LA EDICIÓN LITERARIA TIENE UN PROTOCOLO

protocoloEstas son las reglas por las que se rige el protocolo de la edición:

UNA, olvidar que el autor es un artista, lo más importante es que sea una fiera del marketing. Si no tiene miles de seguidores en redes sociales, si no es capaz de vender su obra, de vender su obra como sea, no se le puede publicar. Imagino a Dostoyevski con su página de facebook subiendo fotos con cara sonriente mientras firma ejemplares.

DOS, que el autor sea capaz de etiquetar su texto perfectamente yendo en contra de la peculiaridad de lo que ha escrito, por ejemplo, una novela, que nunca puede llevar adjetivos si es una verdadera novela, tendrá siempre que ir acompañada de romántica, policiaca, erótica… Si a un autor se le ha ocurrido escribir una auténtica novela, pensada durante diez años, con un punto de vista diferente e inclasificable, absolutamente potente por el impulso artístico que evita las modas, tiene que saber que su texto no podrá pasar nunca el protocolo para ser publicado.

TRES, el editor no puede perder dinero, con lo cual, dirigirá su texto a un público que se imagina analfabeto, sin formación, sin bagaje cultural, consumido por la televisión, es decir, un antilector, de manera que ese texto se tendrá que adaptar a ese “lector perdido” que no se sabe bien quien es pero se supone que comprará el libro.

CUATRO, el autor se presentará a la editorial como a una institución del estado, teniendo en cuenta que su texto será leído con toda la conmiseración del mundo. Hay que olvidar a editores como The new yorker en tiempos absurdos del pasado, sacando a la luz todos esos autores borrachos sin idea de marketing con relatos cortos. Esos tiempos pasaron, ahora no puedes mandar textos de relatos, no se venden, a todo el mundo le encantan los relatos, pero ningún editor quiere ver un relato, esa es, se me olvidaba, la norma CINCO del protocolo, se les ponen los pelos de punta ante un libro de relatos. ¿Cómo se le puede ocurrir a un autor no pensar con absoluta claridad en un texto con su calificativo detrás, con sus dosis de sexo o asesinato justas y con su lector perdido en la cabeza, ese analfabeto que tiene que comprar el libro? Entiendo el enfado de los editores ante el incumplimiento del protocolo porque el protocolo es el reglamento que justifica al editor poniendo orden en el campo artístico. Van a venir ahora estos artistas a romper las reglas del juego, vamos.

SEIS,Creo que voy por el seis, el autor tiene que ser amigo de famosos que puedan justificar que ha sido publicado, si es Vargas LLosa mejor, Vargas Llosa tiene un número de teléfono abierto para poder acceder a él y pedirle una frase de recomendación, y por supuesto, si no tienes amigos críticos literarios, si no eres un trepa, ¿cómo se te ocurre escribir una novela, o peor, un libro de relatos? El artista no tiene que ser un observador del mundo, tiene que ser un hombre hiperactivo socialmente porque si no, no funcionan sus libros. Cuantos más méritos pongas en tu currículum mejor, sobre todo premios, eso da mucha confianza porque supone haber pasado por el aro de todas las reglas y del amiguismo. El protocolo es largo porque no se puede colar ningún borrachuzo de esos del pasado que escribían relatos, ningún epiléptico con problemas de infancia, o aquellos estrafalarios que decían lo que pensaban poniendo sus ventas en peligro, aquellos que se ponían a buscar un narrador y se eternizaban, porque al final es gente fuera del sistema, fuera del sistema literario que ha tanto ha costado construir.

Los editores salen ahora de másters en los que el protocolo se enseña a fuego. ¿Alguien pensaba que ser editor era saber leer? Venid, muchachos, que os vamos a abrir los ojos. Que no se cuele ni un artista, por eso hemos creado este protocolo que convertirá vuestra vida de editor en tranquila y segura, sin riesgos.

Compartir:

One response to “LA EDICIÓN LITERARIA TIENE UN PROTOCOLO

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *