Vivir limitado y ser libre

fotografía de Jesús Olmo
fotografía de Jesús Olmo
Estaba volviendo en coche sin tener que conducir cuando tuve la certeza de que es imposible escapar a la vida, que el tiempo sigue corriendo y todo se mueve aunque quieras estar quieto. Que no es posible pararse, que más vale tomar cada día dentro de esas coordenadas, sabiendo que puede ocurrir cualquier cosa y a ti te pilla en medio.

Y tuve la sensación de que al asumir tanta limitación, de repente el mundo volvía a ser ilimitado. Durante un tiempo sentí que el mundo ya se había acabado, que no daba más de sí, era la asfixia de sentirte encerrado. Parecía la madurez, la horrible madurez de la que te hablan, cuando de repente, al poder ver la gran limitación de mi cabeza, nunca había visto tan claro la incapacidad de saber, el mundo volvía a ser ilimitado, y volvía a tener espacio para vivir. (Ocurrieron muchas cosas para tener esa intuición, claro)

Entonces pensé en tanta gente que afirma tener esa madurez, donde el horizonte deja de existir, todo se vuelve pequeño y conocido, uno tiene herramientas, una frase para cada cosa, una respuesta para cada duda, automáticas, para no fallar, y la única realidad que les queda es el recuerdo de ese pasado que ya se considera utópico e infantil, en donde el mundo era infinito y todo estaba por descubrir.

Cuando empecé a estudiar Filosofía, lo que más me interesaba de buscar la verdad era saber que nunca la iba a encontrar. Esa lógica vital es la que te hace libre.

Ser hombre te hace libre. Ser consciente de la propia limitación viene de la certeza de una verdad no asible, inalcanzable. Inalcanzable significa que te alimenta pero que no se deja ver.

Algunos deciden contemplar esa inalcanzabilidad, quedarse en la experiencia extática de su intuición. Otros deciden vivir su condición humana y construir en la limitación. El horizonte nunca se pierde entonces, es ese no saber. Ya que estamos en una página de libros, podemos poner un ejemplo con los libros: una lectura es saber un poco menos, es una experiencia horizontal. Lo importante no es que yo sea limitado, es que el mundo sea ilimitado y a eso ayudan los buenos libros.

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38 responses to “Vivir limitado y ser libre

  1. Hay días que yo también lo veo asi.
    Exactamente así.
    Otros, por desgracia, no.
    El infinito está en nuestra cabeza y el finito también, pero cuando los sientes en el corazón tienes certezas.

  2. Me gusta mucho la concepción que tiene el autor sobre la libertad, creo que es muy acertada , ya que generalmente se asocia libertad con lo ilimitado ,considero que el primer paso hacia la libertasd es ser conciente de los limites y apartir de ellos crear y realizarnos como individuos , con derechos no sólo legales sino personales .Éstos son los más váliosos , los que debemos tener siempre en cuenta.

  3. Seguramente lo interesante es saber que puede ocurrir cualquier cosa y, no me digais que no resulta interesante la experiencia que sabemos que vamos a tener: llega un día que nos morimos. ¿Puede haber algo más interesante?
    Who of you who do not understand death hope to understand love, and who will sound the alarm? (John Cheever, “The Death of Justina”.

  4. La muerte no es segura. La búsqueda de la verdad, tiene el riesgo de encontrarla, y entonces todo cambia. La libertad no tiene límites y los derechos no tienen apellidos. En nuestra cabeza mas que lo infinito o lo que tiene fin, está la eternidad.

    Es curioso que creo y defiendo todo lo que he escrito mas arriba, y sin embargo me he sentido acariciado por lo que han dicho María, Silvia, Diana María y Álvaro; como si todo lo que creo fuese al tiempo una duda, como si en el discurrir, no pudiese estar completo si no os hubiese escuchado. Gracias.

  5. No basta abrir la ventana
    para ver los campos y el río.
    No es suficiente no ser ciego
    para ver los árboles y la flores.
    También es necesario no tener ninguna filosofía.
    Con filosofía no hay árboles: no hay más que ideas.
    Sólo hay, como una cueva, cada uno de nosotros.
    Hay sólo un ventana cerrada, y todo el mundo fuera;
    y un sueño de lo que se podría ver si la ventana se abriese,
    que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana.
    Fernando Pessoa

  6. A lo que me refiero es que la capacidad para ver y disfrutar el árbol en el adulto está muy mermada porque arrastra la nostalgia y el peso del pasado y la angustia del futuro, amén de un montón de problemas que le hacen de parapeto para disfrutar el presente; es decir, el árbol. ¿Sabeis quién puede disfrutar más del árbol? el adulto feliz, el adulto libre, pero hay tan pocos…

  7. Del árbol disfrutan todos ¿no?
    El disfrute como casi todo es subjetivo.
    subjetivo, va.
    (Del lat. subiectīvus).
    1. adj. Perteneciente o relativo al sujeto, considerado en oposición al mundo externo.
    2. adj. Perteneciente o relativo a nuestro modo de pensar o de sentir, y no al objeto en sí mismo.
    Esto le encanta a Olmo.
    Si yo no estoy el árbol no existe…. o mejor dicho el árbol me la suda, pero EL “YO” TAMBIÉN.
    Solo me interesa el NOSOTROS.
    Existo por el árbol, sin él (otro) no soy.

  8. Eso que dice Pessoa es también una filosofía, de acuerdo. No puede ser de otra manera, tratándose de palabras que intentan expresar, con las limitaciones propias de las palabras, una idea, especialmente cuando ésta está más allá de las propias palabras que, inevitablemente, son necesarias para expresarla, o al menos sugerirla. Pero esa filosofía de Pessoa te invita a mirar más allá de ella misma. Esos versos de Pessoa son un dedo apuntando a la luna. Y tú, Silvestre, te has quedado mirando el dedo, has preferido reaccionar y opinar sobre ese dedo en vez de mirar aquello hacia lo que el dedo apunta.

  9. Disculpad mi interrupción.

    Llevo mucho tiempo observandoos desde la sombra en esta especia de discusión, y con todo el respeto del que soy capaz, pero al mismo tiempo con todo la fuerza que puedan llegar a tener estas palabras, os diré unas pocas de cosas. Empezaré por el final:

    estimado Olmo, te pierde la pasión; lo bien que lo haces al pedir disculpas, no te otorga el derecho a llamar tonto al bueno de Silvestre, que todos, incluso yo, sabemos lo que es quedarse mirando al dedo en lugar de a la luna. Querido Olmo, las palabras no tienen limitaciones propias, ni ajenas, no en este sitio, en el que las palabras campan por toda la pantalla sin cortapisas, en el que mirandoos me siento como en mi propia cuba.

    Gin Tonic, un día, antes pronto que tarde, te limitarán los textos en estás páginas; tus letras son como las palabras del Fraga joven, que le iban mas rápido en la cabeza que en la lengua… a ti, hay que conocerte muy bien para entenderte, aunque dicho esto, cuando se te conoce, es tan fácil quererte como darte un cogotazo, para que estés un ratito en silencio.

    Silvestre no necesita que le jaleen, no vayamos a joderla; pero está satisfecho de tener “hooligans” como Ava, que es capaz de apuntarse hasta al bombardeo de un carpintero.

    María y sus nostalgias me hacen volver al claustro materno, lástima que no recuerde nada de aquello, y de que la infancia, nuestra infancia, haya estado tan llena de represiones y mentiras, que han castrado la posibilidad de ser felices durante ella (la infancia), sino para siempre.

    De Pessoa, que también ha querido intervenir aquí, de la mano de un amigo, hay que leer “El banquero anarquista”, es rápido, te anestesia en lo que dura la travesía de Algeciras a Ceuta, ejemplo de posibilismo, y de la falta de escrúpulos… ahora si que parece que el fin justifica los medios; en estos momentos en que gobiernos y estados están tan ocupados de salvar bancos, y tan omisos en salvar las vidas que se pierden por el hambre cada día. El hambre de tantas niñas y niños en el mundo.

    N.O.Z. en fin nos lleva al “sinsentido” porque está en desacuerdo con todos, pero a todos necesita. Un día se dará cuenta de que no son necesarias las reglas o consejos, que son una rémora y una carga en las vidas de todos, y en la vida de todos, que el lenguaje adecuado, está lleno, siempre, de todo lo que no es auténtico.

    En definitiva, amigas y amigos, no seré yo capaz de dar lecciones; pero permitidme que os diga: aprended de lo que escriben, sentid con los que los que están llenos de sentimientos, quered a los que necesitáis, y amad a los que os quereis entregar.

  10. Querido Olmo, no me he explicado bien¿?
    Lo que yo digo es que sin dedo no hay luna, y sin luna no hay dedo.
    Igual que con el lenguaje, del que huyes, sin él no hay ni significado ni sentido (tambien de sentimiento).
    Los sordos prelocutivos tienen unos problemas tremendos (salvo los reeducados por el MAERS, que los curan) por que no tienen palabras y no pueden construir con ellas, ni dedos, ni lunas, ni leches en vinagre.
    PD. He visto todos tus videos y fotos y me parecen MARAVILLOSOS. Sin duda son de alguien con mirada y con mucho mucho lenguaje, ENHORABUENA!!!

  11. Diógenes de Sínope fue exiliado de su ciudad natal y trasladado a Atenas, donde se convirtió en un discípulo de Antístenes, el más antiguo pupilo de Sócrates. Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza extrema en una virtud. Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles diciendo que “buscaba hombres” (honestos).
    Sus únicas pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco (hasta que un día vio que un niño bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió de él). Ocasionalmente estuvo en Corinto donde continúo con la idea cínica de autosuficiencia: una vida natural e independiente a los lujos de la sociedad. Según él, la virtud es el soberano bien. La ciencia, los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su filosofía consiste en denunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al máximo sus necesidades…..
    Sin embargo, a este Diógenes le voe muy necesitado…. de comentarlo todo.
    Cínico de autosuficiencia.

  12. Buscaba hombres con un candil a plena luz del día.
    Pero soy más conocido porque un día quiso conocerme el Gran Alejandro Magno. Vino, acompañado de un grupo de generales y alguna soldadesca hasta la cuba en la que vivía, y me dijo que le pisiese cualquier cosa, “pues apartate -le dije- que me estás tapando el sol”; uno de sus lugartenientes que le acompañaba desenfundó la espada, para hacerme pagar con la vida mi insolencia, pero Alejandro le hizo guardarla.
    “¿Como te atreves a hablarme así? a mí, que soy el mas grande de los emperadores conocidos en la historia, al amo del mundo…”, no le dejé continuar: “Tu, Alejandro, eres esclavo de mis esclavos”; “¿como te atreves a llamarme esclavo?” dijo, alterandose por primera vez; “si Alejandro, tu eres esclavo del poder, de la avaricia, del deseo, de las posesiones, de las riquezas… todos esos son esclavos míos”.
    Él dio media vuelta a su caballo y inicio su camino de regreso en absoluto silencio, el general de la mayor confianza cabalgaba a su lado, después de un rato le dijo: “No he conocido a nadie mas insolente y desagradecido”, entonces Alejandro paró el caballo, se quedó mirándolo a los ojos fijamente y le dijo en tono emocionado: “Si no fuese Alejandro, me gustaría ser Diógenes”.

  13. Gracias Diógenes, tu reprimenda me ha hecho recuperar una sensación que no tenía desde hace muucho tiempo: la del oportuno tirón de orejas que de algún modo te devuelve a la realidad. Me he divertido mucho.

    Jamás de los jamases pretendí llamar “tonto” a Silvestre! Eso sería muy tonto por mi parte. Al revés, mi intención era señalar lo inteligente y lo racional que es e invitarle a dejar la inteligencia y la razón a un lado para, como aquel poeta de haikus, celebrar que el huracán ha destruido el techo de su cabaña, ya que gracias a eso ahora puede contemplar la luna sin obstáculos. Mis disculpas a Silvestre y a todos si ofendí o algo (y mis disculpas por pedir disculpas, Diógenes ;•).

    Me alegra Silvestre que te gusten “mis” vídeos, aunque te confieso que no soy “yo” quien los hace, pero no se lo digas a nadie, por favor.

    ¿“LAS LIMITACIONES DE LAS PALABRAS SON LAS LIMITACIONES DEL MUNDO”??!!! NO, ÁLVARO. LAS LIMITACIONES DE LAS PALABRAS SON LAS LIMITACIONES DE LAS PALABRAS. Punto. Cuando afirmamos y defendemos (y nos apegamos a) la idea que las palabras definen y limitan el mundo, estamos proclamando una esclavitud de la que ni siquiera somos conscientes (que es la peor clase de esclavitud). Las palabras, las ideas, no son más que el resultado de una conceptualización, la cual, a su vez, no es más que el resultado de un proceso de separar, nombrar, catalogar, etiquetar, definir (el deporte favorito de la mente). Nos enseñan a conceptualizar, a separar, a nombrar, desde que somos niños. Nos van colocando capas y capas de un velo múltiple, cada vez más espeso y opaco, entre lo real y tú (de hecho, te enseñan rápidamente a convertir el “tú”, el “mí”, pero sobre todo el “YO”, en el concepto supremo, el más arraigado, falso y peligroso, y del que surgen todo los demás conceptos, como una fuente emponzoñada que envenena para siempre el río, como una mancha que ensucia para siempre el espejo). Y entonces ya no vemos que toda conceptualización es una separación, una ilusión, un constructo mental. Lo cual no tiene nada de malo en sí, insisto. Lo malo es no verlo, no ser consciente de ello, no darse cuenta de esas capas impuestas y superpuestas. Cuando esa conceptualización, ese proceso de separación, ese arraigado apego a Oh Las Palabras cesa, ya no hay objetos, ni ideas, ni interpretaciones, ni filosofías que valgan. Porque, por definición, los objetos, para serlo, deben estar separados los unos de los otros (separados por la mente separadora y separatista). Y la realidad, lo real, el mundo, no es un concepto. Es la ausencia de conceptos, de separación. ES, punto. Independientemente de lo que pensemos que es o de lo que nos hayan enseñado a pensar que es o de nuestras Teorías y Creencias acerca de lo que es. Una creencia, sea del tipo que sea, es un apego más o menos fuerte a un concepto, y ya está. Y cualquiera de nuestros conceptos o creencias o ideas pueden ser y de hecho son cuestionados o atacados por otras creencias contrarias, así que nos embarcamos de por vida en una lucha por defenderlas, por reforzarlas mediante una repetición constante: “yo”, “yo”, “yo”, “opino” “opino” “opino” “las palabras”, “las palabras” “las palabras”, como en un mantra esquizofrénico. Y los problemas que tenemos no se derivan de convertir las palabras en una realidad más, no. Eso está muy bien, es necesario incluso. Y hasta divertido. Desde ahí se escriben novelas, ensayos, se publican periódicos, se montan webs, se imparten conferencias, se conceden entrevistas, se disfruta de unas cañas y una charleta con los amigos (mientras sus conceptos y creencias sean razonablemente parecidos a los nuestros, claro). El problema no es ése, el problema es elevar esos conceptos y teorías y creencias y PALABRAS a la categoría de única realidad, único paradigma. Cuando en realidad son sólo un modo de representación (lo cual en sí no está ni bien ni mal, insisto). Pero “la palabra no es la cosa”, “el mapa no es el territorio”, y “tú no eres lo que imaginas ser”, como dijo alguien que sabía. Las palabras son, en el mejor de los casos, un divertido enredo. Y en el peor, un arma de destrucción y distracción masivas. ¿Somos conscientes de que ya nos resulta imposible o casi imposible definir cualquier palabra, cualquier concepto, sin referirnos para ello a otras palabras y a otros conceptos? ¿No debería eso darnos la pista de algo, el vislumbre de eso que hay debajo de los velos que empañan la Percepción? Hemos convertido el lenguaje (y bien orgullositos que estamos de ello) en un complejísimo sistema simbólico puramente autoreferencial: las ideas ya no hablan de aquello que el poeta Walt Whitman llamó “lo real”; las ideas, las palabras, ya sólo hablan de otras ideas, otras palabras, ad infinitum, hasta el punto de vivir prisioneros del lenguaje: nuestra percepción de la realidad, para bien y para mal, está filtrada por toneladas de palabras, escritas y pensadas, pronunciadas y escuchadas. Ya no somos inventores y dueños conscientes del lenguaje; se ha producido una trágica inversión: ahora el lenguaje es dueño de nosotros (hasta el punto de que no somos siquiera conscientes de ello). Las malas noticias es que ya somos incapaces de ver un árbol sin que la palabra “árbol” aparezca en nuestro pensamiento. Y lo cierto es que un árbol es lo que es independientemente de la palabra que utilicemos para nombrarlo. La palabra “árbol” nos une al árbol, sí, pero sólo aparentemente, porque también nos separa de él, interponiéndose e interrumpiendo nuestra relación con la realidad real de ese árbol. (a eso se refería Pessoa, o “Pessao”, como lo llama un amigo mío, en el poema que transcribí el otro día). Las buenas noticias es que a pesar de todo ha habido desde siempre individuos que han intuido (y vivenciado, y, algunos, compartido y expresado indirectamente mediante parábolas o alegorías, la única manera que hay) la existencia de una dimensión de la conciencia que algunos han llamado “conciencia pre-simbólica”, o sea, una conciencia más allá de las limitaciones del lenguaje, las creencias, las ideas, la cultura. Estos individuos han recibido el nombre de sabios, místicos, artistas, enfermos, iluminados, locos, poetas (y algún que otro filósofo). Las palabras nos han cautivado en el doble sentido: nos han fascinado y nos han hecho cautivos. Vivimos en Planilandia (sólo dos dimensiones: ancho y largo). Si una esfera (un objeto tridimensional) atravesara esa dimensión plana, lo que veríamos es un punto, después un círculo que se agranda y que se encoge hasta convertirse de nuevo en un punto que vuelve a desaparecer. Si a alguien se le ocurre sugerir la posibilidad de que ese extraño fenómeno podría ser una señal de que quizá haya otra dimensión (alto) más allá de lo que sabemos, más allá de las palabras, las ideas, los conceptos, las interpretaciones, o le ignoramos, o nos mofamos de él, o directamente le crucificamos. Cientos de libros e ideas y discusiones sobre lo que es el agua son un indicativo de la sed que tenemos; pero olvidamos que toneladas de palabras sobre el agua jamás nos quitarán la sed. Y que nadie puede beber por nosotros. Millones de palabras para describir y discutir a qué sabe una manzana jamás nos acercarán a la experiencia de darle un mordisco y probarla. Representar la realidad, pensarla, analizarla, discutirla, narrarla, ‘dialectizarla’, volcar sobre ella nuestras palabras e ideas es un agradable pasatiempo, pero detenerse de vez en cuando, ser consciente de las limitaciones que nosotros mismos nos hemos impuesto, retroceder unos cuantos pasos hacia el origen e instalarse en el silencio del que surge todo ello es algo indescriptible, literalmente, porque no pertenece a este estrecho mundo de las oh ideas, oh mis ideas, oh mis creencias, oh mis palabras, sino que lo abarca, lo incluye, lo trasciende. Palabra.

    “Equivocados están quienes imaginan que el silencio no tiene vida, que es inanimado. Que no tiene espíritu ni voz. Porque en realidad no es así. La palabra es al silencio lo que el velo a los ojos, lo que el lenguaje a la vida, lo que la mente a la verdad”. Amitav Gosh.

    “El Tao del que puede hablarse, no es el verdadero Tao”. Lao Tsé. Tao Te Ching.

    “La verdad no puede ser dividida en fragmentos y vuelta a reordenar en un sistema. Las palabras sólo pueden emplearse en sentido figurado”. Buda.

    “Haz la más mínima distinción, y el cielo y la tierra se distancian infinitamente. Si quieres ver la verdad, no mantengas ninguna opinión a favor o en contra. De hecho, es debido a nuestra elección de aceptar o rechazar que no vemos la verdadera naturaleza de las cosas. Deja de hablar y de pensar, y no habrá nada que no puedas saber. Volver a las raíces es encontrar el significado, pero perseguir apariencias es alejarse del origen. No busques la verdad; tan sólo deja de mantener opiniones. ¡Opiniones! ¡Lenguaje! ¡Palabras! El Camino está más allá del lenguaje, porque en él no hay ni ayer ni mañana ni hoy”. Sosan. Hsi Hsi Ming.

    “Más allá de las palabras y los conceptos sobre esto y aquello, hay un campo. Allí te espero”. Rumí.

    “Parole, parole, parole”. Mina & Alberto Lupo.

  14. Querido Olmo, estando de acuerdo contigo en el espiritu de tu discurso, sigo teniendo un problema:
    Solo veo palabras en él. A mi no me dan miedo, ni me separan de la realidad, ni me impiden sentir el silencio y mucho menos la intuición.
    Es más, creo que la suma de esos tres elementos, lenguaje, silencio (flujo de conciencia), e intuición, conforman un todo indisoluble y unitario y que es la existencia.
    Cuando dices “Millones de palabras para describir y discutir a qué sabe una manzana jamás nos acercarán a la experiencia de darle un mordisco y probarla.” Tienes razón, pero SI nos permitirán COMPARTIR ESA EXPERIENCIA. Desde ahí la manzana compartida supera con creces a cualquier mordisco jugoso que te llene la boca de trozos de experiencia que irremediablemente acabarán en la alcantarilla.
    El concepto NOS-OTROS es la clave para todo sentido, con y sin palabras.
    Hay algo más YO-YO-ista que sentarse a meditar con uno mismo dejando la mente en blanco para vaciarse de palabras y no pensar. Solo sentirse, ME-SIENTO, mucho mundo, mucha experiencia, pero YO ME VACIO, YO ME SILENCIO, YO ME FUNDO CON LA NATURALEZA, YO MEDITO SIN LENGUAJE, YO NO SOY YO DESDE MI SUPER YO, YO NO HAGO CACA, SOLO MI CUERPO.
    Por favor, ponme un ejemplo dónde estemos juntos sin lenguaje (y sin sexo)

  15. Olmo, no he visto todos tus vídeos, pero he leído todas tus palabras, una detrás de otra… casi me dá algo, de verdad.

    Casi me dá algo, pero tienes mucha razón, casi toda la razón. ¡Qué gráficamente! nos hablas de la fuente emponzoñada (ponzoña, es una palabra que me encanta) que envenena el río, para siempre.

