JOYAS DE FAMILIA

images-2Amalia es un refugio, lo que significa Amalia con su seriedad y su cara limpia y fresca. Últimamente me fijo en la piel de la gente, muy pocas parecen sanas, pero algunas sí, la de Amalia, recuerda a una cascada en mitad de la selva y el sol y la brisa cálida a la vez, el agua salpicando al chocar, las rocas, sí, es una piel llena de agua. Qué te hacemos. No sé, quiero cortar, pero no sé cómo, que sea cómodo, que no tenga que peinarme. Entonces arreglamos un poco arriba las capas, y dejamos que el rizo se pueda mantener sin caer por el peso del pelo. Qué suave, Amalia, qué piel, transparente y brillante, limpísima, qué falta de gesto, concentración en el trabajo, cómo hace que el pelo suene limpio y sano, lo han lavado bien, el frío de la tijera rozando la nuca, algo liberador, midiendo una escalera de pelo, sin intención la mirada de Amalia, me mira a la cara sin mirarme a mí, mira mi cara en el espejo como si fuera un maniquí, qué le importo yo, qué maravilla no importarle, sólo mi pelo, como tiene que ser, por fin algo justo, ninguna arista. Relájate, adormécete con el ruido de secadores, nadie va a traspasar la frontera de los secadores, nadie va a llegar hasta mí, y si llegara, no le oiría. ¿Puede echar un poquito la cabeza hacia atrás? Sí y cerrar los ojos. Cómo eres, Beatriz, se le han empequeñecido los ojos, los llena de arrugas sólo para decirme así no puede ser, por qué lo hizo, no me acuerdo, lo hace siempre, cada vez que puede, y después mira al infinito para no encontrarse con mi mirada y la respiración final, el suspiro para acordarse de que no tengo remedio, que tiene que aceptarme y no ponerse nerviosa porque no hay solución. Está bien, tú eliges, si quieres convertirte en una amargada, que sepas que es tu decisión, todos hemos hecho lo que hemos podido, pero si tú no quieres, no hay nada que hacer. La cena encerrona con el soltero aquel. Y además, se avisa, no dejas que organice la cena y me dejas plantada una hora antes, yo ya le había creado expectativas a este chico, pero a ti qué mas te da, como estás por encima del bien y del mal. Ya no me duele oír estas cosas, qué maravilla Amalia cumpliendo tu trabajo y nada más, concentrada en mi pelo como si fuera el pelo de un maniquí. Es que soy un maniquí, qué mona vas. Si te peinaras, la abuela, no voy a llorar aquí, en medio del corte de pelo, aunque Amalia no diría nada, seguiría haciendo su trabajo, a lo mejor me ofrecería un té, la abuela siempre acariciándome el pelo con la nostalgia esa en los ojos hundidos, viendo lo que yo podría ser y no soy, y que ya nunca verá, deberías ponerte lentillas, las gafas te quedan bien, pero tienes unos ojos tan bonitos y no los enseñas nada. Cuánta pena le daba yo a la abuela. Mujer, deberías ir más a la peluquería, no ves que el pelo es la base para ir siempre arreglada, son cositas que a tu edad ya deberías saber. Deberías. Deberías salir más, deberías viajar con amigas, deberías trabajar menos, deberías ir a un gimnasio, deberías ir a una terapia de grupo, deberías beber más agua, es muy bueno para la piel. Podías. Podías hacer un curso de sevillanas, creo que es fantástico, aunque también podías practicar la danza del vientre. Yo de ti. Yo de ti me cambiaba de trabajo, estás hipotecando tu vida. Yo de ti me cogía a un tío bueno y tenía un hijo a escondidas. Total. Total no pierdes nada, Total un divorcio, si ya tienes el niño, te lo quedas y ya está, total aunque no trabajes un par de años. Has pensado. ¿Has pensado en arreglarte un poco la cara? Hija estás muy bien, pero un retoque no le viene mal a nadie. ¿Has pensado en cogerte un año sabático y viajar? ¿Cómo quiere peinarse, liso o natural? No lo he pensado. Qué mueca más absurda, es horrible tener este espejo inmenso delante, verdaderamente estoy envejeciendo, esas líneas gruesas. Liso. ¿no? Ya que viene a la peluquería. Gracias por no hacerme pensar, Amalia, es parte de tu trabajo, que pueda no pensar. No piensas. No piensas, no tienes dos dedos de frente, ¿cómo se te ocurre preguntarle a un tío que no tiene tiempo ni para respirar, qué está leyendo últimamente? A ti eso qué mas te da, ya descubrirás si lee más tarde. Creo que no ven lo que yo veo, ven todo de una manera diferente. Empiezan a darme miedo, todos, ellos cuando suben en grupo por la calle, esos abrigos azul marino, la lana planchada hacia abajo, esos zapatos llenos de brillo, las corbatas, el nudo perfecto el color rosa y los dibujitos y hablando para simular que son interesantes, pendientes de quién se fija en ellos, sólo para que se fijen en ellos llevan ese uniforme duro. Qué horror yo, bajando, sintiendo las miradas de reojo, esta puede mirar, está sola, puede mirar. Eso da miedo. Me podía haber atropellado un coche sólo por no chocarme con ellos y tener que decir hola, qué ridículo poner mi vida en peligro por unos imbéciles, y Beatriz diciendo que les doy miedo. Hermana, les das miedo. Exiges demasiado. Quién te crees que eres, la diosa del olimpo que sólo puede elegir a un dios. Desengáñate, vive en la realidad. ¿Hay bolígrafos? La señora de El Corte Inglés, de uniforme duro también, entubando las piernas y ensanchando hombros para transmitir seguridad. No , para eso tiene que ir al Corte Inglés de Goya, aquí no vendemos bolígrafos. Allí hay, los veo, ah, claro son Montblanc, demasiado caros para tomar un apunte. Su mueca más dura que el uniforme, pensando que quizás debería llevar hombreras más altas para evitar que gente como yo le escoja para decir chorradas. ¿Tiro demasiado? No, no. Amalia habrá notado algo, agitada, no sé. He empezado a desarrollar un miedo incontrolado que no tenía, ahora me molesta que me miren. No saben lo que es. Nadie sabe lo que es tener la seguridad de que te van a mirar hagas lo que hagas, siempre, de alguna manera tiene razón Beatriz y mamá, la abuela, y papá aunque no diga nada, pero siempre esperando que llegue con alguna noticia, me da el beso y esa mirada fija para ver si le digo algo. Nunca, un año y después otro, nunca. ¿Quieres que mueva algún cable para que te vayas a algún lugar más interesante? Que lo diga él, que sé que piensa que Madrid es la ciudad perfecta, ni grande ni pequeña, con gente abierta, con una buena oferta cultural, haz un curso de algo, en esos sitios se conoce gente. ¿Te acuerdas de Julio Más? Está encantado con su mujer, comparten gustos, viajan. Qué importa que no haya mucha pasión, lo importante es compartir la vida con alguien bueno y agradable. Hasta mi padre, nadie sabe qué es eso, ver a tu padre desesperado porque tú le desesperas. ¿No dices nada? Ese beso que le doy, tenso. ¿Cómo resarcir tanta culpa? Piensa que él es el culpable. Yo siempre quise que fueras culta, creo que no es equivocarse el dar la oportunidad de tocar un instrumento, de pintar, de leer. Pero veo que en tu caso, te ha separado del mundo. No puedo llorar aquí, pobre Amalia, pero es verlo y sentir ganas de llorar y siempre al tomar la sopa. ¿Qué se te ha perdido en el plato?. Mujer, míranos un poco. Sólo quiero sentir el sonido perfecto de la cuchara de plata contra la porcelana fina, concentrarme en el sonido. Y el reloj sin dejar de funcionar nunca, desde los abuelos. Después el ruido de la madera también desde los abuelos y la gran puerta dejando un espacio enorme. Gracias mamá, estaba todo buenísimo. Colócate bien el abrigo, hija, no sé por qué te regalo cosas tan caras si al final no las llevas a gusto. Adiós, el ascensor marcando cada piso y el cable subiendo y bajando, desde los abuelos, adiós, no te preocupes por nada, continuidad, continuidad, siempre estará ahí, subiendo y bajando lentísimo, qué sueño, cuando tenía exámenes me daban ganas de cortar ese cable, estaba nerviosa, daba saltitos como empujándolo, hasta que por fin se paraba con aquel ruido seco, ahora el ruido no me sobresalta, no tengo exámenes, eso está bien, menos mal que no tengo exámenes. Me observan, me escudriñan y ahora eso me da miedo, antes miraba a otro lado hasta que se iban, ahora pienso que me pueden hacer algo, están tan seguros y he vuelto a tener nervios de niña tocándome los dedos dentro del bolsillo para darme fuerzas y esperando a que se vayan. He llegado a eso. Beatriz, hija, no llevas ni bolso, sales de compras y no llevas bolso, es que de verdad que es desesperante. Hola, qué tal, conoces a Ángela. Dos besos, esas sonrisas al hablar y él mirándome de reojo, qué tendré, antes miraba a otro lado, ahora me quedo mirando al infinito sintiendo los dedos dentro del bolsillo. Cada vez me mira más, la bufanda de cuadros colocada como todos, el abrigo azul marino, por qué me mira. Tienes que venir a cenar a casa un día y viene también Ángela, es especialista en arte moderno, ha hecho alguna instalación, bueno, una cosa supermoderna. ¿Sí? Y entonces me mira seguro de que no se equivocaba, es culta, sabía que era culta, lo que estoy buscando, una chica culta que pueda entender mi sensibilidad, sensibilidad de bufanda burberry y abrigo azul marino de alpaca. Es increíble, eso también me da ganas de llorar, me estoy apretando los dedos sólo con recordarlo y casi empujo a mi hermana para adiós, encantada, adiós. Tiene un pintón. ¿verdad? Las expresiones de Beatriz, ya no puedo ni reírme de ellas, ¿te acuerdas cuando nos pegábamos porque yo me metía contigo por cómo hablabas? Claro, era muy divertido, entonces eras rara pero alegre, hija, no como ahora, te mira un tío que está como un camión, arrobado, y tú tensa como si te fuera a comer. Es que van a comerme, se ve a las leguas, pero mejor callarme para que no se note la voz quebrada, pero algo se nota, Beatriz bajando la guardia y cogiéndome del brazo. Eso sí que da ganas de llorar, de repente, como si nada, me coge del brazo. No llores, dios mío, ojalá pudiera ayudarte. Voy a cortarme el pelo a ver si eso me da fuerzas. Pensaba en el mundo relajante de Amalia, sin ser la dueña de la peluquería, haciendo su trabajo perfecto. ¿Le apetece tomar un té? Tiene la cara limpia y brillante, como si la sangre circulara de esa manera continua que mantiene vivas las cosas, los labios rojos, y mi piel cetrina, mira qué ojeras y la falta de brillo en los ojos por las gafas. Aquí sin gafas, la cara metida en la toalla blanca, como un quirófano, pero ahí mostrando lo que hay, los labios para dentro, como si me los hubiera comido, la nariz algo hinchada no sé por qué, tengo la sensación de que mi sangre no fluye, se atasca en algún lado, supongo que se paraliza de miedo. Amalia, ¿qué has hecho para tener una piel así? ¿Te imaginas preguntarle eso? No. Con Amalia no se habla, sólo mira el pelo para que quede perfecto, menos mal. Llegará a su casa por las noches satisfecha por haber cumplido, su trabajo perfecto, no hay nada mejor que cumplir, en cambio mi despacho, cada vez te encargas menos de relacionarte con los clientes, y sabes que muchos clientes están aquí por ti, sólo se fían de ti. ¿No dices nada? Qué voy a decir, ¿te imaginas diciendo que me da miedo echarme a llorar cuando le estoy recomendando a un señor de los que da miedo porque no se quita el abrigo y tiene prisa por comprar un cuadro que vale, que vale un dineral, que se compre un cuadro donde el color azul me produce escalofríos? Entonces, si no os gusta mi trabajo. Ellos sí que se quedan callados, sólo quieren decir, estás loca. ¿Y si te echan de tu trabajo? No es fácil encontrar algo interesante en lo tuyo. ¿Eso no te ayuda a levantarte por las mañanas? Beatriz nunca ceja. Si me echaran, pasaría a ser uno de esos seres que necesitan que la sociedad los acoja, un discapacitado, discapacidad para vivir, esa es la verdad, por qué taparla. Hija, no podías haberte esforzado un poquito en la boda de tu hermana. Papá. Sin atreverse a decirme nada pero, claro, estaba con su chaqué, había puesto mucho en la ceremonia, el discurso de bienvenida al novio, el vino recomendado por la sociedad de no se qué. Y después sintiendo ya que me miraban, que todos me miraban, sería el sombrero, el blusón azulón, seguro que era eso porque las tías, todas, lo tocaron una a una con disimulo para ver qué tipo de tela era. ¿Por qué tienen esa falta de escrúpulos conmigo? Creo que ese día fue cuando empezaron las ganas de llorar de repente. El blusón azul lo había elegido por ellos, las vueltas que di pensando en hacerlos felices. Mamá no dijo nada, tuvo uno de esos gestos que tiene de vez en cuando, se da cuenta de las cosas, y además estaba sensible, el beso que me dio para mostrarme lo contenta que estaba, un beso con miedo, sabía que podía herirme y tuvo la delicadeza de no hacer ningún comentario sobre el blusón. Hay momentos donde se ve la vida entera con una claridad aplastante, el final de la cena, la verdad es que me había bebido una botella de vino entera, el chico aquel que según Beatriz tenía tanto dinero y se encontraba solo, eso sí que me da la risa, me miró toda la noche, lo de beberme la botella. La canción de la orquesta, cómo tienen capacidad de sensibilizar a la gente de esa manera esas voces de falsete, reloj no marques las horas porque voy a enloquecer, esa especie de amor en el aire, todas las parejas saliendo a bailar y con ansiedad, como si nunca más fueran a oír una canción así y yo tan bien sentada, con la copa de champán en la mano y sintiendo las ganas de llorar, horrorizada por esas ganas de llorar mientras el tío millonario y solitario me miraba esperando algo, no podía aguantar más mirando las migas y las manchas del mantel, pobre, quizás fuera como yo, ya incapaz de salir de sí mismo, esa tensión de siempre y tener que ir al servicio para dar a entender que no me relaciono con nadie. Aquella mujer en el lavabo colocándose la peluca y pintándose los labios como si fuera le esperara un premio que tenía que conseguir y yo tener que disimular, hacer que espero que quede libre un baño. Tú eres la hermana, ¿verdad? Sí, soy la hermana y no se atreven a hacer un comentario que iban a hacer. Cortas a la gente. Deberías ver la cara que pones cuando alguien se dirige a ti. Corriendo de vuelta a la mesa, para evitar esa situación, para volver a estar sola y al sentarme, todos se habían ido a bailar y el millonario a buscar una copa, allí llorando sin poder parar y sin poder levantarme, es verdad, ésa fue la primera vez. El frío helador en la nuca y en los brazos, las joyas de la tía Margarita, no sé si están desgastadas, no deberían porque son de oro y brillantes, el camafeo con la cadena gruesa, estaban opacas o algo, pero sobre todo qué frío. Pobrecita, no vas a perder una hermana, vas a ganar un hermano y sobrinos. La tía Margarita siempre pensando en amor, amor de todo tipo. Las caricias en la nuca, recogiéndome el pelo, no se te ve la cara, con lo linda que eres. Más ganas de llorar. Gracias, me daba pena entristecerla, pero sobre todo quería que se fuera, si no, no podría nunca parar de llorar. Gracias, tienes razón, es fenomenal, soy una tonta. ¿Qué le vas a hacer? Estás tan acostumbrada a que tu hermana esté pendiente de ti. Es verdad, eso creen todos, y yo también, en el fondo me arropa, siempre resolviendo, sabiendo qué hay que hacer en la vida. Y conmigo no ceja, siempre se le ocurre algo. Dios mío las frases que se me vinieron a la cabeza, como ahora, las mismas ganas de llorar, queda poco, sólo un trozo de pelo. Se te pasó el arroz, no has cogido el tren a tiempo, aquel chico de Santander tan guapo, tan educado, ahora sólo quedan los complicados y hay mucha competencia, están las divorciadas. Se me pasó el arroz, qué expresión tan horrible. Qué real, pasada de mí misma, tenía que haberme abandonado para no llegar a esta situación, a esta saturación de yo. Me gusta esta idea, estoy saturada de mí, se me ha pasado el arroz y ya no tengo remedio, olvídate. Ponte una chaquetita si tienes frío, hazte ensaladas de habitas tiernas, duerme en sábanas de algodón satín y siente la suavidad mientras ves una película antigua, de las que tienen diálogo. Creí que nunca volvería a encontrarte, la cara de Cary Grant tan sosa, la cara de Cary Grant sosa, hasta aquí he llegado, la vida es caprichosa pero se rinde ante lo que es de verdad y un beso de los de verdad, con abrazo, qué ridículo. Ya no me quedan ni las películas. Los libros. ¿Cómo era el final de Resurrección? Ella aceptando su destino, no permitiendo que alguien renuncie a su vida por sentir culpa. La vida no depende de uno, la vida te marca, te dirige, a ti, que estás en Siberia simplemente para decirle a la vida que llevas las riendas, no, lo siento, las riendas las llevo yo, dice la vida. Ese campo descomunal, infinito, blanco, vacío incluso de aire con ese cielo viciado, como si estuviera contaminado, no hay nada más, ahora ponte a caminar. Así me encuentro, tengo que abrir la ventana y gritarlo, me pongo roja sólo porque el pie ha resbalado de la barra de acero para apoyarlo, Amalia ni lo habrá notado y yo me pongo roja como si el mundo fuera a estar pendiente de ese pie que se descoloca, mejor reunir a todos en una habitación y anunciar que ya no voy a disimular más, todo mi horizonte es una planicie infinita y gélida de cielo enrarecido y nadie es culpable, la vida me ha llevado hasta aquí porque no me he encontrado con nadie. La cara de papá escuchando que no me he encontrado con él nunca, no podría verla, no sabría explicarle que encontrarse es otra cosa, es dejar de estar sola, ni un minuto en cuarenta años he dejado de estar sola, eso da derecho a gritar, a ser estrafalaria como me llama Beatriz, Beatriz resolviendo, cuarenta años son muchísimos años de soledad. ¿Por qué no le das una oportunidad a la gente? Una oportunidad a qué gente, a unas miradas que buscan la forma de un asalto, puede ser culta, puede ser resultona, es resultona, que expresión, dios mío, es una tía que queda bien donde la pongas, siempre ser para alguien. Tener intimidad con uno mismo esa seguridad para decirle al que te ha hecho daño, eres libre, mi vida la llevo yo, no tienes que enderezarla, es mía, Resurrección, con la planicie helada y blanca, pero no blanca brillante, blanco mate y sucio con ese cielo enrarecido que no refleja nada, sin espejos, no es la nada, sólo enrarecimiento. Es la crisis de los cuarenta, todos la vivimos. ¿Cuándo es exactamente, a los treinta y nueve, cuarenta y uno, dura unos años, es la década entera? La mitad de la vida, el final, cuando uno llega al enrarecimiento no hay vuelta atrás. Ya me tiembla la barbilla, por favor, la cabeza hacia abajo. El azul en la esquina del cuadro, me recuerda a cuando sentía, pero en realidad no sé si he sentido, es un recuerdo doloroso y ese azul acabará por no hacerme sentir. Te falta amor, el moño de la tía Margarita, los brillantes clavados en el pelo, eran de mamá, la verdad es que son espectaculares. Las pulseras del siglo pasado, eran de mi tía Margarita, yo llevo su nombre, murió sentada, con el rosario en la mano. Los pendientes de esa