos, más bien el dinero que mueve la rueda. La humanidad no da dinero, los grupos sí. Y el engranaje artístico se engrasa con la necesidad de un lector o un oyente de música de sentirse vivo formando parte de algo y enciende el motor de la rueda de artistas, editores, distribuidores, libreros, críticos literarios, you tubers o instagramers que alimentan esa necesidad que alimenta un nuevo artista que está alimentado por esa necesidad creando una rueda que gira sobre sí misma sin permitir que entre nada nuevo. 

Y todo es perfectamente entendible y no hay ninguna maldad de fondo porque sin dinero no hay movimiento. Pero viendo la película Eroica, que lleva el lema “El día que cambió la música para siempre” donde Beethoven estrena su sinfonía dedicada a un Napoleón que ya había dejado de ser un héroe en casa del príncipe Joseph Franz von Lobkowitz, me viene a la cabeza el problema del dinero y la creación, todavía sin resolver adecuadamente. 

 La revolución artística que venía con esta sinfonía no era más que la aparición de la subjetividad en relación al todo y ahí estaba Haydn asistiendo al amanecer de un nuevo mundo. Él lo sabía, pero los aristócratas que asistían al estreno, los mecenas, sólo vivían una gran emoción desconocida que no entendían pero que les abría nuevas formas de sentir. Y pagaban esa emoción estética que les salvaba del aburrimiento sin saber que firmaban su propia destrucción, sin atender a la posibilidad de la aniquilación de su mundo. El arte es sólo arte, pero poco a poco, los cambios de sensibilidad cuando se expanden pueden cambiar el mundo. Esto también lo niegan los que apoyan una literatura de entretenimiento que deje tranquilo al lector y no lo mueva a nuevos territorios sensibles. 

En España, el Quijote se publicó gracias al Conde de Lemos, que también tenía tendencias artísticas y que posiblemente no veía en la aparición de Sancho como personaje ningún peligro. 

Quizás ahora mismo no deberíamos dar por hecho que ya se han hecho todas las revoluciones o que la siguiente revolución tiene que ser como la última. Un nuevo mundo, una nueva sensibilidad es algo nuevo y desconocido al que se llega por caminos nunca recorridos. El arte, desde la intuición, es fundamental para descubrirlo. Igual hace falta una nueva forma de financiación, quizás artistas que crean un sentimiento nuevo y potente, una nueva sensibilidad que puede generar un nuevo mundo que mueva entonces los hilos políticos. La política viene después, el arte sólo hace que aparezca la posibilidad de una nueva forma de estar en el mundo. Si el arte apoya las ideas políticas ya existentes, la posibilidad de creación de algo nuevo, se muere.  

Podríamos contar con todos, con cualquiera, dejar que el arte se mueva en el mundo que seguramente destruirá, dejar que aparezca en cualquier lado alguien que esté dispuesto a apoyar el nacimiento de algo nuevo aunque se ponga a sí mismo en peligro. Alguien, cualquiera, un loco, un enajenado del sistema, un enamorado del arte, alguien aburrido o apasionado. 

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *