¡Qué pena no ser conscientes del poder de la poesía!

Una cosa me ha quedado clara después de nuestro viaje a Flandes y Holanda: la gente que se mueve entre poemas es de otra raza. No es un grupo ideológico, ni nacionalista, ni de poder económico, ni de interés financiero, ni capitalista, ni activista. ¡Qué alivio estar con ellos! Alivio es la palabra. Adiós, punto de vista político sobre el mundo, adiós, fronteras ideológicas o nacionales. ¡Adios, discursos!

 

Esta raza no ha sido creada por un grupo de científicos ni por un programa de educación último modelo, simplemente responde a una sensibilidad formada a través de la lectura y la escritura. ¡Cómo transmitir esto para que todo el mundo se ponga a leer, escuchar o escribir cualquier cosa que sea literatura!

 

Ayer se lo contaba a unas adolescentes y me decían que justamente ellas estaban estudiando lírica en el colegio. ¿Lírica? Si, Gonzalo de Berceo. Lo dan muy mal. ¿Lo dan? ¿Hay que dar lírica? ¡Señores y señoras! me encantaría un congreso como el de los diputados para discutir todas estas cosas fundamentales para nuestras vidas. Alguien en el estrado con nombre y apellidos, con cara y chaqueta y pantalones o faldas reivindicando la necesidad de dar lírica a chicos y chicas de 17 años. Alguien subiría después al estrado y diría: señores y señoras, ¿quieren datos? Después de esas clases de lírica, el 90% de nuestros jóvenes no volverán a leer o escuchar poesía ni una sola vez en su vida. Pero no tenemos ese cuerpo que responda por la acción cultural o educativa de este país. No tenemos ni siquiera un periodista que saque a la luz estos actos vandálicos (dar lírica como sección a gente de 17 años). La educación es un ente abstracto por el que nadie responde, con el que no se puede interactuar. Buenos días, ¿Es usted la responsable del departamento del departamento del ministerio de la junta de la comisión para fomento de la lectura? Sí, esta es mi tarjeta. Somos una nueva editorial, De Conatus, tenemos una colección muy interesante para fomentar la lectura, se trata de clásicos cortos de Flaubert, Joyce o Thomas Mann con una propuesta de lectura creativa para entender cómo funciona la literatura, para disfrutar el doble de un texto, para entender las lógicas narrativas, para convertirte en un lector para siempre. Mm, Mm, qué interesante, pero nosotros no podemos hacer nada. Lo único que podemos hacer es dar una subvención en el caso de que se cumplan estos requisitos. (No tenemos ninguno de los requisitos). No queremos subvención, queremos tener acceso a la educación para que los jóvenes españoles en lugar de no leer nunca más, tengan necesidad de leer para siempre. Me temo que no podemos ayudar, ustedes son una empresa privada. ¿Me puede decir alguna empresa pública que se preocupe por este detalle? Nosotros somos el ministerio, no somos una empresa. ¿Me puede dar un cuerpo que responda por la situación educativa actual en España? ¡Qué graciosa! Podéis ir a otras instituciones que se dedican al fomento de la lectura.

 

1998 más o menos, yo daba clase de Creación Literaria en un colegio con alumnos de quince, dieciséis y diecisiete años. Al final, todos leían a Joyce o Faulkner, por poner un ejemplo. Hacíamos un seguimiento del texto, por supuesto. Cuando terminaban el colegio, venían a mi casa para seguir profundizando en la lectura. Todos esos alumnos serán ahora mismo grandes lectores, sin duda. Muchos iban a estudiar ingeniería. Serán unos ingenieros geniales que además serán conscientes de los problemas de la condición humana y eso tendrá una consecuencia en la relación con sus trabajadores. Cuando uno de ellos se ponga delante de él, no será visto como un peón, sino como una persona.

 

Diciembre 2018: Vamos Beatriz y yo (De Conatus)  invitadas a Bélgica y Holanda para conocer a sus poetas y editores. Coincidimos con editores europeos de poesía. Mucha conversación, infinita conversación de hecho, ni una palabra que procediera de un discurso hecho, ninguna referencia a “las políticas” de cada país. Cada poeta recitaba uno o dos de sus poemas en la calle, delante de un cuadro, en una cena, daba igual, y cada uno de ellos movía a la acción, pero no una acción política, sino una acción concreta con una procedencia muy clara: la libertad de cada uno, el deseo o el miedo de cada uno que en ningún momento iba a pisar el deseo o el miedo de otros. Algo mágico. Silvia, Beatriz, ¿con qué fondos del estado contáis para vuestro maravilloso proyecto? ¿Fondos? Michael, Inglaterra, editor de poesía: 150.000 euros anuales de ayuda del estado.

 

¿Sois gallegas? Me encanta la poesía de mujeres gallegas. En mi fondo tengo libros de seis o siete poetas gallegas, dice Tony, editor de una gran editorial de poesía en Inglaterra. Son geniales, digo yo, esta tiene una locura estupenda sobre este tema, esta otra tralará. En España no son conocidas porque normalmente no se traduce del gallego al castellano. Una vez quise recomendar un poeta gallego a un editor de poesía y me dijo, ¡pues que escriba en castellano! Risas. (Código de lucha de lenguas incomprensible en medio poético)

 

Me toca cenar al lado de una poeta que además es profesora de Creación Literaria. Hablamos de Cuadernos de lectura creativa, ¡qué interesante! ¡es fundamental! Te mandaré un link de fondos europeos para que apoyen tu proyecto en Europa, están deseando hacer cosas de estas. “Están deseando hacer cosas de estas”, oigo, y me viene a la cabeza el comentario de algún librero, no, ni hablar, estas cosas no me interesan.

 

Una mañana fría en Amberes: la poeta de Amberes de este año nos recibe con el poeta de Amberes del año pasado. Después veremos a la poeta nacional de este año. Nos recitan su poesía en distintos lugares de la ciudad. En un parque que no pretende ser perfecto, las plantas sufren el invierno, hay un escabel debajo de un árbol centenario. Maud Vanhauwaert se sube y empieza a recitar. Ese escabel está pensado para que cualquier poeta pueda recitar bajo ese árbol. Maarten Inghels saca un libro. “Estábamos pensando en la gente que muere sola, sin nadie, y decidimos hacer un poema a cada uno de ellos para recordarlos. Es duro desaparecer así sin más. Es muy impresionante ver cómo era su entorno antes de morir, cómo llegaron hasta esa soledad, qué tenían de único y especial dentro de su pobreza. Os voy a leer uno. Es para un bebé que murió solo a los nueve meses, sus padres no tenían papeles, tuvieron que huír. Murió en un hospital de aquí, de Amberes, después de haber recorrido la mitad de Europa. Su vida fue un viaje muy corto, pero muy intenso”. (Maud y Maarten tienen unos veinticinco años)

 

Me acordaba de esto cuando la chica de 17 años en España decía “damos lírica”, Gonzalo de Berceo, lo dan fatal. Me encantaría que escuchara a estos poetas un cuerpo de esos, los que responden en el anonimato a los planes de fomento de la lectura. La lectura no se puede fomentar con planes artificiales,  tiene que ser algo natural, tiene que formar parte de la vida cotidiana. Me acuerdo cuando me quedaba sentada cerca del “tonto” del pueblo de mis abuelos. Le faltaba un hervor, eso decían, pero ¡qué uso del lenguaje, qué libertad para expresarse, qué manera de mezclar todo lo que veía! Nadie me decía nada, yo me sentaba cerca, me daba un poco de miedo, me ponía de espaldas como si estuviera haciendo otras cosas, pero no podía dejar de escuchar. Considero ese momento poético, yo lo vivía como puedo vivir ahora el poema de un autor reconocido.

 

No se puede colocar la poesía en una sección de una asignatura que se llama “lírica” , se debe dar a Gonzalo de Berceo, pero se tiene que escuchar poesía actual escrita por gente con la que puedes conectar, tratando temas que sin esa poesía desconoces. La poesía no es algo bonito de relleno.

 

Los poetas de la ciudad en Flandes reciben un pequeño sueldo, están obligados a escribir doce poemas en un año y a pensar acciones poéticas en la ciudad. La gente los reconoce y los saluda por la calle: hola, mira, es Maud Vanhauwaert, la nueva poeta de Amberes.

 

“Pasad, pasad, dadme vuestros abrigos”. Centro de poesía de Gant,  un magnífico edificio en el centro, viejo por dentro, lleno de acciones poéticas, al que accede todo el mundo para leer o escuchar o escribir o lo que sea. “Pasad, pasad, dejad vuestros abrigos”. Centro de literatura de Flandes, un edificio en el centro, precioso, viejo, cálido y con un profesor de universidad esperándonos para contarnos la experiencia de leer a cada uno de los jóvenes poetas actuales, poetas de 22 o 25 años. Me encantaría que un profesor de universidad en España me contara con esa pasión cómo son los poetas de veintitantos actuales. Sería genial escucharlo en la radio. También dejamos nuestros abrigos en el centro de literatura holandesa en Amsterdam, un antiguo colegio reconvertido, y en el centro de traductores de Amsterdam, una casa vieja y cálida, con apartamento para traductores de otros países, y en una una librería con un escenario espectacular para recitar poesía…

 

Cada vez que entraba en un sitio de estos pensaba en nuestro lujo: enormes edificios nuevos, una experiencia arquitectónica siempre, sí, pero a las afueras muchas veces, vacíos completamente de contenido. Están claras las opciones: ¿Lujo o contenido? ¿Cómo va a haber contenido si no se cree en el contenido? Cultura y lujo, ¡qué cosas tan opuestas! Por ahora, en España se elige lujo y la cultura es un espacio lujoso sin cuerpos.

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