tía abuela que cuidó durante toda su vida a su madre y se murió antes que ella, el escote empolvado, las manchas debajo queriendo salir, llena de adornos de soledad, me acaricia y me da un diagnóstico único y real, no busques más, no le des más vueltas, hija, te falta amor. Y te deja sola para que reflexiones como si el tratamiento a esa enfermedad estuviera en tus manos, nadie te puede ayudar, por eso se levanta y se coloca y recoloca el chal hasta que se siente segura de mostrar su mejor cara, los polvos recién retocados, un mínimo brillo de purpurina. Mira, es Margarita, la hermana de la madre de la novia. Esa mujer ha debido de ser muy guapa. Sí. No sé por qué no se casó. Escogió demasiado y se le pasó el arroz. Esa gente que hace esos comentarios es que nunca ha sentido la falta de amor, o es que no tiene sensibilidad para la falta de amor, no le importa la falta de amor. La tía Margarita besa a todos como si no lo fuera hacer nunca más, como si fuera un momento único e irrepetible, absolutamente concentrada en tu persona. Llevas una gargantilla maravillosa, enfrente una señora delgadita, como consumida, estás monísima, hija, cogiéndole la dos manos y mirándole a los ojos como si le estuviera dando fuerzas para seguir viviendo. Creo que su tratamiento no es tan difícil, en vez de aceptar la planicie llena de muerte, pensar en me falta amor muchas veces, tantas veces que al ser consciente de que es verdad, quedes a expensas de la vida, sólo la vida puede salvarme, me falta amor y eso me dignifica. No sé si Amalia vive sola, desde luego, tiene dignidad. Ya está. Lista.

Compartir:

9 responses to “JOYAS DE FAMILIA

  1. Unos científicos encontraron estas cuentas de collar de concha en la cueva de Blombos, en la punta de Sudáfrica que parecen tener 75.000 años de antigüedad. Parece que esto prueba que los humanos tenían simbología hace 75.000 años.

  2. No se pueden considerar joya, en el sentido que hoy conocemos del término a este collar de cuentas, es un adorno eso sí, y ello demuestra que desde el mismo momento de la aparición del hombre y la mujer sobre la tierra hemos procurado, a diferencia del resto de las criaturas del reino animal, realzar nuestra hermosura.

    Las joyas en la antigüedad no eran de “la familia” sino de su propietario, y con ellas se hacía el viaje al otro mundo; ese término se comienza a extender al tiempo que el concepto de herencia.

    Pero a propósito de joyas y familias, en algunas de estas últimas lo que tienen son “joyitas”, los ejemplos serían innumerables, siempre se refieren a personas físicas y sirven para definir justo lo contrario de lo que aparentan; pero como dirían los castellanos viejos “eso es harina de otro costal”.

  3. Magnífico cuento, enhorabuena. Qué gran final: “Ya está. Lista”.
    Y enhorabuena también por esta web. Es algo único y especial. Hacía falta algo así. Las almas lectoras perdidas estarán a partir de ahora un poco menos perdidas gracias a este espacio de encuentro. Mis mejores deseos para este proyecto que no es un proyecto, sino ya una realidad. Estoy seguro de que va a crecer y crecer…

  4. Este narrador es absolutamente increíble. ¿como has conseguido apoyarlo? Se acerca al lector para susurrarle los secretos de los personajes, a la vez que se eleva como un pájaro para mostrar la profundidad del escenario en el que se mueven.
    ¿tienes más cuentos?
    Por favor publica alguno más.
    Son realmente conmovedores.
    Gracias por compartirlos.

  5. Muchas gracias. No sé si lo he conseguido, pero pretendía meterme en en la ansiedad del personaje. Pondré algún relato más y tiene mérito leer algo tan largo y seguido, pero no sería lo mismo con puntos y aparte. Gracias por aguantar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *