¿QUÉ PASÓ CON EL DESEO?

sin deseo me duermoAlgo tan difícil como que el hombre dejara de desear parece que ha sucedido. No se trata de hombre masculino ni de sexo, aunque están los dos metidos en el saco. Se ha dejado de desear en general. Las dos preguntas que se plantean son: ¿cómo ha podido suceder? ¿Qué hacemos ahora?

El deseo siempre ha sido entendido de manera negativa. Las religiones lo entienden como resistencia a llegar al fondo de la espiritualidad, a liberarnos de nuestro vínculo a este mundo. Y la psicología, o nuevas terapias psicológicas lo entienden como un lastre para nuestra libertad y felicidad, algo que nos lleva a sufrir al final. En realidad, nadie trata el tema del deseo con absoluta transparencia, es una de las palabras que se mueve en arenas movedizas, una especie de fango en el que nadie quiere quedarse pegado.

El que sí lo ha sabido utilizar sin ningún escrúpulo es el capitalismo, hay que desear para comprar. Pero el deseo de la compra no es el deseo del que hablamos. Querer tener cosas tiene que ver con nuestro gusto por la comodidad, el placer. En realidad, la base del capitalismo está en la comodidad. Si la comodidad no fuera un valor fundamental, como lo es ahora mismo, el capitalismo desaparecería.

El deseo es mucho más que todo esto. Es un motor potente que arranca solo, no necesita de ninguna cavilación profunda, ni de una obediencia, no es consciente, no es bueno ni malo, es pura energía. Por eso, en un mundo tan aburrido como el actual, es lógico preguntarse qué ha pasado con el deseo. Incluso los conatos de algo nuevo y refrescante, algunos intentos de arrancar hacia un futuro diferente, se acaban ahogando porque no hay fuerza suficiente, los motores están gripados. Y debería plantearse este tema abiertamente. Tenemos un problema de energía humana.

De la pregunta de cómo ha podido suceder, destacaría el cómo, porque la energía ni se crea ni se destruye, se transforma, eso dicen los científicos. ¿En qué se ha transformado la energía humana? Siempre podemos meter la teoría de los agujeros negros, una gran masa que lo traga todo, pero no, parece que no hay respuesta científica a este problema. La ciencia, lo que hace es quitarse el problema, no hay problemas humanos, todo tiene solución química. Si te aburres tómate una pastilla, si te falta energía, unas vitaminas. Somos pura química, esa frase es brutal, una de las que más inducen al aburrimiento, un auténtico agujero negro. Somos pura química. Y la pregunta es: ¿cómo un pensamiento es capaz de generar una reacción, es decir, una descarga eléctrica, que efectivamente acaba en reacción química? ¿El pensamiento es química? ¿Puede ser conducido por pastillas? La ciencia actual debería saber reconocer que hay algo más que ciencia, incluso que la ciencia no está separada de los asuntos humanos. Lo hacía Einstein, tampoco es mucho pedir.

La gran pregunta es: ¿qué hacemos ahora para recuperar la energía? Sin ser casualidad, ahora hay cierto gusto por Spinoza, un filósofo del siglo XVII que en su momento fue expulsado de la Sinagoga y cuya Ética, ahora exitosa, tuvieron que publicar sus amigos después de su muerte. Lo interesante de esta vuelta a Spinoza es su teoría del conatus. La felicidad está en ser uno mismo, el bien y el mal es aquello que nos hace crecer en nuestra capacidad de acción o nos mina. Y esto es lo interesante del asunto. ¿Cuántas cosas nos han dicho que son buenas y nos han minado? ¿Cuántas cosas aumentaban nuestra energía y sin embargo eran consideradas malas? Por supuesto, la ética es mucho más compleja y hay que tener en cuenta el daño a uno mismo y los demás, etcétera, etcétera, pero lo interesante es que él ya se planteaba la ética en términos de energía.

El problema fundamental que tenemos es el de ser uno mismo. ¿Cómo podemos ser nosotros mismos si no sabemos quiénes somos? Y aquí es donde entra nuestro problema con el deseo. Nos conocemos por nuestros deseos. Y si no tenemos deseos, ¿podemos ser nosotros mismos? Parece que no. El deseo procede de ese conatus del que habla Spinoza, del uno mismo de cada uno, podríamos decir. Si no deseamos, no podemos saber quiénes somos. Si no sabemos quiénes somos, no podemos ser nosotros mismos. Si no podemos ser nosotros mismos, no nos podemos comunicar. Si no nos podemos comunicar, no podemos crear comunidad. Si no podemos crear comunidad, nos quedamos en una sociedad deshumanizada, terriblemente aburrida, sin energía.

No podemos ser nosotros mismos porque sin deseo, no podemos saber quiénes somos. Y ahora necesitaría hacer un gran tratado para responder a la pregunta que nos tenemos que hacer todos. ¿Qué pasó con el deseo? ¿Por qué no me muevo ni un ápice?

Curioso: quería poner un vídeo de you tube sobre el deseo de Gille Deleuze, muy pertinente, pero lo han quitado por un problema de derechos de autor. Cada vez va a ser más difícil acceder al tema del deseo. Es demasiado desestabilizante.

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