    Yo que siempre he defendido las palabras, cuando has dicho que pueden ser un “arma de destrucción”, he fruncido el ceño, pero luego he caído en la cuenta de que es verdad, que las palabras pueden herir, aunque también sirvan para pedir perdón; que pueden dañar, aunque a veces nos sanen; que pueden doler, aunque también nos hagan sentir lo que de bello hay en nuestro interior.

    Pero, Olmo, aunque nos hayan sometido con capas y capas de velo, y de telas menos veladas, algunos tienen la capacidad de ver mas allá, quizás para ello tengan que recurrir al silencio del que nos hablas en las citas finales, el elocuente silencio que nos acerca hasta el bien. En eso debemos poner nuestro empeño.

    Ahora me voy a ver tus vídeos.

  16. Sólo ves palabras en “mi” “discurso” porque hay no más remedio que decirlas y escribirlas. Así ha surgido hacerlo. Éste es el juego y éste es el contexto. Cuando uno visita un país extranjero, es adecuado, cómodo y de buena educación intentar usar el lenguaje de los que viven allí. Esta web va de palabras, ideas, novelas, textos, pensamiento. Bien, no hay aquí ningún problema en usar esas reglas e instrumentos del juego, siempre y cuando veamos que es eso, un juego, una representación, humo y espejos (ideas y conceptos, apegos, hábitos, condicionamientos). Pero dejando a un lado el juego (que está muy bien, es divertido compartir ideas, hacer caca, celebrar encuentros de esgrima verbal como este) toda verdadera filosofía y comprensión, o te lleva tarde o temprano a ver que no hay yo, que no hay nosotros, que no hay nadie en casa, que no hay nadie aquí escribiendo ni hay nadie ahí escuchando ni leyendo, o lo mejor que puedes hacer es desechar esa filosofía por muy florida y sofisticada que sea, porque si no lo haces sigues añadiendo más capas y capas, caminando en círculos, mordiéndote la cola ad nauseam. He ahí el Pecado (literalmente, ‘error’, ‘idea equivocada’) Original del que surgen todos los demás. La raíz de la cosa. Se pronuncian palabras, se tienen ideas, se escriben novelas, se declaran guerras, se tienen hijos, se conduce un coche. Pero no hay nadie ahí haciendo tales cosas. Nadie. Nada es. Esto es tan obvio que no se percibe. Uno no dice ni hace nada, simplemente hay cosas que son dichas y hechas, nada más. No hay mí, no hay tú, no hay nosotros. Hay un sueño, nada más. Conciencia desplegándose, manifestándose espontáneamente en mil millones de formas y personajes. No estoy ni de acuerdo ni en desacuerdo con lo que dices, para empezar porque aquí no hay ‘nadie’ que pueda estar o no de acuerdo con nada. Eso, o se ve, o no se ve. O resuena en ti esto que está siendo dicho o no resuena. Y no es el pensamiento discursivo y racional lo que te permitirá verlo/escucharlo. De hecho, eso es lo que nos impide verlo. Me pides que te de un ejemplo. Un ejemplo de qué? Es como pedirme que te demuestre que santa claus no existe. No puedo. O sigues creyendo en él (y no hay ningún problema en ello, ojo) o simplemente, un día, ves que no existe. Que el yo, el nosotros, no existe, que yo no existo ni existí nunca ni tú tampoco ni nada porque nada es. Y lo que creías ser (y la paradoja es que no hay nadie ahí que crea nada) es instantáneamente diluido por lo que realmente eres: pura conciencia sin nombre, impersonal. Y ver esto, “experimentar” esto (aunque no hay nadie ahí que tenga ninguna experiencia, insisto) no te hace ni más libre, ni más guapo, ni más listo, ni más sabio, ni más simpático ni más “iluminado” ni más nada. Simplemente, lo ves, lo sabes. Mejor dicho, no lo ves ni lo sabes porque no hay nadie que vea ni sepa nada. Simplemente, ocurre un ver, un saber, un comprender. Aceptar esto es difícil, porque implica dinamitar nuestra creencia más querida y arraigada: “yo”. Pero cuando ese comprender ocurre (y si no ocurre, no pasa nada, de hecho, casi mejor que no ocurra, porque es como morirse, y morirse es espantoso, así que por qué buscarlo? Sigamos soñando y listos, es más cómodo), cuando ese comprender ocurre, decía, ves que no hay nadie ahí que sepa nada, que vea nada. La cáscara se ve como lo que es: una flauta que imagina ser la que produce la música porque esa es su aparente experiencia de todos los días (oh de mí sale música, oh yo toco esa música, oh yo soy el músico por consiguiente!) cuando en realidad la flauta no es nada, una simple caña vacía a través de la cual fluye el aire. Nadie está diciendo ni escribiendo esto. Veo aquí delante los dedos de una manos golpeando un teclado, “yo” no estoy haciendo nada. Simplemente, como mucho, veo cómo ocurre. Simplemente, esto es escrito, nada más. Y a continuación se producirán quizá réplicas y más comentarios y más juego aquí en esta web, y podremos ver si queremos verlo que no hay nadie que haga nada, o podremos seguir creyendo que sí, que sí que lo hay, que somos yo o yoes o nosotros o como queramos llamarlo, y eso también estará muy bien. Todo es perfecto tal y como es, porque nada podría ser de otra manera. Está habiendo diversión y alegría aquí con todo este intercambio de comentarios en esta web. Hay contento aquí, el juego se está disfrutando mucho. Acaba de hacerse una relectura de estos párrafos y acaba de tenerse la divertida certeza de que todo esto ha sido escrito por una absurda pareja de locos: Gali y Matías. Acaba de verse que evitar usar pronombres personales (yo, tú, nosotros) suena forzado porque el lenguaje habitual no está estructurado así, de manera que “yo”, yo os manda, os mando,un saludo a todos y viva la verdad

  17. En una cosa estamos de acuerdo:
    SALIR DEL “YO”, DINAMITARLO. Salir del yo discursivo.
    Ahora, mucho cuidado, el YO no es el NOSOTROS, nada que ver.
    El nosotros solo puede existir fuera del yo, solo es vinculante desde ahí.
    Además morirse no es “espantoso”, eso se lo pones tu. Morirse es de las pocas cosas naturales que vas a hacer en tu vida, que te puede espantar de la propia naturaleza de las cosas, ¿que no sean comprensibles? ESO ES UN DATO OBJETIVO, vivimos rodeados de preguntas sin respuesta, pero LO IMPORTANTE SON LAS PREGUNTAS.
    Cuando dices:
    “Y ver esto, “experimentar” esto (aunque no hay nadie ahí que tenga ninguna experiencia, insisto) no te hace ni más libre, ni más guapo, ni más listo, ni más sabio, ni más simpático ni más “iluminado” ni más nada. Simplemente, lo ves, lo sabes. Mejor dicho, no lo ves ni lo sabes porque no hay nadie que vea ni sepa nada. Simplemente, ocurre un ver, un saber, un comprender.”
    Tu mismo lo respondes: lo ves, lo sabes, un ver, un saber…. UNA CREENCIA, un SIENTO QUE LO CREO… UNA FE.
    El problema es que LA FE NO EXISTE, LA PONES TU, mejor dicho la pone tu “yo”.
    Yo no te mando un saludo, sino una prueba del NOS-OTROS:
    UN ABRAZO, OLMO, NUESTRO ABRAZO.

  18. Vendrá después de mí, de Diógenes, un sabio, un profeta, un iluminado, que dirá de sí mismo: “Yo soy el que soy”, y nos dirá a nosotros: “Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres”. Pues eso Olmo, viva la Verdad.

    Álvaro, nunca existirá el nosotros, sino como la suma de unos cuantos yoes. La fe no existe, dices (bueno tu lo dices en mayúsculas), sino que la pone tu, tu yo. Pero la fe, querido amigo, como el amor, es un don. Y existen, yo me los encontré a ambos cuando trataba de construir un nosotros.

  19. La verdad tampoco existe, como tan-poco existe el amor.
    Diógenes, pareces más cristiano que ronaldo. La suma de yoes es una cosa y otra MUY DISTINTA el NOSOTROS.
    Gráficamente:
    11 tios = un equipo de yos
    1 familia (si se quieren) = 1 nosotros

  20. Hay quién tiene mucho para dar y reparte para todos. También hay quién tiene tanta imaginación, que imagina palabras dedicadas a él para otras personas.
    Alguien anteriormente, me ha llamado “holligan” algo que no seria nunca, ya que me disgustan enormemente los fanatismos, los gritos, los destrozos y el consumo exagerado de alcohol.
    Lo que si seria es animadora, animando y disfrutando del juego de un equipo… pero hasta los más iluminados, a veces, mean fuera de tiesto.
    Desde mi rincón he disfrutado de este fantástico partido de esgrima
    dialéctico, del que lo que más me ha gustado es el final… el Abrazo y la Verdad.
    Olmo, el poema de Pessoa es precioso y cargado de significado. Me ha encantado lo que dices sobre el silencio y que hay momentos en que lo mejor es parar y observar. Yo me he iniciado en la meditación guiada por una monja budista encantadora y he empezado a experimentar la paz y felicidad que puede aportar.
    Desde Barcelona, os deseo a todos un feliz verano lleno de paz y sabiduría.

  21. Perdón, si he ofendido a alguien con mis palabras.
    Abandono para siempre mi confortable cuba, en la próspera Atenas y me voy a África, donde ya no podré escribiros inconvenientes.
    Ha sido una suerte haber tenido el privilegio de haberos leído. Gracias.

  22. todo es perfecto, nada puede ser de otra manera, todo es luz y también música y silencio, todos somos uno (he ahí el “nosotros”), los brazos con los que damos abrazos son los mismos con los que los recibimos, feliz agosto,

    de nuevo Pessoa:

    si veo o siento,
    no soy yo quien ve y siente,
    sólo soy el espacio,
    donde se ve,
    y se siente.

  23. Hum, hum, veo que esto está muy calentito. Perdonad, llego tarde.
    Vuelvo a las palabras de Silvia:
    “Y tuve la sensación que al asumir tanta limitación, de repente el mundo volvía a ser ilimitado”
    Me gustan. Cuando este pobrecito hablador ha sentido eso lo ha hecho sintiéndose muy pobre y muy libre. Se ha vaciado, ha tirado cosas, ha dejado de tender cuerdas en las que tender los anhelos, las ideas, los cuentos que me cuento. Y el mundo ha vibrado cordialmente, me ha buscado en el juego de ser por ser, de existir por existir. Y había en todo ello una pobre y libre vibración de acuerdo.

  24. Me alegro de que Carlos haya retomado el tema principal, que era el de la limitación que te permite sentir lo ilimitado. Pero con respecto a las conversaciones anteriores, me gustaría decir que la intuición, eso es lo que tuve en el coche, está fuera del tiempo, sin embargo, dos segundos después, alguien necesita vomitar y hay que tomar la decisión de parar el coche, coger una bolsa, abrir una ventanilla… es decir, el tiempo vuelve necesariamente y ahí es donde hay que estar. De manera que a las intuiciones hay que darles discurso para que ayuden a vivir en el tiempo. Y es tan importante como que ese tipo de discursos y decisiones son las que crean el mundo en el que vivimos. Por eso me parece una irresponsabilidad no ser muy consciente de que las estamos tomando y de que estamos creando el mundo. Pero siempre vivimos de discursos que ganan porque quieren ganar y lo que buscan es anular la libertad, una palabra que ya también da vergüenza nombrarla, que verdaderamente suena mal por el significado que se le ha dado, más cercano a la tontería que a la inteligencia-voluntad.

  25. Olmo,
    solo puedo decir ¡¡¡ole!!!
    Pero si encima las palabras, se usan para mentir, confundir o manipular, mejor el silencio…

  26. ¡Claro!
    del mismo modo que hay palabras vacias y huecas que no “dicen” nada, ante eso, insisto, mejor el silencio que seguramente sera mucho mas esclarecedor, aportara mas y no dañara a nadie.

  27. ¿qué plabras están huecas, querida?
    ¿palabras vacias?
    ¿vaciadas por quién? ¿por el que las dice? ¿por el que las oye?
    ¿qué puede esclarecer el silencio vacio de palabras?
    ¿Quién se siente dañado porque le digan lo que no quiere oír?….
    ¡¡¡qué miedo!!!
    ¡¡¡ que vienen las palabras!!!
    OHOHOHUHUH
    Pd. Leete otra vez lo que te explican del silencio Laura V.

  28. ¿Qerida, Gin tonic?, ¡¡¡me encanta!!!

    Nadie habla de silencios sin palabras, estoy totalmente de acuerdo con Juan B, el silencio esta lleno de ellas.
    ¡Claro que hay palabras vacias y huecas!, son las carentes de emoción, sin ningun sentimiento, las que decimos de forma… mecanica. Dichas solo porque es oportuno, conviniente, o porque creemos que el otro, es lo que quiere oir.
    Muchas veces , mas de las que nos gustaria, las usamos para eso, ¿tu no?.
    A nadie le gusta que le digan lo que no quiere, y mas si es para que nos hieran, aunque sea verdad, ¿a ti si?.
    Si no lo ves como yo, de verdad te envidio, ya me explicaras como haces para no contaminarte.

    Un placer hablar contigo.

    Pd. No le tengo ningun miedo a las palabras, todo lo contrario.

  29. Laura V, que digas palabras que no sientes, no significa que no tengan significado.
    Para no contaminarte, como dices tu, lo mejor es nunca usar palabras por usarlas, y siempre decir lo que veas aunque sea verdad. Mano de santo.

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